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¿Hasta dónde puede realmente llegar Putin? Las nuevas opciones estratégicas en Ucrania
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Una guerra que no puede ganar (ni perder)

¿Hasta dónde puede realmente llegar Putin? Las nuevas opciones estratégicas en Ucrania

Moscú está en su punto más bajo desde que lanzó la invasión, lo cual no quiere decir que Putin haya renunciado a sus objetivos. Estas pueden ser sus opciones en el futuro

Foto: Un tanque ruso, en las afueras de Járkov. (EFE/Sergey Kozlov)
Un tanque ruso, en las afueras de Járkov. (EFE/Sergey Kozlov)
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Una vez más, las ambiciones de Rusia han demostrado ser mayores que sus capacidades. Las tropas invasoras no han logrado rodear a las ucranianas en el Donbás. Por uno de los flancos, su avance es lento y costoso; por el otro, cerca de Járkov, los rusos han sido repelidos y obligados a volver a su país. Moscú está en su punto más bajo desde que lanzó la invasión. Lo cual no quiere decir que Vladímir Putin, que lo ha apostado todo en esta campaña, haya renunciado a sus objetivos. Estas pueden ser las opciones del presidente ruso en las próximas semanas y meses.

A corto plazo, según el análisis del Institute for the Study of War, los invasores se conformarían con asegurar el control de la provincia de Lugansk, de la que ya dominan en torno al 90%. El escenario clave es la ciudad de Severodonétsk, que los rusos tratan de cercar por el norte y el sur. Distintas estimaciones sugieren que las tropas rusas no dan para más. Algunos de sus batallones habrían perdido cerca de un 20% de sus efectivos; según fuentes de la Inteligencia británica, hasta un 30%. Solo en el intento de cruce del río Siverskyi Donets, el pasado miércoles, más de 400 soldados rusos habrían resultado heridos o muertos por una lluvia de artillería de Ucrania.

Foto: El capitán Chaika en Saltivka, un barrio de Járkov. (KAP)

Dada la situación, una pregunta acuciante es si Rusia puede regenerar sus filas con más combatientes. Hay diversos indicios de que el Kremlin ha lanzado una discreta movilización, pero los contratos militares, dado que no se ha declarado oficialmente la guerra, siguen siendo voluntarios. El Gobierno ucraniano dice que Rusia entrena a 2.500 nuevos reclutas en la ciudad vecina de Bélgorod y que está recurriendo a mercenarios, milicias prorrusas y miembros de otros cuerpos castrenses, como la Guardia Nacional, o Rosgvardiya, para recomponer sus maltrechas filas. Esfuerzos que pueden no tener mayor impacto, por ahora, en el teatro de la guerra.

Por otro lado, la rendición de los últimos defensores de Mariúpol, atrincherados desde hace tres meses en el complejo metalúrgico de Azovstal, otorgó a Putin una victoria completa sobre la ciudad portuaria, destruida en un 90% por las bombas rusas. En este momento, no está claro cuál es el estado de los batallones invasores destacados allí o si podrán o no ser destinados a las operaciones de otros sitios.

Foto: (Reuters)

El menguante desempeño militar ruso ha ido cambiando los objetivos de todas las partes, también de Occidente. Encabezados por Estados Unidos, los aliados de Ucrania hablaron, al principio, de armar a la "resistencia", lo cual significaba que daban por hecha una prolongada ocupación rusa. A finales de febrero, el Pentágono, en línea con la mayoría de análisis militares, creía que Kiev caería en unos días. Pero la capital resistió y los objetivos empezaron a evolucionar. Cuando quedó claro que Ucrania lucharía, que Volodímir Zelenski era un líder carismático y que los rusos estaban lastrados por todo tipo de problemas logísticos y de moral, los miembros de la OTAN elevaron la ayuda militar. Perdieron la timidez, por ejemplo, a la hora de mandar helicópteros o sistemas de artillería pesada. EEUU redobló sus programas de entrenamiento a ucranianos y recientemente aprobó, al estilo de Roosevelt en la Segunda Guerra Mundial, un programa de 40.000 millones de dólares de asistencia a Ucrania, sobre todo militar.

Otra pregunta acuciante es cuál es el objetivo último de Ucrania, y, por ende, de sus aliados. En otras palabras, qué aspecto tendría una 'victoria' frente a Rusia. Zelenski ha dejado claro que la victoria significaría recuperar todo el territorio reconocido internacionalmente. Es decir, no volver a la situación de febrero de 2022, sino a la de febrero de 2014. Crimea y todo el Donbás deberían volver a manos de Kiev. La Casa Blanca ha preferido eludir el asunto diciendo que corresponde a Ucrania, y solo a Ucrania, definir la victoria. Una victoria que no dictarán ni los deseos ni los comunicados, sino la naturaleza del combate.

Foto: Tropas prorrusas, en Donetsk. (Reuters/Alexander Ermochenko)

En el abanico de opciones, una que suena con fuerza en medio de la niebla bélica es la de un conflicto congelado. Fue la idea que barruntó Avril Haines, directora de la Agencia Nacional de Inteligencia, en una reciente comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos. "Estimamos que el presidente Putin se está preparando para un conflicto prolongado en Ucrania, durante el cual aún quiere conseguir los objetivos más allá del Donbás", declaró, en referencia a la intención de Putin de controlar el país. "Lo más probable es que Putin también piense que Rusia tiene una mayor capacidad y voluntad para resistir los retos que sus adversarios, y probablemente está contando con que la determinación de EEUU y la UE se debilite a medida que la escasez de comida, la inflación y los precios energéticos empeoran".

Vladímir Putin tiene otras cartas en su mano. Además de la conquista completa de Lugansk, Rusia parece querer anexionarse las regiones ocupadas, como por ejemplo Jersón, en el sur, la única ciudad de cierto tamaño que los agresores han controlado desde el principio. Desde hace tres semanas, dignatarios rusos, como el secretario del partido oficialista Rusia Unida, que visitó la ocupada urbe el 6 de mayo, o el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, se han referido abiertamente a la idea de anexionarse estos territorios sin recurrir, ni siquiera, a un referéndum. Una medida propagandística que, de ponerse en práctica, probablemente evidenciaría la falta de apoyo popular a la ocupación.

Las medidas anexionistas ya están en marcha. Además de la represión —con el secuestro, torturas o asesinato de líderes locales— y el uso del terror entre la población civil, las autoridades ocupantes y sus títeres tratan de establecer una administración militar, rusificar la enseñanza, reemplazar el internet y los medios de comunicación ucranianos por los equivalentes rusos e incluso poner a circular el rublo. El viceprimer ministro ruso, Marat Jusnullin, también estuvo en Jersón, donde aseguró que las tropas rusas se quedarían durante "mucho tiempo" y añadió que el Kremlin ya había empezado a reconstruir la economía local. "Creemos que Jersón tiene perspectivas brillantes y un lugar decente en nuestra familia rusa", dijo el político al canal Crimea 24. "No hay necesidad de tener miedo de nada. Seguiremos viviendo y trabajando juntos".

La anexión ilegal de Jersón y de otras regiones ocupadas, además de ampliar los dominios rusos a una parte del antiguo territorio zarista de Novorrosiya y de consolidar el corredor de tierra entre Rusia y Crimea, tendría un motivo puramente estratégico: Vladímir Putin buscaría establecer el elemento de disuasión. Dado que el sur y el este de Ucrania pasarían a ser, 'de facto', territorio de la Federación Rusa, quedarían también bajo su paraguas nuclear. Si Ucrania trata de reconquistar estos territorios, que es lo probable dado su impulso y su mejorado armamento, Putin podría usarlo como justificación para lanzar, hipotéticamente, armas de destrucción masiva.

Foto: Un monumento a la primera bomba atómica rusa fabricada en masa. (EFE/Maxim Shipenkov)

"Si Putin entiende su debilidad militar, probablemente acelerará la anexión e introducirá rápidamente la disuasión nuclear en un intento de retener el control del territorio ucraniano que Rusia ocupa actualmente", escriben Katherine Lawlor y Mason Clark, investigadores del Institute for the Study of War. "Ucrania y sus socios occidentales probablemente tienen un margen estrecho para apoyar una contraofensiva ucraniana en el territorio ocupado antes de que se lo anexione el Kremlin. Ucrania y Occidente también deben de diseñar un plan coherente para responder a cualquier anexión y a la amenaza de ataque nuclear que la podría seguir".

He aquí el sensible equilibro por el que transitan los aliados. Presionar a Rusia para que pierda la guerra, pero sabiendo, al mismo tiempo, que Putin no la puede perder. Y que una de sus armas, al estilo de la rendición incondicional causada por los catastróficos hongos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, sería recurrir a la destrucción de alguna ciudad ucraniana. Una posibilidad remota que, en opinión de la Casa Blanca y a pesar del "ruido de sables nuclear", aún no está siendo barajada por Putin. Pero que entra dentro del siniestro campo de lo posible.

Una vez más, las ambiciones de Rusia han demostrado ser mayores que sus capacidades. Las tropas invasoras no han logrado rodear a las ucranianas en el Donbás. Por uno de los flancos, su avance es lento y costoso; por el otro, cerca de Járkov, los rusos han sido repelidos y obligados a volver a su país. Moscú está en su punto más bajo desde que lanzó la invasión. Lo cual no quiere decir que Vladímir Putin, que lo ha apostado todo en esta campaña, haya renunciado a sus objetivos. Estas pueden ser las opciones del presidente ruso en las próximas semanas y meses.

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