Líderes de la UE se conjuran en Versalles para responder a la agresión de Putin en Ucrania
Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete celebran este jueves y este viernes una cumbre informal a las afueras de París que estará centrada en la respuesta a la crisis de Ucrania
Cuando se cumplen dos semanas del inicio de la invasión, el presidente ruso, Vladímir Putin, está apostando por una guerra de desgaste con bombardeos interminables sobre ciudades como Járkov, Jersón o Mariúpol, mientras se prepara el inminente asalto a Kiev. "Los [soldados] ucranianos están defendiendo la ciudad [Mariúpol] muy bravamente, pero somos conscientes de que la ciudad está indefensa desde el cielo. Estamos siendo atacados con todo tipo de armas al alcance de los rusos: artillería, bombardeos, misiles. Estamos viendo por nosotros mismos que Putin pretende capturar Mariúpol pese a toda destrucción y coste humano", ha afirmado el vicealcalde de la localidad meridional, Sergiy Orlov, vía Zoom a un grupo de periodistas, entre ellos El Confidencial. Minutos antes, un bombardeo ruso reducía a escombros un hospital materno infantil.
Sin incluir este último ataque, Orlov cifra las víctimas mortales desde el inicio del asedio ruso a la ciudad en más de 1.000. "Ya no ocultan su objetivo de destruir totalmente la ciudad; [las tropas rusas] están utilizando bombas no guiadas, muchos distritos han sido devastados. 1.170 personas han muerto en las calles de la ciudad, apenas podemos hacernos cargo de la recogida de los cuerpos. Hoy hemos tenido que enterrar a 47 en una fosa común", continúa el alcalde del principal frente de la guerra este miércoles, uniéndose a los cada vez más desesperados pedidos de las autoridades ucranianas de establecer una zona de exclusión aérea.
"¿Cuánto más el mundo será cómplice ignorando el terror? ¡Cierren los cielos ahora mismo! Pueden hacerlo, pero parecen estar perdiendo humanidad", ha tuiteado el primer ministro ucraniano, Volodímir Zelenski, tras el bombardeo contra el hospital, que ha dejado una de las imágenes más crudas del miércoles.
Una posibilidad que ni siquiera está sobre la mesa del encuentro que los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea mantendrán este jueves y viernes en Versalles, a las afueras de París. La agenda es amplia y flexible, con el principal objetivo de seguir calibrando la respuesta europea a la crisis desatada por Rusia con la invasión de Ucrania. Se tratará de un debate amplio, sin demasiadas líneas rojas, en el que los líderes recorrerán prácticamente todos los flancos de la respuesta global a Putin: hablarán sobre la adhesión solicitada no solo por Ucrania, sino también por Moldavia y Georgia, sobre energía, defensa y economía.
El encuentro se celebra justo dos semanas después de que Moscú iniciara la invasión y desde entonces la Unión ha dado una respuesta mucho más firme de la esperada por el propio Kremlin, con fuertes sanciones económicas que han puesto contra las cuerdas la economía rusa. El miércoles, el banco central del país impuso límites a la extracción en moneda extranjera en un intento de proteger las reservas de divisas que quedan en las arcas de los bancos rusos. Fitch ha degradado la calificación de sus bonos a la categoría ‘basura’ y cree que la suspensión de pagos es “inminente”. A las sanciones masivas se ha sumado el sector privado, con ejemplos como McDonald's, Coca-Cola, KFC y Pizza Hut, Universal Music, entre los más recientes de las compañías que cesan su actividad en Rusia.
Un segundo paso —sin precedentes— fue la decisión de utilizar fondos europeos para financiar el envío de armamento a Kiev. En conjunto, Estados Unidos y la OTAN han enviado a Ucrania más de 17.000 armas antitanque, incluidos misiles Javelin, y 2.000 misiles antiaéreos Stinger a través de las fronteras de Polonia y Rumanía en las últimas dos semanas, ha confirmado un alto funcionario a CNN. El Gobierno ucraniano pide además aviación, después del caos sobre el envío de MiG-29 polacos el pasado martes. "¡Por el bien de la humanidad, proporciónennos aviones, ya!", ha defendido la noche del miércoles el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, tras el bombardeo contra el hospital materno infantil en Mariúpol. "Podemos acabar con este barbarismo protegiendo nuestros cielos".
Petrifying war crime in Mariupol. Russian air strike targeted a hospital and a maternity house. We could stop this barbarism by protecting our skies. For the sake of humanity, provide us with aircraft, now! Lives are being lost while this is being considered over and over again. pic.twitter.com/CkacLlF0ZQ
— Dmytro Kuleba (@DmytroKuleba) March 9, 2022
En esta ocasión en Versalles, más que añadir nuevas sanciones al paquete de respuesta inmediata inicial, la misión de los líderes europeos será decidir cómo va a sobrevivir Europa al nuevo escenario que dibuja la invasión rusa a Ucrania. No se esperan muchas decisiones concretas, sino más bien tantear el terreno de los cambios que tendrá que afrontar la UE y hacia dónde hay que avanzar.
Energía, "la verdad incómoda"
Aunque la agenda es muy amplia y los líderes van a tener margen de maniobra para amoldar el debate a sus prioridades, hay algunos puntos claros, como la defensa y seguridad europeas. “Debemos invertir decididamente más y mejor en capacidades de defensa y tecnologías innovadoras”, señala el borrador del comunicado conjunto, en el que los líderes se comprometen a “aumentar sustancialmente los gastos de defensa (...) y con capacidades de defensa desarrolladas de manera colaborativa dentro de la Unión Europea”. Los Veintisiete también subrayan la posibilidad de “desarrollar más incentivos para estimular las inversiones colaborativas”.
Una segunda cuestión es la energía. La "independencia energética" europea con respecto a Rusia ha irrumpido en el debate comunitario; el sector energético es el pilar principal de la economía rusa y el que las sanciones europeas no se han atrevido a tocar a pesar de la presión que ha ejercido Estados Unidos. Olaf Scholz, canciller alemán, ha descartado tomar medidas en este campo, explicando que son “esenciales” para “la vida diaria de los ciudadanos”. En la misma línea se ha manifestado el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, asegurando que "no es posible" cortar el suministro de gas y petróleo rusos. "Esa es la verdad incómoda", ha asegurado el mandatario, considerado un 'halcón' de la deuda europea y que no ve la necesidad, al menos por ahora, de una nueva versión del histórico fondo de recuperación de la pandemia financiado por la deuda de la UE para hacer frente a la dependencia energética rusa.
Sin embargo, la Comisión Europea ha empezado los trabajos para conseguir esa independencia de la energía rusa. Se trata de un plan muy ambicioso (en palabras del vicepresidente ejecutivo, Frans Timmermans, “jodidamente difícil”). Pero posible. Bruselas propone recortar en 2022 dos tercios de las importaciones de gas ruso y lograr la autonomía completa antes de 2030.
Pero eso, como los planes de defensa, es extremadamente caro. En París, se han encargado de empezar a dibujar la idea de un nuevo fondo de recuperación, como el acordado para responder a la pandemia, pero esta vez enfocado a gasto en defensa y a energía. En la capital comunitaria, echan jarros de agua fría sobre la idea, que es apoyada por algunos países como España. Una fuente europea explica que sería mejor centrarse primero en ejecutar el fondo de recuperación ya existente antes de empezar a hablar de otras ideas. Pero otras fuentes aseguran que el asunto se tratará en Versalles.
La cuestión de la adhesión
El otro gran asunto será la cuestión de la adhesión de Ucrania a la Unión Europea. Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, envió la solicitud el pasado lunes, y una semana después el Consejo, en el que están representados los Estados miembros, solicitaba a la Comisión Europea su opinión sobre la solicitud, pero también de las de Moldavia y Georgia, otros dos países que aprovecharon el impulso de Kiev para poner sobre la mesa su petición.
Las fuentes europeas señalan que el proceso ya está siendo extraordinariamente rápido. Habitualmente, el Consejo tarda entre siete y nueve meses en solicitar su opinión a la Comisión, que es sobre la que el Consejo debe decidir por unanimidad si abre o no negociaciones con el país en cuestión, dándole estatus de candidato. Esta vez, destacan las fuentes, solamente se ha tardado una semana.
El debate es complejo, porque los Estados miembros tienen visiones muy diferentes respecto a la adhesión. Para algunos, como Polonia, se trata de una herramienta clave para estabilizar una región. Y defienden que es el momento de entenderla y aplicarla como tal. Pero para el núcleo duro de la Unión, es decir, los fundadores, la ampliación del club significa cambiar la naturaleza del mismo.
En todo caso, lo que se discute es más bien si Kiev debe obtener de manera rápida el estatus de país candidato, más que si debe entrar rápidamente en la Unión. El proceso de adhesión es muy lento y suele llevar más o menos una década finalizarlo, ya que el país candidato debe pasar por todo un camino de “aproximación legislativa”, además de un refuerzo de sus instituciones y de su democracia.
Cuando se cumplen dos semanas del inicio de la invasión, el presidente ruso, Vladímir Putin, está apostando por una guerra de desgaste con bombardeos interminables sobre ciudades como Járkov, Jersón o Mariúpol, mientras se prepara el inminente asalto a Kiev. "Los [soldados] ucranianos están defendiendo la ciudad [Mariúpol] muy bravamente, pero somos conscientes de que la ciudad está indefensa desde el cielo. Estamos siendo atacados con todo tipo de armas al alcance de los rusos: artillería, bombardeos, misiles. Estamos viendo por nosotros mismos que Putin pretende capturar Mariúpol pese a toda destrucción y coste humano", ha afirmado el vicealcalde de la localidad meridional, Sergiy Orlov, vía Zoom a un grupo de periodistas, entre ellos El Confidencial. Minutos antes, un bombardeo ruso reducía a escombros un hospital materno infantil.