Ilustración de la Casa Blanca

Las elecciones que van a cambiar el orden mundial

En contextos excepcionales de crisis global, la opinión de una sola persona puede cambiar el mundo que compartimos todos. Y esa persona suele ser, habitualmente, el inquilino de la Casa Blanca. Con los cimientos del orden mundial en vilo por la pandemia del coronavirus, la decisión de los estadounidenses el 3 de noviembre marcará al planeta durante generaciones.

Texto
Kike Andrés Pretel
Carlos Barragán
Alicia Alamillos
Formato
Laura Martín
Carlos Muñoz
Luis Rodríguez
P

robablemente, tus libros de historia no te contaron nada de Henry Wallace. Tampoco es de extrañar. Wallace tuvo un discreto papel secundario como vicepresidente en el tercer mandato de Franklin D. Roosevelt (1941-1945). Pero podría haberte cambiado la vida.

Wallace, un granjero periodista de Iowa con una ideología liberal bastante excéntrica para los estándares de la época, estaba destinado a ser presidente. Roosevelt, gravemente enfermo, se estaba lanzando a un cuarto mandato que pocos creían que pudiera completar. El vicepresidente sería clave. Como la cúpula del Partido Demócrata no podía controlar a Wallace, maniobró para quitárselo de encima pese a que su popularidad entre las bases era del 65% frente al 2% de su contrincante, según un sondeo de la encuestadora Gallup. ¿A quién fue a recaer la nominación? Al hombre que terminaría cambiando el mundo.

Harry S. Truman, un senador de Missouri sin experiencia en política exterior, que nunca había soñado con los mármoles de la Casa Blanca y se conformaba con jugar su papel en la engrasada maquinaria del partido. El resto es, literalmente, la Historia: Roosevelt murió en abril de 1945 en los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial y Truman se convirtió en el 33º presidente de EEUU. Manejado por los halcones del Departamento de Estado, acabaría dando luz verde a las bombas de Hiroshima y Nagasaki y aplicando la llamada ‘doctrina Truman’ ante el auge soviético que encorsetó durante generaciones la narrativa geopolítica en una lucha definitiva entre el bien y el mal. ¿Era la Guerra Fría inevitable?

Algunos historiadores afirman que Roosevelt tenía un complejo plan sobre cómo gestionar la relación con Stalin y que Wallace estaba más en sintonía con esa visión. ¿Le habría dado un final distinto a la guerra? ¿Habría forjado una relación diferente con Moscú? Quién sabe. No hay moraleja en esta anécdota, pero sí un paradigma de cómo en determinados contextos extraordinarios de crisis global, las decisiones de una sola persona tienen efectos impredecibles sobre el futuro de todo el planeta. Y esa persona, en la historia contemporánea, suele ser el ocupante del Despacho Oval.

Presidentes de Estados Unidos que cambiaron la historia

Foto de Franklin D. Roosevelt
Franklin D. Roosevelt
1933 - 1945
Foto de Harry S. Truman
Harry S. Truman
1945 - 1953
Foto de John F. Kennedy
John F. Kennedy
1961 - 1963
Foto de George W. Bush
George W. Bush
2001 - 2009
“No nos equivoquemos. Si gana Biden, el viejo mundo que dejamos atrás no va a volver. Trump tan solo se ha dedicado a acelerar la tendencia antiglobalizadora”

Pasó con el propio Roosevelt cuando decidió que EEUU entrara en la contienda contra el Eje en 1941. También con John F. Kennedy y su gestión de la crisis de los misiles soviéticos en Cuba que tuvo al mundo al borde de un conflicto nuclear en esos “diez días que estremecieron al mundo” de 1962. La más reciente recayó sobre George W. Bush. Su reacción a los atentados del 11-S de 2001 arrastraron al mundo a la llamada ‘guerra contra el terror’ que ha marcado la agenda mundial del siglo XXI hasta nuestros días.

Hoy estamos ante uno de esos trances globales en los que un “sí” o un “no” pueden cambiarlo todo. Con la pandemia todavía en pleno desarrollo -y sin final claro a la vista-, los estadounidenses acuden a las urnas para elegir al presidente que liderará a la primera potencia mundial para superar la emergencia sanitaria, la reconstrucción económica y la gestión diplomática en un mundo marcado por el punto y aparte del coronavirus.

“No nos equivoquemos. Si gana Biden, el viejo mundo que dejamos atrás no va a volver. Trump tan solo se ha dedicado a acelerar la tendencia antiglobalizadora”

Ya antes de la epidemia, el primer mandato de Donald Trump había supuesto un terremoto en la arquitectura multilateral erigida en la posguerra. La OTAN, la ONU o la OMC podrían seguir el mismo camino que la OMS, los acuerdos de París o el tratado nuclear con Irán y sufrir una crisis de irrelevancia. Su administración ha promovido una ola nacionalista, proteccionista y antimigratoria que ha alterado los patrones políticos y económicos, desde la guerra comercial con China a su política migratoria o climática. La campaña del aspirante demócrata, Joe Biden, básicamente, se ha centrado en prometer borrar estos cuatro años de la política estadounidense. Pero hay patrones que van más allá de las urnas.

“No nos equivoquemos”, advierte Ian Bremmer, jefe de Eurasia Group y uno de los analistas más influyentes de política internacional de EEUU, en entrevista con El Confidencial. “Si gana Biden, el viejo mundo que dejamos atrás no va a volver. Poco a poco EEUU va a dejar de ser el policía del mundo. Trump tan solo se ha dedicado a acelerar la tendencia antiglobalizadora”.

Con los frentes geopolíticos en carne viva, el planeta se asoma a un cambio de era. Una que lucirá muy distinto dependiendo de quien acabe instalado en el Ala Oeste el próximo mes de enero. Aquí, todas las claves:

Bruselas

Economía y comercio: Ganadores y perdedores en la era Covid-19

Mapa de Bruselas

En la madrugada del 21 de julio en Bruselas, una sola palabra zanjó un drama que había llegado a poner en duda los fundamentos fundacionales de la Unión Europea. “¡Acuerdo!”, tuiteó el belga Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, para anunciar el feliz desenlace de una de las cumbres más largas y complejas en la historia del bloque. Las líneas rojas y los reproches que marcaron el catastrófico inicio de las negociaciones del fondo de recuperación se convirtieron en un triunfo político mayúsculo con un acuerdo histórico de 750.000 millones de euros para reactivar la economía.

Mientras, en Estados Unidos, republicanos y demócratas todavía forcejean en el Congreso para aprobar un paquete de ayudas antes de las elecciones. La polarización se ha convertido en un peligroso escollo competitivo en un momento en el que países y compañías de todo el mundo buscan hacer de la necesidad virtud y reinventarse forzados por la emergencia.

Los paquetes de estímulo se han repetido en diferentes formas y tamaños por todas las latitudes geográficas e ideológicas. Pero su efectividad es compleja de medir al combinar impulsos fiscales, desembolsos en efectivo y otras medidas laborales. También depende de la profundidad de la crisis. Mientras EEUU maneja cifras que rondan los 2 billones de dólares (en torno a un 10% del PIB), mientras China ha anunciado apenas 170.000 millones (un 1,2% del PIB).

Comparativa de los paquetes de estímulo contra el coronavirus

Fuente: Ceyhun Elgin

-5 43

Es pronto para declarar ganadores o perdedores en esta pandemia. A medio plazo, la estrategia de los países en temas como reindustrialización e infraestructuras, el cambio en las cadenas globales de distribución o la evolución del llamado ‘decoupling’ productivo de China serán decisivos para el nuevo orden mundial. Pero la fotografía del FMI da una idea de quién está primero en la línea de salida.

Previsiones de crecimiento económico del FMI para 2020 y 2021

Fuente: FMI junio 2020

Solo China se salvará de la recesión que afectará a prácticamente todos los países y regiones en 2020. Y también será China la que liderará el rebote generalizado de 2022 con una expansión del PIB de más del 8% frente al 4,5% de EEUU o el 6% de la UE.

En realidad, el diferencial podría ser más acusado ya que, a diferencia de Pekín, estos dos últimos todavía no tienen la pandemia bajo control y las medidas sanitarias siguen pesando sobre la economía.

Aquí, la agenda del presidente Trump es clara y mantiene el marcado nacionalismo económico que condensa su popular ‘America First’. Entre sus planes de carácter geopolítico, contempla crear 10 millones de empleos en 10 meses de los que un 10% serán tercerización revertida desde China y otros países asiáticos -que promoverá con medidas fiscales, especialmente en farmacéuticas y robótica-. Además, vetará en las licitaciones federales a aquellas compañías que produzcan en el país asiático y proseguirá su cerco a las tecnológicas chinas en la carrera por la supremacía del 5G.

Biden busca emular al magnate inmobiliario y acomodarse a la ola proteccionista global con su ‘Made in America’, un plan que promete inyectar 700.000 millones de dólares para infraestructuras “verdes”, telecomunicaciones, biotecnología, medicina e investigación en el país. Pero sus promesas de revertir algunos de los recortes fiscales de Trump, aumentar el salario mínimo y aumentar los beneficios sociales -incluyendo salud- llegan en un momento en que las arcas federales están bajo máxima presión.

Etiopía

Geopolítica y gobernanza global: El hegemón que viene de oriente

Mapa de Etiopía
África es el ejemplo perfecto de cómo el músculo financiero chino está ocupando el vacío estratégico estadounidense y retrata cómo funciona la estrategia de influencia económico-diplomática en los países en vías de desarrollo

El 22 de marzo, mientras Europa se lanzaba a una carrera frenética para comprar material sanitario, un avión de Ethiopian Airlines aterrizaba en el aeropuerto de Adis Abeba con más de un millón de kits de diagnóstico de coronavirus, seis millones de mascarillas y 60.000 trajes protectores. Una cortesía de China que el propio presidente etíope, Abiy Ahmed Ali, se encargó de agradecer en nombre de toda África. La “cortesía” viene de lejos. El aeropuerto donde se recibió el material fue construido casi en su totalidad con fondos chinos y empresas chinas. Como sucedió con el metro ligero, la carretera de circunvalación de la capital o la línea de tren con la vecina Yibuti. El peso de Pekín en las finanzas etíopes le ha valido el sobrenombre de “la pequeña China” del este de África.

Mientras tanto, Trump amenazaba con retirarse de la Organización Mundial de la Salud -amenaza que hizo efectiva en julio- y se negaba a participar en la iniciativa COVAX, una vacuna internacional para desarrollar y distribuir en países pobres. ¿Quién sí se unió? China.

África es el ejemplo perfecto de cómo el músculo financiero chino está ocupando el vacío estratégico estadounidense y retrata cómo funciona la estrategia de influencia económico-diplomática en los países en vías de desarrollo

África es el ejemplo perfecto de cómo el músculo financiero chino está ocupando el vacío estratégico estadounidense -y las reticencias europeas- multiplicando sus inversiones en la última década y redefiniendo las alianzas del continente negro. Y también un retrato de cómo funciona su estrategia económico-diplomática en los países en vías de desarrollo, de América Latina al sudeste asiático.

Préstamos de China en África entre 2007-2020

Fuente: China-Africa Research Initiative

9 43.246 (millones de $)

Entre 2000 y 2018, el capital chino ha financiado al menos 1.077 acuerdos valorados en casi 150.000 millones de dólares con gobiernos africanos o sus empresas estatales.

Sin embargo, el monto desembolsado es complicado de calcular por los variados acuerdos y medios de pago, alimentando los temores de una burbuja de deuda china en el continente.

Pekín ve recompensada estas facilidades de crédito con una creciente influencia en las organizaciones multilaterales. Algunos países, como Japón o el propio EEUU, acusan a China de utilizar su palanca diplomática en la Organización Mundial de la Salud -cuyo presidente es, precisamente, el etíope Tedros Adhanom- para ocultar su responsabilidad en el origen y descontrol del covid-19.

Si en 2008, Estados Unidos y China estaban equiparados en su intercambio comercial con África, una década después, Pekín supera a los norteamericanos en más de 160.000 millones de dólares, casi el triple. No es solo cuestión de materias primas, diplomacia o rutas comerciales. A largo plazo, los patrones demográficos y económicos harán del continente africano una potencia en ciernes.

EEUU vs China en comercio con África 2007-2018

Fuente: ONU, Departamento de Comercio EEUU, Ministerio de Comercio China

EEUU China

Es un signo de los tiempos. En 2018, el presidente Xi Jinping llamaba en un discurso a “dirigir la reforma del sistema de gobernanza global”, transformando sus instituciones y reglas para amoldarlas a los intereses de China. Ese mismo año, Trump aseguraba desde el púlpito de Naciones Unidas: “El futuro no pertenece a los globalistas. El futuro es de los patriotas”.

Aquí, las variables se multiplican. ¿Es mejor para la gobernanza global un Trump fuerte y asertivo que le pare los pies a China a costa de profundizar el divorcio con los aliados tradicionales? ¿Puede hacer Biden frente común con Europa o será su conformismo con el estatus quo la puntilla al declive de Occidente ante el auge de Pekín? Y de fondo, la cuestión fundamental, ¿ha llegado el momento de reconstruir el orden multilateral?

Frontera EEUU - México

Migración y asilo: El muro de nunca acabar

Mapa de EEUU y México

El lunes 19 de octubre, Trump calentaba a los suyos en Tucson, Arizona, un estado clave fronterizo con México que pelea a cara de perro con los demócratas. “Sabéis, el muro está casi terminado”, dijo ante cientos de seguidores que canturreaban el ya clásico ‘build the wall’ (construye el muro). “(Los demócratas) quieren desmantelar vuestra policía. Disolver vuestras fronteras. Pero si no tiene fronteras, no tiene un país”, sentenció.

Han pasado cuatro años y la promesa más contundente de su exitosa campaña de 2016 todavía renquea: a 18 de septiembre, se han construido unos 550 kilómetros de muro (no llega a un 40% del plan). De esos, apenas 14 kilómetros corresponden a nuevas barreras, mientras que el resto es un reemplazo o refuerzo de las viejas estructuras. Además, su administración está inmersa en una batalla legal para desbloquear los 10.000 de los 15.000 millones de dólares presupuestados para la barrera.

¿Cómo va la construcción del muro de Trump cuatro años después?

Fuente: Agencia de protección de fronteras y aduanas EEUU

Construido Sin construir

El muro no estará terminado, pero el mensaje sí. Estados Unidos está cerrado a la inmigración, a lo bueno y a lo malo. El curso está fijado: restringir aún más la migración y el asilo, neutralizar las ciudades santuario, expandir los operativos fronterizos, las redadas y deportaciones, e incluso limitar las visas para estudiantes y visas laborales corporativas. Un segundo mandato de Trump podría continuar desplazando parte de la presión migratoria norteamericana hacia Europa u otros destinos regionales. Aunque el efecto en su primer mandato fuera marginal a gran escala, podría ser un elemento clave en la conformación de los flujos migratorios que se prevén por el impacto económico y social en países emisores.

Arrestos en la frontera sur de EEUU entre 1960-2020

Fuente: Patrulla Fronteriza de EEUU

Trump consiguió hacer de la migración uno de los temas centrales de campaña, pese a que los datos mostraban una caída brutal en la presión migratoria en la frontera sur con México.

Su política de arrestar y separar familias enteras ha duplicado los arrestos de los migrantes hasta más de 850.000 personas en el año fiscal 2019.

La estrategia de Biden, como gran parte de su programa electoral, consiste en revertir las medidas del 45º presidente. Detener la construcción del muro, eliminar la práctica de separar a las familias de inmigrantes en la frontera y levantar el veto de viaje a ciertos países de mayoría musulmana. También subir las cuotas de refugio y asilo y regularizar a los ‘dreamers’ del programa DACA. Algunos estudios señalan que la pérdida de atractivo como destino laboral de Estados Unidos podría beneficiar a otras economías, que tendrían más posibilidades de retener talento y conseguir atraer inversiones tecnológicas.

Turquía y Siria

Seguridad y defensa: Grietas en la OTAN

Mapa de Turquía y Siria

En octubre de 2019, cazabombarderos turcos atacaban las ciudades sirias de Qamishlo, Tel Abyad, Serekaniye y Ain Issa. La operación bautizada “Manantial de Paz” buscaba crear una ‘zona de seguridad’ de 30 kilómetros dentro de la frontera Siria para proteger los intereses de Ankara ante la creciente actividad kurda en el área. La ofensiva recibió las críticas de la Unión Europea, Rusia e incluso China. Y aunque Estados Unidos se unió pronto al coro internacional y anunció sanciones contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, la verdadera filosofía de Washington quedó retratada en un par de tuits de Trump.

Los kurdos y Turquía han estado luchando durante muchos años. Los turcos consideran al PKK (partido de los trabajadores kurdo) como los peores terroristas de todos. Otros quizás quieran entrar y luchar por uno u otro bando. ¡Dejémosles! Estamos vigilando de cerca la situación. ¡Guerras interminables!

Poco después, el presidente francés, Emmanuel Macron, se sinceraba en una histórica entrevista con The Economist en la que sentenció: “Lo que estamos viendo ahora mismo es la muerte cerebral de la OTAN”. El galo señaló directamente la ofensiva de Turquía -país miembro de la OTAN- como un claro ejemplo de la falta de coordinación estratégica y liderazgo de la Casa Blanca y exponía así la brutal grieta en la línea de flotación de la Alianza Atlántica: la confianza ciega en el compromiso de defensa mutua.

Evolución de tropas de EEUU en el extranjero 1957-2020 (y veteranos)

Fuente: Defense Manpower Data Center

En 2016, la presencia de tropas estadounidenses en el exterior cayó por debajo de 200.000 efectivos, marcando mínimos de al menos 60 años, según datos oficiales de Defense Manpower Data Center. En el primer mandato de Trump, quien popularizó la idea electoral de poner fin a las llamadas ‘guerras interminables’, la cifra ha descendido otro 15%.

Casi dos décadas después del comienzo de la guerra de Afganistán y 17 de la invasión de Irak, la mayoría de los estadounidenses -incluyendo los veteranos- consideran que esas guerras “no merecieron la pena” por el coste humano y económico. Una sensación que se extiende a la campaña militar en Siria y consolida el bajo respaldo de la opinión pública a las aventuras militares en el extranjero.

A favor En contra NS/NC
Guerra de Iraq
Guerra de Afganistán
Acción militar en Siria

Trump acelerará la urgencia de Estados Unidos por dejar de ser “el policía del mundo”, tendencia que comenzó mucho antes de la llegada de Trump al Despacho Oval y respaldada por la opinión pública estadounidense. Esta desconexión favorecerá la política más agresiva y expansionista de algunos países como China, Turquía o Rusia, y marginará otros teatros de operaciones más tradicionales como Oriente Medio o Afganistán.

El plan de Biden pasa por reconstruir la conexión con los aliados europeos y la OTAN, y buscar retomar su liderazgo histórico en asuntos clave de seguridad global. Sin embargo, al igual que ya hizo la administración Obama, es esperable que Biden ponga sus esfuerzos en Asia y, poco a poco, le diga a los europeos que solucionen sus propios asuntos.

Rusia

Desinformación y ciberguerra: El teletrabajo de la guerra

Mapa de Rusia

El pasado 25 de septiembre, Vladimir Putin dibujaba su hoja de ruta para “reiniciar relaciones” con Washington tras las elecciones en un inusual comunicado en el que ofrecía una inédita tregua en el ciberespacio. Su plan, de cuatro puntos, aspira “garantizar la no intervención en asuntos internos del otro país, incluyendo los procesos electorales” y unos acuerdos bilaterales para prevenir “incidentes”, al estilo de los tratados de control armamentístico de la Guerra Fría.

Menos de un mes después, el Departamento de Justicia estadounidense desclasificaba un caso contra seis oficiales de inteligencia rusos por campañas de hackeo internacional que han causado severos problemas y pérdidas multimillonarias, desde las elecciones presidenciales en Francia o Ucrania a la ceremonia inaugural de los Olímpicos de Invierno en 2018. La misma unidad que robó los ya célebres correos de Hillary Clinton que sacudieron la campaña de 2016.

Rusia es el alumno aventajado en una guerra que comenzaron los propios estadounidenses en 2010, cuando consiguieron infectar los ordenadores de la planta de uranio enriquecido de Natanz, en Irán, con un ‘gusano’ informático capaz de destruir físicamente una instalación enemiga. Stuxnet, al que la revista Wired lo calificó como la “primera arma digital del mundo”. Desde entonces, la ciberactividad opaca y criminal respaldada por estados y gobiernos se ha disparado.

Ciberataques respaldados por estados y gobiernos 2005-2018

Fuente: Council on Foreign Relations

“Ningún país ha convertido en armas su cibercapacidades tan maliciosa o irresponsablemente como Rusia, causando un daño sin precedentes sin motivo, para lograr pequeñas ventajas tácticas o para satisfacer ataques de rencor”

“Ningún país ha convertido en armas su cibercapacidades tan maliciosa o irresponsablemente como Rusia, causando un daño sin precedentes sin motivo, para lograr pequeñas ventajas tácticas o para satisfacer ataques de rencor”, sentenció John C. Demers, asistente del fiscal general para seguridad nacional, en una rueda de prensa donde repasaron siete casos en los que Rusia utilizó sus habilidades de hackeo para atacar instituciones democráticas, tomar represalias contra enemigos y destruir economías rivales.

“Ningún país ha convertido en armas su cibercapacidades tan maliciosa o irresponsablemente como Rusia, causando un daño sin precedentes sin motivo, para lograr pequeñas ventajas tácticas o para satisfacer ataques de rencor”

Trump como Biden coinciden en este punto, prometiendo otorgar al Cibercomando de Estados Unidos más libertad para entablar operaciones de hackeo ofensivo, reforzar la defensa digital de las instituciones clave e incluso en la necesidad de poner coto a las grandes tecnológicas -una urgencia que parece haber caído en el pozo de las prioridades-. Pero su aproximación al fenómeno de las ‘fake news’ es, obviamente, muy distinta. En momentos de extrema polarización, este elemento podría llegar a ser clave en la eventual desestabilización del país, alimentando el auge de radicales de ambos bandos y proliferación de teorías de la conspiración.

Preocupación global por las noticias falsas en internet en 2019

Fuente: Reuters Institute Digital News Report

La creciente intensidad en el frente digital emerge ante la opinión pública en su forma menos sofisticada: la desinformación (ahora, masiva). La sociedad del país objetivo se convierte en un objetivo estratégico, donde el fin no es generar una corriente de opinión, sino sembrar el caos, la división y la inestabilidad.

La creciente preocupación ciudadana por las ‘fake news’ no solo muestra la dimensión del problema, sino su complejidad: cada vez más sociedades afirman tener problemas para distinguir la información real y la falsa que circula por las redes sociales.

Ártico

Cambio Climático: La triple batalla por el Ártico

Mapa del Ártico

En mayo de 2018, el secretario de Estado Mike Pompeo advertía desde la ciudad finlandesa de Rovaniemi: Washington no tolerará acciones agresivas por parte de Rusia y China en el Ártico. Pompeo, que nombró esta región como el “canal de Suez y Panamá del siglo XXI”, venía a decir entre líneas que esa zona, cada vez más transitable por el deshielo, se había convertido en una de las prioridades de EEUU. Y el Ártico es el escenario ideal para mostrar cómo los desafíos geoestratégicos del cambio climático exceden los tradicionales compromisos para reducir emisiones.

El desafío de la emergencia climática va más allá del control de emisiones. El impacto económico y social de las cada vez más frecuentes catástrofes naturales, el potencial impacto de la subida del mar en grandes ciudades y los refugiados climáticos son elementos cruciales para gestionar un mundo en plena transformación. El Ártico es un buen ejemplo de ello: su deshielo no solo tendrá un efecto climático severo, sino que tendrá gigantescas implicaciones energéticas, comerciales y militares.

Emisiones de toneladas de CO2 per cápita por países 1990-2018

Fuente: Programa de Medio Ambiente de ONU

EEUU Jápón Mundo España Rusia UE China América del Sur
El Ártico es un buen ejemplo de los desafíos geoestratégicos de la emergencia climática: su deshielo no solo tendrá un efecto ambiental severo, sino que tendrá gigantescas implicaciones energéticas, comerciales y militares en todo el planeta

Mientras el Ártico se calienta al doble de velocidad que el resto del planeta y su capa de hielo se reduce a la mitad, poco a poco van apareciendo nuevas reservas de petróleo, gas, uranio y otros tantos recursos naturales. Además, el deshielo habilita la Ruta Marítima del Norte, una vía marítima que está despejada entre los meses de julio y noviembre, conecta Europa y Asia en menos tiempo que a través del Canal de Suez. Esto podría revolucionar los plazos del comercio mundial. Rusia, país que cuenta con más territorio allí, quiere controlar la ruta, pero EEUU se opone.

Precisamente por esto el Ártico se ha convertido en un inesperado campo de batalla. “Hay un riesgo de que, al aumentar la actividad en el Ártico, aumente la competitividad y los conflictos entre países”, explicó la primera Embajadora de la Unión Europea para el Ártico, Marie-Anne Coninsx, en este vídeo a El Confidencial. Rusia se arma hasta los dientes con una flota de decenas de rompehielos, China ya está desarrollando los suyos propios y EEUU, ante la urgencia de competir contra sus rivales, desvió dinero del muro de Trump para renovar su marina.

El Ártico es un buen ejemplo de los desafíos geoestratégicos de la emergencia climática: su deshielo no solo tendrá un efecto ambiental severo, sino que tendrá gigantescas implicaciones energéticas, comerciales y militares en todo el planeta

Por supuesto, nada de esto ocurriría si no fuera por el cambio climático. Y es aquí donde llegamos a los Acuerdos de París, primer pacto universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático firmado en 2015 para limitar el calentamiento global a una subida de 1,5º. Una de las primeras medidas de la Administración Trump fue retirar a EEUU del acuerdo. “Es un desastre”, insistió recientemente. Por el contrario, Biden ha prometido que si gana reincorporará su país al tratado internacional. Además, ha asegurado en repetidas ocasiones que frenará gran parte de las prospecciones energéticas en el Ártico que se han desarrollado en los últimos cuatro años.

El 3 de noviembre, EEUU despejará la X que servirá para comenzar a resolver estas ecuaciones planetarias. Hay mucho en juego: “El masivo nivel de desigualdad, que ha ido creciendo en los últimos cuarenta años; el sentimiento antimigratorio, la idea de que EEUU debería ser el policía del mundo. Hay muchos elementos que EEUU deberá resolver”, resume Bremmer. No son factores al azar, sino parte de un gran patrón global: “Tienes que entender que Trump es un síntoma de algo mucho más grande”.