Biden intenta cerrar filas con unos socios europeos que se alejan de su lectura de la crisis
Biden mantiene una llamada con los líderes europeos mientras Berlín y París se alejan de la lectura americana de la situación en Ucrania
Unidad es la palabra más repetida. Unidad en el lado europeo y también con Estados Unidos. Sin embargo, este lunes, cuando los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea se reunían, Washington y Londres anunciaban que sacan de Ucrania a los familiares de su personal diplomático. A su entrada en la reunión y preguntado por si la UE haría lo mismo, Josep Borrell, alto representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, daba una respuesta muy contundente: “No creo que tengamos que dramatizar”.
Pero el catalán abría la puerta a que los americanos tuvieran algún tipo de información que compartir que hiciera que la UE cambiara de opinión. Poco después, Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU, intervenía en el encuentro por videoconferencia. Pero nada de lo que señaló el jefe de la diplomacia americana, que subrayó que no se trata de una evacuación, sino de dar facilidades al personal no esencial y sus familiares para salir del país, cambió la visión de los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea. En una rueda de prensa posterior al encuentro, José Manuel Albares, jefe de la diplomacia española, señalaba que no está previsto sacar al personal diplomático nacional de Ucrania, haciendo un llamamiento a la calma a los 500 ciudadanos españoles registrados en los consulados.
Pero Albares tuvo cuidado de no pisar la interpretación americana de la situación. Washington hace las cosas de una manera, los Veintisiete de otra. Borrell, en otra rueda de prensa, fue bastante más directo. “No hay nada nuevo que pueda aumentar la sensación de miedo sobre un ataque inminente de Rusia”, explicó el catalán, pidiendo a todo el mundo “evitar un ataque de nervios”. “No podemos dejar que jueguen con nuestros nervios. Sabemos perfectamente que son amenazas. Sabemos de qué calibre y cómo hay que reaccionar. Hay que evitar reacciones que puedan dar la sensación de una alarma que puede tener consecuencias”, ha subrayado el alto representante. Las diferencias de visión a los dos lados del Atlántico son una cuestión de percepción, de hasta qué punto es inminente un ataque ruso. Y la actuación sobre el personal diplomático alimenta precisamente esas diferencias.
Varias fuentes diplomáticas señalan que la videollamada que Joe Biden, presidente americano, mantuvo este pasado lunes por la noche con los líderes de Italia, Reino Unido, Alemania, Francia y Polonia, así como con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, Charles Michel, del Consejo Europeo, y Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, tenía como objetivo cerrar filas con los socios, volver a alinear las interpretaciones de los dos lados del Atlántico y recapitular los esfuerzos hechos en los últimos días por Blinken precisamente para mantener esa unidad de la que todos hablan y que es fundamental para disuadir a Moscú.
La decisión europea de mantener al personal sobre el terreno y llamar a la calma transmite una visión concreta de la situación. Por ejemplo, fuentes diplomáticas señalan también que la decisión de entregar 1.200 millones de euros en transferencias y créditos a Kiev es una muestra de la confianza en que el país no sufrirá un conflicto militar que trunque su proyección. La idea europea es lanzar el mensaje de que el escenario central es que Ucrania no será objeto de un ataque por parte de Moscú.
Nerviosismo y pesimismo
Por su parte, el mensaje que transmite Estados Unidos es claro para algunas fuentes, que lo interpretan como un síntoma de un análisis diferente de la situación. Blinken defendió ante los ministros de los Veintisiete que no se trata de una evacuación, pero en algunas capitales se empieza a tener la sensación de que Washington está demasiado nervioso, y que es fundamental mantener la calma para mantener la vía diplomática abierta. Que la salida de personal, por mucho que no se defina como evacuación, envía el mensaje de que la situación es difícilmente reconducible. Y los ministros de los Veintisiete saben que la situación es crítica, la lectura es prácticamente idéntica a la que se hace en la Casa Blanca, pero la mayoría defiende que el riesgo de ataque no es inminente, mientras que el tono en Washington y Londres es mucho más pesimista.
Francia y Alemania abanderan esa posición más optimista. Pero eso no significa que todos los Estados miembros estén de acuerdo. De hecho, Berlín llega a irritar mucho a algunos de sus socios bálticos y del este por su negativa a exportar material militar letal a Kiev para hacer frente a la amenaza rusa. Además, los que abogan por una línea dura con el Kremlin consideran que el Gobierno alemán está siendo débil, demasiado centrado en sus intereses económicos. Este fin de semana Olaf Scholz, canciller alemán, pidió que en caso de agresión rusa a Ucrania se adopten sanciones con “prudencia” por sus efectos secundarios, a pesar de que la UE ha asegurado al Kremlin que serán “masivas”.
En París, se considera que la Casa Blanca está nerviosa, actuando como si una invasión fuera inminente, mientras que en el Gobierno francés no se hace esa interpretación. El equipo cercano a Emmanuel Macron, presidente galo, señala que la Casa Blanca y el Elíseo ven los mismos elementos, mismo material militar, mismos activos, misma actitud rusa en las negociaciones, pero que el equipo francés no ve que la situación vaya a llevar a una inminente invasión de Ucrania. En París y Bruselas se apuesta antes por otros escenarios que no consideran menos graves, como por ejemplo un ataque cibernético a gran escala.
Y es especialmente en París donde se tiene la sensación de que Estados Unidos no está teniendo suficientemente en cuenta las opiniones de los socios europeos. Unos comentarios de Macron el pasado miércoles ante la Eurocámara en la que pedía a los socios europeos negociar una postura común para trabajar con Rusia en una nueva arquitectura de la seguridad en Europa fueron recibidos con mucho enfado y confusión en Washington, Bruselas y algunos países del este. Pero era un reflejo más de la intención de París de hacer valer la voz europea en las conversaciones con Moscú.
La delegación del Kremlin solamente se ha reunido directamente con sus homólogos americanos, con la OTAN y con la OSCE
La Unión Europea está fuera de la mesa de negociación con Rusia. La delegación del Kremlin solamente se ha reunido directamente con sus homólogos americanos, con la OTAN y con la OSCE. Pero ha dejado deliberadamente a la Unión fuera de esas rondas. En Moscú, hacen hincapié en ello, porque es importante para la visión rusa de Europa. Desde Bruselas, admiten que Washington ha hecho esfuerzos sin precedentes para mantener a sus socios europeos informados en todo momento sobre las conversaciones con los rusos, pero en algunas capitales, como en París, se sigue considerando que la Casa Blanca no escucha suficientemente la visión europea.
Los distintos ministros y fuentes diplomáticas de otros Estados miembros más cercanos a las posturas de Washington aseguran que la Casa Blanca no va a acordar nada con Moscú que no tenga el apoyo de los socios europeos. Pero es precisamente esta línea una de las posibles divisiones dentro del club que alarman a algunos en la capital comunitaria: aquellos países, especialmente del este, que consideran que hay que ser realistas y cerrar filas con Estados Unidos, ya que nadie puede como él garantizar la seguridad del Viejo Continente, y aquellos que sin pretender desacoplarse de Washington consideran que no se está teniendo en cuenta la voz europea y hace falta hacérselo saber a la Casa Blanca.
Borrell, sin embargo, ha señalado que la Unión Europea está “totalmente al tanto” de la respuesta que la Casa Blanca va a realizar esta misma semana ante las exigencias rusas, como acordaron la semana pasada Blinken y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, asegurando que Washington está consultando con los socios europeos cómo se reacciona a las peticiones de Moscú, que también van dirigidas a la OTAN.
Unidad es la palabra más repetida. Unidad en el lado europeo y también con Estados Unidos. Sin embargo, este lunes, cuando los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea se reunían, Washington y Londres anunciaban que sacan de Ucrania a los familiares de su personal diplomático. A su entrada en la reunión y preguntado por si la UE haría lo mismo, Josep Borrell, alto representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, daba una respuesta muy contundente: “No creo que tengamos que dramatizar”.
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