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Tailandia, 'fábrica' de bebés subrogados para China contra su voluntad
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50.000 € por un bebé

Tailandia, 'fábrica' de bebés subrogados para China contra su voluntad

En 2015, Tailandia prohibió la gestación subrogada para extranjeros, hasta entonces legal. Sin embargo, ciudadanos chinos siguen entrando y saliendo del país con bebés

Foto: La policía tailandesa durante una redada contra una red ilegal de gestación subrogada y tráfico de órganos. (EFE)
La policía tailandesa durante una redada contra una red ilegal de gestación subrogada y tráfico de órganos. (EFE)

Hace cinco meses, una mujer china de 49 años se presentó en el aeropuerto de Bangkok con un bebé supuestamente suyo. O al menos eso decían los documentos que llevaba encima. Pero al agente de inmigración que debía sellarle los papeles para embarcar hacia su país le extrañó el escaso parecido de la criatura con su madre. Las alarmas saltaron cuando la viajera dudó al ser preguntada por lo que aparecía en los documentos del chiquillo.

La ciudadana china fue arrestada y se descubrió que en realidad el niño había sido gestado por una mujer tailandesa que sirvió de vientre de alquiler. Por supuesto, la turista negó la acusación —la gestación subrogada es ilegal en Tailandia—, pero fue incapaz de explicar por qué había llegado al país sola y volvía con un niño que había nacido durante la pandemia. Desconocía que el bebé fue creciendo en la barriga de una mujer tailandesa que compartía una habitación diminuta con otras siete mujeres a las afueras de Bangkok, como revelaría una investigación posterior. Es posible que la mujer hubiera querido asistir al nacimiento del niño, pero durante el embarazo se encontraba en China y el parto se produjo durante los meses de pandemia, cuando Tailandia no dejaba entrar al país ni siquiera a sus ciudadanos.

Foto: Una mujer con una protección facial en Bangkok. (Reuters)

Las restricciones a los viajes por la pandemia y la progresiva reapertura han sacado a relucir un problema que las autoridades tailandesas consideraban resuelto, el de las prácticas abusivas y lucrativas usando vientres de alquiler. En 2015 se prohibió que personas extranjeras pudieran tener hijos a través de la gestación subrogada con mujeres tailandesas para evitar fraudes y el enriquecimiento de las mafias que se dedican a ello. Sin embargo, la prohibición sirvió de excusa al crimen organizado para subir sus tarifas y mantener el negocio abierto.

Granjeras u operarias de fábrica que ganan 10.000 euros

Antes, ciudadanos de todo el mundo iban a Tailandia en busca de mujeres que accedieran a ser madres por gestación subrogada de manera legal. Tras la prohibición de la gestación subrogada hace seis años, Ucrania se convirtió en el país más demandado por los ciudadanos chinos que querían ser padres y solo podían lograrlo a través de una tercera persona. El sureste asiático sigue siendo, aun así, un lugar clave para la demanda china de vientres de alquiler. El precio y la opción de saltarse los trámites legales gracias a las mafias que se encargan de todo desde el país de origen siguen haciendo que sea atractivo.

En Tailandia, el proceso completo suele costar cerca de 50.000 euros, de los que las madres reciben unos 10.000 euros, el doble si son mellizos. Los riesgos son penas que pueden ser de hasta dos años de cárcel o 5.000 euros de multa. Muchas de las mujeres que se han dedicado a ello, no obstante, afirman que volverían a hacerlo, y sostienen que, en general, la relación con los padres 'compradores' es buena y cercana. Pese al sufrimiento o a haberse encariñado con el bebé, ya que en algunos casos pueden ganar 10 veces su salario durante la gestación. Muchas de ellas trabajan en el campo o en fábricas con el salario mínimo.

Foto: Foto: Reuters.

Sin embargo, la opción de un acuerdo entre ambas partes de manera honesta y transparente, con implicación de los padres demandantes de bebés, desapareció desde que en 2015 se prohibió la gestación subrogada para extranjeros en Tailandia sin que se persiguiera lo suficiente la alternativa ilegal.

Un negocio común para las mafias

Tailandia es un país de leyes muy conservadoras pero sumamente enrevesadas, y eso hace que esquivarlas sea relativamente habitual, además de sencillo. Por eso el país es reconocido por su oferta de turismo sexual, pese a que la prostitución esté —sobre el papel— totalmente prohibida. La pandemia ha hecho más evidentes los arreglos para camuflar ilegalidades. Hecha la ley, hecha la trampa: con el consumo de alcohol prohibido en los locales públicos, los bares dicen vender café, sirven cervezas en tazas y todo sigue igual. Es un ejemplo que puede trasladarse a lo que ocurre con el negocio de la gestación subrogada ilegal.

Tailandia prohibió la práctica tras varios escándalos internacionales. El que más conmoción causó fue el del hijo de un multimillonario japonés que, con 24 años, era padre de 13 bebés en Bangkok cuando él vivía en Japón. Hasta entonces, el país del sureste asiático había sido un destino clave para quienes buscaran tener hijos mediante la gestación subrogada, ya que la práctica era legal para extranjeros. A día de hoy, la ley solo lo permite a ciudadanos nacionales y ha de demostrarse que no hay ánimo de lucro.

No obstante, el negocio sigue ahí y lo único que ha cambiado son los clientes. El comisario general Torsak Sukvimol, a cargo de uno de los casos más importantes de tráfico humano en relación con la gestación subrogada, ha explicado que antes de la pandemia muchas mujeres tailandesas viajaban a China a dar a luz como vientres de alquiler, y ahora que no pueden el problema está saliendo a la luz. Por la pandemia, muchos de los niños que nacieron durante los meses de fronteras cerradas fueron abandonados. “Tememos que los niños acaben en el mercado negro de órganos”, declaró el oficial.

En la actualidad, los solicitantes de madres de alquiler son casi en su totalidad ciudadanos chinos. Las mafias están bien establecidas, la demanda allí es enorme y en Bangkok es bastante sencillo satisfacerla: igual que el aborto es ilegal y cualquiera que lleve poco tiempo aquí puede señalar dónde hay una clínica que lo practique, hay mucha gente que afirma directamente que ciertas clínicas de gestación en realidad son cómplices del negocio ilegal. Los locales son conscientes del problema, a la vista de todos en la capital tailandesa. La Jefatura de Policía tailandesa estima que al menos 500 niños abandonan el país en situación irregular en manos de ciudadanos chinos. Pero las autoridades no dudan de que son solo la punta del iceberg.

Hace cinco meses, una mujer china de 49 años se presentó en el aeropuerto de Bangkok con un bebé supuestamente suyo. O al menos eso decían los documentos que llevaba encima. Pero al agente de inmigración que debía sellarle los papeles para embarcar hacia su país le extrañó el escaso parecido de la criatura con su madre. Las alarmas saltaron cuando la viajera dudó al ser preguntada por lo que aparecía en los documentos del chiquillo.

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