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El interrogante Zelensky: ¿puede un "payaso" de la tele ser domador en el circo geopolítico?
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El presidente más en peligro del mundo

El interrogante Zelensky: ¿puede un "payaso" de la tele ser domador en el circo geopolítico?

Este actor televisivo —apodado en Rusia despectivamente "el payaso"— logró el mandato más sólido de la historia independiente de Ucrania. Tras un arranque tumultuoso, ahora dirige su país solo ante el peligro

Foto: Volodímir Zelensky, ante la Asamblea General de la ONU. (Getty/Drew Angerer)
Volodímir Zelensky, ante la Asamblea General de la ONU. (Getty/Drew Angerer)

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, fue recibido en la Conferencia de Seguridad de Múnich con una ovación en pie. Sucedió el sábado, aunque pareciera que hablásemos ya de una era lejana. Una época en que Rusia aún no había desplegado oficialmente sus tropas en los enclaves separatistas del Donbás. Apenas unas horas después, la madrugada del jueves, los primeros ataques de artillería en varias ciudades ucranianas, incluida Kiev, constataban el inicio de la operación militar rusa "a gran escala" contra Ucrania. La ovación a Zelensky pudo haber obedecido a un básico instinto humano: el de la compasión.

Zelensky no se arriesga a perder unas elecciones o una jefatura de partido. Zelensky se arriesga a perder la vida, no sin antes ver cómo su país es desmembrado por una potencia revanchista. En la noche del miércoles, horas antes de que el presidente ruso Vladímir Putin anunciara la "operación militar especial" contra Ucrania, se dirigió a la nación y a los ciudadanos de Rusia, haciendo un último llamado, con el rostro exhausto, a la fraternidad entre las naciones. "Muchos tenéis parientes en Ucrania, estudiasteis en universidades ucranianas, tenéis amigos ucranianos. Conocéis nuestro carácter, nuestros principios, lo que nos importa. Escuchaos a vosotros mismos, a la voz de la razón. El pueblo ucraniano quiere paz", manifestó. En los próximos días, seguiremos oyendo hablar de él, así que, ¿quién es Volodímir Zelensky?

Hay una cifra que millones de ucranianos tienen muy presente: 73%. La proporción de votos con que este actor y productor televisivo ganó, en segunda ronda, la presidencia de Ucrania en 2019. Se trató del mandato más sólido de la historia independiente del país. A diferencia de sus antecesores, Zelensky, que no tenía ninguna experiencia política, fue capaz de elegir la composición de su gabinete y de poner en marcha su agenda de reformas, con un claro sabor populista. El presidente ganó prometiendo a Ucrania una nueva forma de hacer política.

Foto: Un soldado ucraniano. (EFE/Alisa Yakubovych)

“Era una cara nueva, y no formaba parte de las típicas élites políticas, por tanto, podía alegar que no era corrupto y que tenía ideas nuevas”, dice por correo electrónico Alexander Motyl, profesor de la Universidad de Rutgers especializado en la historia y la política de Ucrania. “Siendo un judío de Kryvyy Rih [en el este de Ucrania] que hablaba ruso y ucraniano, podía atraer al este y al oeste, al norte y al sur. Además, las críticas a su antecesor, Petro Poroshenko, eran tan intensas que despejaron el camino para un recién llegado cuyo motivo para la fama era haber interpretado a un presidente reformista en una serie de televisión. De hecho, los votantes votaron a Zelensky, el presidente televisivo”.

Estas eran las bazas y las intenciones de Zelensky hace menos de tres años, cuando ocupó su puesto. Poco después, sin embargo, se dio de bruces con el primero de los desafíos de su mandato. Un presidente de EEUU nacionalpopulista pareció condicionar la ayuda militar a Ucrania, una constante desde 2014, a sus propios cálculos electorales. Sobre todo, a la posibilidad de incriminar a Hunter Biden, exempleado de la gasista ucraniana Burisma, y así neutralizar políticamente a su padre, Joe Biden. Los tejemanejes le costaron a Donald Trump su primer proceso de 'impeachment' y a Zelensky un dolor de cabeza que nada tenía que ver con gobernar Ucrania.

Pero las polémicas de la diplomacia electoralista de Trump fueron rápidamente engullidas, reducidas a una nota a pie de página, cuando la pandemia de covid-19 desembarcó en nuestras vidas. Volodímir Zelensky no era el único líder mundial en afrontar el desbordamiento de los hospitales y la espiral económica destructiva causada por las infecciones y los encierros. Pero, a diferencia de la inmensa mayoría de mandatarios, su carrera política en el mundo real solo abarcaba unos meses.

“Su primer año en el cargo fue caótico”, escribe en 'The New York Times' Olga Rudenko, periodista ucraniana y redactora jefa de 'The Kyiv Independent'. “Reunió apresuradamente un equipo que se rompió rápido y sus aliados de ayer se han convertido en algunos de sus críticos más duros. Hubo constantes cambios. A los nuevos ministros se les dio muy poco tiempo para demostrar su valía y fueron expulsados cuando lo consiguieron. La agitación acabó deteniéndose, pero con un precio. Zelensky, herido por el problema, ha llegado a depender sobre todo de los leales más que de los cualificados”. Rudenko ofrece luego una lista de amigos de la infancia que han terminado ejerciendo los más altos puestos de gobierno.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, durante la celebración del 75 aniversario de la victoria frente a los nazis en la IIGM. (Getty/Sergey Guneev)

Dada su carrera anterior como productor y actor, uno de los epítetos que suelen dedicársele a Zelensky es el de “payaso”. Apunta Rudenko que el presidente ucraniano (al que también reconoce algunos aciertos, como la digitalización del país o la inversión en carreteras) suele sacrificar el contenido en el altar de la forma. Sería, un poco a la manera de otra fiera del mundo del espectáculo, Trump, un político dado a la fanfarria, el relato y los golpes de efecto, muchas veces en beneficio de la mera óptica cortoplacista.

Círculos nacionalistas lo acusaron en el pasado de ser un títere ruso (Zelensky comenzó su carrera como actor cómico en la televisión rusa; entre sus muchos números, ha llegado a ridiculizar, poniéndose unos tacones y un vestido 'sadomaso', la figura del cosaco, la encarnación de la libertad y virilidad ucranianas). Y sus vínculos con Ihor Kolomoisky, oligarca propietario de PrivatBank y sospechoso de múltiples cargos de corrupción, han sido material habitual de estos ataques.

Foto: Manifestación en Kiev. (EFE/Zurab Kurtsikidze)

Pero el contexto de la política ucraniana también es importante para enmarcar a Zelensky. Entre las responsabilidades de un líder siempre está la de ser el chivo expiatorio, merecidamente o no, de los problemas nacionales. Una carga que en Ucrania puede ser ligeramente más pesada. Desde 1991, este país ha tenido seis presidentes, de los cuales solo uno, Leonid Kuchma, logró ser reelegido. La creación y disolución de partidos es vertiginosa, los oligarcas hacen y deshacen y las riñas políticas a veces se manifiestan físicamente en violentas peleas en el Parlamento.

Zelensky, pese a su amplia victoria sin precedentes en 2019, no es una excepción al desgaste político. Según una encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kyiv, únicamente un 30% de los ucranianos quiere que el presidente se presente a un segundo mandato. Menos de una cuarta parte, el 23%, votaría por él.

El profesor Alexander Motyl, sin embargo, cree que no todas las críticas están siempre justificadas. “La oposición democrática de Ucrania lo critica severamente por su supuesta incompetencia. Pero la oposición democrática ucraniana critica a todo el mundo”, explica. “Pensé que Zelensky sería un desastre. No lo es. Ha aprobado algunas leyes económicas importantes, ha gestionado las crisis del covid y de Rusia relativamente bien (sin duda no mucho peor que otros líderes) y ha practicado una política de occidentalización, promoviendo al mismo tiempo la identidad ucraniana”.

El Kremlin sigue acusando al Gobierno ucraniano de estar formado por “puros nazis” apoyados por Estados Unidos

Si las críticas a Zelensky en Ucrania pueden ser duras, en Rusia alcanzan el delirio. El Kremlin sigue acusando al Gobierno ucraniano de estar formado por “puros nazis” apoyados por Estados Unidos. Un ataque que exagera desde 2014 el tamaño e influencia de los grupos extremistas en Ucrania y que se da de bruces con el hecho básico de que el propio Zelensky es judío, como también era judío su primer ministro, Volodímir Groysman. Durante varios meses, solo había dos gobiernos en el mundo con un jefe de Estado y un jefe de Gobierno judíos: Israel y Ucrania. Otro detalle en un país donde, según Rusia, se persigue a los rusohablantes, es que la lengua materna de Zelensky es el ruso. Él proviene de una región rusófona del este del país.

Según Alexander Motyl, la identidad del presidente rara vez es comentada o sale a colación en el debate público, pero es importante, dice, “porque Zelensky representa la ambición de Ucrania de convertirse en una democracia diversa, tolerante y multiétnica, en la que ucranianos étnicos, judíos étnicos, rusos étnicos y otros puedan estar cómodos y con la que se puedan identificar”.

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz. (EFE/Geert Vanden)
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L. Proto Infografía: Rocío Márquez

Ahora, el presidente ucraniano se enfrenta a un desafío existencial en el más puro sentido del término. Vladímir Putin, durante el discurso en el que reconoció la independencia de los enclaves títere del Donbás, dejó claro que no consideraba a Ucrania un país, sino una provincia rusa controlada por Occidente. Un injerto artificial de Lenin en el mapa de la URSS. La propaganda rusa ha mostrado un mapa que representa a Ucrania como una especie de Frankenstein hecho con pedazos que le habrían 'regalado', a lo largo de los siglos, los diferentes líderes rusos.

En esta coyuntura, Zelensky peligra. Se lo dice desde hace días el Gobierno estadounidense, que ha barajado con él la posibilidad de que deje Kiev y se marche, por su seguridad personal, a Lviv, en el oeste de Ucrania, cerca de la frontera con Polonia. Fuentes de Inteligencia citadas por diferentes medios indican que Rusia tendría una lista negra de personas a eliminar en caso de ocupación. El exasesor de seguridad nacional de Trump, Robert O’Brien, recomienda a la Administración Biden que se prepare para la eventualidad de tener que acoger, siguiendo los ejemplos de la Segunda Guerra Mundial, un Gobierno ucraniano en el exilio.

Si es verdad, como dicen sus críticos, que el actor devenido presidente percibe la vida como un espectáculo por el que danzan personajes y situaciones estrafalarias, quizá fuera seguro decir que jamás hubiera pensado en verse así. En el papel de un líder democrático en primera línea de peligro, sin aliados sobre el terreno, en medio del cerco de hierro de una potencia vengativa. "Sé que este discurso no será mostrado en la televisión rusa, pero el pueblo ruso necesita verlo. Necesitan saber la verdad. La verdad es que debemos detener esto antes de que sea demasiado tarde", sentenció Zelensky en su discurso a la nación.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, fue recibido en la Conferencia de Seguridad de Múnich con una ovación en pie. Sucedió el sábado, aunque pareciera que hablásemos ya de una era lejana. Una época en que Rusia aún no había desplegado oficialmente sus tropas en los enclaves separatistas del Donbás. Apenas unas horas después, la madrugada del jueves, los primeros ataques de artillería en varias ciudades ucranianas, incluida Kiev, constataban el inicio de la operación militar rusa "a gran escala" contra Ucrania. La ovación a Zelensky pudo haber obedecido a un básico instinto humano: el de la compasión.

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