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'Rastreadores de covid': Fatiga, desobediencia y explosión del descontento
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'Rastreadores de covid': Fatiga, desobediencia y explosión del descontento

Pablo Pombo se sumerge en la prensa internacional y selecciona los artículos imprescindibles para estar bien informado sobre la pandemia. Una 'newsletter' diaria solo para suscriptores

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Psicología social. En el núcleo, un término cada vez más presente en las principales cabeceras: fatiga pandémica. Generalizada. Peligrosa, porque cada bajada de guardia supone una opción más para el virus. Preocupante, porque puede reducir la disciplina social y multiplicar la desobediencia. Preocupante en términos sanitarios y de seguridad. También en lo político. Las revueltas están subiendo en radicalización. Existe el riesgo de que la explosión del descontento termine derivando en demandas autoritarias.

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Fatiga pandémica. “De cara a las navidades, los expertos advierten sobre la necesidad de no bajar la guardia frente al coronavirus”. Este texto de 'The Washington Post' resulta doblemente útil. Primero, sirve para reflejar los resortes de la psicología social que están llevando a nuestras sociedades a tomarse en serio el virus. "A los expertos, les preocupa que la fatiga pandémica pueda relajar los comportamientos frente al virus (...) La amenaza empieza a parecer menos intimidante con el paso del tiempo (...) Nos acostumbramos a ella. Muchos no han tenido todavía una experiencia directa entre las amistades o en la familia, por eso el covid puede parecernos menos intimidador. Parte del desafío consiste en mantener la vigilancia y el comportamiento que nos ha mantenido seguros".

En segundo lugar, traslada esa relajación provocada por la fatiga a los encuentros familiares, por ejemplo, en navidades.

“Es la tormenta perfecta, tienes a diferentes generaciones de la misma familia juntas. Los jóvenes suelen salir y pueden haber estado expuestos, personas mayores que han estado aisladas, niños pequeños, familiares que han viajado desde otros puntos del país. Y todos se juntan en torno a una mesa para compartir la misma comida. Es un festín para el virus”.

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Preocupación en la policía ante la desobediencia. “La policía inglesa teme que se desobedezcan las normas después de haber desalojado varias 'raves' durante el fin de semana”, recoge 'The Guardian'. ¿Qué es una 'rave'? Una fiesta no autorizada, música electrónica a tope. “Durante el pasado fin de semana, la policía tuvo que desalojar una serie de 'raves' por todo el país”. Solo en Londres, se detectaron 11, incluyendo una con 1.000 asistentes. Otras con 500 personas cerca de Bristol o 300 en Wigan. “Hay temor de que se disparen las infracciones a las restricciones provocadas por el covid antes de que comience el confinamiento nacional. Además de estos eventos musicales, hubo numerosos encuentros que no respetaron la regla de seis personas como máximo (...) En el pasado confinamiento, las personas más jóvenes ya fueron más proclives a entrar en conflicto con la policía”.

Dos preguntas que a uno le saltan leyendo esto… ¿La imposición del confinamiento frenará la desobediencia? En caso contrario, ¿hasta dónde puede crecer?

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El descontento está explotando. "En Italia, como en todos los lugares del virus, se contagia el descontento". Esto de 'The New York Times' encaja bien con la evolución de los acontecimientos en España. Durante la primera ola, "los italianos inspiraron al mundo con su resiliencia y responsabilidad cívica (...) Sin embargo, a medida que la segunda ola envuelve Europa y desencadena nuevos bloques, Italia se está convirtiendo en un emblema de la desesperación, el agotamiento y el miedo que se está extendiendo por todo el continente (...) En toda Europa, los gobiernos luchan por brindar ayuda, mantener abiertas las escuelas y salvar sus economías. Donde la gente no está enferma por el virus, está harta de él. En Italia, el descontento está explotando (...) Las protestas son predominantemente pacíficas. Pero los manifestantes se enfrentaron con la policía en Florencia el viernes y en Roma el sábado. Mafiosos, 'hooligans' y miembros de la extrema derecha han explotado la frustración y la ira infiltrándose en las protestas de Nápoles, Turín y Roma, empujando basureros en llamas y lanzando cócteles molotov. La policía, cada vez más presente y nerviosa, ha sofocado la violencia con cañones de agua".

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El descontento está explotando. Estamos viendo revueltas en España, hoy reflejamos la violencia de Italia y los problemas que hay en Inglaterra, una sociedad que lleva revuelta bastante tiempo. Hace unos días, hablamos de Chequia. Lo llamativo es que comienzan a verse claras señales de radicalización en Alemania.

El 'Frankfurter Algemeine' explica que “la policía vuelve a ser atacada con botellas, piedras y huevos”. La noche de Halloween y la siguiente, incidentes llamativos en una ciudad tan tranquila como Fráncfort y también en Darmstadt, donde 100 jóvenes, muchos menores de edad, “jugaron” al ratón y al gato con la policía.

El mismo medio nos contó hace unos días que una manifestación de críticos contra las medidas aplicadas frente al coronavirus celebrada en la ciudad de Wiesbanden culminó con una agresión a dos agentes de policía.

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Explosivo casero en Berlín. En Alemania, como en Inglaterra, los movimientos negacionistas llevan más tiempo arraigados. La diferencia puede estar en el grado de radicalización. 'Der Spiegel' nos informa de un salto cualitativo. “Los opositores a las medidas frente al coronavirus detonaron un artefacto explosivo”. Sucedió el pasado domingo 25 a las nueve y media de la mañana y no hubo ningún herido. Según el citado medio, “los investigadores encontraron una carta en la escena del crimen que exigía la retirada inmediata de todas las restricciones, la renuncia del Gobierno federal y la convocatoria de nuevas elecciones”. El departamento de delitos llevados a cabo por la extrema derecha dirige la investigación sobre este caso.

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Pablo Pombo

Psicología social. En el núcleo, un término cada vez más presente en las principales cabeceras: fatiga pandémica. Generalizada. Peligrosa, porque cada bajada de guardia supone una opción más para el virus. Preocupante, porque puede reducir la disciplina social y multiplicar la desobediencia. Preocupante en términos sanitarios y de seguridad. También en lo político. Las revueltas están subiendo en radicalización. Existe el riesgo de que la explosión del descontento termine derivando en demandas autoritarias.