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El mundo pospandémico que quita el sueño al diplomático más influyente de Alemania
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ENTREVISTA

El mundo pospandémico que quita el sueño al diplomático más influyente de Alemania

El embajador Wolfgang Ischinger, presidente de la prestigiosa Conferencia de Seguridad de Múnich, desgrana en esta conversación las amenazas que se ciernen sobre la UE tras la pandemia

Foto: El embajador Wolfgang Ischinger, en una imagen de archivo. (Reuters)
El embajador Wolfgang Ischinger, en una imagen de archivo. (Reuters)

En diciembre de 2003, Javier Solana propuso que la Unión Europea garantizara la paz en sus fronteras creando un "anillo de amigos" desde Rusia al norte de África. El documento, titulado "Una Europa segura en un mundo mejor", era el primer ‘paper’ estratégico de la UE desde la creación del Servicio de Acción Exterior Europeo. Casi 20 años después, sin embargo, el escenario parece puro 'wishful thinking'.

"Cuando miras lo que le rodea a la UE en 2021 ves... ¡un anillo de fuego!", explica el embajador Wolfgang Ischinger, presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC). Este evento, considerado como "el Davos de la seguridad global", reúne cada año a los líderes más importantes de Occidente para discutir el rumbo del mundo. En la pasada edición hablaron Joe Biden, Emmanuel Macron, Boris Johnson, Ursula Von der Leyen o Angela Merkel. Durante los últimos 13 años de su vida como presidente de la MSC, Ischinger ha estado al lado de los hombres y mujeres más poderosos del planeta, algo que le ha valido el título del "diplomático más influyente de Alemania".

En esta entrevista en exclusiva con El Confidencial, pocos días antes de viajar a Mallorca, Ischinger trae a colación la idea de Solana para explicar los retos de la UE tras la pandemia, contrastar cómo ha cambiado el mundo en apenas 20 años y cómo se ha vuelto más caótico, impredecible y peligroso. Aunque se considera un optimista nato, el diplomático alemán no parece muy confiado con el futuro de las relaciones internacionales. "Veo un mundo bastante lúgubre y estamos mal preparados para lo que viene. Por eso titulé mi libro 'The World in Danger'. Si lo escribiera hoy, creo que lo llamaría... ¡The World in Great Danger!".

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PREGUNTA. ¿Cuál es la principal lección que podemos extraer de la pandemia?

RESPUESTA. Hasta ahora, la pandemia ha demostrado dos posibles caminos. Hace un año, en la primavera de 2020, vimos cómo nuestros propios gobiernos volvían a las soluciones nacionales. ¡Cerraron fronteras matando la idea de la Unión Europea! Pero también hemos visto que han emergido otras opciones. La Unión Europea ha conseguido salir adelante con algunos problemas. Me parece un triunfo que casi 30 países se pongan de acuerdo para comprar vacunas de forma conjunta. Al otro lado del Atlántico teníamos el 'America First'. Reino Unido también ha ido por su cuenta. La lección que va a extraer el mundo de esta pandemia es que la forma de salir adelante no es nacional, sino multilateral. ¿Soy demasiado optimista? Espero que no. Como diplomático solo puedes ser exitoso si eres optimista.

P. Incluso aunque la solución multilateral sea la mejor opción a largo plazo, estamos presenciando el fracaso de la UE en el plan de vacunación si nos comparamos con Reino Unido, Israel o Estados Unidos. Hay políticos incluso de su propio país que se están preguntando qué habría pasado si cada nación hubiera ido por libre. ¿Teme que este chasco en la vacunación aumente el sentimiento antieuropeo?

R. Tiene razón. Me preocupa mucho. Igual que a otros líderes en Europa, me preocupa la actuación de la Comisión Europea a la hora de comprar vacunas. Y me preocupa que dañe la reputación de la UE. Pero esto no cambia mi convicción fundamental de que comprar de forma conjunta fue la idea correcta. Imagine la cantidad de discusiones que habríamos tenido si Alemania hubiera usado su poder económico para comprar cientos de millones de dosis. Mientras, España, Portugal o Estonia se hubieran quedado sin vacunas. Habría sido terrible. La decisión fue acertada, pero la ejecución no fue buena.

Foto: Lionel Barber. (Fotografía cedida)

La gestión sanitaria no es una de las responsabilidades originales de la Comisión Europea. ¡Es como si a un equipo de fútbol le pides que juegue al voleibol! No estarán bien entrenados, equipados ni preparados para esta tarea. Nos ha faltado ser más valientes. Ahora es fácil decir que la UE debería haber comprado cientos de millones de dosis a todo el mundo y, cuando sobraran, regalarlas a otros países, hacer nuevos amigos y convertirse en una fuerza del bien. Quizá no fuimos demasiado listos.

P. Imagine que conseguimos controlar la pandemia en los próximos meses. ¿Qué es lo que más le preocupa en términos de relaciones internacionales? Su libro 'The World in Danger' sigue estando de actualidad. El mundo parece bastante agitado.

R. Estoy extremadamente preocupado. Si dejamos de lado cómo debemos organizarnos en la UE, cuando miro al mundo ahí fuera veo muchas cosas preocupantes. Y cuando miras lo que le rodea a la UE no ves el anillo de amigos del que hablaba Javier Solana en 2003, ves... un anillo de fuego. ¡Para nada un anillo de estados amigos! En otras palabras, tenemos un problema. Tenemos un problema en Ucrania, en Siria, en otros países del Mediterráneo, en Libia, en Mali, en otras partes del continente africano. Es probable que nos enfrentemos a un problema de inmigración masivo porque una de las consecuencias de la pandemia es que probablemente aumente el número de estados fallidos en África y en todas partes. Habrá más hambre y más enfermedades.

La UE se va a enfrentar a un cúmulo de crisis y no está bien preparada para un mundo tan problemático ni para este anillo de fuego. Tampoco para un mundo de choques entre superpotencias. Si miras lo que pasó el otro día en Alaska entre China y EEUU... El tono de la conversación no era muy tranquilizador, ¿no? Cuando escucho a Vladímir Putin tampoco es muy alentador. Un elemento positivo que veo, hoy por hoy, es la renovación de la Alianza Transatlántica después de la derrota de Donald Trump.

placeholder Emmanuel Macron y Wolfgang Ischinger en la edición de la MSC en 2020. (EFE)
Emmanuel Macron y Wolfgang Ischinger en la edición de la MSC en 2020. (EFE)

P. ¿Qué tiene que hacer la Unión Europea para enfrentarse a estos problemas? ¿Cómo explicarle a un ciudadano normal lo que significa la estrategia de autonomía europea?

R. Es una pregunta muy importante. No debemos gastar nuestras energías en discusiones sobre el concepto de autonomía estratégica de la UE. Lo que importa es la respuesta a la pregunta: ¿podemos defender nuestros intereses? Tenemos que ser capaces de defender nuestras fronteras, nuestros ciudadanos, nuestra manera de vida. Del chantaje y del 'bullying'. Imagine una amenaza nuclear [a la UE] por parte de una superpotencia. Ni su país ni el mío tiene armas nucleares.

P. ¿Qué propone?

R. Primero, deberíamos mejorar nuestras capacidades militares, que ahora mismo son ridículas en el mundo en el que vivimos. No nos hemos aprovechado suficiente de lo que supone compartir la UE. Podríamos compartir nuestros recursos militares. ¿Por qué países europeos pequeños necesitan tener 10 cazas carísimos? ¿Por qué no combinamos esfuerzos y tenemos una flota de 200 cazas juntos, operados y reparados por los mismos operarios? Esto nos ahorraría muchísimo dinero.

¿Están nuestros países listos para dejar decisiones de vida o muerte en manos de una institución europea?

P. ¿Defiende la idea de un ejército común europeo?

R. Con la idea de un ejército europeo pasa lo mismo que con la idea de la estrategia autónoma europea. Es una visión a largo plazo maravillosa. Quizá en 20 o 30 años hemos sido capaces de obtener una autonomía estratégica completa y Europa puede defender sola sus propios intereses. Ese no es el caso hoy por hoy. Un ejército europeo es una visión a largo plazo, pero no es algo que queramos tener ahora. ¿Quién lideraría ese ejército? ¿Quién tomaría las decisiones? ¿Quién será el responsable si hay muertos? ¿Están nuestros países listos para dejar decisiones de vida o muerte en manos de una institución europea? Creo que todavía no estamos en esa posición. Debemos trabajar paso a paso. Hace 30 años, Alemania y Francia crearon la brigada francoalemana. No ha funcionado muy bien porque ambos ejércitos tienen diferentes reglas, armas, etc. Los franceses desayunan 'croissants' y los alemanes prefieren un desayuno completo. Siempre hay que empezar con las pequeñas cosas de la vida.

Foto: Montaje: iStock/EC.

P. Usted es muy crítico con el proceso de decisión en temas de política exterior de la UE.

R. En comercio nuestro sistema es maravilloso porque se basa en una mayoría cualificada. La Comisión hace una propuesta y una mayoría decide si sí o si no. En política exterior todos los países tienen derecho de veto. Incluso aunque el tema no sea de vital importancia para la UE. Hace un tiempo, los países de la UE votaron sobre si debían apoyar a Guaidó o a Maduro. Todos apostaron por el primero salvo un país. Y, por esta razón, no se alcanzó ningún acuerdo en un principio. Europa no tenía posición sobre lo que había pasado en Venezuela. ¡Eso no es posible! De esa manera no generas respeto para Europa como actor internacional. Tenemos que cambiar y reformar nuestro sistema de decisión. Si el sistema de mayorías funciona en comercio, agricultura y otros tantos campos, ¿por qué no también en política exterior?

P. Usted ha criticado el inmovilismo alemán y dice que su país ha procesado tanto cambio en las últimas décadas que prefiere quedarse donde está. ¿Cree que es una carga para el mundo cambiante en el que vivimos? ¿Teme que no haya ningún político valiente capaz de sustituir a Angela Merkel en las elecciones de septiembre?

R. Lo que más me preocupa es que los alemanes, desde la reunificación de Alemania hace 30 años, aman el 'statu quo'. Han visto grandes cambios en los últimos 100 años. Han perdido dos guerras mundiales, han visto cómo el país se dividía, cómo desaparecía su propia moneda, el marco alemán. De repente tienen el euro y hay muchas crisis. Los alemanes piensan que las cosas están bien como están. ¿Para qué vamos a cambiar? El problema es que el mundo de ahí fuera está cambiando tan rápido que, si no nos adaptamos, nos vamos a quedar atrás. Alemania se está quedando rezagada en términos digitales. Para las elecciones de otoño, será muy importante que el líder que salga sea capaz de explicarle a los ciudadanos que ver el mundo desde el sofá ya no vale. Tenemos que abrazar el cambio y digitalizar nuestra administración pública. Necesitamos una pequeña revolución. Seguir disfrutando del 'statu quo' ya no es una opción.

Foto: Estatua de carnaval del actual líder de la CDU alemana, Armin Laschet. (Reuters)

P. ¿Le sorprende que Pekín esté adoptando una postura más agresiva en política exterior? Está consiguiendo que la UE se alinee con Biden.

R. La política exterior china la deciden sus líderes y sus ciudadanos. Pero en mi opinión, creo que China fue muy inteligente en las últimas décadas. Ya era un país poderoso, pero se comportaba de forma muy humilde. No enseñaba sus músculos. Y, hoy por hoy, se arriesga a crear ansiedad no solo entre los países europeos, sino también entre sus vecinos de la región Asia Pacífico. Puede que se acabe formando una alianza antichina para evitar la influencia de Pekín.

P. ¿Cuál es su opinión sobre la postura europea ante el auge de China? Parece un equilibrio difícil no molestar a China y, al mismo tiempo, no desviarse del camino de Washington. Me recuerda al problema de Goldilocks, según el cual un planeta debe estar lo suficientemente lejos del Sol para que pueda desarrollarse vida, pero tampoco muy cerca.

R. Nuestra relación con China no puede ser la misma que la de Washington con Pekín. EEUU tiene alianzas militares, compromisos y responsabilidades en el lejano este. Nosotros no. Ni España, ni Alemania ni la UE tienen un compromiso militar con Taiwán, Japón o Corea del Sur. EEUU sí, y es una diferencia fundamental. Eso sí, nuestro enfoque no puede basarse en la equidistancia. Nuestro lugar en el mundo tiene que estar, por supuesto, en Occidente. Incluso tras cuatro años de Trump, EEUU sigue siendo un país líder. Compartimos valores fundamentales, la dignidad del individuo, el Estado de derecho y la democracia. Tenemos que coordinarnos mejor con nuestros socios estadounidenses. Y eso no será fácil porque tenemos distintos intereses.

placeholder Henry Kissinger junto a el embajador Wolfgang Ischinger. (EFE)
Henry Kissinger junto a el embajador Wolfgang Ischinger. (EFE)

La industria automovilística alemana depende mucho de las importaciones chinas, por lo que no es fácil discutir en Alemania sobre posibles sanciones a China. Pero, al mismo tiempo, debemos coordinarnos con EEUU en temas como derechos humanos, Hong Kong, la situación de los uigures en Xinjiang y el nivel de reciprocidad. Hemos sido incapaces de establecer el principio de reciprocidad con China. Si te soy sincero, creo que la pregunta de encontrar el enfoque correcto para tratar con China va a ser el reto de política exterior más grande al que se enfrentan la UE y EEUU.

P. Durante su larga carrera como diplomático ha compartido habitación con la gente más poderosa de nuestro planeta. ¿Qué es lo que le sigue sorprendiendo de los líderes políticos?

R. Si buscas una respuesta a la pregunta “¿qué hay detrás de las grandes decisiones en política exterior?” o “¿qué causa la paz en vez de la guerra?” siempre acabas en el mismo punto: la confianza. Si no hay confianza, la probabilidad de que la gente se malinterprete y vaya a la guerra es mayor. Me siguen sorprendiendo muchos líderes en Europa y en todo el mundo que siguen sin entender lo importante que es la confianza. Se comportan como si no hubiera un mañana. La moneda de la diplomacia es la confianza. Si tienes confianza, puedes llegar a cualquier sitio. Bush padre, Helmut Kohl y Gorvachov se fiaban el uno del otro. Si no lo hubieran hecho, la reunificación alemana habría sido imposible.

Muchos líderes políticos se comportan como si no hubiera un mañana

P. ¿Por qué cree que hay cada vez menos confianza? ¿Quizá por la aceleración de nuestras vidas, las redes sociales y el ciclo de la información? ¿Cree que los políticos actuales piensan menos en el largo plazo?

R. Sí, por diversas razones. Una de ellas es la explosión de las redes sociales. El segundo elemento es que parece que nos falta aire. No pensamos de forma estratégica sobre el largo plazo. En Alemania todo el mundo está pensando en cómo ganar estas elecciones. ¿Pero alguien está pensando sobre cómo debería ser nuestra relación a el largo plazo con los rusos? ¿O nuestra fuente energética? Nos hemos desprendido de la energía nuclear, pero ¿cómo nos vamos a deshacer del carbón? Como ciudadanos, tenemos el derecho a exigir líderes que piensen en el largo plazo.

En diciembre de 2003, Javier Solana propuso que la Unión Europea garantizara la paz en sus fronteras creando un "anillo de amigos" desde Rusia al norte de África. El documento, titulado "Una Europa segura en un mundo mejor", era el primer ‘paper’ estratégico de la UE desde la creación del Servicio de Acción Exterior Europeo. Casi 20 años después, sin embargo, el escenario parece puro 'wishful thinking'.

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