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"Aquí va a haber un choque de trenes": guerra a cuchillo en la ultraderecha francesa
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Por los restos de Le Pen

"Aquí va a haber un choque de trenes": guerra a cuchillo en la ultraderecha francesa

Pistoletazo de salida de la batalla política que va a definir el rumbo de una ultraderecha envalentonada de cara a las próximas elecciones legislativas

Foto: Le Pen y Zemmour, en un evento conjunto el 21 de febrero. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Le Pen y Zemmour, en un evento conjunto el 21 de febrero. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
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No había pasado ni una hora desde que se había dado a conocer la derrota de Marine Le Pen ante el presidente Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y Éric Zemmour ya había desenterrado el hacha de guerra. “Esta es la octava vez que la derrota golpea el apellido Le Pen”, sentenciaba en la noche del domingo. Era el pistoletazo de salida de la batalla política que va a definir el rumbo de una ultraderecha envalentonada de cara a las próximas elecciones legislativas. Quedan inaugurados los Juegos del Hambre en la ultraderecha francesa. Agarren todos su cuchillo más cercano.

Zemmour, polemista y tertuliano conocido como el filósofo del supremacismo francés, únicamente obtuvo un 7% de votos en la primera ronda, menos de un tercio que los de Le Pen. Sin embargo, sus palabras portan un especial peso de cara a la conocida como 'tercera ronda', la elección de los 577 diputados de la Asamblea Nacional los próximos 12 y 19 de junio. Hasta ahora, el récord del partido de Le Pen, Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés, anteriormente denominado Frente Nacional), es terrible. A pesar de obtener más de un 33% de votos en las presidenciales de 2017, la formación de la candidata solo logró ocho asientos en el Parlamento.

Foto: Marine Le Pen en su discurso tras conocer los resultados. (Reuters/Yves Herman)

En gran medida, esto se debe al modo de cálculo de los votos mayoritarios a dos vueltas que rige en las legislativas, el cual permite formar una suerte de 'cordón sanitario' que perjudica seriamente a los candidatos ultraderechistas. Este lunes, Zemmour exhortó a Le Pen a trabajar en lo que denomina “unión nacional”, un frente común de la derecha nacionalista, para sortear este problema. “Marine Le Pen, si acepta la mano que le tiendo, tiene la oportunidad de poner fin al cordón sanitario que esteriliza las posibilidades del campo nacional desde hace 40 años”, publicó en Twitter el político, autor y tertuliano. Por supuesto, cuando el líder del partido Reconquista habla de unidad, lo hace para referirse a un proyecto estructurado en torno a los ideales que él abandera.

Pero esta alianza es poco probable. Expertos en la materia como Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid y especialista en la ultraderecha francesa, no ven viable tal acercamiento. “Sería mucho más fácil que la ultraderecha controlara la Asamblea Nacional si hubiera algún tipo de entendimiento entre, como mínimo, dos de las tres derechas que hay en Francia ahora mismo: Marine Le Pen, por un lado, Éric Zemmour, por otro, y, por último, el ala más derechista de Los Republicanos, con Éric Ciotti. Pero me cuesta mucho pensar que vaya a ocurrir”, considera el autor de ‘Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional’ en entrevista con El Confidencial.

Efectivamente, desde Agrupación Nacional la oferta de Zemmour ha sido recibida con la frialdad gélida de quien sabe que el pastel al que le invitan está envenenado. “No veo cómo podría haber una alianza adecuada con Reconquista, dada la forma en que Éric Zemmour ha manejado las cosas”, espetó Louis Aliot, alcalde de Perpiñán y miembro del partido de Le Pen. Paralelamente, Sébastien Chenu, portavoz de la formación, descartó la estrategia por completo: "Hay que ser consistente en la vida. Zemmour ha luchado contra Le Pen con palabras muy duras. El domingo por la noche cerró la puerta a cualquier posibilidad de alianza".

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Al igual que el triunfo de Macron ha generado divisiones entre los que la ven como una sólida victoria de 17 puntos y quienes la consideran insuficiente ante el avance de la extrema derecha, la derrota de Le Pen también ha levantado pasiones en direcciones opuestas. Dentro de Agrupación Nacional, muchos interpretan los resultados como un voto de confianza al liderazgo lepenista y la propia candidata no demostró en la noche electoral ninguna intención de ceder el trono. “Más que nunca, continuaré con mi compromiso con Francia y los franceses”, afirmó en su discurso tras darse a conocer el resultado electoral.

Mientras tanto, Zemmour y Marion Maréchal, la sobrina y enemiga declarada de Marine Le Pen y vicepresidenta ejecutiva del partido de su rival, consideran que es hora de que la ultraderecha francesa pase página. “El análisis que hace un sector de la extrema derecha francesa desde hace años es que el principal obstáculo para su avance es el apellido Le Pen. Creen que, mientras las ideas del Frente Nacional penetran muy bien en la sociedad, el apellido Le Pen todavía genera miedo”, apunta Fernández Vázquez. No por nada, la propia Maréchal renunció a este legado familiar en 2018.

Foto: Marine y Marion Le Pen. (Reuters)

La discrepancia también refleja, además de la animadversión entre ambos campos, las diferencias en ambos estilos de campaña. Le Pen ha optado desde hace tiempo por diluir los preceptos de extrema derecha en un discurso ambiguo que adopta, a menudo, tonos similares a los de la vieja izquierda en materia de clase. Esa ha sido su principal herramienta para extenderse entre los votantes que antaño respaldaban al Partido Socialista, especialmente en las áreas francesas más golpeadas por la globalización y la desindustrialización. Zemmour, mientras tanto, esgrime un tono de línea dura, abiertamente xenófobo y ultranacionalista.

“Sería dramático [para la ultraderecha] que no llegaran a acuerdos entre ellos para favorecer las candidaturas de uno u otro y acabaran con unos pocos diputados cada uno”, apunta Fernández Vázquez. Es posible que, para evitar una debacle similar a la de 2015, las formaciones acaben colaborando a regañadientes en algunas circunscripciones, favoreciendo a los candidatos de uno u otro partido. Pero estos acuerdos están destinados a esfumarse tan pronto como se deposite el último voto, cuando los bandos empiecen a planear su largo recorrido hasta las presidenciales de 2027, en las que Macron ya no podrá presentarse como candidato. “Se va a recrudecer la lucha por ver quién es el líder de lo que llaman ‘el mundo patriota’ de Francia. Ahí va a haber un choque de trenes”, vaticina el experto.

Foto: Varios miembros de la Alliance Française a las puertas de su centro en Madrid. (Guillermo Cid)

El mundo de la derecha francesa, en su conjunto, está en recomposición. Valérie Pécresse, la candidata de Los Republicanos, el tradicional partido conservador francés heredero del gaullismo, se encuentra suplicando donaciones para paliar su deuda personal de tres millones de euros tras una campaña en la que no llegó al 5% de los votos. Se teme que el partido desaparezca por completo. “En los próximos meses y años se va a decidir quién es el partido principal de toda la derecha”, señala el profesor de la Universidad Carlos III. ¿Será la Agrupación Nacional? ¿Será una nueva coalición de derechas conformada por zemmouristas y el ala republicana más radical? ¿Será una nueva fórmula que nadie ve venir? La ley del más fuerte lo decidirá.

Por supuesto, si a algo está acostumbrado el clan familiar Le Pen, con un historial lleno de dramáticas traiciones, deserciones y acusaciones cruzadas, es a este tipo de guerras intestinas. “Enterrados, hemos sido enterrados mil veces y mil veces la historia ha desmentido a quienes predijeron o esperaban nuestra desaparición”, lanzó desafiante Marine, como se presenta la candidata de Agrupación Nacional en los carteles electorales, tras conocer su derrota en las urnas. Sin embargo, en esta ocasión, tras tres derrotas consecutivas, es posible que la locomotora Le Pen, que propulsó un partido extremista hasta niveles nunca antes imaginables en Francia, simplemente se haya quedado sin combustible a base de agotar su propio nombre y apellido. Ella misma respondió en una entrevista con 'Le Figaro' en febrero que esta candidatura sería, ‘a priori’, su último rodeo en caso de derrota. Entre todos la mataron y ella sola se murió, que dice el refrán.

No había pasado ni una hora desde que se había dado a conocer la derrota de Marine Le Pen ante el presidente Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y Éric Zemmour ya había desenterrado el hacha de guerra. “Esta es la octava vez que la derrota golpea el apellido Le Pen”, sentenciaba en la noche del domingo. Era el pistoletazo de salida de la batalla política que va a definir el rumbo de una ultraderecha envalentonada de cara a las próximas elecciones legislativas. Quedan inaugurados los Juegos del Hambre en la ultraderecha francesa. Agarren todos su cuchillo más cercano.

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