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"Reino Unido es el sirviente de oligarcas, cleptócratas y criminales de todo el mundo"
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ENTREVISTA A Oliver Bullough

"Reino Unido es el sirviente de oligarcas, cleptócratas y criminales de todo el mundo"

En su último libro, Oliver Bullough desvela un sistema lleno de vacíos legales donde fortunas de dudosa procedencia campan a sus anchas por Reino Unido

Foto: Oliver Bullough. (Getty Images/Colin McPherson)
Oliver Bullough. (Getty Images/Colin McPherson)
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Hace poco más de una década, el empresario Ajit Chambers tuvo un plan. Sabía que bajo la superficie de Londres había docenas de “estaciones fantasma”, desde Aldwych hasta el Museo Británico. Llevaban años cerradas y pensó que podían reconvertirse en bares y atracciones turísticas. Tenía puesto el ojo en una en particular, la de Brompton Road, localizada en el exclusivo barrio de Knightsbridge. Comentó su idea a Boris Johnson, por aquel entonces alcalde de la capital británica, y le encantó.

Sin embargo, en 2014 (el mismo año que Rusia se anexionó Crimea), la estación —en aquel momento en manos del Ministerio de Defensa— fue vendida por 53 millones de libras a Dmytro Firtash, 'el hombre del Kremlin en Ucrania'. El oligarca estaba bajo el radar del FBI. Pero no parece que eso molestara al Gobierno británico. Para entonces ya estaba más que asentado en el Reino Unido como filántropo y propietario de una casa de 60 millones de libras en la misma calle de los almacenes Harrods.

Foto: Ilustración de un billete de 200 rublos, vista a través de un cristal roto. (Reuters/Dado Ruvic)

El culebrón es descrito con todo lujo de detalles por Oliver Bullough. Su nuevo libro, 'Mayordomo del mundo: Cómo el Reino Unido se ha convertido en el sirviente de los oligarcas, evasores de impuestos, cleptócratas y criminales', no ha podido salir en mejor momento. Todos hablan ahora de Rusia, pero el reputado escritor —autor de 'bestsellers' como ' Moneyland'— lleva tiempo denunciando cómo Londres es, desde hace décadas, la capital del mundo por excelencia para lavar dinero, gracias a un sistema opaco donde sencillamente nadie hace preguntas sobre fortunas de dudosa procedencia, ya sea de Moscú o de China.

PREGUNTA. El propio Boris Johnson llegó a decir en una ocasión que “Londres es para los multimillonarios lo que las selvas de Sumatra son para los orangutanes, su hábitat natural”. Su libro revela un sistema lleno de vacíos legales donde básicamente oligarcas y criminales campan a sus anchas. Es algo que sorprende bastante porque la primera imagen que se le viene a uno a la cabeza al hablar del Reino Unido es de un país democrático con modales exquisitos.

RESPUESTA. El Reino Unido opera como un sirviente para este tipo de gente. En las películas americanas, cuando se ve a los mafiosos comiendo su plato de pasta en Brooklyn, siempre está la figura del 'consigliere', esa especie de asesor. Tenía que encontrar la equivalencia al sistema británico y pensé en ese mayordomo que viste impoluto, con un perfecto acento inglés, de modales exquisitos. Eso es precisamente lo que es Reino Unido ante oligarcas, cleptócratas y criminales de todo el mundo.

P. ¿Debemos suponer entonces que el Reino Unido es un país corrupto?

R. La corrupción es una palabra muy interesante. Es un término que normalmente se utiliza para describir a otras personas. Es muy inusual que alguien admita que es corrupto. No estoy seguro de que el Reino Unido sea un país corrupto, pero sí es un proveedor líder de servicios para la corrupción. En definitiva, no necesariamente aceptamos sobornos o pagamos sobornos, pero somos muy buenos para permitirte quedarte con los sobornos o que pagues sobornos. Creo que a menudo nuestro debate sobre la corrupción es muy limitado y no hablamos de ello como realmente ocurre. Cuando pensamos en corrupción, pensamos en una empresa que paga un soborno a un jefe de estado en el África subsahariana. Pero, en realidad, hay todo un ecosistema en torno a esa corrupción. ¿Reino Unido es un país corrupto? Quizá no. Pero ¿podría haber corrupción sin el Reino Unido? No lo creo.

Foto: EC.
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P. De nada sirve entonces suministrar ahora armamento a Ucrania y llamar a diario a Zelenski si en paralelo se acepta en casa el dinero del Kremlin, ¿no? Desde la década de los 50, el Reino Unido tiene dos políticas exteriores independientes y contradictorias.

R. Es incómodo decirlo, pero es así. Es como si, por un lado, se estuviera suministrando medicamentos a los hospitales de niños mientras que, por el otro lado, se está esencialmente ayudando a las personas que los están matando de hambre. Mientras en público hemos estado defendiendo el Estado de derecho, apoyando la democracia y pregonando en voz alta nuestra determinación de defender a nuestros aliados de la OTAN contra la agresión del Kremlin, en privado hemos estado aceptando el dinero del Kremlin, ocultando sus crímenes y socavando las leyes de nuestros amigos.

P. Hay infinidad de paraísos fiscales y otros países donde se puede lavar dinero. ¿Por qué los oligarcas y cleptócratas sienten predilección por el Reino Unido?

R. El Reino Unido tiene una red muy grande de conexiones financieras y políticas nacidas del Imperio británico que le dan ventaja respecto otros países, como Suiza, por ejemplo. Y luego hay muchos otros aspectos de la sociedad británica que son singularmente atractivos para los oligarcas. Si has robado mucho dinero, quieres ser aristócrata, ¿verdad? Quieres poder fingir estar en Downton Abbey o Bridgerton. En el Reino Unido podemos hacerlo porque todas esas cosas están a la venta. Desde los colegios más exclusivos hasta los títulos nobiliarios. No creo que ningún otro país pueda ofrecer ese servicio completo que tenemos aquí.

Foto: Evgeny Alexandrovich Lebedev, con la modelo Elizabeth Jane Hurley, acaricia un rinoceronte blanco. (Reuters)

P. Cuando Boris Johnson se convirtió en primer ministro, una de las primeras cosas que hizo fue nombrar lord a su gran amigo el oligarca Evgeny Lebedev, que, aparte de ser propietario de varios medios de comunicación, es hijo de un exagente del KGB. Es el primer ruso en entrar en la Cámara Alta de Westminster, cuyos miembros no son elegidos por el electorado, pero sí tienen voz y voto en la legislación. Hay mucha polémica con eso ahora. La oposición incluso ha pedido que el Gobierno haga públicas las supuestas advertencias recibidas por los servicios secretos. ¿Cree que Lebedev debería renunciar al título?

R. Lo que creo es que toda la Cámara de los Lores debería ser abolida. El hecho de que el hijo de un exagente del KGB haya sido nombrado barón Lebedev, de Hampton en el distrito londinense de Richmond upon Thames y de Siberia en la Federación Rusa, por un primer ministro que ha acudido a muchas de sus famosas fiestas, es una señal inequívoca de que el sistema necesita de una urgente reforma.

P. Una de las claves que usted denuncia es la facilidad con la que uno puede registrar una 'empresa ficticia' bajo cualquier nombre porque nadie lo comprueba. En definitiva, pones Bart Simpson y punto.

R. Solo ha habido una persona que haya sido procesada por cometer ese delito, Kevin Brewer, precisamente el hombre que trató de exponer lo fácil que era burlar el sistema. Creó empresas falsas bajo nombres de políticos a los que luego les mandaba la información para que hicieran algo al respecto. Y le procesaron por ello. Pero a nadie más. En Londres, es sumamente fácil registrar la propiedad de cualquier empresa en un destino 'offshore'. En definitiva, puedo crear una empresa en un paraíso fiscal como Seychelles para convertirla en la dueña de la empresa de Bart Simpson que previamente había creado y eso significa que nadie sabrá quién es en realidad el propietario.

Foto: Vista del distrito financiero de 'la city' de Londres. (EFE/Neil Hall)

P. El Gobierno ha implantado ahora nuevas leyes para, en teoría, hacer frente a todos estos problemas. ¿Confía en que se puedan cambiar las cosas?

R. El Reino Unido no necesita nuevas leyes. Lo que necesita es que las que hay se apliquen correctamente y las personas y departamentos encargados de luchar contra la corrupción tengan los recursos para ello, algo que ahora no ocurre. Se supone que la nueva Ley de Delitos Económicos resolverá este problema al exigir que los propietarios de las empresas ficticias declaren su verdadera identidad. Pero, desafortunadamente, no lo conseguirá porque sus restricciones son demasiado fáciles de burlar. Nadie verifica si la información archivada en Companies House es precisa.

Esta situación ha obstaculizado durante mucho tiempo los intentos de identificar cuánto dinero ilegal se lava en el Reino Unido. Sabemos que grandes cantidades de riqueza han salido de Rusia y se estima que la mitad de toda la riqueza de propiedad rusa está ahora fuera del país. Y sabemos cómo ha llegado hasta aquí, gracias a colosales esquemas de lavado de dinero operados por sucursales bancarias en Europa del Este. Solo la sucursal estonia de Danske Bank movió 200.000 millones de euros en los años previos a 2014. En el mismo año, un escándalo en Moldavia le costó al país exsoviético un total equivalente al 15 por ciento de su economía. ¿Quién es el dueño de ese dinero? ¿Quién movió ese dinero? ¿Quién, de hecho, robó ese dinero? No tenemos ni idea porque la identidad de los propietarios de las cuentas bancarias estaba oculta detrás de compañías ficticias registradas en el Reino Unido.

P. Dedica un capítulo entero al negocio de las apuestas que se mueve en Gibraltar. En 1989, se abrió la primera casa de apuestas con dos telefonistas y ahora se manejan alrededor de 64.000 millones euros en apuestas 'online' británicas.

R. El papel de Gibraltar es muy específico como centro 'online' de apuestas en el extranjero. Permite a las compañías evitar las reglas de otros países y ofrecer apuestas esencialmente ilimitadas a cualquiera que lo desee. Por lo tanto, Gibraltar ha creado una laguna legal realmente problemática.

P. Si Londres ya era la capital del mundo de lavar dinero mientras estaba bajo la regulación de la UE, ¿ahora con el Brexit la cosa va a ir a peor? Es precisamente ahora cuando se necesita más que nunca atraer inversión extranjera.

R. La verdad es que no estoy seguro de que la situación pueda ser peor. Pero con el Brexit puede pasar cualquier cosa. Todo depende de lo que queramos hacer con él. Y, de momento, no podemos sacar ninguna conclusión, porque, con las consecuencias del covid, aún no sabemos cuáles son los verdaderos efectos asociados a la salida del bloque. Pero me cuesta pensar que las cosas puedan empeorar aún más.

Foto: Boris Johnson y Vladimir Putin en una imagen de archivo. (Reuters)

P. ¿Se muestra entonces pesimista? ¿Cree que tras la guerra de Ucrania todo seguirá igual?

R. Lo que ha hecho el Gobierno ha sido inadecuado. Las leyes son ineficaces y se aplican mal. Pero sí sé que hay muchos funcionarios que han tomado un nuevo enfoque ante el problema, particularmente con respecto a tratar de proteger a los periodistas que exponen los casos de corrupción. En definitiva, sí se están hablando de cosas que no se habían tratado antes. Así que creo que hay razones para tener esperanza. No sé si será un momento decisivo. Es pronto para decirlo, pero hay que cruzar los dedos.

P. ¿Si el Reino Unido es capaz de cambiar las cosas, sería el final de oligarcas y cleptócratas o simplemente se irán a otro sitio?

R. Hay mucha especulación de que podrían irse a los Emiratos Árabes Unidos y Dubái en particular. Definitivamente, es demasiado pronto para decirlo en este momento, pero lo dudo mucho, la verdad. Una de las cosas que el Reino Unido puede ofrecer como refugio para riquezas de dudosa procedencia es que no solo tenemos todos los servicios que necesitan los ultrarricos, sino que también somos un país bastante grande y, por lo tanto, diplomáticamente fuerte y capaz de defendernos. Es muy difícil para otros países impedirnos que hagamos cierto tipo de cosas. Y, si quieres ser un mayordomo realmente bueno, la diplomacia y contactos son claves. No hay muchos otros países que tengan el tipo de potencia diplomática que tiene el Reino Unido.

Hace poco más de una década, el empresario Ajit Chambers tuvo un plan. Sabía que bajo la superficie de Londres había docenas de “estaciones fantasma”, desde Aldwych hasta el Museo Británico. Llevaban años cerradas y pensó que podían reconvertirse en bares y atracciones turísticas. Tenía puesto el ojo en una en particular, la de Brompton Road, localizada en el exclusivo barrio de Knightsbridge. Comentó su idea a Boris Johnson, por aquel entonces alcalde de la capital británica, y le encantó.

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