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"Donald Trump, estás despedido": éxtasis demócrata tras una "pesadilla de 4 años"
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CELEBRACIÓN DEMÓCRATA TRAS LA VICTORIA

"Donald Trump, estás despedido": éxtasis demócrata tras una "pesadilla de 4 años"

La rabia demócrata hacia Trump ha acabado activando el péndulo de la historia y Estados Unidos volverá a mirar a su izquierda

Foto: Demócratas celebrando a las puertas de la Casa Blanca la victoria de Joe Biden en las elecciones. (Reuters)
Demócratas celebrando a las puertas de la Casa Blanca la victoria de Joe Biden en las elecciones. (Reuters)

Una chica rubia y un hombre en camiseta de tirantes se abrazan a escasos metros de la Casa Blanca. Se estrujan como si llevaran años sin verse. “Lo hemos conseguido, Gabriel. ¡Lo hemos conseguido!”, le dice ella con los ojos llorosos. A su lado, un joven descorcha una botella de champán y la gente de su alrededor, feliz, empieza a gritar de puro éxtasis. Miles de personas se han echado a las calles de Estados Unidos para celebrar la agónica victoria de Joe Biden en las elecciones. Es sábado a mediodía y la fiesta solo acaba de empezar, porque llevan mucho tiempo esperando este momento.

Durante los últimos cuatro años, la izquierda ha estado obsesionada con dos palabras. Dos palabras que han monopolizado sus conversaciones familiares, sus redes sociales y sus programas de televisión. Dos palabras que activaban, como con el perro de Pavlov, una sensación primaria de miedo, rabia y asco visceral hacia el presidente de su propio país.

Pero esas dos mismas palabras, paradójicamente, han acabado activando el péndulo de la historia.

Porque si en 2016 este país despertó en plena revuelta nacionalpopulista tras ocho años del progresista Barack Obama, ahora EEUU vuelve a girar hacia la izquierda. Hoy, 7 de noviembre de 2020, tras las elecciones más tensas que se recuerdan, los demócratas ya pueden volver a bailar: han conseguido derrotar a su bestia negra. Han conseguido derrotar a Donald Trump.

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“Por fin hemos acabado con esta pesadilla”, cuenta Matt, un estudiante de derecho de 24 años que ha venido con su novia a celebrarlo a las puertas de la Casa Blanca. Cuando ella leyó que los medios daban ganador a Biden, empezó a gritar de alegría en la cocina. Fue corriendo al salón y le pidió a Matt que salieran a la calle a festejarlo. “Nunca pensé que fuera a llegar este momento”, afirma Elizabeth.

Al lado, varios adultos rodean a un grupo de niñas pequeñas que pintan el suelo con tizas. “Mi hija nació horas antes de la victoria de Trump en 2016”, cuenta Simon, el padre de una de ellas. “No sabes lo liberador que ha sido poder decirle, cariño, tenemos un nuevo presidente y vamos a salir a celebrarlo. Este día es histórico y lo vas a recordar toda tu vida”.

La victoria de Biden supone una catársis para los demócratas, que han conseguido movilizar a un récord de más de 74 millones de votantes. "América, para mí es un honor que me hayáis elegido para liderar nuestro gran país", tuiteó Biden minutos después de que la agencia de noticias AP anunciara su victoria definitiva. La distancia del voto popular sigue agrandándose, demostrando que, en número, la izquierda es mayoría: Biden aventajó en más de cinco millones de papeletas a Trump en todo el país, pero su sistema electoral impide que esa diferencia influya en la imagen final del resultado.

Alegría y emoción por el fin de Trump

La última vez que los demócratas se echaron en masa a las calles para celebrar algo parecido fue en 2008, cuando la victoria de Barack Obama generó una oleada de esperanza política en la izquierda. Obama era el nuevo hombre del siglo XXI, el primer presidente afroamericano, el líder que traería el cambio a un país anquilosado en su nostalgia del pasado. Pero ahora los demócratas, tras el torbellino de Trump, se conforman con Uncle Joe, el tío de América que destaca por su “decencia” y “simpatía”. O, mejor dicho, el abuelo, porque a sus 78 años, Biden se convertirá en el presidente electo de más edad en la historia de EEUU.

En Washington D.C, una ciudad en donde más del 90% votó demócrata, la mayoría de cánticos en las celebraciones se dirigen contra Trump. Miles de personas se agolpan a las puertas del palacio presidencial, sin respetar el distanciamiento social, como si la pandemia no existiera. Pero sí existe y este viernes batió récord de casos diarios al superar los 120.000 contagios. “Nos preocupa el coronavirus, pero hemos derrotado a Donald Trump y podemos celebrarlo al aire libre", se justificaba un manifestante. Mientras, seguían los festejos y la ilusión se mezclaba con la rabia contenida durante demasiado tiempo.

placeholder Donald Trump, tras conocer que Joe Biden ha ganado las elecciones de Estados Unidos. (Reuters)
Donald Trump, tras conocer que Joe Biden ha ganado las elecciones de Estados Unidos. (Reuters)

“¡Que le jodan a Donald Trump!”, se canta una y otra vez. Una mujer se acerca a la valla y empieza a hacer gestos obscenos con los dedos y gritar: “Que te den por culo, Donald. ¡Lárgate de aquí ya!”. Pero por mucho que quisiera, Trump no le podría escuchar porque, mientras los demócratas rodeaban la Casa Blanca tras el anuncio de la victoria de Biden, el presidente de Estados Unidos jugaba al golf en Virginia.

"¡He ganado por mucho!", tuiteó este mismo sábado por la mañana. Horas después, el equipo de Trump lanzó un comunicado acusando a Biden de declararse vencedor de forma prematura. "Todos sabemos por qué Biden se está apresurando para proclamarse ganador falsamente y por qué sus aliados en los medios están intentando ayudarle: no quieren que la verdad salga a la luz. Lo cierto es que estas elecciones están muy lejos de haberse acabado".

Donald Trump estaba jugando al golf cuando se anunció que Joe Biden era el ganador de las elecciones. Es poco probable que acepte la derrota

Falta por ver si Donald Trump continúa sin reconocer el resultado de las elecciones. De momento, su intento de congelar el escrutinio de los votos por correo ha sido un fracaso. Por otro lado, su estrategia de llevar al Supremo el resultado de las elecciones parece cada vez más improbable, porque la diferencia de votos electorales va a ser más grande de la esperada.

“Está acabado, parece un niño pequeño negándose a conocer la realidad”, afirma Sarah, una mujer de 55 años con gafas de sol y una pegatina de una organización socialista. Entre los demócratas, a diferencia de antes de las elecciones, el miedo hacia lo que pueda hacer el presidente ha desaparecido. A escasos metros, un hombre levanta un cartel: “Rusia, si estás escuchando, espero que encuentres sitio en Siberia para tu PERDEDOR”.

Los problemas siguen ahí

Este 7 de noviembre será recordado como un día histórico para la izquierda. Han conseguido vencer en las urnas a Donald Trump, el mayor terremoto político del siglo XXI. Sin embargo, después de la fiesta siempre llega la resaca. El fenómeno que aupó a Donald Trump sigue más vivo que nunca. Los republicanos se quedaron muy cerca de la victoria, con unos pocos votos menos en estados clave como Pensilvania, Nevada, Arizona o Georgia. Muchos analistas vaticinaban una ola de participación tan grande que tiñería de azul el país, pero los republicanos también se han movilizado para tratar de ganar: cinco millones de personas votaron más votaron a Trump que en 2016.

Pese al ambiente de júbilo en las ciudades demócratas, el trumpismo también seguirá vivo a nivel social. El país está partido en dos y está por ver si la mitad que apoyó a Trump aceptará el resultado de las elecciones. En su primer discurso como presidente-electo este sábado por la noche, Biden hizo hincapié en que la demonización del rival político se tenía que acabar. ¿Lo conseguirá? Parece difícil.

Biden no lo tendrá fácil, sobre todo porque los grandes problemas que crearon el fenómeno del trumpismo siguen ahí. La desigualdad económica rampante, las deslocalizaciones masivas, las tensiones raciales o el aumento de las “muertes por desesperación” (drogas, alcohol, etc) son solo unos pocos 'asuntos' con los que tendrá la nueva administración cuando asuma el cargo.

Foto: Biden durante una visita al Consejo Europeo en 2015. (Reuters)

Pero de eso los demócratas ya hablarán otro día. Uno camino por Washington D.C y parece que el país acaba de ganar el Mundial. La gente felicita a desconocidos, como si todo el mundo hubiera puesto su granito de arena para alcanzar la victoria. Los coches pitan, los jóvenes cargan cajas de cervezas y gritan y los abuelos sonríen porque, efectivamente, lo han conseguido: han mandado un mensaje definitivo a Donald Trump: estás despedido.

Una chica rubia y un hombre en camiseta de tirantes se abrazan a escasos metros de la Casa Blanca. Se estrujan como si llevaran años sin verse. “Lo hemos conseguido, Gabriel. ¡Lo hemos conseguido!”, le dice ella con los ojos llorosos. A su lado, un joven descorcha una botella de champán y la gente de su alrededor, feliz, empieza a gritar de puro éxtasis. Miles de personas se han echado a las calles de Estados Unidos para celebrar la agónica victoria de Joe Biden en las elecciones. Es sábado a mediodía y la fiesta solo acaba de empezar, porque llevan mucho tiempo esperando este momento.

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