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Muchas fotos, pocas esperanzas y un frágil acuerdo: así fue el encuentro Putin-Biden
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Relajan tensiones y poco más

Muchas fotos, pocas esperanzas y un frágil acuerdo: así fue el encuentro Putin-Biden

El esperado encuentro no tuvo consecuencias tangibles más allá del retorno de los embajadores y vagas promesas de acuerdos futuros. Nadie podía esperar mucho más

Foto: Un momento del encuentro entre Putin y Biden en Ginebra. (EFE)
Un momento del encuentro entre Putin y Biden en Ginebra. (EFE)

Los periodistas que se agolparon el miércoles en la Grange (Ginebra, Suiza) para tomar fotografías de las dos delegaciones terminaron por ser expulsados tras una rencilla entre ellos, cayendo incluso un reportero al suelo. El anecdótico suceso demuestra la expectación que había generado el primer encuentro entre el presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo Joe Biden, desde que este último accediera a la Casa Blanca. La cumbre, producida en un momento pésimo para las relaciones entre ambos países, ha producido en aquellos observadores con más experiencia reminiscencias de las reuniones en territorio neutral que líderes soviéticos y estadounidenses celebraban durante la Guerra Fría. No obstante, la atención mediática parecía, en este caso, desmesurada en comparación con las limitadas expectativas que albergaban ambas administraciones.

Foto: Vladimir Putin (izq.) y Joe Biden se dan la mano. (Reuters)

La jornada comenzaba con un gesto inicial por parte del presidente Biden hacia Moscú. Se refirió a EEUU y Rusia como “dos grandes potencias”, una etiqueta que Rusia siempre se atribuye a sí misma, pero que Washington no siempre ha concedido. Tras la anexión rusa de Crimea y Sebastopol en 2014, el presidente Obama llamó a Rusia una “potencia regional”, provocando el consecuente enfado de Moscú. La terminología empleada no es una cuestión menor; el Kremlin se ha negado en el pasado a discutir con estados u organizaciones que no les consideraban, al menos, como un igual. Por tanto, este gesto auguraba la voluntad por parte de EEUU de alcanzar un entendimiento mínimo entre las partes.

Sin embargo, esto no significa que Washington se sentara a la mesa de negociación con una actitud complaciente hacia los rusos. Durante su 'tour' por Europa, Biden se reservó las mañanas para consultas con sus asesores, que prepararon e instruyeron al presidente en los temas que podrían tratarse en la reunión de hoy con Putin. Estos temas son tan espinosos como polémicos: envenenamiento y encarcelación de Navalni, persecución a la oposición rusa, injerencia en las elecciones de EEUU, ciberataques, Ucrania, Bielorrusia, Siria… El choque frontal entre los intereses de rusos y estadounidenses en estos asuntos es muestra de las grandes dificultades que entraña un acercamiento de posturas y, por ello, sorprende incluso el más mínimo acuerdo entre las partes.

placeholder Los equipos de Joe Biden (izq.) y Vladímir Putin discuten durante una de las fases de la reunión. (Reuters)
Los equipos de Joe Biden (izq.) y Vladímir Putin discuten durante una de las fases de la reunión. (Reuters)

Finalmente y tras dos rondas de reuniones, conocíamos las impresiones de los participantes. En rueda de prensa, el presidente ruso Vladímir Putin celebró la buena disposición de los estadounidenses durante la reunión y soslayó con la habilidad a la que nos tiene acostumbrados las preguntas más comprometedoras. Por un lado, Putin respondía a un periodista que “no ha habido hostilidad, más bien al contrario. Ambas partes han demostrado su voluntad de entenderse (…). Ha sido una conversación constructiva”. Pero al ser interpelado acerca de la posible adhesión de Ucrania a la OTAN, o sobre el opositor envenenado y encarcelado Alekséi Navalni, el mandatario ruso afirmaba que “no creo que haya nada que discutir”.

Biden intervenía posteriormente y confirmaba el sabor agridulce que Putin había dejado entre el público. El presidente estadounidense aseveraba haber dejado claro a su par ruso que, para Washington, las violaciones de derechos humanos continuarán “estando sobre la mesa”. Esto significa que EEUU no dejará de criticar y tomar represalias por el encarcelamiento y persecución a opositores, lo que en Moscú consideran una injerencia directa en sus asuntos internos. Biden también informó a los periodistas presentes de que había advertido a Putin de que habría consecuencias si Rusia interfiere en las elecciones estadounidenses. Sin embargo, antes de concluir, afirmó sentir optimismo con respecto a la posibilidad de mejorar la relación de las dos potencias.

Foto: El presidente de EEUU, con su homólogo en Rusia. (EFE)  Opinión
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El resultado de las negociaciones con mayor valor simbólico ha sido la vuelta de los embajadores de ambos países, Anatoly Antónov y John Sullivan, a sus respectivas posiciones, aunque no se ha acordado una fecha. Los representantes habían regresado a las capitales de sus países en abril, tras la expulsión de diplomáticos y el deterioro de las relaciones entre ambas potencias en los meses anteriores.

En relación con los ciberataques, que desembocaron en sanciones contra Rusia el pasado abril, Putin anunció que había alcanzado un acuerdo con Biden para comenzar consultas y reducir el riesgo de que estos se produzcan. No obstante, añadió, EEUU tiene poca intención de investigar los ataques de este tipo contra activos rusos. Biden confirmó que había entregado a Putin una lista de 16 entidades que deberían ser excluidas de cualquier ciberataque y que expertos de ambos países trabajarían en los detalles de un acuerdo en esta dirección.

¿Por qué se han reunido Putin y Biden?

El objetivo principal del encuentro había sido anunciado por ambas partes en el pasado, a saber, aumentar la predictibilidad de la relación entre ambas potencias. No es casualidad que EEUU invitara a Putin a Ginebra en el contexto de una escalada de tensiones en el Donbás, en las que Washington tenía tanto que ver como Kiev y Moscú. La Administración Biden se estrenó este año con castigos económicos contra Rusia y un renovado compromiso diplomático con Ucrania, lo que desembocó en sanciones al político ucraniano Víktor Medvédchuk (con quien Putin mantiene una relación estrecha) y el lanzamiento de la Plataforma de Crimea, iniciativa que busca aumentar la presión internacional contra Rusia por la anexión de la península.

Foto: Un soldado ucraniano en la línea de separación de los rebeldes prorrusos cerca de Donetsk. (Reuters)

Rusia considera que Zelensky, amparado por Washington, ha cruzado varias líneas rojas que han llevado a Moscú al borde de una nueva guerra abierta en el Donbás este año. Por su parte, los estadounidenses buscaban espacios para un consenso, incluso limitado, en asuntos estratégicos, sin renunciar a su posición en materia de derechos humanos o respecto a la injerencia rusa en los países de su entorno, como Bielorrusia o Ucrania. La delegación de Biden era, por tanto, muy consciente de que no cabía esperar un cambio de postura significativo en el Kremlin con respecto a las cuestiones más relevantes.

De hecho, en los días previos al encuentro en Ginebra, Putin concedió una entrevista al medio americano NBC. Una tras otra, el ruso negó todas las acusaciones que se vertieron contra él: Putin aseguró que no ordenó el envenenamiento de Navalni, que los rusos no están detrás de los ciberataques contra infraestructura y compañías estadounidenses y que el Kremlin no está planeando proveer a Irán con sistemas de satélites que emplearía con fines militares. En consecuencia, no debe sorprender que la Casa Blanca hubiera alertado con anterioridad de que no se firmaría ningún acuerdo con Putin en Ginebra.

Al mismo tiempo, con la reunión, Putin buscaba tener un palco envidiable desde el que reforzar las narrativas rusas en torno a la política internacional con el objetivo de mejorar su imagen entre el público global. Precisamente, un estudio del Pew Research Center publicado este mes apuntaba al mal momento del jefe de Estado ruso en términos de popularidad en el exterior. En particular, el informe alertaba de que, entre la población de las 17 economías más avanzadas, solamente un 22% confía en que Putin hará “lo correcto” en política internacional. En nuestro país, solamente el 18% comparte esta opinión, lo que nos sitúa entre las poblaciones menos putinistas, superados tan solo por Suecia y EEUU, y empatados por el bronce con Países Bajos.

Foto: Sven Mikser, cuando era ministro de Exteriores de Estonia (EFE)

Cumbre agridulce para una “estabilidad estratégica”

Los limitados acuerdos logrados hoy son, en términos generales, una buena noticia para Europa. No obstante, el débil equilibrio de intereses que las delegaciones han encontrado en Ginebra puede verse fácilmente socavado por nuevos desencuentros entre Washington y Moscú en numerosos puntos del globo. Biden ha conseguido llegar a un consenso con la delegación rusa a costa de evitar temas en los que las posiciones son irreconciliables. Temas que con toda seguridad seguirán provocando fricciones con los rusos, como la represión de la oposición en Rusia, el conflicto sirio, la relación con Irán o los constantes ciberataques en ambas direcciones.

Mientras Putin comenzaba su intervención, ambas partes publicaban una declaración conjunta que dejaba mucho que desear. El breve texto anunciaba el establecimiento de un “diálogo integrado bilateral de estabilidad estratégica”, e indicaba que los esfuerzos se centrarían en el control de armas, un tema en el que las dos administraciones ya habían mostrado capacidad de entendimiento. Es decir, la cumbre tendrá un efecto inmediato bastante limitado y reversible. Que este encuentro sirva como soporte para algo más sólido que las declaraciones de intenciones hechas ayer por Putin y Biden dependerá no solo de ellos, sino también de las tensiones en lugares del planeta donde día a día se debaten los intereses de las dos grandes potencias.

Los periodistas que se agolparon el miércoles en la Grange (Ginebra, Suiza) para tomar fotografías de las dos delegaciones terminaron por ser expulsados tras una rencilla entre ellos, cayendo incluso un reportero al suelo. El anecdótico suceso demuestra la expectación que había generado el primer encuentro entre el presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo Joe Biden, desde que este último accediera a la Casa Blanca. La cumbre, producida en un momento pésimo para las relaciones entre ambos países, ha producido en aquellos observadores con más experiencia reminiscencias de las reuniones en territorio neutral que líderes soviéticos y estadounidenses celebraban durante la Guerra Fría. No obstante, la atención mediática parecía, en este caso, desmesurada en comparación con las limitadas expectativas que albergaban ambas administraciones.

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