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¿Y si estalla un conflicto entre Argelia y Marruecos? La guerra a las puertas de casa
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Tensiones en su punto más álgido

¿Y si estalla un conflicto entre Argelia y Marruecos? La guerra a las puertas de casa

La relación entre los dos 'pesos pesados' del Magreb es cada vez más tensa, pero hay división de opiniones sobre si llegarán directamente a las manos

Foto: Soldados marroquíes y marines, haciendo maniobras en 2012. (Africom)
Soldados marroquíes y marines, haciendo maniobras en 2012. (Africom)
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¿Y si estallase una guerra entre los dos pesos pesados del Magreb? Desde hace más de un cuarto de siglo, la relación entre Argelia y Marruecos se ha ido deteriorando. Desde finales del verano ha empeorado a mayor ritmo, hasta el punto de que en el norte de África y en Europa algunas voces temen abiertamente que ambos vecinos lleguen a las manos, como ya sucedió hace casi 60 años durante la llamada 'guerra de las arenas'.

“Henos aquí en una situación en la que la probabilidad de un conflicto armado es cada vez más elevada”, afirma en un editorial firmado Fahd Yata, director de 'La Nouvelle Tribune', una publicación marroquí. “La guerra se está preparando, pero, en mi humilde opinión, no se desarrollará como los generales argelinos lo desean”, afirma el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun. Ambos se hacen eco de los tambores de guerra que los marroquíes creen escuchar del otro lado de la frontera.

Foto: Foto: EFE.

El incremento de la tensión entre Argel y Rabat se veía venir desde que, en noviembre pasado, se rompió el alto el fuego en el Sáhara Occidental, tras 29 años de tensa paz, entre Marruecos y el Frente Polisario. Al mes siguiente, el presidente Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el territorio en disputa, añadiendo así más leña al fuego. Después se sumó el ministro de Exteriores israelí, Yair Lapïd, que en su primera visita a Rabat, en agosto, arremetió contra Argelia por sus lazos con Irán y su rol "nocivo" en la región.

Argel, que en 1994 ya cerró la frontera terrestre, tomó entonces decisiones aún más drásticas tras formular todo tipo de recriminaciones contra su vecino, algunas poco creíbles, como haber instigado los incendios forestales que asolaron Cabilia. Rompió a finales de agosto relaciones diplomáticas con Rabat, prohibió después a los aviones marroquíes —civiles y militares— entrar en su espacio aéreo y anunció el cierre del gasoducto Magreb-Europa, que exporta gas argelino a España a través de Marruecos.

Ahora, Argel ha ido más allá en su espiral de acusaciones. Rabat expresó en septiembre su apoyo al Movimiento para la Autodeterminación de Cabilia (MAK), que preconiza la independencia de esa región de siete millones de habitantes al este de Argel. Al mes siguiente, el 13 de octubre, la Seguridad Nacional argelina anunció haber desmantelado una célula del MAK que preparaba atentados y tenía vínculos con “la entidad sionista y un Estado norteafricano”. El comunicado acusaba veladamente a Marruecos de alentar el terrorismo. La televisión pública, poco después, lo hacía explícitamente. Rabat desmintió la información, pero un mes antes su embajador ante la ONU, Omar Hilale, sí se mostró partidario de la autodeterminación de Cabilia.

Foto: Imagen de archivo de un buque metanero. (Reuters)

Noticias como esta del plan terrorista, reales o inventadas, allanan el camino para que Argel apriete aún más las tuercas a su vecino. Ya a mediados de octubre, Amar Belani, el diplomático argelino que lleva los temas del Sáhara, dejó caer que se podrían tomar “medidas adicionales” contra Marruecos. Arslan Chikhaoui, un consultor argelino afín al régimen, fue más preciso en una entrevista con el diario 'Liberté', mencionando el cierre de las aguas territoriales a los barcos marroquíes, la imposición de un visado para entrar en Argelia y hasta la expulsión de los marroquíes residentes en el país. Son varias decenas de miles y en su mayoría trabajan, a veces irregularmente, en la construcción y en la agricultura.

Si Marruecos acabó con el alto el fuego en noviembre pasado, adueñándose del área desmilitarizada al sur de Guerguerat, en el Sáhara Occidental, Argelia acaba de dar la puntilla a la reanudación de las conversaciones entre el Polisario y las autoridades marroquíes. Tras dejar vacante el puesto durante dos años, el secretario general de la ONU, António Guterres, nombró a principios de mes al diplomático italo-sueco Staffan de Mistura su enviado especial para el Sáhara. Su objetivo primordial es reactivar el proceso de paz.

El argelino Belani ha dejado claro, sin embargo, que su país ya no participará en las mesas redondas junto con Marruecos, el Polisario y Mauritania que se celebraron hasta 2018, porque Argelia “no está involucrada en el conflicto regional”. Si Argel se ausenta de la ronda de conversaciones, las autoridades marroquíes tendrán un buen pretexto para no sentarse a la mesa. No habrá, por tanto, ni un esbozo de negociación.

Foto: Demostración aérea de la Patrulla Águila durante un evento en Polonia. (Reuters)

Si, como parece probable, no arranca una negociación, las autoridades argelinas pueden dar rienda suelta al Polisario para que pase de los meros bombardeos sobre el muro defensivo, que sirve de parapeto al Ejército marroquí en el Sáhara Occidental, a pequeñas ofensivas sobre el terreno. El siguiente paso consistiría en aprovechar cualquier incidente fronterizo —un sargento argelino murió el 13 de octubre al estallar una bomba cerca de la frontera marroquí— para provocar una escaramuza o incluso un enfrentamiento armado circunscrito.

Abundan los analistas, sobre todo afines a Rabat, que sostienen que la tentación belicista de Argel obedece a razones internas, que serviría para distraer la atención de un pueblo ansioso de libertades y de mejoras económicas. Argel recurre “al viejo truco nacionalista y patriótico para desviar la mirada de los verdaderos problemas”, escribe en el diario francés 'Libération' Kader Abderrahim, autor del libro 'Geopolítica de Argelia'.

Otras fuentes, conocedoras de la cúpula militar argelina, sostienen, en cambio, que algunos de sus 'pesos pesados' sueñan con propinar una lección a un vecino al que se le habrían subido los humos a la cabeza, después del espaldarazo que le brindó Donald Trump y de la recién estrenada amistad con Israel. Ahora sería el momento oportuno para hacerlo porque, aunque Marruecos se arma a marchas forzadas, Argelia sigue ostentando una holgada superioridad militar. La subida de los precios de la energía le proporciona además unos pingües ingresos con los que se puede costear una limitada aventura bélica.

Aunque sus opiniones apenas cuentan en la toma de decisiones, el Polisario arde en deseos de que Argelia la emprenda con Marruecos. Conseguiría quizás así aquello que no logró desenterrando, en noviembre, el hacha de guerra: que la comunidad internacional se tome en serio el conflicto enquistado y actúe para resolverlo.

“Argelia es más rica, más poblada [43 millones frente a 37] y gasta más en defensa; es por tanto quien puede atacar”, afirma Yago Rodríguez, un 'youtuber' que se dedica a los análisis militares. Su presupuesto de defensa (8.400 millones de dólares) equivale al 6,7% del PIB, el mayor porcentaje de toda África. Es el primer comprador de armas de todo el continente y el sexto del mundo. El presupuesto de Marruecos se sitúa en la mitad (4.152 millones) del argelino y tan solo supone el 3,8% del PIB, aunque ha crecido, en términos reales, un 54% en la última década. “Tras unas ganancias iniciales argelinas”, Yago Rodríguez prevé “un escenario bélico con notables semejanzas al de la guerra Irán-Irak en los ochenta, con un estancamiento de los frentes y una fuerte presión internacional sobre ambos bandos” para que depongan las armas y dialoguen.

“No vamos a llegar a las manos”, asegura Abdelaziz Rahabi, académico y exministro argelino que analiza al detalle la política exterior de su país, donde no escucha tambores de guerra. “Ahora bien, Argel ya no va a hacer regalos a Marruecos”, como sucedió en los últimos años. “Retomamos la iniciativa que en tiempos de Bouteflika [presidente argelino que falleció en septiembre pasado] se perdió. Él estaba más preocupado en consolidar su poder que en hacer sentir el peso del país en la región”, concluye.

¿Y si estallase una guerra entre los dos pesos pesados del Magreb? Desde hace más de un cuarto de siglo, la relación entre Argelia y Marruecos se ha ido deteriorando. Desde finales del verano ha empeorado a mayor ritmo, hasta el punto de que en el norte de África y en Europa algunas voces temen abiertamente que ambos vecinos lleguen a las manos, como ya sucedió hace casi 60 años durante la llamada 'guerra de las arenas'.

“Henos aquí en una situación en la que la probabilidad de un conflicto armado es cada vez más elevada”, afirma en un editorial firmado Fahd Yata, director de 'La Nouvelle Tribune', una publicación marroquí. “La guerra se está preparando, pero, en mi humilde opinión, no se desarrollará como los generales argelinos lo desean”, afirma el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun. Ambos se hacen eco de los tambores de guerra que los marroquíes creen escuchar del otro lado de la frontera.

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