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"Temibles como los animales salvajes": la desconocida leyenda negra en Asia
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La visión fuera de Occidente

"Temibles como los animales salvajes": la desconocida leyenda negra en Asia

De la leyenda negra española en Latinoamérica o de los abusos de los europeos en África se ha hablado mucho. Pero de la de Asia y el mundo árabe, mucho menos

Foto: Celebración del festival Thai Pongal en Bombay, India. (EFE/Divyakant Solanki)
Celebración del festival Thai Pongal en Bombay, India. (EFE/Divyakant Solanki)

Hay libros como 'De las ruinas de los imperios', del indio Pankaj Mishra, que descubren la visión de la historia de los del "otro lado". De alguna manera, los occidentales formamos parte de un bloque por nacimiento y educación. En ello van implícitos valores señalados como buenos y malos. El mensaje está ahí siempre: en los héroes del cine, libros de texto, las series, el telediario…

De la Leyenda Negra española en Latinoamérica habrán ustedes escuchado mucho. Del racismo y abusos de los europeos en África también. Pero supongo que de la Leyenda Negra en Asia y el mundo árabe han oído mucho menos. Lo que van a leer a continuación, en duras píldoras y resumen, es la visión que había en Oriente mientras Occidente se vanagloriaba de llevar trenes y libre comercio.

Desde la más diminuta partícula de arena…

Para entender la colonización de Asia hay un hecho revelador del que partir que explica Yuval Noah Harari en su libro 'Sapiens'. "En 1775, Asia suponía el 80% de la economía mundial. Las economías combinadas de China y la India por sí solas representaban dos tercios de la producción global. En comparación, Europa era un enano económico", indica el autor. A partir de esa realidad, les dejo aquí algunos fragmentos de 'De las ruinas de los imperios'.

"En una fecha tan tardía como 1708, el presidente de la Compañía de las Indias Orientales consideraba imprescindible postrarse a los pies del emperador mongol para dirigirse a él y se calificaba a sí mismo como 'la más diminuta partícula de arena', restregando la frente en el suelo para lo que le gustara ordenar", recuerda Mishra. Un siglo y pico después de ese descriptivo encuentro, el escritor indio Bankim Chandra decía que "el mundo nunca ha visto unos hombres tan tiránicos y poderosos como los que sentaron por primera vez las bases del Imperio Británico en la India". "Los ingleses que venían a la India estaban contagiados por una epidemia: robar la riqueza de los demás", agregaba.

Foto: Desfile de los 'Diablicos Sucios' en Panamá (Reuters/Carlos Jasso) Opinión

Suami Vivekananda, pensador y líder religioso indio, dijo a finales del siglo XIX: “Intoxicados por el vino embriagador del poder recién adquirido, temibles como los animales salvajes que no saben diferenciar el bien del mal, esclavos de las mujeres, dementes en su lujuria, empapados de pies a cabeza en alcohol, impuros, materialistas, arrebatando la riqueza a los demás… esa es la imagen del demonio occidental a ojos de los indios".

"En finanzas debemos pedirles capital prestado. Preferiríamos abrir nuestra sociedad a los extranjeros en etapas graduales y avanzar hacia la civilización a nuestro propio ritmo, pero ellos insisten en el principio de libre comercio y en acceder a nuestra isla (…) Casi nunca hay un toma y daca en pie de igualdad", decía en 1870 sobre la llegada de inversores europeos el filósofo japonés Fukuzawa Yukichi. "Los países europeos se alzan en la mismísima cúspide de la violencia y se degradan a sí mismos con la doctrina de la fuerza", escribió en 1886 el periodista japonés Tokutomi Soho

"Si uno busca la verdad sobre Filipinas en los libros de historia de los españoles, no dudará de que el país es ignorante e inmundo"

Sobre la versión y manipulación maniquea de los hechos, el activista y pensador persa al-Afghani, escribía ya en 1878 sobre los libros que "han sido escritos por las manos del amor propio de los ingleses, con las plumas del engreimiento y los lápices del engaño, e irremediablemente no cuentan la verdad ni informan de la realidad".

"De una cosa estoy seguro: si uno busca la verdad sobre Filipinas en los libros de historia de los españoles, no dudará por un instante de que el país es ignorante e inmundo", escribía a inicios del siglo XX el pensador chino Tang Tiaoding sobre el relato histórico dominado por los blancos. "No permitáis que los niños blancos, riéndose a nuestras espaldas y dando palmadas con regocijo, tomen papel y pluma y escriban nuestra historia", concluía.

En 1879, al-Afghani, el activista que quiso modernizar el islam y unir a sus pueblos para evitar la para él humillación y abuso de la colonización europea, soltaba casi una profecía aplicable al 2021: "Quisiera ir a Afganistán e invitar al pueblo de ese país, que cual león salvaje no tiene miedo de derramar su sangre y no admite vacilaciones en la guerra, sobre todo en la guerra santa, a emprender una contienda religiosa".

La humillación de la Guerra del Opio

Las Guerras del Opio son quizá uno de los eventos de la historia más humillantes analizados desde una visión actual. Básicamente, los ingleses primero, junto a franceses, rusos, portugueses y estadounidenses después, obligaron a los chinos a abrir sus puertos para comerciar con droga y todo tipo de productos. Decenas de miles de personas murieron o acabaron adictas a un opiáceo que comerciaban los británicos, quienes no aceptaron que el emperador, al ver los estragos que causaba entre sus súbditos, prohibiera su consumo. La derrota militar fue dolorosa y degradante para los chinos. La concesión a los británicos de Hong Kong, la quema y saqueo del Palacio de Verano y la creación del famosísimo banco HSBC, el hoy octavo más grande del mundo, están relacionados con aquellos sucesos. El gigante financiero es un banco creado inicialmente para gestionar los beneficios de aquel tráfico de drogas. "A los niños y niñas chinas se les sigue enseñando con detalle el vandalismo occidental durante la Guerra del Opio", cuenta Mishra.

Foto: Monolito en el Paso de Cortés, México, tiroteado. (Javier Brandoli) Opinión
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Para la "potente" China, que vivió durante siglos encerrada en su mundo y no tuvo ningún interés colonizador, descubrir de golpe su debilidad fue impactante. "El propio Liang Qichao (activista chino clave en la reconstrucción del orgullo nacional) se enteró de la modesta posición de China en el mundo cuando en la primavera de 1890 encontró en Pekín algunos libros chinos sobre Occidente (…) Uno de los motivos era que los vecinos del país eran tan sumamente débiles que el pueblo chino había llegado a tener la sensación de que ellos eran el mundo entero", explica Mishra sobre la sorpresa que supuso para la nación la llegada de los poderosos europeos en el siglo XIX. "Hace tres mil años los europeos vivían como animales mientras que nuestra civilización era equivalente a la de ellos en la Edad Media", se sorprendía Liang. "En el saber, los chinos elogian la amplitud de sabiduría, mientras que los occidentales confían en la fuerza de las personas", reflexionaba el escritor Yan Fu en 1895.

Esas eran las décadas del gran proceso colonizador europeo en Asia y África. El rechazo y odio a sus abusos crecía por todas partes. "Desde que Francia consiguió su protectorado, los franceses se han hecho con el control de todo. La vida de diez mil vietnamitas vale menos que la de un perro francés; el prestigio de cien mandarines es menor que el de una mujer francesa. ¿Cómo es posible que esas personas de ojos azules y barbas amarillas, que no son nuestros padres ni hermanos, puedan acuclillarse y defecar sobre nosotros?”, manifestó el activista vietnamita Phan Boi Chau.

El ideal de democracia

"La frecuencia de las elecciones contribuía a la miopía en materia de políticas y populismo barato", escribe Liang sobre Estados Unidos en un largo viaje que hizo para comprender el éxito de la emergente potencia en 1903. "Yo no me mareo con imaginaciones vanas; ya no volveré a contar un cuento de hermosos sueños. En una palabra, el pueblo chino debe aceptar por ahora el autoritarismo, no puede disfrutar de la libertad", advertía el pensador chino entonces.

"¿Acaso también ustedes van a dejarse llevar por el contagio de esa creencia en su propio y voraz derecho de superioridad innata que lleva el falso nombre de democracia?", expresó Rabindranath Tagore, filósofo indio premio nobel de literatura en 1913. "Da la impresión de que para un país oriental la democracia solo significa una cosa: cumplir los deseos de la potencia imperialista que lo gobierna sin tocar sus intereses. A condición de que se cumpla esa salvedad, la libertad democrática puede florecer sin trabas", comentó el político nacionalista y futuro primer ministro de India, Jawaharlal Nehru.

Foto:  Cárcel de Guachochi. (J. B.) Opinión

El poderío militar occidental era la pieza en la que se basaba todo esa nueva imposición de poder en la que se presumía de aplicar derechos humanos y valores. "Puedo disculpar a esas personas que no son capaces de creer todo lo que se dice sobre las atrocidades que cometen los italianos. De hecho, resulta difícil de creer que en el mundo haya hombres que se comporten de este modo", señalaba el jefe militar de resistencia libia, Umar al-Mukhtar, después de que por primera vez en su historia los italianos lanzaran una bomba desde un aeroplano.

"Las discusiones sobre el Pacífico degeneraron en chistes racistas sobre canibalismo por parte del primer ministro australiano, Billy Hughes, y en referencias a los negros por parte de su homólogo británico, Lloyd George", recuerda Mishra de las negociones de la Conferencia de Paz de París de 1919. Las humillaciones recibidas por la delegación china en aquella conferencia de paz tras la I Guerra Mundial, donde la potencia fue menospreciada y reducida a país de segunda categoría por europeos y americanos, dieron paso a un nuevo nacionalismo que iría creciendo en la hoy potencia china en las próximas décadas. "Me atrevo a formular una aseveración singular: algún día la reforma del pueblo chino será más profunda que la de cualquier otro pueblo y la sociedad china será más radiante que cualquier otra”, profetizó en 1919 un tal Mao Zedong (Mao Tse-Tung en occidente).

Creerte el bueno de la historia

"Cualquier cosa que redunde en su interés les parece coherente con su sensación de lo que es justo en todo momento, y no son capaces de entender por qué su felicidad no puede ser la fuente de la dicha universal", escribió sobre los europeos el escritor bengalí Bhudev Mukhopadhyay.

"A los asiáticos a menudo nos sobrecoge la curiosa red de hechos y fantasía que se ha tejido sobre nosotros. Se nos retrata como el pueblo que se alimenta del perfume del loto, cuando no de ratones y cucarachas (…) La espiritualidad india ha sido objeto de burlas y equiparada a la ignorancia; la sobriedad china a la estupidez y el patriotismo japonés se ve como una consecuencia del fatalismo. Se ha llegado a decir que somos menos sensibles al dolor y a las heridas debido a la insensibilidad de nuestro organización nerviosa", escribía Okakura Kakuzo, filósofo japonés, a inicios del siglo XX.

"El mundo occidental a duras penas es consciente de ese desbordante sentimiento de humillación que experimenta"

"Acabemos con esa nauseabunda y estúpida imitación de Europa. Dejemos atrás esa Europa que siempre está hablando de humanidad pero que destruye a los seres humanos dondequiera que los encuentre", manifestó el sociólogo iraní Alí Shariati, uno de los padres de la revolución islámica. "El mundo occidental a duras penas es consciente de ese desbordante sentimiento de humillación que experimenta la mayor parte de la población del mundo. El problema al que se enfrenta Occidente no consiste solo en averiguar qué terrorista está preparando una bomba en una jaima, cueva o calle de una ciudad, sino también en comprender a esa mayoría de personas pobres, despreciadas e ilícitas que no pertenecen al mundo occidental", ha señalado el escritor turco, y premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk.

Coca-Cola y adolescentes semidesnudas

El libro de Mishra, y esa brecha cultural, persiste hoy en el globalizado mundo por el que estos años he deambulado y vivido. Hay otras ideas, otras culturas y otros valores a los occidentales, pero la globalización, fenómeno que se desencadena en el silgo XIX, hasta ahora se ha producido en un solo sentido, porque en los dos últimos siglos el poder se ha concentrado en Occidente. Un chino viste como un neoyorquino, un cubano baila a los Rolling Stones y un sudafricano es hincha del Real Madrid. Al revés el proceso es mucho más minoritario. ¿Conocen ustedes muchos actores o directores de la megaindustria de Bollywood?

Quizá cambie esto ahora que el poder económico parece volver a Oriente, pero mientras tanto, estas son algunas voces singulares que he escuchado hoy en la aldea global. Personas normales que contradicen sólidos principios de Occidente.

"Para mejorar hay que trabajar, lo que es imposible sin aceptar algunos aspectos del sistema occidental. Yo quiero que mi pueblo mejore, pero estoy en contra de la obsesión por acumular riqueza de los occidentales", me explicaba Louis Patrick, un indígena kalinago y empresario en la Isla Dominica en 2017. Su pueblo, recluido en una reserva de tierra de la isla, tenía graves problemas de pobreza, alcoholismo y violencia.

Foto: Niños frente al monumento a la infancia en Langa, Sudáfrica. (Javier Brandoli) Opinión

"Yo estaba allí, en el año 1971, cuando el presidente Luis Echeverría Álvarez promulgó el reparto de tierras y posterior colonización de la Selva Lacandona. Entonces se abrían caminos a machete para poder comunicar a las nuevas poblaciones y cuando se conseguía la proeza el primer camión que entraba era el de la Coca-Cola, que entregaba gratis botellas a todos los vecinos", me contaba en 2015 el escritor maya Pancho Álvarez en un reportaje sobre el enorme poder de la empresa de refrescos, usada hasta en ritos religiosos, en Chiapas. "Nosotros queremos vivir de otra forma, pero nos imponen esta", me dijo.

"Esos hombres crean muchas lágrimas. Ahora van para las zonas rurales y matarán gente y se llevarán a muchos presos", nos decía la egipcia Jazmín en la ciudad de Asuán en 2014 al ver pasar soldados del reciente nuevo dictador militar, al-Sisi, apoyado por Occidente. "Ustedes los occidentales creen en la democracia solo si favorece sus intereses", nos había dicho días antes en El Cairo un egipcio hablando del reciente golpe de Estado que sacó del gobierno al islamista partido de Libertad y Justicia, relacionado con los fundamentalistas Hermanos Musulmanes.

"Es un honor para todas las chicas venir a bailar aquí, es una fiesta tradicional de nuestro pueblo"

"Todas las niñas quieren venir a este festejo. Yo venía cuando era niña. Es una fiesta tradicional de nuestro pueblo", me explicaba en Suazilandia la madre de una menor. Yo cubría en 2013 el Reed Dance, o baile de las vírgenes, en el que danzan miles de adolescentes semidesnudas frente al monarca, que tiene la potestad de elegir entre ellas una esposa. Mi visión era muy crítica con el evento y la de la madre que abrazaba a su hija era de sorpresa, casi molestia con mi visión. "Es un honor para todas las chicas venir a bailar aquí, es una fiesta tradicional de nuestro pueblo", me insistió. La misma visión tenían otras madres.

"Las encierran en una apartada casa y les hacen de todo. Estamos luchando para terminar con esa práctica horrible", me dijo en 2011 en Maputo Marie-Consolée Mukangendo, especialista en Comunicación para el Desarrollo de Unicef en Mozambique. Escribí un reportaje sobre prácticas de eso que se conoce como ritos de iniciación sexual, entre los que se incluía la dilatación vaginal de menores, que se realizaba especialmente las zonas rurales de las regiones de Zambezia y Nampula. Una lectora mozambiqueña que lo leyó comentó que el reportaje le parecía "insultante", que eso era parte de una cultura que pasaba de madres a hijas, y ponía en valor que a las niñas se les enseñaba a hacer mortajas, cuidar sus bebés, la casa… Me acusó de no entender nada.

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"Era imposible competir con los productos chinos y tuve que cerrar", me explicaba en 2019 Kamal, nuestro chófer en Siria al que primero le arruinó en 2009 la globalización y después le sepultó la guerra. "No es bueno lo de ahora, es un dictador cruel, pero tampoco era bueno lo que querían imponer los malditos barbudos. Los occidentales no entendieron nada de lo que aquí pasaba", me señalaba un guía sirio paseando por aquella "triste" Damasco.

"Los occidentales vienen aquí, con su riqueza, se alojan en el mejor hotel, contratan un chófer y empiezan a pagar a una persona con contactos para que medie pagando mordidas para sacar contratos. Los chinos se establecen, gastan muy poco, conocen la zona y luego empiezan a funcionar", me resumió un economista senegalés sobre el controvertido éxito chino en África.

Entierros, caníbales y sexo con menores

"Aquí están entrando muchas iglesias cristianas que se ganan a la gente dando ayudas. El problema es que la iconografía es muy dura para los locales a los que ver a un hombre torturado clavado a un madero les cuesta. La mayoría de iglesias cristianas ponen solo una cruz vacía. Los símbolos religiosos aquí son coloridos y alegres", me contaba en 2008 en Katmandú el nepalí Bijay Pant.

Un color, un entierro, puede ser sinónimo de malentender otra cultura. "Los europeos creyeron que éramos caníbales porque encontraron huesos humanos en las casas. Por eso el Caribe se llama así y a nosotros nos han llamado durante años caribes, que es una derivación de caníbal. Fue un malentendido: la gente enterraba a sus familiares en las casas. Pero fue un malentendido que vino muy bien para no considerarnos humanos y hacernos esclavos", me contaba Cozier Frederick, historiador kalinago.

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"El maya enterraba en la puerta de casa. Para nosotros un entierro es pasar a formar parte de la naturaleza y los huesos pasan a ser reliquias. Antes se dejaba al difunto un año en la casa y cuando era su cumpleaños se realizaba una fiesta donde se traían viandas al muerto", me explicaba en 2017 el profesor Hilario Tuz sobre un tipo de entierro que prohibieron las autoridades mexicanas por motivos sanitarios.

"Estoy preso por la ley mexicana, no por la mía", mantenía en 2016, en la cárcel de Guachochi, Ángel Hernández, indígena rarámuri al que acusaron de violar a una menor. En la tradición de su pueblo, tener relaciones sexuales con niñas de 13 años no era un delito. Visité el día después una familia en un rancho miserable de la sierra de Chihuahua con cuatro generaciones de mujeres rarámuri. Todas ellas habían parido con menos de 15 años.

Conclusiones

Ninguna. El mundo es un conglomerado de diversas creencias y culturas. No todas son necesariamente respetables. Este texto es solo un reflejo de visiones menos conocidas en Occidente.

Hay libros como 'De las ruinas de los imperios', del indio Pankaj Mishra, que descubren la visión de la historia de los del "otro lado". De alguna manera, los occidentales formamos parte de un bloque por nacimiento y educación. En ello van implícitos valores señalados como buenos y malos. El mensaje está ahí siempre: en los héroes del cine, libros de texto, las series, el telediario…

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