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Biden y la OTAN: estadounidenses antes que aliados de Europa
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Biden y la OTAN: estadounidenses antes que aliados de Europa

Donde haya un conflicto entre los intereses percibidos de los votantes estadounidenses y una visión más global del bien común, Biden pondrá a 'su gente' en primer lugar

Foto: Joe Biden. (EFE)
Joe Biden. (EFE)

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha visitado esta semana Europa ansioso por demostrar que EEUU ha vuelto, como partidario del multilateralismo. En la cumbre del G-7 y las reuniones con la OTAN y la Unión Europea, Biden reafirmará el compromiso de Estados Unidos de trabajar con sus aliados más cercanos en una serie de problemas internacionales urgentes. Biden ya se ha distanciado de los años de Donald Trump con su apoyo a procesos e instituciones multilaterales como la iniciativa de vacunación Covax y el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Pero los primeros meses de la presidencia de Biden también han demostrado que su enfoque del multilateralismo está conformado por las prioridades centrales de su administración, que imponen límites claros a su disposición a cooperar con los aliados más cercanos de Estados Unidos.

La principal preocupación de Biden es demostrar que la política exterior de Estados Unidos puede brindar beneficios tangibles a los estadounidenses de a pie. Este objetivo está impulsado por la naturaleza polarizada de la política estadounidense y una percepción más amplia de que la democracia estadounidense está en peligro. Biden tiene el margen de gobierno más estrecho en el Senado. Y sabe que un Partido Republicano dominado por los populistas aprovechará cualquier oportunidad para argumentar que está dando prioridad a los intereses de una élite globalista por encima de los de los trabajadores estadounidenses. Biden y sus asesores creen que deben volver a conectar las acciones de Estados Unidos en el extranjero (y en casa) con los intereses de los votantes de clase media, o arriesgarse a que el pueblo estadounidense se aleje aún más de su sistema político. Más allá de esto, Biden ha dejado muy claro que ve a los países democráticos como fundamentalmente amenazados por una China cada vez más asertiva y autoritaria. Para prevalecer en esta competencia global, Estados Unidos y sus aliados deben demostrar que su sistema de gobierno puede superar al autoritarismo de China y frustrar los intentos chinos de remodelar el orden internacional en su beneficio.

Foto: El presidente estadounidense, Joe Biden (izq.), se reúne con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante la cumbre en Bruselas. (Reuters)

Este conjunto de objetivos determina la forma en que la administración Biden aborda la cooperación multilateral. Donde haya un conflicto entre los intereses percibidos de los votantes estadounidenses y una visión más global del bien común, Biden pondrá a 'su gente' en primer lugar. Esto ha sido particularmente evidente en su enfoque de las vacunas covid-19. Desde que asumió el cargo, EEUU ha aumentado exponencialmente su producción de vacunas, con casi todas las dosis reservadas para uso doméstico. "Vamos a empezar asegurándonos de que los estadounidenses sean atendidos primero, pero luego intentaremos ayudar al resto del mundo", dijo en marzo. Biden también ha mantenido la política de la era Trump de ordenar a los productores estadounidenses de ingredientes para las vacunas que suministraran antes a las compañías farmacéuticas nacionales frente a los fabricantes extranjeros, lo que ha provocado retrasos en la producción de algunas vacunas en el extranjero. Solo cuando la cantidad de vacunas producidas en Estados Unidos comenzó a exceder la cantidad de personas que esperaban ser inoculadas, Biden reveló un plan a gran escala para compartir vacunas con los países más necesitados.

Doble juego

La decisión de Biden de apoyar una suspensión de las patentes de las vacunas covid-19, que pilló a los europeos con la guardia baja, fue otro ejemplo de este enfoque. Una motivación clave para el anuncio fue que es un modo —sin mucho riesgo interno para EEUU— de demostrar "preocupación" por la difícil situación de los países de bajos y medios ingresos, al tiempo que alivia la presión interna para que EEUU empiece a liberar dosis acumuladas de vacunas. Cualesquiera que sean los beneficios de una exención de las patentes a largo plazo, los responsables políticos europeos vieron, con razón, la iniciativa de Biden como fundamentalmente política. Cuando Biden anunció en mayo que su administración iba a poner en marcha un plan para aumentar la producción de vacunas, especificó que la mayor parte se mantendría en EEUU, por lo que se "crean empleos aquí en casa y se salva vidas en el extranjero". En cambio, si bien la UE ha invertido fondos para aumentar la capacidad productiva en Europa, también ha anunciado un plan de mil millones de euros centrado en aumentar la fabricación de vacunas en África.

Foto: Pedro Sánchez, Justin Trudeau y Joe Biden se saludan en la cumbre de la OTAN. (Reuters)

El enfoque de Biden en priorizar los intereses percibidos de los trabajadores estadounidenses se extiende también a su enfoque del comercio internacional. Ha revocado la política de Donald Trump de bloquear el nombramiento de Ngozi Okonjo-Iweala como jefa de la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero ha dejado vigentes los aranceles comerciales de Trump, a pesar de que muchos de ellos violan el espíritu, si no incluso la propia letra, de las reglas de la OMC. La representante comercial de Biden, Katherine Tai, dijo que los aranceles eran una herramienta legítima para contrarrestar el enfoque capitalista de estado de Pekín, y sugirió que le daban a Estados Unidos influencia en las negociaciones comerciales con China. La administración Biden dice que su política comercial con China se encuentra actualmente en una revisión "de arriba a abajo".

Lo que acepten los votantes

A los funcionarios europeos les gustaría reactivar las discusiones con EEUU sobre cómo abordar el modelo económico 'estadocéntrico' de China dentro de la OMC, pero empiezan a frustrarse por lo que ven como una falta de interés y compromiso por parte del equipo de Biden. La política comercial es un tema incómodo para Biden, porque muchos de los votantes de clase media cuyo apoyo está tratando de retener son reticentes a los acuerdos comerciales internacionales. Sin embargo, su ambición de movilizar una coalición global contra China implica un esfuerzo por fortalecer los lazos económicos entre los aliados democráticos, especialmente con los de Asia. A Trump no le importaba seguir un enfoque unilateral de rivalidad económica con China. Biden tiene un conjunto de objetivos más complicado de conciliar entre sí. Mientras tanto, también ha establecido su propio programa Buy American (compra estadounidense) para adquisiciones del Gobierno federal.

Foto: Charles Michel, Joe Biden, Yosihide Suga, Boris Johnson y Mario Draghi. (EFE)

En cuanto a la cuestión climática, otra prioridad europea, Biden ha abrazado de nuevo el multilateralismo al unirse al Acuerdo de París en su primer día en el cargo y al organizar una cumbre mundial el Día de la Tierra (22 de abril). Pero, nuevamente, su enfoque está impulsado por su sentido de lo que tolerarán los votantes estadounidenses y los representantes electos en el Congreso. Esto significa que planea reducir las emisiones mediante la inversión en tecnología verde y energía renovables, en lugar de disuadir a los estadounidenses de quemar combustibles fósiles mediante un impuesto sobre el carbono. Eso podría crear tensiones con la UE si el bloque avanza con su impuesto fronterizo al carbono, una medida que la administración Biden ha tratado de desalentar.

Pese a todo, en otros asuntos la agenda de Biden crea nuevas oportunidades para la cooperación UE-EEUU. Su inclinación hacia los trabajadores estadounidenses y su alejamiento de las grandes multinacionales ha llevado a que EEUU apoye un acuerdo histórico sobre el impuesto de sociedades con sus socios del G-7.

Competir con China

Biden cree genuinamente que Estados Unidos necesita competir con China, pero también ve esta rivalidad como una forma de persuadir a los estadounidenses para que adopten una perspectiva global. Si bien los europeos pueden palidecer ante parte de la retórica anti China de Biden, pueden dar la bienvenida a su interés en aumentar la cooperación entre democracias afines para definir estándares tecnológicos y construir infraestructura global, y trabajar de manera conjunta para sancionar las violaciones de los derechos humanos por parte de Pekín.

Ahora que se ha vacunado a un gran número de estadounidenses, debería ser posible coordinar una iniciativa para aumentar las entregas de dosis a los países de ingresos bajos y medios. Biden está comprometido con la alianza de seguridad occidental de una manera que Trump nunca pareció estarlo.

Foto: Ilustración: EC.
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Los europeos pueden sentirse tentados a denunciar algunas de las políticas de Biden como multilateralismo de "Estados Unidos primero", pero deberían resistir el impulso de actuar con superioridad. El hecho de que las empresas farmacéuticas con sede en Europa hayan estado exportando vacunas al exterior, mientras que las estadounidenses no lo han hecho, es más un reflejo del número limitado de acuerdos de compra anticipada que concluyó la UE que de cualquier enfoque inteligente.

En términos más generales, el multilateralismo no es un fin en sí mismo, sino un método para obtener otros beneficios. La concepción estadounidense de la cooperación internacional está inevitablemente determinada por su situación, intereses y cultura política. Difícilmente ayudaría a los esfuerzos de Europa por promover la cooperación global si el Partido Republicano de Trump recuperara el control del Congreso, y mucho menos de la Casa Blanca. Dado que ha logrado derrotar a Trump, Biden tiene un margen razonable para sostener que sabe lo que necesita hacer para mantener el apoyo popular de los estadounidenses para sostener su vición del internacionalismo. Los líderes europeos deberían agradecer las oportunidades de cooperación con Biden, pero no dudar en adoptar su propio enfoque del multilateralismo cuando sus intereses vayan en una dirección diferente.

*Este análisis del European Council on Foreign Affairs (ECFR) ha sido publicado originalmente en inglés bajo el título de 'American before Allies: Biden's limited multilateralism'.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha visitado esta semana Europa ansioso por demostrar que EEUU ha vuelto, como partidario del multilateralismo. En la cumbre del G-7 y las reuniones con la OTAN y la Unión Europea, Biden reafirmará el compromiso de Estados Unidos de trabajar con sus aliados más cercanos en una serie de problemas internacionales urgentes. Biden ya se ha distanciado de los años de Donald Trump con su apoyo a procesos e instituciones multilaterales como la iniciativa de vacunación Covax y el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Pero los primeros meses de la presidencia de Biden también han demostrado que su enfoque del multilateralismo está conformado por las prioridades centrales de su administración, que imponen límites claros a su disposición a cooperar con los aliados más cercanos de Estados Unidos.

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