¿Quién irá al Elíseo? 5 datos para entender los resultados de las elecciones francesas
El mapa electoral es similar al de 2017, pero las preocupaciones de los franceses y sus preferencias han cambiado. Estas son las claves de la victoria de Macron, el auge de Le Pen y los votantes de Mélenchon de cara a la segunda vuelta
Finalizado el escrutinio de la primera ronda de las elecciones presidenciales en Francia y descartadas las sorpresas de última hora, Emmanuel Macron y Marine Le Pen se enfrentarán el domingo 24 de abril por el Palacio del Elíseo. Ahora empieza una nueva campaña exprés para el presidente y la ultraderechista, comprimida en menos de dos semanas, para convencer a los votantes del resto de candidatos de apoyar su asalto a (o permanencia en) el Elíseo.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Empecemos por el mapa electoral.
Una geografía política similar a 2017
Tras meses de cambios frenéticos en las encuestas, los resultados electorales han terminado arrojando un mapa muy similar al que se dibujó en la primera vuelta de 2017. La principal diferencia es que Macron ha absorbido los seis departamentos en los que venció François Fillon, por aquel entonces candidato de Les Républicains. El presidente también ha logrado arrebatar a Le Pen varios departamentos en la Alsacia (noreste), Normandía (norte) y la Borgoña (este), aunque ha perdido terreno en la Isla de Francia (París y alrededores) ante el izquierdista Jean-Luc Mélenchon y en el centro el país ante Le Pen.
Las ganancias de Emmanuel Macron suceden precisamente en aquellas regiones donde Fillon obtuvo mejores resultados en 2017. Estas se sitúan en la mitad norte de Francia, especialmente en las zonas de País del Loira, Normandía y la Alsacia. Sus principales pérdidas son en la capital y alrededores, donde Mélenchon ha tenido mucha fuerza, y en los departamentos de Corrèze y Lot, donde ha crecido considerablemente el voto a la ultraderecha.
En el caso de Le Pen, la candidata ha visto crecer su respaldo principalmente en el centro del país, con especial fuerza en el departamento de Cantal. Su peor rendimiento en las regiones de Provenza-Alpes-Costa Azul y Córcega (aunque en ambas se hizo con la victoria) se deben, principalmente, al trasvase de votos hacia el también ultraderechista Éric Zemmour. Por ello, es de esperar que sigan siendo unas de sus principales fuentes de votos de cara a la segunda vuelta.
En el gran esquema, se trata de cambios relativamente sutiles que no alteran las principales tendencias en la geografía política del país, con una división entre el oeste macronista y el este lepenista. Concretamente, el noreste de Francia continúa siendo el núcleo de apoyo a Le Pen, compuesto por las antiguas áreas industriales y de minería de carbón, que ahora están plagadas de altos niveles de desempleo.
La estruendosa muerte de los partidos tradicionales
Los partidos tradicionales que hasta la llegada de Macron en 2017 habían monopolizado el Gobierno de la Quinta República han sido arrasados por el voto útil y sus divisiones internas. “El resultado de ayer confirma su muerte y la reorganización de espacio político en Francia en tres polos: socialecológico, liberal conservador e identitario xenófobo”, explica el sociólogo francés Bilal Berady, miembro del grupo de investigación Quantité Critique, a El Confidencial.
Además de vivir una derrota histórica, los partidos tradicionales se enfrentan al abismo económico por no haber superado el 5% que da acceso al reembolso del coste de la campaña electoral. Los Republicanos, liderados por Valérie Pécresse, obtuvieron el 4,78%, incapaces de evitar la fuga de votos a Macron (un 39%) y a la extrema derecha (18% a Le Pen y 12% a Zemmour). El partido ha anunciado que necesita siete millones de euros antes del 15 de mayo y la propia Pécresse ha reconocido haber pedido un préstamo de cinco millones, para lo que ha pedido ayuda a sus votantes y simpatizantes.
La alcaldesa de París y candidata del Partido Socialista, Anne Hidalgo, no logró superar ni siquiera la barrera de 2% de los votos, quedándose en 1,75% y apenas 600.000 votos del total de casi 36 millones. Los socialistas tuvieron que vender su sede tras la derrota de Benoît Hamon en 2017, cuando logró el 6,1% de los votos, y había pedido prestado a sus federaciones el dinero para la campaña de Hidalgo. El electorado que se declara próximo al PS ha elegido en primer lugar a Mélenchon (33%) y en segundo a Emmanuel Macron (21%), a quien apoyarán previsiblemente en la segunda vuelta.
A la vista de estos resultados, “la socialdemocracia, como familia política, no puede presentarse como la fuerza hegemónica en la izquierda”, opina Berady. El tercer puesto de Mélenchon desplazará el centro de gravedad de toda la izquierda francesa hacia posturas consideradas más radicales. “Aunque las políticas de Mélenchon sean, en realidad, socialdemócratas, casi nadie se define a sí mismo como socialdemócrata en Francia”, sostiene.
¿Quién ha votado por quién? Los mayores, con Macron
En esta primera ronda, Macron salió especialmente beneficiado de una dinámica de voto, ‘a priori’, poco intuitiva: el joven presidente es el candidato más popular entre los votantes de tercera edad. Como suele ocurrir en todo el mundo, los mayores fueron el grupo poblacional que más acudió a las urnas, y más de cuatro de cada 10 de ellos, el 41%, votaron por Macron. Esta preferencia supone todo un salvavidas para el mandatario, dado que, en todas las demás categorías de edad, Macron ocupó el segundo o incluso el tercer puesto. Mélenchon fue la primera preferencia para los franceses de entre 18 y 34 años y Le Pen ocupó el primer lugar en los de entre 35 y 64 años.
"Las clases populares están divididas entre la extrema derecha y la izquierda radical"
El factor laboral volvió a ser un marcador importante durante esta votación. De acuerdo con sondeos de Ipsos, los trabajadores en puestos de alta cualificación votan en un 35% por Macron, mientras que únicamente un 12% lo hacen por Le Pen. Por el contrario, los empleados en puestos de baja cualificación respaldan en un 36% a Le Pen y un 23% a Macron. En ambos casos, Mélenchon aparece como segunda opción. Paralelamente, aquellos que ganan menos de 1.250 euros al mes se decantan claramente por la candidata de Agrupación Nacional (31% Le Pen, 14% Macron). Por encima de los 3.000 euros, ocurre lo contrario (35% Macron, 19% Le Pen).
"Las clases populares están divididas entre la extrema derecha y la izquierda radical", analiza Berady a la luz del escrutinio. Aunque todos sean trabajadores, su origen y forma de pensar son muy distintas. Los votantes de Le Pen son, en muchas ocasiones, "recién llegados a lugares pobres, que tienen un sentimiento muy fuerte de desclasamiento". Las clases populares que, junto a graduados e intelectuales, forman parte del electorado de Mélenchon, "han heredado una tradición sindicalista" de izquierdas, continúa. Por último, la raza es el gran diferenciador entre los votantes más desfavorecidos de Mélenchon y Le Pen, siendo el primero el que atrae los votos de las minorías en Francia. Este es el complejo mosaico que puede decidir la presidencia.
¿En qué pensaban los franceses al votar?
En primer lugar, una mayoría de franceses votó el domingo pensando en el bolsillo. En un momento de incertidumbre por la guerra, con el precio de la gasolina rondando los dos euros el litro —cuando se levantaron los chalecos amarillos, hace ahora cuatro años, estaba a 1,6—, seis de cada 10 consideraron el poder adquisitivo como una de las tres cuestiones más importantes a la hora de decantarse por un candidato. El coste de la energía y de los carburantes no era una preocupación hace cinco años y ahora se ha convertido en una parte esencial de la campaña por la presidencia.
De manera inversa, el desempleo, una preocupación histórica, ha perdido peso en estas elecciones. Uno de los grandes logros del quinquenio de Emmanuel Macron ha sido llevar la tasa de paro a un mínimo en 15 años del 7,4% y su programa económico busca alcanzar el pleno empleo en Francia. Si en 2017 fue la primera cuestión en la mente de los franceses —uno de cada siete la consideraba determinante, según los datos del Instituto IFOP—, ahora tiene hasta ocho temas por delante en las encuestas, incluidas la sanidad, la seguridad, la lucha contra el terrorismo o los impuestos, además de los carburantes y el poder adquisitivo.
La inmigración, una de las banderas de la ultraderecha —enarbolada en esta ocasión por Zemmour mientras Le Pen centraba su discurso en la economía—, sigue muy presente en la mente de los votantes de Le Pen e incluso de Pécresse, muestra de que ha permeado en el debate público, aunque no haya sido uno de los temas de la campaña.
El fantasma de la abstención
Los sondeos previos a las elecciones pintaban una imagen de electorado hastiado, con previsiones de una abstención histórica pese a la tradicional movilización de la ciudadanía de Francia cuando toca elegir a su presidente. El domingo, finalmente, un 73,7% de los franceses fue a votar —un 1,6% eligió una papeleta blanca o nula— y un 26,3% se abstuvo. Aunque el dato está por debajo de lo esperado, no deja de ser la segunda abstención más alta en los últimos 20 años.
¿Quién fue a votar y quién no? En clave segunda vuelta, una de cada tres personas (33%) de clase trabajadora eligió la abstención. Su movilización o no el 24 de abril puede ser decisiva en un resultado ajustado. El presidente y candidato Macron se ha desplazado este lunes a una de las ciudades más pobres del país, Denain, en el norte de Francia, para lanzar la nueva campaña.
El 16% de los votantes que habían elegido a Emmanuel Macron en la primera vuelta en 2017 se abstuvieron este año, frente al 19% de los de Jean-Luc Mélenchon en 2017 y el 21% de Marine Le Pen. Macron ha logrado retener, e incluso ensanchar, su base de votos para conseguir el mejor resultado de un presidente en el cargo desde François Mitterrand en 1988. No obstante, su mejoría en la primera vuelta respecto al escrutinio de hace cinco años no garantiza una victoria en el duelo por el Elíseo.
Finalizado el escrutinio de la primera ronda de las elecciones presidenciales en Francia y descartadas las sorpresas de última hora, Emmanuel Macron y Marine Le Pen se enfrentarán el domingo 24 de abril por el Palacio del Elíseo. Ahora empieza una nueva campaña exprés para el presidente y la ultraderechista, comprimida en menos de dos semanas, para convencer a los votantes del resto de candidatos de apoyar su asalto a (o permanencia en) el Elíseo.