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"No podemos parar ahora": Biden sella su objetivo de una 'nueva era' de fuerte gasto social
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100 días de Joe Biden

"No podemos parar ahora": Biden sella su objetivo de una 'nueva era' de fuerte gasto social

Biden inició su mandato con la meta explícita de 100 días en muchos de sus proyectos, abrazando la tradición de la prensa de rendir cuentas al presidente pasado este periodo

Foto: El presidente estadounidense, Joe Biden. (EFE)
El presidente estadounidense, Joe Biden. (EFE)

La obsesión de la prensa con los 100 primeros días de mandato presidencial en Estados Unidos tiene un responsable: Franklin D. Roosevelt. El único presidente de la historia que gobernó más de dos mandatos tenía un sexto sentido para la comunicación. Intuía el poder de las cifras redondas y la desesperada necesidad del pueblo, en medio de la Gran Depresión, de que alguien le mostrase movimiento, energía, cambio. Y Roosevelt cumplió: conminó al Congreso a celebrar sesiones durante 100 días consecutivos, en los cuales se aprobaron 76 leyes, 15 de ellas de gran calado.

El daño, por así decirlo, ya estaba hecho. Desde entonces los presidentes han de rendir cuentas ante la opinión pública en esa fecha mágica: ¿qué ha hecho usted en los primeros 100 días? Algunos han desdeñado la tradición, como George W. Bush, que en ese periodo solo aprobó siete leyes, y otros la abrazan. Joe Biden está entre estos últimos.

Nueva era de gasto social

En su discurso de los 100 días, frente a las dos cámaras del Congreso, Biden ha apostado por una 'nueva era' de gasto social desde el Gobierno federal, con una amplia expansión de los ambiciosos programas de infraestructuras y protección social en el país para no "seguir dejando a nadie atrás" y reconstruir un EEUU "mejor" con un fuerte impulso del estado del bienestar.

"EEUU se está moviendo. Moviendo hacia adelante. Y no podemos parar ahora", ha defendido en el discurso, con el que ha marcado la hoja de ruta de su presidencia, su agenda y su firme intención de reescribir el contrato social de la economía estadounidense. "Estamos en un punto de inflexión clave en la historia. Tenemos que hacer algo más que reconstruirnos. Tenemos que reconstruirnos mejor".

Una alocución que comenzó con un fuerte elemento simbólico saludando, por primera vez en la historia de Estados Unidos, a las dos mujeres —Kamala Harris y Nancy Pelosi— que presidían junto a él: "Señora vicepresidenta, señora presidenta [de la Cámara de Representantes]. Ningún presidente había dicho esas palabras antes. Ya era hora".

El presidente de EEUU inició su mandato con la meta explícita de 100 días en muchos de sus proyectos, sobre todo en el de vacunación contra el covid. Biden prometió que se inyectaría al menos una dosis a 100 millones de norteamericanos en 100 días. Pero había truco. Este ritmo implicaba pinchar a un millón de personas al día, una marca que ya había alcanzado la Administración Trump. El Gobierno de Biden superaría con toda seguridad sus propios objetivos, que de hecho ha duplicado.

Pero el progreso contra el virus debe ir acompañado por grandes inversiones para ayudar a la gente que "se quedan atrás y abandonadas, en una economía que está cambiando rápidamente", ha señalado el presidente.

Foto: El presidente Joe Biden, en su toma de posesión. (Reuters)
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En estos 100 días el desempleo ha bajado al 6%, los casos de covid han caído un 73% y se han nominado 11 jueces para los distintos circuitos de la judicatura, donde predominan las mayorías conservadoras. Si bien Biden solo ha aprobado 11 leyes, ha sido muy activo en los decretos: ha firmado 42, más que ningún otro presidente desde Roosevelt. También ha estado ocupado en deshacer las acciones de su antecesor: Biden ha revertido 62 políticas de Donald Trump.

La opinión pública, más o menos, lo acompaña. Su popularidad oscila entre el 53% y el 60%, según varias encuestas. 15 o 20 puntos más que Trump a estas alturas, pero menos que la docena de presidentes anteriores, salvo Richard Nixon. Se trata de un país extremadamente polarizado, y es probable que la aprobación de Biden, como la de Trump, tienda a mantenerse estable independientemente de las circunstancias.

Como dice Sahil Kapur en NBC News, Biden ha afrontado sus primeros 100 días con la presidencia de Barack Obama en mente. A diferencia de su antiguo jefe, que también inició mandato en medio de una crisis económica, Biden no ha querido estrenarse de forma tibia. Su plan de estímulo es dos veces y medio más grande que el de Obama, está más centrado en ayudar a las pequeñas empresas y a las familias y no presenta tantos vericuetos. Y solo es el plan de estímulo, porque el plan grande de verdad, el caro, es el de la modernización de infraestructuras.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. (Reuters)

Biden, a diferencia del cauteloso Obama, no ha dudado en ignorar a los halcones del déficit y gastar a lo grande: resultó que el gris vicepresidente, el veterano que Obama eligió como pareja de fórmula pensando en apaciguar al 'establishment', era quien tenía la experiencia y el apetito político de poner la maquinaria en marcha. Vacunas en brazos y cheques en las cuentas de las familias. Como dice la senadora de Hawái, la demócrata Mary Hirono, que lleva en el Congreso desde la presidencia de George W. Bush: “Se llama aprender del pasado. No repetir los errores”.

Otra de las diferencias es que a Biden, pese a que muy rara vez responde a las preguntas de los periodistas, le gusta presumir de sus políticas y poner el acento en la comunicación. En su gobierno todo es una coreografía. Cada semana suele estar dedicada, en bloque, a un frente en concreto: economía, coronavirus, infraestructuras, cambio climático. El presidente enfría las expectativas del público, las bate y luego se reserva el anuncio de las buenas noticias.

Las distintas crisis abiertas en Estados Unidos dan al presidente margen de reconstrucción, de marcar el tono de las estrategias de los próximos años. Según el análisis de Josh Harwood, Biden quiere demostrar, en pleno auge de los populismos, que las democracias liberales aún pueden ser útiles y efectivas, y que pueden medirse cara a cara frente a China, la gran potencia iliberal.

Foto: El presidente Biden en su comparecencia durante la cumbre.

Esta sería la idea general que desea transmitir Biden a su país y al extranjero: la democracia clásica sigue siendo el sistema menos imperfecto, y la socialdemocracia, después de 40 años de políticas neoliberales iniciadas por Ronald Reagan y sacramentadas por la caída del comunismo, ha vuelto. El talonario de Biden pone distancia con las políticas de austeridad de los últimos años. "Tenemos que demostrar que la democracia todavía funciona, que el Gobierno todavía funciona y que podemos servir a nuestra gente", ha defendido en el discurso televisado, señalando que sus programas permitirán a EEUU "propulsarse hacia el futuro" en la carrera global con otras potencias como China.

“China y otros países se están acercando rápidamente”, dejó caer casi como en un toque de atención a los republicanos en las cámaras legislativas, a quienes instó a no ceder al estancamiento de estas medidas de su presidencia: "El resto del mundo no nos está esperando", dijo Biden. "Solo quiero ser claro. Desde mi perspectiva, no hacer nada no es una opción".

Planes milmillonarios

El comandante en jefe ha aprovechado la ocasión para presentar su tercer gran plan milmillonario: 1,8 billones de dólares dedicados a financiar las guarderías y universidades públicas, cheques bebé de 3.600 dólares al año hasta 2025 y otras ayudas a las familias para el cuidado de los niños. El proyecto de ley también propondrá subidas de impuestos a quienes ganen más de 400.000 dólares al año.

Foto: El presidente estadounidense, Joe Biden, habla con los medios durante una visita a Newcastle, Delaware. (Reuters) Opinión
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El Partido Demócrata, además, necesita un empujón. Los progresistas controlan la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso, pero con matices: en las pasadas elecciones perdieron escaños en la Cámara de Representantes y lograron, por la mínima, un empate en el Senado. A nivel estatal perdieron el control legislativo de un estado, New Hampshire. Es una situación frágil de cara a las legislativas de 2022, lo cual es otro de los retos de Joe Biden: evitar el patrón de que el partido en el poder siempre sale escaldado en las 'midterms' y con menos capacidad de maniobra.

La marca de los 100 días sigue siendo arbitraria y hasta absurda, como ha destacado el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg. Cuando el magnate cumplió 100 días en el ayuntamiento, los periodistas, según su testimonio, le preguntaron: “¿Qué ha hecho usted en los primeros 100 días?”. “Formé un equipo”, respondió Bloomberg. "Sí, claro, pero ¿qué ha hecho usted?". “No, formé un equipo. Sin un equipo es realmente difícil implementar las cosas”. Al menos en este caso, Biden se ha adelantado a las pulsiones más básicas de la opinión publicada.

La obsesión de la prensa con los 100 primeros días de mandato presidencial en Estados Unidos tiene un responsable: Franklin D. Roosevelt. El único presidente de la historia que gobernó más de dos mandatos tenía un sexto sentido para la comunicación. Intuía el poder de las cifras redondas y la desesperada necesidad del pueblo, en medio de la Gran Depresión, de que alguien le mostrase movimiento, energía, cambio. Y Roosevelt cumplió: conminó al Congreso a celebrar sesiones durante 100 días consecutivos, en los cuales se aprobaron 76 leyes, 15 de ellas de gran calado.

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