Cinco expertos explican qué está en juego en las elecciones francesas
Un repaso a los temas claves de la votación. Desde el terremoto en la política internacional y la nueva Unión Europea que dejaría a Le Pen a las medidas para una economía en guerra y los derechos sociales de las minorías
Los franceses acuden a votar este domingo por el inquilino del Palacio del Elíseo en los próximos cinco años. Tras la primera ronda eliminatoria, solo quedan dos opciones sobre la mesa: el actual presidente, Emmanuel Macron, y la candidata de ultraderecha, Marine Le Pen. El primero parte como favorito, con una ventaja media en las encuestas de 13 puntos, pero el resultado apunta a ser mucho más ajustado que en 2017, cuando ambos se enfrentaron por primera vez y Macron arrasó a Le Pen.
¿Por qué son importantes las elecciones de Francia? ¿Qué consecuencias tendrá la victoria de uno u otro candidato para Francia y para el resto de Europa? El Confidencial ha preguntado a cinco expertos su opinión para comprender lo que está en juego.
Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano
Si Marine Le Pen da la sorpresa y gana estas elecciones, supondrá un impacto muy grande para el país y el resto de Europa. Sería, aun así, menor que el que hubiera tenido cinco años atrás, cuando su victoria podría haber supuesto el fin de la integración europea tal y como la conocemos, dado que por aquel entonces la candidata incluso postulaba la salida de Francia de la Unión Europea. Hoy en día, Le Pen ha dicho que no pretende abandonar la UE, pero su presidencia seguiría implicando un cambio drástico en la forma en la que Francia entiende su relación con Europa y con el resto del mundo. Supondría un ataque al futuro del euro, al mercado interior y a la idea de una acción exterior conjunta, ya que ella cuenta con una idea muy peculiar de la relación que hay que tener con Rusia y con Vladímir Putin. Tendría una trascendencia enorme y negativa sobre el futuro de la integración europea.
En el mejor de los casos, Le Pen podría suponer el equivalente a un Donald Trump, un fenómeno un poco más efímero que pudiera cambiar a los cinco años. Pero sabemos que la realidad política detrás de la candidata en Francia no tiene nada de efímero. En el peor de los casos, supondría el nacimiento de una Unión Europea muy distinta a la que hemos conocido. Sin embargo, es importante recordar que, en el improbable caso de que ganara Le Pen, sería todavía menos probable que tuviese el control de la mayoría de la Asamblea Nacional cuando se produzcan las elecciones parlamentarias. Eso significa que no tendría tantos poderes, por muy presidencialista que sea el sistema político francés.
Lo más probable es que vuelva a ganar Macron, lo que significaría una continuidad de su proyecto. Si, además, consiguiera de nuevo una mayoría en la Asamblea Nacional, eso implicaría que se puede convertir en el presidente de la República de Francia que más tiempo pase gobernando ininterrumpidamente. Porque, aunque Jaques Chirac estuvo 12 años y Francois Miterrand 14, ambos lo hicieron en un contexto de cohabitación con un Gobierno no afín. Eso abriría la ventana a una serie de avances y reformas de gran calado, especialmente en un contexto europeo de transformación como el que estamos viviendo.
Carme Colomina, investigadora principal del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB)
Macron hoy ya no cuenta con esa imagen nueva y rompedora que le propulsó en 2017, esa de alguien ajeno a la política tradicional. Ha perdido ese efecto sorpresa. Ahora él representa el sistema, ese mismo sistema que quería renovar hace cinco años. Tras declarar muerto el eje izquierda-derecha, lo que ha hecho es alimentar otras líneas divisorias dentro de su país. Durante su mandato se ha ampliado la distancia entre lo que expertos denominan como la Francia periférica y la capital con el poder político que representa París, pero que hoy en día, sobre todo, representa Macron. Y pese a que el presidente prometió en su momento que haría todo lo posible para que nadie quisiera votar a la ultraderecha, no solo no ha reducido su capacidad de atracción, sino que ha crecido drásticamente.
Por primera vez, la extrema derecha francesa tiene una posibilidad real de alcanzar el poder. Esta situación de Le Pen pasando a la segunda vuelta no es nueva, pero precisamente eso nos indica que ya no supone ninguna anomalía. Su plataforma no solo ha ido creciendo imparable en Francia, sino que se ha ido normalizando. ¿Hasta qué punto? Ese es el primer factor en juego hoy, uno que es tan francés como europeo, dada la presencia de la ultraderecha a lo largo y ancho de la UE, que sigue atentamente las elecciones de hoy.
Estos comicios también representan dos visiones muy distintas a la hora de entender Francia y el mundo entero. Le Pen, que quedó segunda en la primera vuelta, y Jean-Luc Mélenchon, que quedó tercero, representan las dos fuerzas más críticas con la globalización. Ambas cuentan con un discurso mucho más proteccionista, en favor de aquellos que se sienten más vulnerables frente a las transformaciones económicas de estas últimas décadas y las venideras. En esta segunda vuelta, tanto la candidata de Agrupación Nacional como el presidente han puesto muchísimo el acento en toda la agenda social, lo que muestra que el Elíseo ha captado en cierta medida el mensaje. Bruselas también debe tomar nota de las consecuencias de estas transformaciones, de las grietas y desigualdades que están creando.
Arsenio Cuenca, analista especializado en la extrema derecha francesa de 'El Orden Mundial'
Marine Le Pen ha desarrollado un discurso para aparentar que tiene cierto control sobre los temas económicos y financieros. Se ha dado un aire de tecnócrata y gestora que no tenía en 2017 y que nunca ha tenido el Frente Nacional. En el plano económico no es tan distinta de Macron. Una de las consecuencias de una hipotética victoria de Le Pen que tendría mayor impacto en la sociedad francesa sería la retirada de ayudas a extranjeros, que, además, implicaría una vulneración de los principios de la Constitución. La prohibición del velo en el espacio público es otro de esos ejemplos donde el programa de Agrupación Nacional se diferencia claramente del de Macron.
Pero el actual presidente es 'de facto' el mal menor. Respeta una serie de principios constitucionales que no son nada desdeñables, pero tampoco debemos pensar que es el adalid de los valores republicanos, del multiculturalismo, de la defensa de las mujeres o de los migrantes. Está por ver si esto le vale para hacerse con la elección. Seguramente sí, pero la cuestión es con qué resultados. Si en la segunda vuelta no llega a la barrera simbólica del 60%, tendrá un importante desafío a nivel de legitimidad por delante.
Ya de por sí, una victoria de cualquier candidato en segunda vuelta no es garantía de correspondencia entre la ciudadanía y la clase política o de fidelidad del electorado y en esta ocasión todavía menos. Macron parece a menudo desconectado de la realidad, no es consciente de que su apoyo electoral es casi siempre un apoyo a medias a nivel cualitativo.
María Eugenia Sanin, profesora de Economía en la Université Paris-Saclay
Aunque ideológicamente son dos candidatos opuestos, desde un punto de vista económico no hay tanta diferencia entre Macron y Le Pen. Pensemos en el poder adquisitivo, el tema más relevante para los franceses en esta elección. Macron promete un cheque para gente necesitada, pero no ha especificado ni cuál sería el importe ni quién podría recibirlo. Según la teoría económica, es mejor que un subsidio generalizado, como pide Le Pen, porque no hace falta gastar dinero del contribuyente francés para pagar a gente que no lo necesita.
Pero Macron ha perdido credibilidad en sus cinco años en el poder. ¿Por qué no ha introducido esta medida antes? Acaba de bajar 15 céntimos el precio a todos los franceses que van a echar gasolina y eso es exactamente lo que le reprocha a Le Pen, que propone bajar el IVA para todos. Si Macron realmente quisiera ayudar a los pobres, pondría el transporte público gratis, por ejemplo, no subvencionaría al rico con chófer.
El pico de inflación es coyuntural, pero la inflación en términos energéticos está aquí para quedarse, porque no vamos a pasar a ser amigos de Rusia otra vez aunque termine la guerra. Además, Moscú ya está consiguiendo clientes alternativos y el precio de todos los contratos probablemente sea revisado al alza. Los franceses de a pie tienen razón en estar preocupados y van a sufrir sea cual sea el ganador, porque ninguno de los dos propone una verdadera solución a medio y largo plazo.
Tara Varma, directora de la oficina de París del European Council on Foreign Relations (ECFR)
La campaña electoral ha vivido muchos cambios en Francia. Cuando estalló la guerra de Ucrania, Macron se vio propulsado en las encuestas al ser visto como uno de los principales líderes diplomáticos de Europa, mientras el resto de los candidatos batallaban para aclarar su postura en política exterior, que hasta la fecha apenas había tenido peso en sus programas. Sin embargo, en cuanto el furor inicial por Ucrania se relajó, las críticas a su desempeño como presidente francés resurgieron con fuerza a la vez que Marine Le Pen experimentaba un gran crecimiento a raíz de la incapacidad del otro candidato ultraderechista, Eric Zemmour, de distanciarse del presidente Vladímir Putin.
Lo principal que está en juego en estas elecciones es el futuro del proyecto de integración europeo. Los franceses eligen hoy entre dos caminos radicalmente diferentes al respecto. Si Le Pen es la seleccionada, vamos a ver una Francia alineada con la Hungría de Viktor Orbán, una que buscará transformar la Unión Europea desde dentro, que reducirá drásticamente su contribución al presupuesto europeo y a la que únicamente le importará su interés nacional. Por el contrario, si gana Macron, veremos una Francia que se podrá erigir como principal líder del proyecto comunitario y que hará un esfuerzo redoblado por reforzar la soberanía europea.
Macron llegó en 2017 al poder con una visión clara de impulsar la autonomía estratégica y la integración de la Unión Europea. En 2019, la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen nació con el deseo de propulsar una UE más geopolítica. Fue un momento clave de convergencia de intereses. El resultado no ha sido perfecto, pero, si Le Pen fuera elegida, veríamos una reversión total de esta tendencia.
Los franceses acuden a votar este domingo por el inquilino del Palacio del Elíseo en los próximos cinco años. Tras la primera ronda eliminatoria, solo quedan dos opciones sobre la mesa: el actual presidente, Emmanuel Macron, y la candidata de ultraderecha, Marine Le Pen. El primero parte como favorito, con una ventaja media en las encuestas de 13 puntos, pero el resultado apunta a ser mucho más ajustado que en 2017, cuando ambos se enfrentaron por primera vez y Macron arrasó a Le Pen.
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