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Las frías Olimpiadas de la 'paz caliente' entre las dos mayores potencias del mundo
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cóctel olímpico de pandemia y boicot

Las frías Olimpiadas de la 'paz caliente' entre las dos mayores potencias del mundo

Fuera de los recintos deportivos de Pekín y Zhangjiakou, donde este jueves comienzan los Juegos Olímpicos de Invierno, se desarrolla un nuevo episodio de la mayor batalla geopolítica del siglo XXI

Foto: Foto: Reuters/Tyrone Siu.
Foto: Reuters/Tyrone Siu.

Cuando el espigado Ning Zhongyan, medalla de oro de patinaje sobre hielo, haga sus seguros movimientos de brazos en constante forcejeo con la velocidad, o cuando la precisa esquiadora chinoamericana Eileen Gu cruce la nieve con una elegancia pocas veces vista, fuera de los recintos deportivos de Pekín y Zhangjiakou, donde este jueves comienzan los Juegos Olímpicos de Invierno, se estará desarrollando un nuevo episodio de la gran batalla geopolítica del siglo XXI.

'Juntos por un futuro compartido', dice el eslogan de estos Juegos. Sin embargo, ese futuro se muestra mucho más agresivo y competitivo de lo que el optimismo de la frase propone. Si bien el Comité Olímpico Internacional afirma que los JJOO son políticamente neutrales, prohibiendo declaraciones políticas en las competiciones e intentando enfatizar el espíritu unificador del evento, lo cierto es que han servido desde siempre como escenario de debates y enfrentamientos políticos mundiales.

Foto: Controles en la ciudad de Xian, confinada por un brote de coronavirus a finales de diciembre. (Reuters vía 'China Daily')

Y ningún mensaje tan contundente y político como un boicot. En este caso, diplomático. La Casa Blanca anunció en diciembre que ningún funcionario gubernamental asistirá a los Juegos en Pekín como protesta por “el genocidio y los crímenes contra la humanidad que persisten en Xinjiang, así como otros abusos de derechos humanos” en China. El gesto es meramente simbólico, ya que no impedirá a los atletas del país norteamericano disputar las pruebas, pero muestra cómo de caldeados están los ánimos. Al día siguiente, la decisión fue secundada por Australia, quien está enfrentada a Pekín por su exigencia de investigar los orígenes de la pandemia y la creciente agresividad de China en el Indopacífico. También Nueva Zelanda, Canadá y Reino Unido se han negado a enviar funcionarios de alto rango.

Pero esta medida de presión y su impacto se verán diluidos por la pandemia, ya que las ausencias serán poco notables por la suma de las restricciones de viaje, aforo y cuarentenas que ya dificultan y desincentivan los traslados hasta un país que permanece cerrado al resto del mundo. China ha respondido que la asistencia a los Juegos va precedida de una invitación y que los funcionarios que se niegan a viajar no habían sido invitados. Y, en última instancia, China tiene sus propios objetivos.

Los Juegos de la ómicron

Los últimos Juegos Olímpicos de 2020 fueron concebidos como una oportunidad para que Japón mostrara al mundo que se había recuperado por completo después del triple desastre de los terremotos de 2011, el tsunami y el accidente nuclear de Fukushima. Pero la emergencia del coronavirus obligó a aplazarlos hasta el verano de 2021 y, pese a la escasa presencia de líderes internacionales, Tokio logró celebrar unos Juegos sin mayores incidentes que se convirtieron en símbolo de la esperanza mundial de volver a la normalidad y un éxito diplomático para el país.

Foto: Imagen: Learte

Ahora, también China quiere mostrar que puede dominar el virus y organizar un evento de primer orden internacional en medio de la aún omnipresente pandemia mientras mantiene su draconiana política de 'covid cero', pese a los desaires de la economía más potente del mundo. No lo tiene fácil. El país está lidiando con una desaceleración económica y las estrictas medidas de control del coronavirus que están estresando tanto la economía como la sociedad china. Además, los Juegos se producen con el escándalo de la tenista china Peng Shuai todavía pendiente.

La deportista denunció en la red social china Weibo que había sufrido abusos sexuales por parte del ex viceprimer ministro chino Zhang Gaoli, con quien también describía haber tenido una relación consensuada intermitente. Luego la publicación fue borrada y, desde noviembre, el paradero exacto de Peng es incierto para las autoridades internacionales, a pesar de que la deportista ha realizado videollamadas y se han publicado imágenes suyas en actos oficiales con otras figuras como el exjugador de la NBA Yao Ming. El circuito femenino de tenis, la WTA, ha cancelado todos sus torneos en China mientras no se aclare la situación.

Tampoco EEUU llega a la cita en su mejor momento. El desigual estado de la pandemia en el país todavía arroja incertidumbres sobre la evolución de su economía mientras, de fondo, persiste la crisis política amparada en las grietas ideológicas que dejó la presidencia de Donald Trump. Un complejo panorama que se enmarca en la tensa relación entre las dos superpotencias, donde la competencia económica va aparejada a otros desacuerdos que pueden llegar a desestabilizar el mundo, especialmente el futuro de Taiwán.

Si quieres la paz, prepara la guerra (económica)

Pero más que una nueva guerra fría, esta confrontación es cada vez más señalada por los expertos como una 'paz caliente'. "La situación de estos años no tiene ningún parecido con la de la Guerra Fría", asegura Zhao Wang Li, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Capital de Nanjing, a El Confidencial. "Más allá de que por cuestiones políticas internas de cada país los dos gobiernos deban mantener o incluso intensificar sus posiciones de conflicto, las economías están demasiado interconectadas como para planear una verdadera separación", agrega el experto, haciendo referencia al objetivo de Washington de desacoplar su economía de China y recuperar parte de las cadenas de producción y suministro para no depender de su rival sistémico.

Foto: Una mujer en un centro comercial de Wuhan, China. (Getty)
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Pese a creer que la interrelación es profunda, Zhao Wang Li, autor del artículo académico "China-Estados Unidos, dos economías interconectadas", no es optimista con respecto a las relaciones entre Washington y Pekín. “En el inicio de la reforma y apertura chinas, en los primeros años de la década de los ochenta, las dos economías eran complementarias y el crecimiento chino se hizo bajo la bendición de la mayor potencia económica del planeta. Pero desde que China decidió pasar del 'made in China' al 'created in China', desde que invierte y avanza en las economías del conocimiento, hay claramente una competencia y una rivalidad”, explica en el artículo, que recopila una amplia documentación sobre la interconexión entre capitales privados y estatales de ambos países.

Empresas chinas establecidas en Estados Unidos, empresas estadounidenses establecidas en China, empresas binacionales, empresas de ambos países asociadas, etcétera. Esta compleja trama de colaboración sería difícil de desarmar en caso de que el conflicto escalara. Sin embargo, hay algunas señales en esa dirección.

Foto: Logotipo de los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín del próximo año. (Reuters/Thomas Peter)

Bao Nan es un empresario de la ciudad sureña de Ningbo que hizo su capital con una fábrica de productos plásticos para el hogar —desde cortinas para el baño hasta platos y vasos— que hace unos años decidió invertir en Estados Unidos y poner a su hijo al mando de su planta americana. Sin embargo, vio su ambición truncada. “Desde Donald Trump, las hostilidades hacia los chinos son cada vez más evidentes. Creíamos que estábamos en el país de la libertad y que podríamos hacer negocios con facilidad, pero solo encontramos problemas”, dice, entre molesto y sonriente. "Esto beneficiará a China, que tiene mayor voluntad de trabajo y sacrificio", remata.

Cerrado por ómicron

La gestión del virus dos años después de su aparición y la estrategia para contrarrestarlo en China son el otro punto caliente de estos fríos Juegos Olímpicos. Mientras que la mayoría de los países occidentales han decidido convivir con el virus e intentar limitar su avance, China ha optado por una draconiana política de 'covid cero' que prácticamente aísla el país del resto del mundo. Y el Gobierno chino tampoco parece dispuesto a transigir y dar marcha atrás ante las presiones internacionales e internas.

Foto: Vacunas de las empresa china Sinovac. (EFE/Wu Hong)

La lucha contra la pandemia se ha vuelto una cuestión simbólica en el país y ya desborda las cuestiones sanitarias para alcanzar cualidades metafóricas: apenas comenzado este año, Xi Jinping llamó a luchar contra el “virus que erosiona el cuerpo del Partido”. Se refería a la corrupción estatal, no al coronavirus, y destituyó a tres importantes funcionarios bajo esta consigna. En su discurso de año nuevo, el presidente se refirió a los JJOO de manera clara y rotunda: “En poco más de un mes se inaugurarán los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno de Beijing. Incorporar a más gente a los deportes de nieve y hielo es lo que implica el movimiento olímpico. No escatimaremos esfuerzos para presentar unas Olimpiadas maravillosas. El mundo está a la expectativa de lo que ofrezca China y China ya está preparada”.

Todas las grandes ciudades chinas se encuentran decoradas con paneles publicitarios de la exitosa marca de comercio electrónico Jingdong, en los que Eileen Gu posa sonriente con un 'qipao', uno de los vestidos chinos tradicionales, maquillada casi como una intérprete de ópera pekinesa detrás de una frase que puede traducirse como: “Con amor en el corazón, yendo juntos hacia un futuro brillante”. Pero ni su sonrisa etérea ni el eslogan lisonjero deben hacernos olvidar que la crisis que atraviesan China y Estados Unidos es real y muy peligrosa.

Cuando el espigado Ning Zhongyan, medalla de oro de patinaje sobre hielo, haga sus seguros movimientos de brazos en constante forcejeo con la velocidad, o cuando la precisa esquiadora chinoamericana Eileen Gu cruce la nieve con una elegancia pocas veces vista, fuera de los recintos deportivos de Pekín y Zhangjiakou, donde este jueves comienzan los Juegos Olímpicos de Invierno, se estará desarrollando un nuevo episodio de la gran batalla geopolítica del siglo XXI.

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