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¿Qué le dirá Zelenski al Congreso tras su guiño a la expulsión de la "tiranía" española de Holanda?
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La hazaña de Den Briel

¿Qué le dirá Zelenski al Congreso tras su guiño a la expulsión de la "tiranía" española de Holanda?

Los episodios históricos que Zelenski blande en sus discursos por el mundo a veces causan situaciones incómodas. En Holanda, hizo alusión a la derrota española en la guerra de Flandes. ¿Qué dirá en España?

Foto: El presidente Zelenski se dirige al Parlamento neerlandés. (EFE/Bart Maat)
El presidente Zelenski se dirige al Parlamento neerlandés. (EFE/Bart Maat)
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A estas alturas de la guerra en Ucrania ya es un clásico que, cuando se dirige a un Parlamento extranjero, Volodímir Zelenski —o quien le escriba los discursos— haga un repaso por los libros de historia nacional para dar donde más duele en su búsqueda de empatía, de más sanciones contra Rusia y de más armamento para sus soldados. En su prédica ante los diputados holandeses, el presidente ucraniano aludió a un evento que dejó a la mayoría en fuera de juego cuando se refirió al aniversario de la hazaña de Den Briel. Pocos legisladores tenían presente el evento histórico del que hablaba, considerado el primer gran éxito holandés en la guerra de los Ochenta Años, o guerra de Flandes, contra la España de Felipe II y su dominio sobre Países Bajos.

Zelenski equiparó el evento histórico, que calificó como "el 450º aniversario del inicio de la insurrección armada contra la tiranía", con la invasión actual de Ucrania. "¿Cuál era el objetivo de los fundadores de los Países Bajos? Evidentemente: libertad, democracia, dignidad humana, cohesión, diversidad cultural, religiosa", aseveró el mandatario en una conexión remota desde Kiev. Todo eso "está ahora de nuevo bajo ataque y necesita ser defendido [en Ucrania]", aseguró. La rememoración de este episodio histórico ha sido criticada por algunos usuarios en redes y tampoco ha sentado bien entre algunos parlamentarios españoles, que el martes reciben la esperada videollamada del líder ucraniano tras varias semanas dando prioridad a otros países.

La guerra que entre 1568 y 1648 enfrentó a las diecisiete provincias de los Países Bajos contra su soberano, Felipe II de España, fue, según Zelenski, un levantamiento "contra la tiranía", como ahora su país —insistió— también "lucha contra la tiranía" de la invasión rusa. "Ahora existe la posibilidad de detener la tiranía en nuestra tierra y hacerla retroceder, alejarla de nuestra frontera", declamó el presidente, señalando directamente a su enemigo Vladímir Putin, mientras los diputados seguían con cara de no saber bien de qué estaba hablando el invitado. Pero los medios nacionales ya se habían apresurado a buscar información sobre el aniversario de marras y la prensa se llenó de menciones a Felipe II, el duque de Alba y la independencia de Países Bajos.

Foto: Pintadas contra el Día de la Hispanidad en la estatua de Isabel la Católica y Colón ubicada en Granada. (EFE)

Los protagonistas de esta hazaña bélica fueron los llamados Mendigos del Agua ('Watergeuzen'), un grupo de marineros que luchó del lado de los sublevados contra España, marcando la primera derrota de los españoles liderados por el duque de Alba. La victoria, lejos de ser producto de una estrategia militar brillante, fue resultado de la pura casualidad. Y los 'Watergeuzen' tampoco eran unos combatientes que luchaban "por la libertad" de Países Bajos, sino una suerte de piratas que se dedicaban a saquear barcos y, después, a saquear católicos.

El azaroso episodio es todavía una leyenda que se relata entre los más fanáticos de la Guerra de Flandes. En tiempos de la revuelta holandesa, los 'Watergeuzen' operaban desde puertos ingleses hasta que fueron expulsados por la reina Isabel I. Mientras navegaban hacia el norte de Alemania buscando una nueva base, una tormenta desvió a la flota hasta las costas holandesas, donde se desembarcaron. Se cuenta que Jan Koppelstok, un residente de Den Briel, acudió a ellos para avisarlos de que la guarnición española en la ciudad estaba en muy malas condiciones. Los 'mendigos' vieron la situación como una oportunidad y decidieron tomar el control de Den Briel, una pequeña municipalidad cercana a Róterdam, reventando la puerta de la ciudad con un mástil. El Ejército de Felipe II contraatacó, sin éxito, cuatro días después. El enclave, llamado ahora Brielle, quedó en manos de los insurgentes, que no fueron tampoco lo que los holandeses esperaban: su disputa con el clero los llevó a ahorcar a 19 sacerdotes.

Las leyendas negras y la historia

Los holandeses resumen esos años de su historia como un periodo de "dominio español" de Países Bajos en el que Felipe II —que nombró a su hermana Margarita de Parma como gobernadora de las provincias holandesas— quiso imponer el catolicismo como única fe en el país. Sin embargo, varios nobles, incluido Guillermo de Orange, exigían que se tolerara también el protestantismo. El 5 de abril de 1566, tres centenares de nobles presentaron una súplica en la que pedían la abolición de la Inquisición. Uno de los consejeros de Margarita de Parma se refirió a estos nombres como "ce ne sont que des geux" ('no son más que mendigos', en francés). Y así fue como nació el término 'geuzen' que acompañó al nombre de los 'Watergeuzen'.

La negativa a atender a las “súplicas” de los nobles provocó una ola de destrucción de iglesias y monasterios católicos. Felipe II reaccionó nombrando entonces al duque de Alba como gobernador general de Países Bajos, quien arrestó y ejecutó a varios nobles, aunque Guillermo de Orange logró escapar con vida. Después de la caída de Den Briel, las tropas españolas de Felipe II marchan por los pueblos holandeses buscando aliados. Algunos se suman a la rebelión y otros se alinean con el Rey español, en una inercia bélica entre España y Países Bajos que continuará durante décadas.

Foto: Carteles contra la violencia sexual en Ámsterdam. (Reuters/Piroschka van de Wouw)

En el fragor de la guerra por la independencia de España, la cuestión religiosa es notable. Los católicos se convierten en objetivo de los protestantes 'geuzen', pese a que el propio Guillermo de Orange aborrece la violencia excesiva de los 'mendigos'. Sin embargo, la población protestante los ve como "liberadores de la tiranía española". Al mismo tiempo, juegan un papel indispensable en el éxito de la revuelta, que sienta las bases de la actual nación neerlandesa. Desde entonces, pinturas y nombres de calles, entre otras cosas, recuerdan sus victorias, como la de Den Briel. La misma que se conmemora el 1 de abril y que Zelenski recordó a un Congreso holandés que desconocía su propia historia y preguntaba a Google qué se celebraba exactamente en esa fecha.

En enero de 1648, enviados de España y Países Bajos firmaron un tratado de paz después de largas negociaciones en Münster, ahora Alemania. Tras la ratificación, se proclama la paz el 5 de junio y el nacimiento de Holanda. Felipe II y Guillermo de Orange no son testigos del fin de esa guerra. Guillermo de Orange es asesinado en 1584 por el católico Baltazar Gerards y le sucede su hijo, Mauricio de Nassau. El rey Felipe II muere en 1598 y ocupa su lugar su hijo Felipe III. Sin embargo, en el momento de la Paz de Münster, Felipe IV era el jefe de Estado de España, y el príncipe Mauricio ya había sido sucedido en 1625 por su hermanastro, el príncipe Federico Enrique de Orange-Nassau, a su vez sucedido en 1647 por su único hijo, el príncipe Guillermo II.

Durante la guerra de los Ochenta Años, las acciones represivas de los militares españoles dejaron una fuerte huella en la imagen que había sobre España moldeada por cuestiones como la Inquisición española, el carácter nacionalista o la personalidad de algunos líderes como el duque de Alba. Los españoles quedaron retratados como infieles, soberbios, despiadados, astutos, tiranos, malvados.

Un panfleto de 1598 retrató la naturaleza del español como "cruel e impredecible", entre otros adjetivos analizados por el historiador Fernando Martínez Luna, quien profundizó en la formación de la opinión holandesa sobre los españoles y sobre España. El propio Felipe II apareció retratado en esos panfletos como un títere del cardenal Antonio Perrenot de Granvela, visto como el autor intelectual de la confiscación de los bienes de la nobleza holandesa para pagar al Tesoro español.

A estas alturas de la guerra en Ucrania ya es un clásico que, cuando se dirige a un Parlamento extranjero, Volodímir Zelenski —o quien le escriba los discursos— haga un repaso por los libros de historia nacional para dar donde más duele en su búsqueda de empatía, de más sanciones contra Rusia y de más armamento para sus soldados. En su prédica ante los diputados holandeses, el presidente ucraniano aludió a un evento que dejó a la mayoría en fuera de juego cuando se refirió al aniversario de la hazaña de Den Briel. Pocos legisladores tenían presente el evento histórico del que hablaba, considerado el primer gran éxito holandés en la guerra de los Ochenta Años, o guerra de Flandes, contra la España de Felipe II y su dominio sobre Países Bajos.

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