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Identidad, religión y fútbol: la olla a presión del devoto Mo Salah
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Mohamed Salah

Identidad, religión y fútbol: la olla a presión del devoto Mo Salah

Unas recientes declaraciones sobre el consumo de alcohol han levantado polvareda y reflejado la difícil presión a la que se enfrenta el futbolista, quien también creció por su imagen musulaman

Foto: Mohamed Salah celebra un gol con el Liverpool (Reuters/Russell Cheyne)
Mohamed Salah celebra un gol con el Liverpool (Reuters/Russell Cheyne)

Mayo de 2018. Es ramadán, mes sagrado para los musulmanes, durante el que ayunan y se abstienen de beber en las horas del día. Es el año del Mundial de Fútbol de Rusia, que se celebrará pocos meses después y para el que ha logrado clasificarse Egipto, la primera vez desde 1990. Es también la final de la Champions para el Liverpool, que acude al Olímpico de Kiev con buenas sensaciones: en su plantilla está Mohamed ‘Mo’ Salah, quien venía de firmar una temporada 2017-2018 totalmente brillante; se estaba convirtiendo en una estrella.

Ante la presión de un partido tan importante, Salah, musulmán, decidió romper el ayuno del Ramadán para “estar en óptimas condiciones” para el encuentro contra el Real Madrid. Las asociaciones musulmanas, especialmente en Europa, justifican su decisión en la jurisprudencia islámica, asegurando que, si se está desplazado más de 77 kilómetros de la ciudad en la que se reside, está permitido suspender el ayuno (con la condición de ‘recuperarlo’ después). En Egipto, que está viviendo una auténtica fiebre por ‘Mo’, y donde se daba por hecho que el futbolista acudiría al partido en ayunas (“como buen musulmán”), se abre un enconado debate que Salah logra surfear a base de su popularidad. Entonces pasa lo peor: Salah se lesiona el hombro durante el partido en un encontronazo con Sergio Ramos; el Liverpool cae 3-1 contra el Madrid. Drama nacional en Egipto a las puertas del Mundial, la Federación de Fútbol asegura que no habrá problema, pero Salah llega a la fase de grupos una semana después en mala forma física. ‘Los faraones’, que abanderando a Salah querían comerse el mundo, caen en la primera fase con tres derrotas de tres partidos, perdiendo incluso -aunque con gol de Salah- frente a Arabia Saudí. Entre la desolación del país, hay algunos murmullos: castigo de Alá por haberse saltado el ramadán.

Además de uno de los mejores jugadores actuales de fútbol (en Reino Unido, al menos), Mohamed Salah es musulmán practicante y, sobre todo, de manera pública. Cuando marca un gol, performa la ‘sajdat al-shukr’, poniéndose de rodillas y alzando los brazos. Esa combinación de personaje famoso -futbolista de gran talento en lo suyo- más musulmán practicante ha alimentado gran parte de su fama tanto en Reino Unido como en otros países islámicos, incluso entre los no aficionados al fútbol. Precisamente su fe fue (y es) la protagonista de muchos artículos en cientos de cabeceras de medios más allá de las secciones de Deportes. En sucesivos artículos, académicos islámicos lo han descrito como un “modelo a seguir” y “embajador de la fe”, más allá de si Salah quiera o no tomar ese rol. Quiera o no, el hecho de ser musulmán alimentó su figura internacional y localmente.

“Él es como una especie de ‘paquete soñado’, como un modelo a seguir y un embajador de la fe para los musulmanes y, más importante, para los no musulmanes”, apunta en este sentido Zane Abdo, imán de la Universidad de Liverpool, uno de muchos. Pero lo que ha alimentado esa fama también lo devora. Salah sigue siendo extremadamente popular y adorado en Egipto (donde su rostro adorna grafitis en las calles o pequeños recuerdos baratos) y entre los musulmanes, pero eso no le protege de -es más, amplía- que se proyecten sobre él las filias, fobias y expectativas de los fieles. Se espera de él que sea el musulmán perfecto, una presión que no tienen otros jugadores de origen de países de mayoría musulmana (ni incluso otros que han afirmado su fe islámica). Y cuando no encaja, se abre la caja de los truenos.

Foto: Messi en su presentación en el PSG. (EFE)

¿Por qué Salah y no otros? Además de la naturalidad con la que demuestra su fe, aprovechada por parte de la comunidad musulmana como “abanderado del islam”, añade a la mezcla que, por sus talentos deportivos, también sea admirado en Europa entre los no-musulmanes, “rompiendo estereotipos” y siendo un ejemplo de “orgullo” para los jóvenes musulmanes en países occidentales -que reciben una doble presión, también por sus propias comunidades-. Uno de los cánticos que llegaron a ponerse de moda entre los fans del Liverpool fue, al ritmo del clásico de 1996 ‘Good Enough’, “Mo Sa-la-la-la-lah, Mo Sa-la-la-la-lah (...) Si anota otros pocos [goles], entonces me haré musulmán. Si es suficientemente bueno para ti, es bueno para mí. Sentado en una mezquita, es donde quiero estar”. Pese al evidente tono jocoso de semejantes cánticos, presuntamente sí que habría habido un efecto real sobre la islamofobia en Liverpool y Reino Unido. Según un reciente estudio publicado por la Georgetown University en Qatar (con participación del Gobierno del emirato y dentro de la iniciativa catarí “Construir un legado: la Copa Mundial de la FIFA en Qatar 2022”), Mo Salah habría contribuido a la reducción en un 16% de las agresiones anti-musulmanas en Liverpool y de un 50% en comentarios islamófobos en redes sociales, “en reacción a su visible identidad musulmana”, según la investigadora coautora del estudio Salma Mousa.

La cuestión del alcohol

La más reciente controversia ha sido hace apenas unas semanas, cuando durante una entrevista le preguntaron si bebía alcohol. La respuesta de Salah, quien afirmó que no bebe alcohol porque no siente la necesidad puede parecer inocente, levantó una fuerte polvareda en casa, llegando incluso a manifestarse Dar al-Ifta, el ente egipcio (y uno de los más importantes en el mundo musulmán, por su cercanía a Al Azhar, el más importante centro académico del islam suní) que se encarga de la jurisprudencia islámica y publica ‘fatuas’ (edictos religiosos) para los fieles. La respuesta “correcta” no debería ser que se abstiene del alcohol porque no le surge, sino porque está prohibido en el islam, y él obedece los mandatos de Alá. El diablo está en los detalles y, siendo “un musulmán orgulloso de su islam” no debería encajar el hecho de no beber alcohol en una elección personal, desviándose de la ortodoxia islámica, sino en una obediencia inequívoca al Corán y un rechazo absoluto al pecado.

“Inevitablemente, la gente lo pone en un pedestal, y hay veces que, por supuesto, hará cosas que pueden no ser percibidas como muy ‘islámicas’. Pero, después de todos, no es un académico [del islam], pero lo que dice tiene peso, porque la gente puede verlo y pensar ‘eso es lo que dice el islam’. Lo que diga, de algún modo, puede tener el peso de lo que diga un académico [del islam]”, sostiene el imán de la Universidad de Liverpool, Zane Abdo, en conversación con El Confidencial. “Es mucha presión, imagino”, admite.

No es un hecho aislado: además de la polémica por la ruptura del ramadán o el debate teológico sobre el alcohol, el devoto Salah. Este diciembre, el futbolista compartió una fotografía con su familia junto a un árbol de Navidad felicitando las -cristianas- fiestas a sus seguidores y provocando una oleada de críticas en algunos círculos, que defienden que un “buen musulmán” no debería celebrar/felicitar fiestas cristianas (un tema especialmente delicado en Egipto, que cuenta con cerca de un 10% de población cristiana y ha sufrido oleadas de violencia sectaria, pero donde también era habitual la convivencia pacífica entre vecinos). Como con el alcohol, muchos lo han acusado de 'tibieza' para no alienar a sus fans occidentales.

De otro estilo fue la controversia de 2019, cuando Salah apareció en la revista GQ inmortalizado en una sesión de fotos junto a la exmodelo de Victoria’s Secret Alessandra Ambrosio. Los brazos de la mujer rodeaban el torso del Salah, una imagen poco adecuada para un hombre musulmán, según las visiones más conservadoras cada vez más amplias. “¿No sabes que los musulmanes te observan? ¿Por qué no puedes liderar con el ejemplo?”, le decían varios usuarios en Instagram. Este año, Salah vuelve a protagonizar la portada de GQ para Oriente Medio... esta vez en solitario, sin ninguna modelo abrazándole.

El propio Salah ha admitido en alguna ocasión sentir la presión de ese 'modelo de conducta' islámico. En 2019, cuando fue elegido a los 26 años como uno de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time, afirmó que "la gente siempre tiene grandes expectativas sobre uno. Te ponen un poco bajo presión, pero también te enorgullece de lo que has logrado".

Mayo de 2018. Es ramadán, mes sagrado para los musulmanes, durante el que ayunan y se abstienen de beber en las horas del día. Es el año del Mundial de Fútbol de Rusia, que se celebrará pocos meses después y para el que ha logrado clasificarse Egipto, la primera vez desde 1990. Es también la final de la Champions para el Liverpool, que acude al Olímpico de Kiev con buenas sensaciones: en su plantilla está Mohamed ‘Mo’ Salah, quien venía de firmar una temporada 2017-2018 totalmente brillante; se estaba convirtiendo en una estrella.

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