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La amenaza que incuban los hospitales de EEUU: el 30% de los sanitarios se niega a vacunarse
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La amenaza que incuban los hospitales de EEUU: el 30% de los sanitarios se niega a vacunarse

En torno a una tercera parte de los empleados sanitarios de EEUU no se ha vacunado todavía. Algunos se han movilizado en la calle y en los tribunales contra la vacunación obligatoria

Foto: Protesta por escasez de personal sanitario en California. (EFE/Caroline Brehman)
Protesta por escasez de personal sanitario en California. (EFE/Caroline Brehman)
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De toda la panoplia de medidas que el Gobierno estadounidense implementa para contener la pandemia, especialmente a la luz de la nueva variante ómicron, la obligación parcial de vacunarse es la más enérgica y la que más roces provoca. Un mandato que trata de vencer las resistencias de esos 60 millones de estadounidenses que aún no han recibido pinchazo; incluida la resistencia de quienes menos, 'a priori' y dados los estudios científicos que prueban la seguridad y razonable efectividad de las inoculaciones, se podría esperar. En torno al 30% de los empleados sanitarios de EEUU, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, no se ha vacunado todavía. Y algunos se han movilizado en la calle y en los tribunales.

"Esta es la libertad fundacional de elegir lo que entra en nuestros cuerpos. Si entregamos esto, lo perdemos todo", decía Susan Walker, participante de una de estas manifestaciones, al canal de televisión KSLA. Walker aseguraba que la protesta no era en contra de las vacunas, sino en contra de la obligación de ponérsela.

Foto: Un vial con la bandera sudafricana de fondo. (Reuters/Dado Ruvic)

La postura de Walker no es anecdótica. Algunos hospitales, como el University Medical Center de Texas, se ven en riesgo de perder hasta un 40% de sus empleados, ya que su rechazo a vacunarse les haría perder el trabajo. Una perspectiva, la de tener un centro médico incapacitado para operar en plena pandemia, que está incorporándose a primera línea del debate político.

"A ellos también les tengo simpatía", declaró el republicano Dustin Burrows, representante estatal de Texas, en referencia a estas manifestaciones de trabajadores sanitarios. "Se les ha puesto entre la espada y la pared. Van a perder muchos empleados al respecto, lo que potencialmente pondrá en diferentes grados de riesgo la seguridad, el acceso y el cuidado de los pacientes".

Desafío judicial

El desafío al mandato de Biden, que abarcaría a los trabajadores sanitarios, personal del Gobierno federal y las Fuerzas Armadas, así como a los empleados de empresas con más de 100 personas, y que fue precedido por obligaciones parecidas a nivel estatal, tiene también una vertiente jurídica. Una serie de demandas que van prosperando.

La semana pasada, un juez federal suspendió de forma preliminar la ley que obliga a vacunarse a los empleados de hospitales y residencias de ancianos, y que entraría en vigor este lunes so pena de perder el trabajo. "No hay duda de que obligar a vacunar a 10,3 millones de trabajadores de la sanidad es algo que tiene que ser hecho por el Congreso, no por una agencia gubernamental", dijo el magistrado, Terry A. Doughty, de Luisiana. "No está claro que incluso una acción del Congreso haciendo obligatoria la vacuna fuera constitucional".

"Hace un año era tratada como una heroína. Hoy soy tratada como escoria"

En Nueva York, 17 trabajadores médicos denunciaron al estado por imponer una medida que consideraban inconstitucional y que violaba su libertad religiosa. Los demandantes, que son casi todos católicos, alegaban que las vacunas, al contener líneas celulares originadas en fetos abortados, iban en contra de sus creencias (pese a que tanto el papa Francisco como la jerarquía católica americana han respaldado las vacunas). Los denunciantes han preferido mantenerse en el anonimato, dicen, para no ser "vilipendiados como parias" por los medios de comunicación.

Otros sanitarios animan a protestar públicamente y cuelgan sus declaraciones en Facebook. "Si no tenías problema cuando le hacía la reanimación a tu padre para salvarle la vida (...). Si no tenías problema en que lavase las heridas infectadas de tu hermano debido al constante abuso de las drogas", escribe reiteradamente Stephanie Wahne, enfermera de Oregón, en su cuenta personal. "Ahora no tienes problema en descartarme, en descartarnos, como si fuésemos basura, porque creemos que tenemos derecho a tener una opción en nuestra sanidad". Su mensaje recibió 1.316 comentarios en la red social y fue compartido más de 150.000 veces. Becca Pitts, enfermera de 21 años, dice en la cuenta de Substack Common Sense que "hace un año era tratada como una heroína. Hoy soy tratada como escoria".

Constitucional y muy 'americano'

El sistema médico trata de conminar a estos empleados a que se vacunen. Les recuerdan que las vacunas se han demostrado eficaces a la hora de prevenir los peores efectos del covid, que existe una correlación irrefutable entre las hospitalizaciones por covid y las personas sin vacunar, y que las vacunas obligatorias no son algo nuevo, sino una medida que lleva practicándose desde la mismísima fundación de Estados Unidos.

Foto: Viajeros internacionales, en el aeropuerto de Boston tras la reapertura de EEUU. (EFE/EPA/CJ Gunther)

"Los oponentes [al mandato de vacunarse] lo llaman inconstitucional, una violación de la libertad personal e incluso 'antiamericano'", escribe el doctor Lawrence O. Gostin en la revista médica 'JAMA Health Forum'. "La verdad es que los mandatos de vacunación son legales y están profundamente arraigados en la historia y los valores de EEUU. Constituyen una 'libertad más amplia' para que todo el mundo en la sociedad se pueda sentir más segura donde trabaja, aprende, reza y vive".

Gostin recuerda que George Washington, primer presidente de EEUU, obligó a sus tropas a vacunarse contra la viruela en 1777. Massachusetts aprobó el primer mandato estatal de vacunación en 1809, y la inmunización en las escuelas ha sido moneda corriente desde mediados del siglo XIX. En fechas tan recientes como 2018 y 2019, las autoridades recurrieron a las vacunas obligatorias para atajar un brote de sarampión aquí en Nueva York. Una serie de decisiones justificadas por el Tribunal Supremo varias veces en el último siglo.

Polarización pandémica

Hoy, sin embargo, la vacuna, igual que otras medidas anticovid como el uso obligatorio de mascarilla en espacios cerrados, es presa de la polarización política y las "guerras culturales". Expresiones que ya generan fatiga, pero que siguen tragándose, como un remolino, cualquier debate público. Una fuerza centrífuga que imposibilita la unanimidad de opinión entre los estadounidenses.

Foto: Un trabajador sanitario belga prepara una dosis de la vacuna contra el covid-19. (EFE)

Según una encuesta de Axios-Ipsos, solo seis de cada 10 trabajadores estadounidenses apoya que su empresa obligue a vacunar. La proporción de quienes defienden el despido como castigo para quienes no se inmunizan es mucho menor: un 14%. La obligación de mostrar tu certificado de vacunación para entrar en un cine o un restaurante, como es el caso de Nueva York, también causa chispas. Algunas personalidades públicas, como la supermodelo y actriz Doutzen Kroes, la cantante Nicki Minaj o el jugador de fútbol americano Aaron Rodgers, han protestado contra estos requerimientos.

Mientras tanto, la variante ómicron está siendo detectada a cada hora que pasa en más estados del país. Científicos de varios países aún analizan si, como suele suceder con las mutaciones, la cepa será más contagiosa o dañina, y cuál sería el nivel de defensa aportado por las distintas vacunas. Un desafío que pondrá a prueba, más que a la ciencia y al Gobierno, a los temperamentos políticos estadounidenses.

De toda la panoplia de medidas que el Gobierno estadounidense implementa para contener la pandemia, especialmente a la luz de la nueva variante ómicron, la obligación parcial de vacunarse es la más enérgica y la que más roces provoca. Un mandato que trata de vencer las resistencias de esos 60 millones de estadounidenses que aún no han recibido pinchazo; incluida la resistencia de quienes menos, 'a priori' y dados los estudios científicos que prueban la seguridad y razonable efectividad de las inoculaciones, se podría esperar. En torno al 30% de los empleados sanitarios de EEUU, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, no se ha vacunado todavía. Y algunos se han movilizado en la calle y en los tribunales.

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