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El gran éxito del 'all-in' de Chile: vacuna tres veces más rápido que España
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Pone 2,4 millones de dosis en 15 días

El gran éxito del 'all-in' de Chile: vacuna tres veces más rápido que España

Chile es el sexto país de más de un millón de habitantes del mundo que más dosis per cápita ha suministrado a su población

Foto: Una trabajadora sanitaria administra una dosis de la vacuna contra el covid-19 de Sinovac en Santiago de Chile. (Reuters)
Una trabajadora sanitaria administra una dosis de la vacuna contra el covid-19 de Sinovac en Santiago de Chile. (Reuters)

La campaña chilena de vacunación contra el covid-19, que fue aplaudida la semana pasada y descrita como un enorme éxito regional se ha convertido, a todas luces, en un logro a nivel mundial: Chile es el sexto país de más de un millón de habitantes del mundo que más dosis per cápita ha suministrado a su población. De acuerdo con datos de Our World in Data, en tan solo 15 días, las autoridades sanitarias de la nación andina han puesto cerca de 2,4 millones de vacunas, una cifra cercana a los 2,7 millones administradas en España en un tiempo tres veces menor. Las claves detrás del ‘boom’ inmunitario chileno son múltiples, pero de entre estas destacan una estrategia de compra masiva y diversificada y la movilización absoluta de todos los recursos disponibles. En resumen: Chile hizo un ‘all-in’, y su apuesta ha resultado ganadora.

El ambicioso objetivo del Gobierno chileno fue el de aplicar la primera dosis a todos los ciudadanos mayores de 65 años de su población, de cerca de 19 millones de personas, antes de este viernes 19 de febrero. Aunque no ha habido una pronunciación oficial sobre si se ha logrado tal hazaña, datos del Instituto Nacional de Estadísticas chileno muestran que en torno a 2,3 millones de personas en esa franja de edad viven en el país, lo que apunta a una probable misión cumplida. La siguiente meta es igual de osada: inmunizar al 80% de la población en el primer semestre de este año. Si el país austral continúa como hasta ahora, es más que probable que lo consiga.

Como puede verse en el gráfico, Chile, a pesar de su tardío inicio, más de un mes después que la mayoría de los países de la Unión Europea —comenzó el 3 de febrero, con la excepción de un pequeño cargamento de 10.000 vacunas para trabajadores sanitarios que fue suministrado en diciembre—, adelantó al bloque en vacunación per cápita en cuestión de una semana. Desde entonces, ha logrado mantener el ritmo y ya ha puesto 12,43 dosis por cada 100 habitantes frente a las 5,75 españolas y las 5,25 de la UE en conjunto. La cifra es especialmente alta si se compara con la de otras potencias latinoamericanas que también comenzaron a inmunizar antes que Chile: Brasil ha inyectado 2,77 dosis por cada 100 habitantes y México no llega a una.

Una compra masiva y diversificada

A la hora de maniobrar en la compleja diplomacia de las vacunas, Chile agarró el tablero geopolítico y lo tiró por la ventana. Compró bien y sin mirar a quién: desde las estadounidenses Pfizer-BioNTech y Johnson & Johnson hasta la china Sinovac, pasando por la británica Oxford-AstraZeneca. Las autoridades chilenas también se encuentran en proceso de negociación para la compra de la rusa Sputnik V y reciben dosis mediante el mecanismo 'covax', liderado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que busca garantizar el acceso a la vacuna a países en vías de desarrollo. En total, el país ha alcanzado, hasta la fecha, convenios para la adquisición de 36 millones de vacunas.

La doctora Valeria Stuardo Á., profesora del programa de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, señala el gran abastecimiento de dosis logrado por el país como el primer paso para una campaña de vacunación exitosa. “Si no hay disponibilidad de vacunas, aunque tengas las capacidades sanitarias y logísticas instaladas, no es posible realizar vacunaciones masivas”, afirma. La diversificación ha funcionado en medio de un contexto mundial de escasez de distribución, especialmente para aquellos países de altos ingresos que apostaron únicamente por las vacunas producidas en Occidente.

Foto: Una mujer se vacuna con una dosis de Sinopharm en Belgrado. (Reuters)

Como parte de su estrategia de compra, Chile se ofreció para participar en los ensayos clínicos de varias de las entonces emergentes —y ahora consolidadas— vacunas. Johnson & Johnson, AstraZeneca y Sinovac realizaron ensayos de fase 3 en el país andino. También lo hizo CanSino, una empresa farmacéutica chino-canadiense cuyo producto ya ha sido aprobado para uso de emergencia en México. La apertura chilena a esta experimentación dio sus frutos: un convenio de colaboración entre la Universidad Católica de Chile y Sinovac Biotech, por ejemplo, facilitó el acceso a la vacuna china, que actualmente es la más suministrada en la nación, a un precio considerablemente menor.

A la hora de comprar, también fue importante el hecho de que Chile lleve años siendo considerado como una historia de éxito en una región con profundos problemas económicos —pese a ser el segundo país con mayor desigualdad económica de la OCDE, solo por detrás de México—. Gracias a sus recursos comparativamente privilegiados y a sus amplias conexiones comerciales con los países productores de vacunas, el Gobierno chileno obtuvo las dosis mucho más rápido y en mayor cantidad que sus vecinos latinoamericanos.

placeholder Profesores esperan para recibir una dosis de la vacuna en un centro deportivo de Santiago de Chile. (Reuters)
Profesores esperan para recibir una dosis de la vacuna en un centro deportivo de Santiago de Chile. (Reuters)

Un sistema preparado y una apuesta política

Más allá del suministro, el despliegue masivo de recursos por parte del Gobierno chileno es el que ha permitido estructurar una rapidísima campaña de vacunación. Tal despliegue, a su vez, fue posible gracias a la eficiente red de atención primaria del país, la cual permite que las dosis lleguen a tiempo a lo largo (y muy poco ancho) de todo su territorio. La concentración de la gran mayoría población en la zona centro del país también contribuye a la rapidez de la movilización.

Por otra parte, la campaña de vacunación no solo ha sido un asunto de vida o muerte para la población del país, sino para el Gobierno de su presidente, Sebastián Piñera. En diciembre del año pasado, antes del inicio del proceso de inmunización, la aprobación del mandatario se situaba en un mísero 7%, la más baja de su mandato. Además del Estallido Social, como se conoce a las protestas masivas entre 2019 y 2020 contra la desigualdad económica y social que pusieron a la administración chilena contra las cuerdas, la gestión de la pandemia hasta entonces había sido considerada mayoritariamente como fallida. “En general, la respuesta a la pandemia del actual Gobierno, a mi parecer, ha sido deficiente”, opina la doctora Stuardo. “Creo que un buen ejemplo fue la puesta en marcha tardía de una estrategia TTA (testeo, trazabilidad, aislamiento) sin aprovechar desde un inicio las capacidades ni poner en valor a la atención primaria de salud, lo cual tuvo un impacto directo en la incidencia y letalidad asociada al covid”.

Foto: Manifestaciones en Chile. (Reuters)

Acorralado, Piñera parece haber puesto todas sus fichas en el éxito de la campaña de vacunación, destinando a esta todos los recursos institucionales, materiales y humanos que podía movilizar. Estadios de fútbol, escuelas, guarderías y hasta paradas en las que no es necesario ni bajarse del coche fueron convertidos de la noche a mañana en centros de inmunización. La práctica totalidad del personal sanitario del país (desde dentistas hasta matronas) se dedicó a la labor de suministrar las dosis. La apuesta del presidente, poco a poco, parece funcionar: una encuesta reciente sitúa su aprobación en más de 14% el doble de la reportada en diciembre.

Por otra parte, Stuardo también destaca la cultura de inmunización presente en el país —y que es compartida en la región latinoamericana— como uno de los factores más importantes para el elevado ritmo de vacunación chileno. “Hace más de 40 años que existe un programa ampliado de inmunización (PAI) en Latinoamérica, el cual ha permitido el control y la eliminación de muchas enfermedades inmunoprevenibles de forma pionera en el mundo, como por ejemplo el sarampión, la rubeola, la poliomielitis o la viruela”, indicó la profesora.

Los puntos ciegos

Pese al unánime elogio internacional a la campaña de vacunación chilena, esta no ha estado exenta de polémica. El principal punto de fricción ha girado en torno a quién puede beneficiarse de la vacuna. Una resolución publicada el pasado 10 de febrero por el ministerio de Salud de Chile especificaba que, entre otros, los migrantes que no hubieran iniciado el trámite para normalizar su situación en el país no serían incluidos en el plan de vacunación. Tras una oleada de críticas a la decisión, que en esencia excluía a todas las personas que no cuenten con documento de residencia y que hubiera afectado también a otros grupos vulnerables, el Gobierno dio marcha atrás, aunque reiteró la necesidad de restricciones. "Lo que no queremos es que esto se transforme en un turismo de vacunas", enfatizó la subsecretaria de Salud chilena, Paula Daza.

El nacionalismo de las vacunas comienza a resonar fuerte en Chile. Una encuesta reciente revela que solo el 59% de la población del país respalda la vacunación de inmigrantes no regularizados, pese a los problemas no solo de justicia social, sino de la misma salud pública, que conllevaría la decisión de mantener a un importante porcentaje de la población sin acceso a la vacuna.

Foto: Viales de vacunas en Israel. (Reuters)

Dada la escasez de dosis en gran parte del Cono Sur, es de esperar que la exitosa campaña de vacunación chilena atraiga la atención de ciudadanos de países vecinos para los que la inmunización es todavía un sueño lejano, y que las tensiones por el posible "turismo de las vacunas" sigan creciendo. Una confrontación en clave nacional en una de las regiones más afectadas del mundo por una pandemia que no entiende de fronteras, y menos de unas tan porosas como las sudamericanas. Como expresa la doctora Stuardo: "Resulta preocupante que en Latinoamérica la vacunación esté siendo desigual. No está habiendo solidaridad entre los países. La pandemia es una crisis sociosanitaria global: si no hay acceso para todos los países, no servirá de nada la vacunación de algunos".

La campaña chilena de vacunación contra el covid-19, que fue aplaudida la semana pasada y descrita como un enorme éxito regional se ha convertido, a todas luces, en un logro a nivel mundial: Chile es el sexto país de más de un millón de habitantes del mundo que más dosis per cápita ha suministrado a su población. De acuerdo con datos de Our World in Data, en tan solo 15 días, las autoridades sanitarias de la nación andina han puesto cerca de 2,4 millones de vacunas, una cifra cercana a los 2,7 millones administradas en España en un tiempo tres veces menor. Las claves detrás del ‘boom’ inmunitario chileno son múltiples, pero de entre estas destacan una estrategia de compra masiva y diversificada y la movilización absoluta de todos los recursos disponibles. En resumen: Chile hizo un ‘all-in’, y su apuesta ha resultado ganadora.

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