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El Dunkerque afgano: dentro de la operación civil para sacar a los que se han quedado atrás
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El Dunkerque afgano: dentro de la operación civil para sacar a los que se han quedado atrás

Académicos, veteranos militares o viajeros tratan de ayudar a sus colaboradores y amigos afganos a encontrar una salida. Con el aeropuerto cerrado, piden abrir fronteras regionales

Foto: Momento de la evacuación de España. (Reuters)
Momento de la evacuación de España. (Reuters)

“Yo no soy experto para nada. Soy un viajero, estuve en Afganistán de turismo dos semanas y media en abril y el país caló en mí", relata Carlos Ferrer. "Por suerte, estoy de vacaciones. Si no, no podría. Llevo 15 días sin parar”. Ferrer es profesor de inglés en una academia de Tarragona, pero desde hace dos semanas forma parte de lo que algunos han llamado el 'Dunkerque digital afgano': un 'ejército' de voluntarios formado por veteranos militares, activistas, periodistas y viajeros que protagoniza una improvisada operación civil para ayudar a los esfuerzos de evacuación internacional. Ahora que las tropas occidentales han dejado el país, ellos son la última esperanza para miles de afganos que han sido dejados a su suerte.

“El gran problema de Afganistán ahora mismo es el dinero en efectivo. Los bancos siguen cerrados, los talibanes han dicho que abrirán con una especie de corralito y solo permitirán unos cientos de dólares por semana”, explica Ferrer. Sin cajeros a los que hacer llegar la ayuda en efectivo, desde Occidente el trabajo consiste en estar pegado al teléfono, preguntando a todos los contactos posibles por un lugar seguro al que dirigir a las personas que han quedado expuestas con el cierre del aeropuerto.

Foto: El ministro de Exteriores, José Manuel Albares (EFE)

En la noche del 30 al 31 de agosto, 24 horas antes de que se agotara el plazo de los talibanes, Estados Unidos cerró el masivo puente aéreo con el que la comunidad internacional evacuó a unas 124.000 personas en 15 días desde el aeropuerto de Kabul. En el país quedaron cientos de miles de colaboradores afganos —algunas fuentes calculan que más de 250.000— así como activistas por los derechos humanos, juristas, políticos, artistas, científicos, periodistas y académicos cuyas vidas corren peligro en el nuevo Emirato Islámico. Pese a las promesas de los talibanes de que “pronto” permitirán los vuelos al extranjero de “personas elegibles”, de momento el aeropuerto sigue clausurado.

"Están aterrados. Preguntan cómo podrían llegar a una u otra frontera. Buscamos casas para que se oculten. Necesitan salir"

Mientras las potencias negocian con el nuevo régimen islamista, los voluntarios evocan la batalla de Dunkerke, cuando cientos de barcos civiles se sumaron a los militares para rescatar a más de 338.000 soldados aliados sitiados por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Esta vez van armados con sus teléfonos móviles, que utilizan para coordinarse con los afganos y diseñar posibles rutas de evacuación. Con el aeropuerto y las fronteras bajo control islamista, las nuevas rutas de escape son cada vez más complicadas. Ahora mismo, ayudar a esos afganos no es cuestión de reunir dinero ni donaciones, sino de absoluta logística.

Foto: Refugiados afganos a su llegada al Aeropuerto Internacional Washington-Dulles, en Estados Unidos, tras abandonar Kabul. (Getty)

“Desde los primeros días estamos al teléfono, trabajando. Ellos nos mandaban fotografías de su ubicación exacta, de lo que llevaban, y nosotros las pasábamos a los militares al otro lado de la valla [del aeropuerto] para que los identificaran", relata Brad Blitz, profesor del University College London. "Ahora [que los militares se han ido] todavía hay electricidad y wifi, estamos hablando con ellos y están aterrados. Preguntan cómo podrían llegar a una u otra frontera. Buscamos casas para que se oculten. Necesitan salir”, explica Blitz, cuyo departamento participaba en un programa de investigación científica financiado por el Gobierno británico que contaba con colaboradores afganos en el terreno. “De los 400 nombres que tenemos en nuestras listas, solo 50 han conseguido salir”, se lamenta en una entrevista con El Confidencial.

La 'piña' ya no funciona

“Tenemos que hacer un giro estratégico ahora que el aeropuerto no es una opción y estamos pasando de la 'evacuación' al 'rescate', que es un esfuerzo a más largo plazo. Nuestro objetivo ahora es trabajar con y a través de la población local para crear una red que nos permita lograr avances sin estar sobre el terreno”, explica Scott Mann, veterano de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos y uno de los fundadores del grupo Task Force Pineapple, una red de veteranos que, durante la primera fase de la evacuación, organizaron corredores seguros al aeropuerto para evacuar a sus antiguos colegas afganos.

"Hay personas en situación de riesgo extremo que necesitan ponerse a salvo inmediatamente"

El nombre surgió de la contraseña que utilizaron para identificar a 'sus' afganos cuando llegaban a las atestadas puertas del aeródromo, a los que habían instruido para gritar “¡piña!” al llegar a la fosa que rodea la entrada. Después, perfeccionaron la técnica y enseñaban una imagen de la fruta en su teléfono móvil a los militares. Ahora la 'piña' no funciona y buscan otras vías para continuar sacando gente del país. La misión, insiste, es contrarreloj. “En algunos casos, hay personas en situación de riesgo extremo que necesitan ponerse a salvo inmediatamente”, agrega Mann.

La mayoría de estos ‘extractores’ civiles consultados por El Confidencial están apostando por las fronteras terrestres, antes que confiar en las promesas de los talibanes y esperar a que se reabra el aeropuerto de Kabul o de Kandahar. La iniciativa de Francia de reabrir el aeropuerto como una ‘zona segura’ controlada por tropas de Naciones Unidas no ha prosperado por el momento; mientras Reino Unido ha mandado un enviado especial a Doha para negociar directamente con los talibanes un 'pasaje seguro' para los que quedan por evacuar. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha declarado que es “esencial” mantener el aeropuerto de Kabul abierto, y el Departamento de Estado de EEUU ha asegurado que han recibido “garantías” de los talibanes en esta línea.

Foto: Talibanes en Kandahar. (EFE)

Los talibanes han solicitado a Qatar y Turquía que colaboren en la gestión del aeropuerto, pero las negociaciones todavía no han fructificado ante la negativa de los talibanes de permitir que tropas turcas acompañen al personal de gestión aeroportuaria. Pero la buena voluntad del régimen no está clara, como tampoco lo está su capacidad para operar un aeropuerto internacional.

Alemania está organizando evacuaciones a través de la frontera con Uzbekistán, según ha anunciado el ministro de Exteriores, Heiko Maas. España está evacuando a gente por el paso fronterizo con Pakistán de Torkham, según ha informado TVE. Voluntarios con los que ha hablado El Confidencial piensan en rutas hacia Irán y Pakistán, o incluso Tayikistán.

Foto: Fuerzas militares rusas y uzbekas en la frontera con Afganistán. (EFE)
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“Preguntan cómo podrían llegar a una u otra frontera, pero están a la espera, quieren saber que tendrán un visado antes de intentar salir porque son conscientes de que podrían quedar atrapados en un campo de refugiados”, explica Blitz. Mann, el veterano estadounidense, también apunta a fronteras vecinas, en su caso Tayikistán: “Espero que la OTAN contribuya presionando, por ejemplo, en la frontera de Tayikistán. Necesitamos que se abra. Necesitamos que las embajadas en Tayikistán estén preparadas”.

¿Les dejarán salir? ¿Les dejarán vivir?

Pese a sus declaraciones públicas, los talibanes han reiterado que los afganos no deberían abandonar el país, sino “unirse a los talibanes en su reconstrucción”, como dijo esta semana Inamulá Samangani, miembro del buró político de los talibanes, en una entrevista con la BBC. El nuevo Gobierno es consciente de que necesita a la generación más formada, con experiencia e idiomas, para poder gestionar el país, y la salida masiva de afganos supone una costosa fuga de cerebros para el régimen. Tampoco está claro si respetarán su promesa de una "amnistía general" para los que cooperaron con las fuerzas de ocupación. Según un informe de la ONU, la organización integrista está elaborando una ‘lista negra’ de nombres y habría ordenado a sus milicianos 'dar caza' a aquellos que trabajaron con los occidentales o en puestos clave de la defenestrada Administración afgana.

“Creemos que [muchos] están escondidos, aunque algunos puede que hayan intentado escapar”, detalla Blitz, indignado porque muchos de sus colaboradores afganos eran elegibles para el programa de reasentamiento británico ARAP (Afghan Relocations and Assistance Policy), pero no han recibido respuesta por parte del Gobierno de Boris Johnson. "Sabemos de una persona que ya ha sido arrestada", se lamenta el profesor británico.

Foto: Talibanes en Jalalabad (Afganistán). EFE

La falta de opciones en un contexto de desesperación está haciendo florecer un mercado negro de traficantes, contrabandistas y falsificadores que prometen vías para salir del país. “En el mercado negro, se venden visados para Irán por unos 500 dólares y ahora nos están contactando contrabandistas de personas”, explica Blitz. “Pueden estar proporcionando un servicio necesario, pero no sabemos quiénes son ni sus motivos, más allá de los financieros. Esto es lo que ocurre cuando no hay pasajes seguros”.

“En el mercado negro, se venden visados para Irán por unos 500 dólares y ahora nos están contactando contrabandistas de personas”

Para Mann, como para la mayoría de quienes están intentando continuar con los esfuerzos de evacuación, sus esfuerzos son "una oportunidad para honrar una promesa que sentimos que debe mantenerse a los ciudadanos afganos", a los que Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN han dado la espalda tras servir a sus intereses. “Esto puede provocar una herida moral en toda la OTAN —piensa el veterano 'boina verde'—, y, en mi opinión, las heridas morales son las peores porque no te permiten volver a mirarte en el espejo”.

Mientras las grandes potencias se felicitan por la operación de evacuación y Afganistán comienza a desaparecer de los titulares, muchos de estos civiles sienten el peso de la responsabilidad que, por un motivo u otro, ha acabado recayendo sobre sus hombros. “Tener las vidas de estas personas en mis manos me da miedo”, concluye Ferrer.

“Yo no soy experto para nada. Soy un viajero, estuve en Afganistán de turismo dos semanas y media en abril y el país caló en mí", relata Carlos Ferrer. "Por suerte, estoy de vacaciones. Si no, no podría. Llevo 15 días sin parar”. Ferrer es profesor de inglés en una academia de Tarragona, pero desde hace dos semanas forma parte de lo que algunos han llamado el 'Dunkerque digital afgano': un 'ejército' de voluntarios formado por veteranos militares, activistas, periodistas y viajeros que protagoniza una improvisada operación civil para ayudar a los esfuerzos de evacuación internacional. Ahora que las tropas occidentales han dejado el país, ellos son la última esperanza para miles de afganos que han sido dejados a su suerte.

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