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30 días de ocupación en 4 estampas: "Cuando Ucrania reconquistó la ciudad, fuimos a brindar"
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Los rusos abandonan la zona de Kiev

30 días de ocupación en 4 estampas: "Cuando Ucrania reconquistó la ciudad, fuimos a brindar"

Los pequeños pueblos del este de la capital, los primeros en ser conquistados y escenario de cruentas batallas para facilitar a las tropas del Kremlin una base desde la que atacar Kiev, han sido también víctimas de la ocupación rusa

Foto: Kateryna, en su sótano para resguardarse de las bombas. (Alicia Alamillos)
Kateryna, en su sótano para resguardarse de las bombas. (Alicia Alamillos)
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Es la primera vez que Volodímir y Kateryna cuentan su historia. La primera vez que Stepan llora ante unos desconocidos, a los que enseña lo que ha perdido en la invasión rusa en Ucrania. Aunque el foco de los horrores que deja la retirada de las tropas rusas de la región de Kiev está en las escenas de terror de Bucha y Borodyanka, los pequeños pueblos del este de la capital, los primeros en ser conquistados, han sido también víctimas de la ocupación rusa. Así dibujan sus gentes 30 días de miedo, aislamiento y ocupación en cuatro compases.

Foto: Vitaly, agente de policía militar, entra en una de las casas utilizadas por los rusos como cuartel en Borodyanka. (Alicia Alamillos)

1. Pisotear la bandera rusa en la cara del 'invasor'

Volodímir Kondratenko se dio cuenta de que los rusos habían conquistado Velyka Dymerka cuando vio a cuatro soldados rusos pasando justo delante de su calle. Aunque al principio pensó que serían los trabajadores para arreglar la conexión de la electricidad, perdida hacía días. Salió a saludarlos, y entonces se dio cuenta de que llevaban uniforme militar y una cinta roja en el brazo, identificándolos como rusos. Tras días de fuego de artillería, que le forzaron a pasar largas horas en una bodega reconvertida en un frío y húmedo refugio antiaéreo; con algunas de las bombas cayendo en su propio huerto -donde todavía está el hoyo dejado por el misil-, y tras la retirada de las Fuerzas de Defensa Territorial, los rusos se habían hecho con el enclave, a 50 kilómetros de Kiev.

"Les dije, en ucraniano, que cuándo terminará la guerra. Terminará cuando dejéis de pisar la bandera rusa", respondieron de la patrulla, en ruso. A lo que Volodymyr contestó: "¡Dejad [vosotros] de pisotear la ucraniana!".

placeholder Volodymyr Kondratenko, junto a la bodega donde se refugiaba de los bombardeos. (Alicia Alamillos)
Volodymyr Kondratenko, junto a la bodega donde se refugiaba de los bombardeos. (Alicia Alamillos)

Volodímir, junto a su mujer y otros cuatro amigos, fueron los únicos que se quedaron en su calle; el resto de familias eligieron huir en los corredores de evacuación hacia la capital. Son los últimos cinco irreductibles, "quizás hasta merezcamos una medalla por quedarnos", bromea su mujer Kateryna. No es necesariamente por valentía. "Estaba llorando de miedo, pero ¿a dónde íbamos a ir?".

2. Ejecuciones sumarias en una bodega

La última vez que Oleksandra Tkachenko vio a su vecino Valera fue hace dos semanas. Era ya tarde, y Oleksandra se asomaba a la valla de su casa para ver por qué ladraba un perro. Valera le dijo que iba a visitar a otros vecinos. Nunca volvió. Su cuerpo apareció una semana más tarde en una bodega junto a otros dos vecinos, todos con disparos en la cabeza, estilo ejecución. El funeral fue hace apenas dos días.

Las escenas de horror aguijonean a todos los pueblos de la región que quedaron bajo control ruso, y prácticamente todo el mundo tiene una historia que contar. El hijo de un vecino iba al centro a comprar pan y, cuando la madre fue a buscarlo, se encontró con dos cuerpos tiroteados. Un padre de familia pasó en moto delante del puesto ruso y le dispararon con fuego de artillería. Los vecinos tuvieron que recoger lo que quedó de él, apenas unos trozos cerca de la escuela, para poder enterrarlo. “Los rusos que estaban asegurando el perímetro simplemente disparaban a todo el que pasaba por ahí”, cuenta. "Son terrores que ni tendrían lugar en una pesadilla".

placeholder Una de las casas utilizadas por los rusos como 'cuartel' en Velyka Dymerka. (Alicia Alamillos)
Una de las casas utilizadas por los rusos como 'cuartel' en Velyka Dymerka. (Alicia Alamillos)

Aislados del mundo y sin electricidad o señal de televisión, la única forma de no sucumbir al pánico y la desesperación era el fino hilo de encender brevemente el teléfono una vez al día, llamar a sus hijos o nietos evacuados a Kiev o el oeste del país y recibir las últimas noticias de que "Ucrania no se rinde, Ucrania está ganando".

3. ¿Qué daño hacía una furgoneta?

Stepan Brovchenko tiene un negocio de venta de semillas para huertos. Y, como una semilla, sabe que volverá a crecer tras la ocupación rusa de Shevchenkove. Pero el proceso es traumático. En realidad, Brovchenko es un espejo de cómo se siente el país. Su tragedia es la de cruzarse con un soldado ruso y nada más: un tanque disparó contra su vieja furgoneta, lo más importante de su negocio y en la que viajaba de pueblo en pueblo seis veces por semana para vender sus semillas. Seis años de trabajo para poder pagarla que se convirtieron en un amasijo de hierros inservibles en un segundo. La tragedia de Ucrania, ser vecina de Rusia.

placeholder Stepan Brovchenko, junto a su furgoneta destruida. (Alicia Alamillos)
Stepan Brovchenko, junto a su furgoneta destruida. (Alicia Alamillos)

"Los rusos intentan que nos sintamos que somos nada, pero [los ucranianos] tenemos una historia de resistencia", defiende. Este jueves es el Pentecostés ortodoxo, la semana que viene comienza la temporada de la siembra en Ucrania, y el país volverá a crecer. O al menos, para eso reza a la virgen.

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4. Un brindis por Ucrania, un brindis por la pequeña victoria

Entonces llegó la retirada de las tropas rusas. El Ejército ucraniano fue recuperando posiciones, hasta que finalmente entraron en Velyka Dymerka. "Estaba tan feliz que casi rompo a llorar", asegura Kateryna, recordando el momento. En esta ocasión, sí que rompe a llorar, y el llanto se contagia a su marido. Una mezcla de felicidad y alivio, de cansancio y respiro tras haber contado por primera vez su historia. Con la vista del primer soldado, los cinco amigos se reunieron para celebrar, recopilando toda la comida que les quedaba tras un mes de bloqueo y brindando con vino casero por Ucrania y por la pequeña victoria de la liberación de Dymerka.

Volodímir cogió la bicicleta y salió por primera vez de su calle desde el inicio de la ocupación rusa. Vio casas destruidas, algunas quemadas con lanzallamas [probablemente, sistemas de lanzamiento de armas termobáricas], marcas de metralla, tanques abandonados... "Incluso viendo la destrucción, todavía estaba feliz de que la ciudad había sido liberada y los rusos se han ido", rememora, sin parar de decir: "Slava Ukraini, gloria a Ucrania".

placeholder El grupo de vecinos de Velyka Dymerka. (Alicia Alamillos)
El grupo de vecinos de Velyka Dymerka. (Alicia Alamillos)

Unos pocos kilómetros más allá de Velyka Dymerka, voluntarios de las Fuerzas de Defensa Territorial se afanan cavando trincheras. Serán las nuevas posiciones defensivas para la región de Brovary, paso previo para llegar a Kiev desde el este, si los rusos deciden regresar. Son un testimonio no solo de que Ucrania no se fía de las promesas rusas de centrarse solo en el Donbás, sino de la vertiginosa velocidad de la ofensiva inicial y la falta de preparación ante una invasión que muy pocos creían realmente que iba a tener lugar. Un poco más adelante, los ucranianos han volado el puente que conecta con la carretera principal. Si vuelven, no será tan fácil esta vez.

placeholder Un puente dinamitado a la salida de Shevchenkove. (Alicia Alamillos)
Un puente dinamitado a la salida de Shevchenkove. (Alicia Alamillos)

Es la primera vez que Volodímir y Kateryna cuentan su historia. La primera vez que Stepan llora ante unos desconocidos, a los que enseña lo que ha perdido en la invasión rusa en Ucrania. Aunque el foco de los horrores que deja la retirada de las tropas rusas de la región de Kiev está en las escenas de terror de Bucha y Borodyanka, los pequeños pueblos del este de la capital, los primeros en ser conquistados, han sido también víctimas de la ocupación rusa. Así dibujan sus gentes 30 días de miedo, aislamiento y ocupación en cuatro compases.

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