Putin, el niño malcriado de Alemania: el fin de los 'russlandversteher'

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El niño malcriado al que mamá-Alemania ha pasado años perdonando, justificando y apaciguando con un trozo de pastel cada vez más grande se ha vuelto finalmente en su contra. Mamá-Alemania observa horrorizada que el supuesto control que ejercía sobre Rusia era solo una percepción unilateral.

Después del batacazo, viene la reflexión. Analistas y políticos tratan de identificar los errores, los pasos en falso y las responsabilidades que han desembocado en la guerra rusa. ‘Russlandversteher’ significa literalmente en alemán 'aquel que entiende a Rusia'. Una palabra que estos días ha perdido su valor positivo. La relación incómoda y mantenida en el tiempo entre Rusia y Alemania ha tocado fondo y los síntomas son visibles tanto en el escenario político como en el social.

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"La sociedad lleva años tratando de psicoanalizar a Putin, tratando de encontrar la forma de empatizar con él, sabiendo que como nación nos beneficia la alianza con Rusia", explica P. Günter, médico militar alemán. “Los alemanes arrastramos la herida de la guerra y actuamos con cautela”.

Alemania no arrastra solo la memoria traumática de la violencia, también carga con la deuda moral con Rusia por los millones de muertos soviéticos en la Segunda Guerra Mundial. Prácticamente, mirar hacia otro lado mientras Putin comete violaciones de los derechos humanos forma parte del folclore popular.

"La nación alemana se ha basado siempre en la creencia de que los acuerdos económicos allanarían los caminos hacia la estabilidad política. Especialmente en el este de Alemania, hay muchos políticos que opinan que la guerra es la reacción natural de Rusia ante la continua provocación por parte de la OTAN", explica Helga G., doctoranda de Ciencias Políticas en Heidelberg. “Se critica a Alemania por su política no-oficial de bailar al compás impuesto por Rusia”.

Sin embargo, una gran parte de la población comienza a reconocer los errores del pasado:

La puesta en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2 fue apoyada por dos tercios de los alemanes, a pesar de las críticas y advertencias externas sobre la relación de dependencia hacia Rusia, especialmente teniendo en cuenta la campaña de clausura de las centrales nucleares del país. El proyecto se ha detenido.

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Cuando Rusia decidió modernizar su tecnología armamentística, firmó con Alemania un acuerdo de venta de sistemas de simulación de combate por 120 millones de euros. Los aliados se echaron las manos a la cabeza y Alemania rectificó. Para entonces, ya había entregado el 95% del equipo. Ahora es Alemania quien ha de invertir 100.000 millones de euros para reforzar sus Fuerzas Armadas ante la amenaza rusa. La ironía es aplastante.

Hoy, en todas las ciudades alemanas ondean banderas ucranianas. Sin embargo, ya había miles de víctimas civiles en el país cuando más de la mitad de los alemanes se posicionaron en contra de que Ucrania se uniera a la OTAN. ¿No tenían tanto valor sus vidas entonces? ¿Es la guerra y su propaganda lo que incrementa el valor de una víctima?

¿Será de nuevo la culpa quien dicte el futuro político de Alemania?

Si es el sentimiento de culpa quien ha regido históricamente las reglas ambivalentes de la relación germano-rusa, ¿será de nuevo la culpa quien dicte el futuro político de Alemania? “La guerra de Putin no hay que analizarla desde el prisma de la sensiblería, tampoco desde el miedo o la culpa”, aconseja Otto B., profesor universitario de Historia en Berlín. "Los ciudadanos tienden a ponerse del lado de quien perciben débil y juzgan con datos sesgados. En esta guerra, no todo es blanco y negro, aunque así nos la estén vendiendo los medios", asevera.

En las calles alemanas la gente habla de la posibilidad de que el país sea el blanco de una ofensiva militar. A pesar de que los analistas se centran en consecuencias sociales y económicas, el ambiente es tenso. “¿A qué país iríamos si tuviéramos que huir?”, se preguntan algunos en las redes sociales. “Lo primero que hice al ver las noticias hoy fue asegurarme de que tenemos los pasaportes en regla”, comenta una estudiante extranjera. “Lo bueno es que las casas alemanas tienen sótano”, comenta una anciana rusa de 87 años. "Vivimos en Alemania, puede pasar cualquier cosa, ya lo he vivido antes".

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Está claro que la política de favoritismos hacia Rusia ha demostrado ser un fracaso en el esfuerzo por mantener un balance del orden europeo. Se ha puesto en evidencia la negligencia causada por depender de las sensibilidades rusas, y de considerar a Putin como una suerte de líder de toda una región geopolítica más allá de los límites de su país.

El peor escenario sucede ante los políticos que se han visto reducidos a meros espectadores. Putin amenaza con romper el cordón umbilical que le conecta a Alemania en un alarde de poder.

Mientras tanto, el mundo grita “no a la guerra” como si el conflicto fuera una novedad. “Las únicas variables que han cambiado son la conciencia, la magnitud del evento y que ahora nos afecta a nosotros”, explica Otto B.

Las víctimas siempre estuvieron ahí.