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El dado de hierro sigue girando: Rusia y Ucrania preparan la gran batalla del Donbás
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Combatir en la extensa estepa

El dado de hierro sigue girando: Rusia y Ucrania preparan la gran batalla del Donbás

El consenso general de los polemólogos sigue siendo el mismo que hace dos o tres semanas: el Kremlin invadió con expectativas fantasiosas

Foto: Soldados ucranianos. (Reuters/Marko Djurica)
Soldados ucranianos. (Reuters/Marko Djurica)
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Una de las expresiones que mejor describe la naturaleza de la guerra se debe a un canciller alemán, Theobald von Bethmann-Hollweg, que, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, uso una metáfora lúdica y terrible al mismo tiempo: "Tirar el dado de hierro". Cuando un país ataca a otro, es una apuesta de consecuencias imprevisibles y muchas veces definitivas: tan definitivas como la muerte. Así pues, el dado de hierro lanzado por Vladímir Putin en Ucrania continúa rodando por las estepas y no sabemos de qué lado caerá. Pero sí podemos observar cada uno de sus giros.

El consenso general de los polemólogos sigue siendo el mismo que hace dos o tres semanas: Rusia invadió con expectativas fantasiosas. El Gobierno de Volodímir Zelenski no solo resistió, sino que logró articular una contraofensiva y mandar a la invasión norteña de vuelta a Bielorrusia. Moscú replanteó su estrategia. Dijo que el asalto a Kiev solo fue una maniobra de distracción y que, desde ahora, sus tropas iban a centrarse en un objetivo, aparentemente, más realista: la ocupación del Donbás y puede que de grandes porciones del sur. Al menos, hasta Crimea.

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"Ahora, presuntamente, pueden concentrar sus fuerzas de una manera en la que antes no podían, ni tampoco lo intentaban. Pero no sabemos realmente cómo de bien pueden combatir en estas condiciones", dice la Dra. Olga Oliker, profesora de la Universidad de John Hopkins y directora del programa de Europa y Asia Central de International Crisis Group. Hasta ahora "los ucranianos han tenido éxito hasta cierto punto porque los rusos combatieron muy mal. Pero los rusos combatieron muy mal porque estaban implementando un mal plan. Así que, veremos".

Las perspectivas de combatir en la extensa estepa, un escenario muy distinto a los núcleos urbanos que hasta ahora protagonizaron la guerra, ha estimulado la imaginación de los observadores militares. "Rusia y Ucrania parecen estar en las últimas fases de los preparativos para la Batalla del Donbás, que está tomando la forma de la mayor batalla de tanques en Europa desde la decisiva Batalla de Kursk en la Segunda Guerra Mundial", escribe Daniel Davis, miembro del 'think tank' Defense Priorities y antiguo teniente coronel del Ejército estadounidense. "El curso de toda la guerra podría depender del resultado de la Batalla del Donbás".

Más allá de las fantasías bélicas, lo cierto es que Ucrania, ante la perspectiva de una lucha en campo abierto más ventajosa para las armas rusas, necesita armamento pesado. Como contaba Phillips O’Brien, profesor de estrategia de la Universidad de St. Andrews, los dispositivos portátiles que tan buen resultado han dado en la periferia de las ciudades, o atacando los kilométricos convoyes rusos en medio de la noche, se están usando rápido y ya no van a bastar. Los misiles antitanque Javelin o los antiaéreos Stinger tienen que venir acompañados de sus hermanos mayores. Una lista que el presidente Zelenski dejó muy clara en su última alocución, pronunciada en inglés y acompañada de una lista pormenorizada de necesidades militares.

Foto: Carros de combate T-72 del ejército búlgaro. (Bulgarian Army)

"Estamos pidiendo al mundo entero que se una y nos ayude a luchar contra esta cruel agresión", dijo el mandatario, y añadió que su Gobierno precisaría artillería de calibre de 155 milímetros, sistemas lanzamisiles Grad, Uragan o el estadounidense M142 HIMARS, además de tanques americanos o alemanes, carros de combate, sistemas de defensa aérea de varios tipos, helicópteros, cazas de combate y mucha munición. Una de las claves de la resistencia ucraniana.

Algunos miembros de la OTAN están acudiendo a la llamada, empezando por Estados Unidos. La Casa Blanca acaba de anunciar un nuevo paquete de armamento de 800 millones de dólares que incluye 18 cañones Howitzer, una docena de helicópteros, cientos de carros blindados y 40.000 cartuchos de artillería. Algunas de estas armas requieren una instrucción que los ucranianos no tienen. La Administración Biden descarta mandar expertos militares sobre el terreno, pero podría "instruir a los instructores": sacar de Ucrania a algunos oficiales, darles el conocimiento adecuado, y mandarlos de vuelta para que entrenen a sus tropas. Los ucranianos, por otra parte, ya han recibido los sistemas de misiles antiaéreos S-300, una serie de viejos y aparatosos camiones que llevan los cohetes en la parte de atrás y que han sido donados, con permiso de Washington, por Eslovaquia.

Como apuntaba el general australiano retirado Mick Ryan, miembro del Center for Strategic and International Studies, los lanzamisiles tratarán de evitar la supremacía aérea rusa, la artillería buscará dispersar las concentraciones enemigas y los carros blindados desplegar y replegar ágilmente a la infantería. Aunque el factor que cuenta, afirma, es la autonomía de los oficiales: una "cultura de confianza y delegación" que permita el aprendizaje de los mandos y su rápida adaptación a las circunstancias. Algo que los ucranianos estarían aplicando desde el comienzo de la invasión, y que representaría el espíritu opuesto al indolente comportamiento de las tropas rusas.

Aunque en Moscú también hay signos de aprendizaje. Además de centrar su ofensiva en el Donbás, el Kremlin ha unificado el mando de la campaña. El condecorado general Aleksandr Dvornikov fue comandante de una división de fusileros motorizados en Grozny en 1999. Década y media después, se le encomendó la misión de conquistar la ciudad siria de Alepo. En ambos casos sus objetivos acabaron arrasados, incluyendo decenas de miles de víctimas civiles. Un desempeño que le granjeó el apodo de "carnicero" por parte de sus enemigos, y una condecoración de Héroe de la Federación Rusa por parte de su jefe, Vladímir Putin.

Según expertos consultados, es previsible que Dvornikov, comandante del Distrito Militar Sur de Rusia, aplique su manual en Ucrania. Al Ejército ruso "le gusta rodear y bombardear, y dan prioridad a la artillería, a la potencia de fuego, por encima de la maniobra. Es razonable esperar más de lo mismo", explica Olga Oliker.

A favor de los rusos, además de un terreno que teóricamente les permitirá desplegar su panoplia estratégica, está el hecho de que sus líneas de suministro serán más cortas, dada la mayor cercanía con su patria. Los invasores ya controlan el 90% de la provincia de Lugansk y en torno a la mitad de la de Donetsk: es en el este donde han conseguido avanzar más claramente sus posiciones, que van dibujando, según las informaciones que llegan desde el terreno, una tupida red de trincheras. Para los ucranianos, por el contrario, las líneas de suministro desde Polonia son más largas, lo que daría a los rusos más margen para atacar e interrumpir el flujo de armas.

Foto: Vecinos de Kiev exploran un tanque ruso destruido en Hostomel. (EFE / Oleg Petrasyuk)

Sin embargo, cualquier plan que tenga el liderazgo ruso puede toparse con un problema de fondo que no deja de aflorar: la aparente baja moral y pésimo entrenamiento de gran parte de su ejército, compuesto abundantemente por reclutas que no llevan ni un año en el puesto. Soldados no profesionales que, de repente, se han visto combatiendo en una situación de extrema dureza.

"Creo que los rusos tienen un claro problema de personal", asegura Olga Oliker. "Y si están pasándolo mal en esta guerra, su capacidad para mandar tropas capaces de luchar va a empeorar, no a mejorar, con el tiempo. Los ucranianos tienen la ventaja de que están defendiendo su propio territorio".

Foto: Putin y Kadírov. (EFE/Alexei Druzhinin)

De momento, según las estimaciones del Pentágono, Rusia solo tiene en Ucrania 65 batallones tácticos: aproximadamente la mitad de los que hubo en el apogeo de la invasión. Lo cual indicaría que reparar los equipos y conseguir tropas de refresco es más complicado de lo esperado, como indicaba en estas páginas Phillips O’Brien. Las opciones de hacerle una pinza a Dnipro serían tan ambiciosas como las de hacerle una pinza a Kiev, un intento que acabó con la sangrienta retirada rusa.

Pese a la pausa operacional, continúan llegando noticias significativas del campo de batalla. Los rusos han confirmado que su buque insignia del Mar Negro, el crucero Moskva, se ha hundido cerca de la costa ucraniana. Kiev reivindica haberle lanzado dos misiles Neptune, que habrían incendiado las municiones de abordo. Dado que los estrechos del mar están cerrados, Rusia no podría reemplazar este importante barco fabricado en 1976 y que aparentemente no estaba en el mejor estado. El dado de hierro continúa dando tumbos sobre las estepas y las aguas del Mar Negro.

Una de las expresiones que mejor describe la naturaleza de la guerra se debe a un canciller alemán, Theobald von Bethmann-Hollweg, que, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, uso una metáfora lúdica y terrible al mismo tiempo: "Tirar el dado de hierro". Cuando un país ataca a otro, es una apuesta de consecuencias imprevisibles y muchas veces definitivas: tan definitivas como la muerte. Así pues, el dado de hierro lanzado por Vladímir Putin en Ucrania continúa rodando por las estepas y no sabemos de qué lado caerá. Pero sí podemos observar cada uno de sus giros.

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