Nuevo canciller, misma historia: para Alemania, España es su 'sexto hombre'
La reunión de Pedro Sánchez con el canciller alemán, Olaf Scholz, busca, una vez más, impulsar una "relación privilegiada" con el país centroeuropeo, pero la perspectiva desde Berlín es diferente
El encuentro de este lunes en Madrid entre el presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz, era uno de los momentos más esperados por la Moncloa desde que el socialdemócrata alemán fue proclamado vencedor de las elecciones en septiembre del año pasado. Sánchez mantiene desde hace años una buena relación personal con el exministro de Finanzas alemán y el Gobierno estaba ansioso por escenificar el traslado de esa sintonía a la relación bilateral con el país. “España y Alemania han logrado grandes cosas cuando hemos ido de la mano”, señaló el mandatario español durante una rueda de prensa conjunta en la que también anunció que este año se celebrará la cumbre hispano-alemana que quedó suspendida el año pasado. "Hoy ponemos esta sintonía al servicio de una mayor ambición para la Unión Europea".
Desde que la visita fue anunciada la semana pasada, la Moncloa se ha esforzado por enmarcar el encuentro como un paso fundamental en la “relación privilegiada” entre ambos gobiernos, prediciendo que existirá una plena colaboración entre los ejecutivos socialdemócratas. Pero es poco probable que la cercanía ideológica se traduzca en un cambio sustancial de la importancia que Alemania atribuye a España en el plano internacional. De hecho, el objetivo de conseguir una 'relación privilegiada' con Berlín, el cual lleva décadas siendo perseguido por Madrid, se ha convertido en el equivalente a un amor no correspondido: una auténtica fuente de frustración sin mayores beneficios para el pretendiente.
Hoy, España y Alemania iniciamos una nueva etapa en nuestra colaboración a nivel europeo. Una sintonía que nace de la coincidencia de ambos países en posiciones de fondo como la transformación verde y digital así como el avance hacia una recuperación justa en toda Europa. pic.twitter.com/MCHg83ZzUy
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) January 17, 2022
Es natural que el Gobierno español busque esos lazos estrechos con Berlín. Durante todo el proceso de integración de España en el proyecto europeo, Alemania se convirtió en el modelo a seguir, instalándose así en el imaginario y la opinión pública española como el destino final. Pero la relación se vive desde otra perspectiva en el país centroeuropeo.
En baloncesto, hay una figura particular que subraya la importancia del juego en equipo: el llamado sexto hombre. Se trata de un jugador clave para la victoria y que, desde la discreción del banquillo, disputa minutos fundamentales. Nunca será una estrella, pero se convierte en una pieza imprescindible para lograr victorias y títulos. Lo más importante para que no se trunque la carrera de estos jugadores es admitir su papel y comprender que, aunque no cuenten con un rol titular, tienen que explotar su función. Y España es el sexto hombre de la política europea de Alemania.
El orden de la agenda internacional de Scholz es una muestra de esta perenne posición española en la lista de prioridades alemanas. Como marca la tradición, el canciller estrenó su mandato el pasado 10 de diciembre con un viaje a París, una costumbre casi ininterrumpida —Gerhard Schröder eligió Londres como primer destino en 1998— desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Dos días después, aterrizó en Varsovia para encontrarse con su par polaco, Mateusz Morawiecki, y la semana siguiente se dirigió a Roma, donde se reunió con Mario Draghi. Finalmente, el jueves pasado, Scholz recibió en Berlín al primer ministro holandés, Mark Rutte, quien acababa de ser confirmado en el cargo.
"La relación entre España y Alemania no es una relación equilibrada, porque un lado tiene sentimientos más fuertes que el otro"
Alemania ve a Francia, Italia, Países Bajos y Polonia como sus compañeros de equipo en el quinteto titular europeo y a España como el sexto hombre. Eso no significa que el rol que Berlín otorga a Madrid sea menor. Lo fundamental es comprender y aceptar que, sin formar parte de su grupo más cercano de países, se puede influir, moldear la opinión y jugar un papel fundamental desde esta posición.
Existen discrepancias sobre el peso exacto que Berlín atribuye a las relaciones con Madrid. Por ejemplo, José María Peredo, catedrático de Comunicación y Política Internacional de la Universidad Europea, considera que "Alemania tiene una gran consideración de la importancia que tiene España por su posición europea, por su posición demográfica, por su posición geográfica y por la buena sintonía que se ha producido con gobiernos anteriores". Del otro lado, Jana Puglierin, líder de la oficina del European Council on Foreign Relations en Berlín, opina que la relación no hace justicia a su potencial. “Creo que la relación está jugando por debajo de su peso. Uno de los motivos es que, desde la perspectiva alemana, España no está utilizando todo su potencial a nivel europeo. Esto ha mejorado desde que Sánchez llegó al poder, pero durante mucho tiempo parecía que España no quería hacer uso de su influencia en la UE”, explica a El Confidencial.
Independientemente de este peso, lo que está claro es que para Alemania ni es ni será prioritaria una alianza con España como sí lo es con Francia, con la que es capaz de sacar adelante grandes acuerdos; con Países Bajos, con el que comparte la visión económica, o con Polonia, un socio fundamental del bloque del este en el club y el único otro país aparte de Francia que es mencionado en el acuerdo de gobierno alemán. Creer que se puede alcanzar una relación privilegiada generará frustración porque, como señala Puglierin, “la relación entre España y Alemania no es una relación equilibrada, porque un lado tiene sentimientos más fuertes que el otro”. La experta compara esta discrepancia, precisamente, con un “amor no correspondido”.
El Gobierno español puede aliarse con Berlín en algunos debates para romper así bloques y facilitar los acuerdos, pero no convertirse en un aliado prioritario de Alemania. El lazo socialdemócrata que une a Scholz y a Sánchez no es lo bastante fuerte como para elevar este estatus. “El hecho de que se produzca un cambio de Gobierno de democristianos a socialdemócratas no significa nada sustancial. Ambas son posiciones europeístas de base liberal. Habrá una importante continuidad, tanto en lo ideológico como en las relaciones con España”, indica Peredo a este periódico.
España ha venido apostando por los pactos de geometría variable. Ha buscado el apoyo de uno u otro país en un momento puntual para un asunto puntual. Ha sido capaz, por ejemplo, de acordar un documento de reflexión conjunto con Países Bajos, un Estado miembro que difícilmente puede ser considerado un aliado natural de los intereses españoles. Sin embargo, es tendiendo esos puentes inesperados como se puede aumentar la influencia en la Unión Europea. El Gobierno también está dando mayor importancia a su relación con países del otro lado de la división oeste-este, como son Rumanía o Polonia. Alemania debería ser un punto más en ese mapa de alianzas diversas y flexibles.
“Lo que España hace, muy interesantemente, es encontrar coaliciones con socios poco habituales. Ha conseguido identificar intereses comunes con otros países de la Unión y trabajar con ellos sin importar la distancia geográfica o política. Creo que esto es algo innovador, además de un reflejo de que los esfuerzos por acercarse a Alemania han resultado en decepciones constantes”, señala en este sentido Puglierin.
Un hueco en el eje franco-alemán
Pero ¿y si España no busca una relación única con Alemania? ¿Y si se conforma con ser la tercera pata del famoso eje franco-alemán? Roderick Parkes, del German Council on Foreign Relations, recomienda no intentar entrar en esa dinámica. “Polonia se unió con entusiasmo a una asociación franco-alemana en la forma del Triángulo de Weimar, y gradualmente se dio cuenta de que solo estaba siendo utilizada para legitimar decisiones tomadas en exclusiva por el motor franco-alemán. España no tiene ningún interés en eso, pero tampoco un papel obvio: Polonia fue invitada a ser el miembro del este, con Alemania representando el norte de la UE y Francia el sur. ¿Qué papel o legitimidad tendría España en una relación conjunta con Francia y Alemania? Es mejor centrarse en equilibrar la relación franco-alemana formando coaliciones variables”, argumenta el experto.
Y España no es el único país que busca tener un mayor peso. Italia lleva años tratando de integrarse en ese eje franco-alemán o de aumentar su peso a través de una relación privilegiada. Recientemente, el actual primer ministro del país, Mario Draghi, respetado en toda la Unión Europea por su rol al frente del Banco Central Europeo, ha cerrado un acuerdo de cooperación con el presidente galo, Emmanuel Macron. Muchos han visto en este movimiento la oportunidad de ampliar el eje franco-alemán.
Pero la experiencia recomienda precaución. Francia tiene, de hecho, un largo historial de acercamiento a otros países para, después, priorizar a Berlín. Lo sabe bien Pedro Sánchez, que tras las elecciones europeas de 2019 confió en su alianza con el Elíseo para instalar al socialdemócrata holandés Frans Timmermans en la presidencia de la Comisión Europea. El presidente del Gobierno dedicó muchos esfuerzos y contactos con Macron a tejer esa alianza, pero finalmente el mandatario galo, en el último momento, decidió cambiar su postura y propuso a la canciller alemana Angela Merkel que fuera su ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, la que ocupara el cargo.
Parkes cree que también esta vez Macron está utilizando a otros Estados miembros y los cantos de sirena sobre una relación especial para reforzar sus lazos con Alemania. Scholz visitó Roma el pasado 21 de diciembre aunque “Italia es un socio antinatural y la mayor parte del trabajo sigue siendo para reparar la reputación de Alemania allí después de la crisis de la eurozona”. ¿Por qué acudir con tanta prisa entonces? “Si Scholz y Baerbock [ministra de Asuntos Exteriores] fueron a Roma, es porque Berlín está preocupada por el nuevo eje que se está formando entre París y Roma, especialmente en el presupuesto de la UE y las reglas fiscales. Eso, por supuesto, es parte de la razón por la que Macron está invirtiendo en él: para ganar influencia sobre Alemania”, asegura el experto.
El encuentro de este lunes en Madrid entre el presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz, era uno de los momentos más esperados por la Moncloa desde que el socialdemócrata alemán fue proclamado vencedor de las elecciones en septiembre del año pasado. Sánchez mantiene desde hace años una buena relación personal con el exministro de Finanzas alemán y el Gobierno estaba ansioso por escenificar el traslado de esa sintonía a la relación bilateral con el país. “España y Alemania han logrado grandes cosas cuando hemos ido de la mano”, señaló el mandatario español durante una rueda de prensa conjunta en la que también anunció que este año se celebrará la cumbre hispano-alemana que quedó suspendida el año pasado. "Hoy ponemos esta sintonía al servicio de una mayor ambición para la Unión Europea".
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