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Occidente se pone en modo 'control de daños' tras la caída definitiva de Afganistán
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avalancha migratoria y coste político

Occidente se pone en modo 'control de daños' tras la caída definitiva de Afganistán

"La guerra en Afganistán se ha acabado. Era una promesa que hice en campaña y hoy cumplo. Era el momento de ser honestos de nuevo con los americanos", aseguró Biden

Foto: Talibanes celebran en las calles de Kandahar, Afganistán. (EFE)
Talibanes celebran en las calles de Kandahar, Afganistán. (EFE)

Afganistán amaneció el martes bajo completo control talibán. Las últimas tropas estadounidenses abandonaron el aeropuerto de Kabul un minuto antes de la media noche, casi a hurtadillas, cuando aún faltaban 24 horas para que se cumpliera el plazo límite dado por los islamistas. La foto verde fluorescente del último soldado ponía fin a la mastodóntica y anárquica evacuación internacional que en dos semanas ha sacado a más 120.000 personas del país —la gran mayoría afganos—. Cientos de miles más han quedado atrapados y temen las posibles represalias por su cooperación con las dos décadas de ocupación extranjera. Mientras, Occidente ya comienza a pasar página.

Finalizada la evacuación de "nuestros afganos", la antigua alianza internacional está ahora enfocada en hacer 'control de daños' interno. El martes, los ministros de Interior de la Unión Europea se reunían en Bruselas para cerrar filas ante un potencial escenario de desestabilización similar al de la crisis migratoria de 2015, aunque en un contexto político completamente distinto y con varias citas electorales clave en el horizonte. Al otro lado del Atlántico, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, también está intentando reconducir el relato, camuflando la desastrosa salida en un cambio de era para la política exterior del país.

Foto: Evacuación en el aeropuerto de Kabul (Afganistán). (EFE) Opinión

"La guerra en Afganistán se ha acabado. Era una promesa que hice en campaña y hoy cumplo. Era el momento de ser honestos de nuevo con los americanos. Una guerra que debió acabar hace mucho tiempo", aseguró Biden desde la Casa Blanca. "Esta decisión sobre Afganistán no es solo sobre Afganistán: es sobre terminar una era de utilizar grandes operaciones militares para rehacer otros países", agregó el mandatario en una alocución televisiva en la que no aceptó preguntas y tampoco hizo autocrítica por la precipitada evacuación del país, que calificó de un "éxito extraordinario".

Con un discurso a la defensiva, el presidente aseguró que el dilema era "salir o escalar" un conflicto que ha costado al país "300 millones de dólares al día durante dos décadas" y la vida de 2.356 militares, 13 de ellos en la propia misión de evacuación. "El mundo ha cambiado (...) y mi principal misión es proteger América, no de las amenazas de 2001, sino de las de 2021, las de mañana", aseguró Biden, citando el nuevo terrorismo global, los ciberataques o la proliferación nuclear.

Aunque la salida de Afganistán era respaldada por la mayoría de estadounidenses a ambos lados del espectro político, la caótica evacuación le está pasando factura. El error de cálculo de Washington, que esperaba que la democracia afgana aguantara meses el empuje talibán, ha llevado a la concatenación de una serie de dramáticas escenas para el olvido: los helicópteros rescatando a los diplomáticos de las embajadas, los afganos montándose en el fuselaje de los primeros aviones que salían de Kabul, las dos angustiosas semanas con miles de colaboradores afganos tratando de llegar al aeropuerto para huir del país, los atentados del ISIS-K en plena evacuación, que costaron la vida a 13 soldados estadounidenses y más de 170 civiles afganos.

Foto: Escena de la evacuación de España en Kabul. (Reuters)

Biden, quien delegó en el Pentágono la tarea de anunciar el último vuelo de salida de Kabul, se muestra ansioso por cerrar el capítulo afgano y volver a centrarse en el cada vez más desafiante panorama interno, como lidiar con la preocupante oleada de la variante delta, supervisar el impacto del huracán Ida en la costa del Golfo o sus negociaciones para continuar con su agenda económica. No va a ser fácil, ya que en Afganistán todavía quedan muchos flancos abiertos para la Casa Blanca, incluyendo la situación de decenas de ciudadanos estadounidenses que todavía no han podido salir del país. "Seguiremos preocupados por los derechos humanos", dijo en un momento de su intervención, "pero no mediante eternos despliegues militares".

Frente unido en Bruselas

En Bruselas, han sido menos ceremoniosos con el fin de los 20 años de intervención en Afganistán. El rápido auge talibán y la evacuación de emergencia en pleno agosto también pillaron a contrapié a la diplomacia europea, por lo que ahora centra sus esfuerzos en que un potencial éxodo afgano no los pille desprevenidos. La obsesión común es evitar que se repitan las imágenes de la crisis migratoria de 2015 en el actual contexto de crisis sanitaria y económica. En una escueta declaración de nueve párrafos —en la que aparecen siete veces la palabra 'seguridad' y cinco el término 'ilegal'—, los ministros de Interior de los Veintisiete ya se preparan ante una eventual llegada "masiva" de refugiados.

“En función de las lecciones aprendidas, la UE y los Estados miembros están determinados a aunar fuerzas para prevenir los movimientos ilegales masivos que afrontamos en el pasado. Hay que evitar los incentivos a la migración ilegal”, rezan las conclusiones consensuadas. El fondo y las formas ya denotan lo que viene siendo una realidad desde hace años en la Unión: el lenguaje con la inmigración es cada vez más duro.

Foto: Una familia afgana vive temporalmente en un parque de Kabul. (EFE) Opinión

La primera estrategia, dejan entrever en la UE, es intentar que los países vecinos absorban el grueso del impacto migratorio. Para ello, según informa el diario 'Financial Times', la UE estaría preparando una partida de unos 600 millones de euros para apoyar a Pakistán, Irán, Uzbekistán o Turkmenistán. Una fórmula similar a la que emplea con Turquía, aunque a una escala mucho menor.

“Quedaos ahí. Os ayudaremos apoyando a la región”, decía un mensaje firmado por los representantes de Austria, República Checa y Dinamarca enviado a los afganos antes de la reunión europea y que sentaba el tono de lo que estaba por venir. Una vez terminada la operación de salida, todas las capitales ya están leyendo la crisis en clave interna —en algunos casos, como Alemania o Francia, en clave directamente electoral—.

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters)

De la cita europea no sale ningún compromiso formal, ni económico ni migratorio. Por el momento, las fronteras del país están bajo control de los talibanes, que son los que están determinando el flujo de salidas —por el momento, la mayoría hacia Pakistán—. Pero nadie descarta futuros escenarios de inestabilidad o el establecimiento de mafias o redes clandestinas de migración. Por ello, uno de los mensajes clave en que se insiste es anticipar antes que reaccionar. “Tenemos que evitar una crisis humanitaria, una crisis migratoria y una amenaza a nuestra seguridad”, señaló Ylva Johansson, comisaria de Interior. "El momento de actuar es ahora. No podemos esperar a tener grandes flujos en nuestras fronteras ni a que las organizaciones terroristas se hagan más fuertes", concluyó.

Afganistán amaneció el martes bajo completo control talibán. Las últimas tropas estadounidenses abandonaron el aeropuerto de Kabul un minuto antes de la media noche, casi a hurtadillas, cuando aún faltaban 24 horas para que se cumpliera el plazo límite dado por los islamistas. La foto verde fluorescente del último soldado ponía fin a la mastodóntica y anárquica evacuación internacional que en dos semanas ha sacado a más 120.000 personas del país —la gran mayoría afganos—. Cientos de miles más han quedado atrapados y temen las posibles represalias por su cooperación con las dos décadas de ocupación extranjera. Mientras, Occidente ya comienza a pasar página.

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