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Cómo la guerra en Ucrania amenaza al pienso español y a la cadena alimentaria de Europa
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Cómo la guerra en Ucrania amenaza al pienso español y a la cadena alimentaria de Europa

Ucrania es el cuarto exportador mundial de maíz y el precio se ha disparado. España y Europa necesitan alternativas y van a sufrir las consecuencias económicas de la invasión

Foto: Un cerdo en una granja. (Pexels)
Un cerdo en una granja. (Pexels)

Puede que España sea uno de los Estados de la UE más alejados de Europa del Este, pero el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania se está sintiendo muy de cerca en el sistema alimentario español, con los consiguientes efectos en cadena que se propagan por toda la Unión Europea.

La razón es que España -el mayor importador de maíz de la UE- recibe alrededor del 28% de su suministro de Ucrania, y luego, como mayor fabricante de piensos para cerdos y ganado de la UE, España utiliza ese maíz para producir alimentos para animales que ayudan a nutrir a la cabaña ganadera europea. En pocas palabras, la guerra de Rusia contra Ucrania es también un ataque contra el suministro de carne de cerdo y otras carnes de Europa. España tiene entre cuatro y cinco semanas antes de que la escasez de maíz empiece a afectar a la producción. Si no se toman medidas a nivel nacional y de la UE, los precios del cerdo y de la carne, que ya están subiendo, podrían desembocar en una crisis social y política.

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Ucrania es el cuarto exportador mundial de maíz y la interrupción del suministro ucraniano ha disparado el mercado mundial. El 3 de febrero, el precio del maíz en la Bolsa de Chicago era de 596 dólares por bushel, pero un mes después, el 3 de marzo, tras la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, el precio se situaba en 749 dólares, lo que supone ya un aumento del 26%. España recibe el grano de Ucrania por barcos de carga, y la mayoría de las entregas a través del Mar Negro llegan al puerto de Tarragona. Con la actividad de los puertos ucranianos prácticamente paralizada, España tendrá que encontrar proveedores alternativos. Pero incluso si España puede sustituir el maíz ucraniano, los mayores precios serán difíciles de soportar para la industria española de alimentación animal y se trasladarán a los productores de ganado.

En el caso del cerdo, por ejemplo, los piensos representan entre el 60% y el 70% de los costes de producción. A finales de 2021, la población de cerdos en varios mercados clave de la UE ya se estaba contrayendo, con un descenso interanual del 7% en Alemania y del 20% en Polonia. Con el aumento de los precios de la carne de cerdo y siendo Francia, Portugal, Italia, Alemania, Reino Unido, Grecia y los Países Bajos los principales mercados de exportación de piensos de España en 2020, el impacto de los costes añadidos de los insumos se acabará notando en las carnicerías y supermercados de toda Europa.

Foto: Un voluntario de las Fuerzas de Defensa Territorial ucranianas, durante sus primeros entrenamientos. (Reuters/Gleb Garanich)

Los consumidores de España y del resto de Europa no podrán soportar fácilmente un choque de precios de este tipo en un ambiente de inflación creciente. En España ya se registra una tasa de inflación global del 7,4%, la más alta de los últimos 33 años. Del mismo modo, la Eurozona entró en 2022 con niveles de inflación récord, y los datos de febrero de 2022 se han disparado aún más. La situación se ha visto agravada por el acaparamiento por parte de China de más de la mitad de los almacenes de grano del mundo, incluido el 65% de las reservas mundiales de maíz, el 51% de las reservas mundiales de trigo y el 38% de las reservas de soja, todo lo cual se utiliza en la alimentación animal china, así como para el consumo humano.

La necesidad urgente de Pekín de alimentos para animales se intensificó durante 2021 y principios de 2022, ya que el gobierno aumentó sus esfuerzos para reponer rápidamente su propia población de cerdos tras una epidemia de peste porcina africana que acabó con la mitad de los cerdos del país. El aumento de los precios de la soja, agravado por la fuerte demanda para el consumo humano, también ha dificultado la capacidad de los porcicultores chinos para alimentar a sus rebaños. Dos días antes de la invasión rusa de Ucrania, la Administración Nacional de Alimentos y Reservas Estratégicas de China anunció que liberaría soja de sus reservas estratégicas.

La situación actual del sector agrario español es tensa. Las protestas y movilizaciones de las asociaciones de productores agrícolas y ganaderos surgieron en todo el país durante el mes de enero de 2022 y culminaron con manifestaciones en Madrid en las que un convoy de tractores, caballos y carros tirados por bueyes desfiló por las calles de la capital. La crisis también puede ser politizada en España y en toda Europa por quienes ven una oportunidad para reducir el consumo de carne. El ministro de Consumo español ha pedido a los ciudadanos que coman menos carne para ayudar a combatir el cambio climático. En Alemania, el acuerdo de coalición del nuevo gobierno afirma que "reforzaremos las alternativas basadas en plantas y abogaremos por la aprobación de innovaciones como las fuentes de proteínas alternativas y los productos sustitutivos de la carne en la UE".

Europa no puede permitirse ni la inacción ni el oportunismo político. El Comité Central del Partido Comunista Chino y el Consejo de Estado de China (el gabinete nacional) están preocupados por el "resurgimiento a gran escala de la pobreza" en su país debido a las dificultades del sector agrícola. Los responsables políticos de Madrid y Bruselas harían bien en adoptar una visión de futuro y una acción decisiva para garantizar el funcionamiento estable de las cadenas de valor de la producción agrícola de la Unión Europea.

*El profesor Michaël Tanchum es investigador senior asociado en el European Council on Foreign Relations (ECFR) y enseña en la Universidad de Navarra.

Puede que España sea uno de los Estados de la UE más alejados de Europa del Este, pero el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania se está sintiendo muy de cerca en el sistema alimentario español, con los consiguientes efectos en cadena que se propagan por toda la Unión Europea.

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