'Rastreadores de covid': Cinco lecciones que nos regala la historia
Pablo Pombo se sumerge en la prensa y selecciona los artículos imprescindibles para estar informado sobre los aspectos de la pandemia. Una 'newsletter' diaria solo para suscriptores
Historia. Tenía ganas de escribir esta 'newsletter', más pensada para ser leída bajo la manta que las demás. Menos candente pero más cálida. Cinco destellos en el pasado de la plaga, uno de los cuatro jinetes del apocalipsis. Cinco oportunidades para abrirnos preguntas sobre algunas de las cuestiones que están latiendo bajo este presente distópico. La posibilidad de encarar la dificultad de un modo diferente y ambicioso, como ocurrió en Venecia. El galope de una enfermedad que ha conocido tres milenios y nos invita ahora, con la vacuna, a reflexionar sobre la distancia real entre sociedades ricas y empobrecidas. La dificultad de ponerle un punto final a las pandemias. La imposibilidad de la bala de plata. Y, ya al final, una pequeña joya que bien podría servirle de guion a Martin Scorsese. 'Merry Christmas', amigos, 'Merry Christmas'.
La vieja y vibrante Venecia
“Hagamos que el pasado sea una guía para salir de la pandemia”. Esta columna de Andrew Hill en el 'Financial Times' es de lo más estimulante que he leído últimamente. Un texto que comienza en la Venecia de la peste y nos deja varias semejanzas y una diferencia fundamental. El futuro.
“Las epidemias pasadas reflejan, por ejemplo, que, en estas crisis, la economía y la tensión pública siempre están en tensión. La peste fue más letal que el Coronavirus. Pero entonces, como ahora, los dueños de los comercios presionaron para mantener abierto los comercios […]. La contraproducente retórica bélica de los políticos también se dio antes […]. Igual que el lenguaje “sobre apocalíptico” […]. Los Gobiernos también utilizaban las epidemias para promover sus agendas políticas”.
La diferencia está en que “hoy el mundo desea volver a lo que consideran normal […]. Existe la idea de que lo que tenemos es un parte en la película y de que basta con unir las dos piezas, sin pensar de manera radical en un futuro alternativo […]. Corremos el riesgo de repetir viejos errores y estamos ignorando pistas históricas de cómo aprovechar una crisis para lograr algo positivo”. Comparen esto con lo que “hicieron los venecianos que, durante siglos desarrollaron una infraestructura de salud pública permanente”. No se quedaron en la simpleza de reaccionar a la crisis.
Desde Cartago a Dakar
“Cómo la malaria ha moldeado a la humanidad”. La lectura de este artículo en 'The Economist' es un gustazo. Perfila el recorrido de la enfermedad a lo largo de 22 siglos. Entretiene, pero además cultiva, porque deja dos preguntas en el aire.
Primera. ¿Cómo habría sido nuestra historia sin la intervención de esta enfermedad?. “218 años a.C., Aníbal cruzó los Alpes y derrotó a los romanos en Trebia, Trasimene y Cannas. Pero la conquista completa le fue esquiva por culpa de la malaria. Al general cartaginés le costó su ojo derecho, su mujer, su hijo y gran parte de su ejército […]. En el siglo V, un nuevo tipo de mosquitos desencadenó en Roma a un nuevo y más letal parásito. 'Pasmodium falciparum', la cepa que afecta a África en la actualidad […]. Un milenio después, la malaria golpeó a otra institución romana: la iglesia católica. Probablemente, mató a cinco papas entre 1492 y 1623…”. Desde el papa Urbano, el texto va tocando siglo tras siglo en diferentes continentes. Increíble.
Segunda pregunta. ¿Dónde estamos hoy? “Los países ricos han eliminado la malaria […]. En África, el paludismo todavía mata a multitud de niños y enferma a muchos adultos […]. Sin embargo, se le puede vencer. Senegal ha conquistado a la enfermedad en algunas regiones y espera acabar con ella en 2030”.
Nueva Inglaterra, otoño de 1918
“En otoño de 1918, Victor Vaugham, un importante médico fue enviado a Camp Devens —cerca de Boston— para informar sobre una gripe que se estaba desarrollando allí. Escribió: “Cientos de jóvenes con el uniforme militar entrando en las salas del hospital en grupos de diez o más. Se colocan en los catres hasta que las camas están llenas. Otros se amontonan entre ellos […]. Por la mañana, los cadáveres se amontonan en la morgue como madera […]. El virus demuestra la inferioridad de las invenciones humanas frente a la destrucción de la vida humana”.
Me costó rescatar esto que publicó hace meses el 'New York Times'. El texto hace un buen repaso histórico de las plagas. Pero su originalidad está en el enfoque, expresado en el título: “Cómo terminan las pandemias”.
“Según los historiadores, las pandemias suelen tener dos tipos de finales: el médico —que se produce cuando la incidencia y las tasas de mortalidad se desploman— y el social —cuando la epidemia de miedo por la enfermedad disminuye […]. Algunos historiadores consideran que la pandemia podría terminar socialmente antes de que lo haga medicamente. Las personas pueden cansarse tanto de las restricciones […]. Existe el problema psicológico social del agotamiento […]. No habrá una victoria repentina, fijar su final exigirá un proceso largo y difícil”.
Un mensaje desde el pasado
“La historia nos recuerda que las vacunas, por sí solas, no acaban con las pandemias”. Resulta pertinente esto del 'Washington Post' ahora que las vacunas han llegado simultáneamente a la Unión Europea. “Las vacunas no son la bala de plata que acabará por sí sola con la pandemia. En 1918, como ocurre ahora, se necesitó un amplio espectro de medidas de salud pública para reducir las tasas de infección y la mortalidad. A principios de 1918, la Junta de Investigación Estadística de Massachusetts advirtió de que “el uso de la vacuna no debe tomarse como una excusa para emitir medidas de seguridad” como usar máscaras y la buena ventilación.
Esta advertencia de hace un siglo resuena claramente en el curso probable de los acontecimientos durante los meses venideros, según las vacunas vayan estando disponibles. A lo largo de muchos meses, las vacunas serán una medida más de salud pública esencial para convivir con la pandemia”
Merry Christmas
“¿Cómo el capitalismo salvó la Navidad?”. 'Wall Street Journal'. “Desde el siglo XVI hasta principios del XXI, según el Oxford English Dictionary, la palabra 'Merry' era sinónimo de 'borracho'. La connotación persiste hasta en el cuento de Dickens. […]
En el siglo XIX, en Boston, Nueva York y Filadelfia, bandas de borrachos merodeaban por las calles en navidad. Ni siquiera los vigilantes podía disuadirlos […]. Los grupos destrozaban a veces iglesias negras y golpeaban a sus feligreses con palos y cuerdas. Llevaban picas y espadas, mosquetes y lanzas, montaban en burros y caballos, pululaban durante todo el periodo, incluso el mismo día de navidad […]. Iban de casa en casa, destrozaban ventanas, derriban cercas o destrozaban las puertas si los propietarios no les dejaban entrar. Si lograban entrar, se servían comida, incautaban el alcohol…
[…] Santa Claus fue parte de un movimiento amplio para domesticar la festividad mediante la creación de un evento familiar cálido y reconfortante, centrado en dar regalos a los niños. Los alcaldes y las clases medias quisieron sacar de las calles a las violentas bandas navideñas”.
Historia. Tenía ganas de escribir esta 'newsletter', más pensada para ser leída bajo la manta que las demás. Menos candente pero más cálida. Cinco destellos en el pasado de la plaga, uno de los cuatro jinetes del apocalipsis. Cinco oportunidades para abrirnos preguntas sobre algunas de las cuestiones que están latiendo bajo este presente distópico. La posibilidad de encarar la dificultad de un modo diferente y ambicioso, como ocurrió en Venecia. El galope de una enfermedad que ha conocido tres milenios y nos invita ahora, con la vacuna, a reflexionar sobre la distancia real entre sociedades ricas y empobrecidas. La dificultad de ponerle un punto final a las pandemias. La imposibilidad de la bala de plata. Y, ya al final, una pequeña joya que bien podría servirle de guion a Martin Scorsese. 'Merry Christmas', amigos, 'Merry Christmas'.