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Coordenadas | ¿Qué ocurre en El Salvador y por qué algunos temen una dictadura?
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Bukele acumula todo el poder

Coordenadas | ¿Qué ocurre en El Salvador y por qué algunos temen una dictadura?

El partido del presidente de El Salvador ha destituido a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, quienes se habían opuesto a sus medidas

Foto: Organizaciones civiles salvadoreñas se manifiestan por destitución de magistrados corte suprema. (EFE)
Organizaciones civiles salvadoreñas se manifiestan por destitución de magistrados corte suprema. (EFE)

Poder absoluto. Así definen los medios de comunicación locales el control que el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, ha logrado sobre el país. Tras menos de dos años al frente de la jefatura de estado del país centroamericano e inmediatamente después de que su partido arrasara en las elecciones legislativas, el joven mandatario intentó este fin de semana librarse de cualquier atisbo de oposición en el poder judicial mediante la destitución de sus principales integrantes.

El movimiento del partido oficialista, que en esencia concede a Bukele un control casi total sobre las tres ramas del poder de El Salvador, ha sido calificado como un golpe de Estado por los partidos opositores y ha hecho saltar las alarmas internacionales, incluyendo el posicionamiento en contra de la diplomacia estadounidense y la europea y las denuncias de organizaciones por los Derechos Humanos. Paralelamente, manifestantes tomaron las calles este domingo para protestar contra el presidente, calificándolo de “golpista” y “dictador”.

placeholder Manifestación contra la destitución de los magistrados. (EFE)
Manifestación contra la destitución de los magistrados. (EFE)

En breve

La Asamblea Legislativa de El Salvador, dominada por el partido de Bukele, Nuevas Ideas, inauguró el pasado sábado su legislatura con la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), a quienes el presidente llevaba meses acusando de boicotear su mandato, y el nombramiento de nuevos integrantes. En la misma sesión inaugural también fue destituido el hasta entonces fiscal general salvadoreño, Raúl Melara, acusado de tener vínculos con la oposición.

La situación es todavía confusa porque el tribunal afectado por la decisión del Parlamento respondió declarando inconstitucional tal medida, por lo que El Salvador despertó este lunes con dos Salas de lo Constitucional paralelas. Sin embargo, la renuncia de dos ex magistrados y del propio Melara apuntan a que la voluntad de Bukele acabará por imponerse.

Foto: Nayib Bukele. (EFE)

Contexto

Nayib Bukele llegó a la presidencia de El Salvador en 2019 gracias a una exitosa campaña que rompió por primera vez el bipartidismo y la alternancia en el poder de los partidos tradicionales de izquierda y derecha, la cual se llevaba produciendo desde el fin de la guerra civil en 1992. Desde su ascenso a la primera línea de la política del país centroamericano, prometió un giro radical que fue recibido con esperanza por los votantes de una nación que cuenta con una de las mayores tasas de homicidios del mundo.

Dentro del país, su popularidad se ha mantenido en niveles estratosféricos: de los 13 estudios realizados desde enero de 2020 hasta la fecha sobre la aprobación del trabajo del presidente, ninguno se sitúa por debajo del 75%. Sin embargo, organismos internacionales han alertado constantemente sobre el aparente desprecio de Bukele a la separación de poderes en El Salvador. A lo largo de su mandato, el líder de 39 años ha escenificado innumerables enfrentamientos públicos con el Congreso y la CSJ. El más famoso de ellos fue el conocido como “Bukelazo”, que tuvo lugar el 10 de febrero de 2020, cuando el presidente irrumpió en la sede del Parlamento acompañado por efectivos militares y policiales para exigir la aprobación de un presupuesto para su plan de control territorial, parte integral de su estrategia para combatir la delincuencia.

Foto: Militares hacen guardia en el Salón Azul del Palacio Legislativo. (EFE)

A lo largo de los últimos meses, el enfrentamiento de Bukele con el poder judicial ha ido calentándose hasta llegar a un punto de ebullición a raíz de su respuesta contra la pandemia del covid-19, la cual ha sido una de las más estrictas del mundo, con miles de personas detenidas y encerradas en centros de contención por el incumplimiento de la cuarentena domiciliaria. La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema ordenó el cese de estas detenciones, el primero de muchos frenos a decretos y medidas de emergencia nacidos del Ejecutivo contra el coronavirus. Los ataques del presidente contra los magistrados no han cesado desde entonces. "¿Dictador yo? Los hubiera fusilado a todos", dijo el mandatario el pasado mes de agosto en referencia a los integrantes de la sala.

No llegó a fusilarlos, pero sí ha logrado deshacerse de ellos. Las elecciones parlamentarias celebradas el pasado 28 de febrero, en las que Nuevas Ideas ganó 56 de los 84 escaños de la Asamblea Legislativa, otorgaron a Bukele una mayoría absoluta en el Parlamento que no ha dudado en utilizar a la primera de cambio para defenestrar a los magistrados.

placeholder El presidente de El Salvador, Nayib Bukele. (EFE)
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele. (EFE)


Actores

Nayib Bukele se ha convertido en el hombre con más poder de la historia democrática de El Salvador. Aupado por el masivo descontento social con los anteriores gobiernos, el cual ha conseguido instrumentalizar a través de su presencia constante en redes sociales y un discurso populista en el que se posiciona como el auténtico defensor de los intereses del pueblo frente a las élites políticas y económicas corruptas, el presidente cuenta con un respaldo popular sin precedentes en el país centroamericano. Con un estilo de comunicación que ha sido descrito como "campaña electoral perpetua", el mandatario ha logrado ahora trasladar su enorme popularidad a su control sobre todos los ejes de poder de la nación. Pese a todo, esto también implica el mayor riesgo hasta la fecha para Bukele: al quedarse sin oposición real, todo lo que ocurra a continuación en El Salvador, para bien o para mal, será percibido como su exclusiva responsabilidad.

Joe Biden sin duda está más que atento a lo que está sucediendo en el país centroamericano. Estados Unidos y El Salvador han experimentado un distanciamiento diplomático desde la llegada del demócrata a la presidencia, un gran contraste con la buena relación que Bukele había mantenido con el Gobierno de Donald Trump. La sintonía entre dos populistas que prefieren gobernar a golpe de tuit se ha visto sustituida por una frialdad nacida del rechazo demócrata a la erosión de la separación de poderes en El Salvador. El secretario de Estado, de EEUU, Antony Blinken, conversó con Bukele este fin de semana y le manifestó la "profunda preocupación" de la Administración Biden ante la destitución de los magistrados. "Un Poder Judicial independiente es esencial para la gobernabilidad democrática", advirtió el jefe de la diplomacia estadounidense.

Y ahora, ¿qué?

Las críticas de Blinken no han sido las únicas procedentes de la comunidad internacional. El alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, aseveró este lunes que en El Salvador se está cuestionando "el funcionamiento del Estado de derecho"; la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió revertir las destituciones para poder "garantizar la separación de poderes y el orden democrático" y la Organización de Estados Americanos (OEA) afirmó que "cuando las mayorías eliminan los sistemas de pesos y contrapesos en el marco institucional, están alterando la esencia del funcionamiento del mismo". Bukele se verá sometido a una considerable presión internacional para que garantice el funcionamiento de cierto grado de oposición democrática, pero lo más probable es que un mandatario que cuenta con semejante respaldo de fronteras para adentro no preste mucha atención a las críticas de fronteras para afuera.

Exceptuando un giro dramático de los acontecimientos, Bukele se saldrá con la suya. Cómo y con qué fin el presidente utilice su nuevo poder, sin precedentes en la historia democrática de El Salvador, será lo que determine si los miedos al posible retorno de una dictadura son exageraciones de la oposición o vaticinios más o menos acertados de lo que está por venir.

Otro ángulo

Un factor importante detrás del respaldo popular con el que cuenta Bukele es su imagen de líder dispuesto a usar la mano dura contra las pandillas. El periodista Héctor Estepa habla en este artículo de una imagen que dio la vuelta al mundo que desató indignación en el exterior y aplausos en el interior: la de presidiarios sacados al patio, desnudados y sentados uno encima del otro de forma deshumanizante. Un ejemplo que sirve para explicar por qué las críticas de la comunidad internacional no pueden hacer mucha mella al líder salvadoreño: están desligadas del sentir de la población de su país.

Foto: Reclusos durante una inspección de seguridad en el centro Penal de Máxima Seguridad de Zacatecoluca, El Salvador. (EFE)

Para seguir el hilo...

Este hilo del periodista guatemalteco Fernando Barillas no es un análisis, sino una visión profundamente personal que ejemplifica cómo Bukele puede inspirar el surgimiento de políticos similares en la región. El desencanto con las instituciones democráticas en varios países de Centroamérica es tal que muchos votantes estarían más que dispuestos a mirar hacia otro lado o incluso aplaudir si un 'outsider' que llegara a la presidencia decidiera hacerlas saltar por los aires en nombre de la ciudadanía.

Poder absoluto. Así definen los medios de comunicación locales el control que el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, ha logrado sobre el país. Tras menos de dos años al frente de la jefatura de estado del país centroamericano e inmediatamente después de que su partido arrasara en las elecciones legislativas, el joven mandatario intentó este fin de semana librarse de cualquier atisbo de oposición en el poder judicial mediante la destitución de sus principales integrantes.

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