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Encuestas EEUU | ¿Trump, humillado? Tres indicios que presagian un maremoto azul
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ELECCIONES PRESIDENCIALES DEL 3 DE NOVIEMBRE

Encuestas EEUU | ¿Trump, humillado? Tres indicios que presagian un maremoto azul

A falta de 18 días, la pregunta que pende en el aire es si Trump todavía puede ganar. La respuesta es que sí. Pero también puede darse otro escenario: una victoria abrumadora de los demócratas

Foto: Mitin del presidente Donald Trump. (Reuters)
Mitin del presidente Donald Trump. (Reuters)

Faltan menos de tres semanas para las elecciones en Estados Unidos y la pregunta que todos nos hacemos es, ¿puede todavía Donald Trump llevarse la reelección? La respuesta corta es sí. Una combinación de victorias estratégicas en estados todavía en juego podría renovar su mandato sin necesidad de ganar el voto popular —algo que está completamente descartado—. Pero esa misma singularidad puede producir el efecto contrario: un maremoto demócrata en favor de Joe Biden como no se había visto en una generación.

Los candidatos, a por los estados clave

Recordemos que la elección presidencial es indirecta. Los 50 estados se reparten los 538 votos del Colegio Electoral, que varían según su población, y para ganar se necesitan 270. Hace cuatro años, Trump se impuso con 306 votos en 30 estados frente a los 232 en 20 estados de Hillary Clinton, a la que de nada sirvió sumar tres millones de sufragios más que su rival. Ese año, las encuestas fallaron en escenarios muy ajustados en media docena de territorios. Sin embargo, la situación es muy distinta en este 2020.

Aún con todo a favor, es complicado que Biden logre una victoria aplastante. Enfrenta a una base republicana minoritaria (en torno a un 40%), pero motivada y sólida, que respalda sin fisuras al líder. Además, muchos estados votan históricamente alineados con uno de los dos partidos, no importa el candidato, y la creciente polarización ideológica ha hecho de las avasalladoras victorias nacionales cosa del pasado.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se quita la mascarilla en la Casa Blanca. (Reuters)

La última gran ola demócrata sucedió hace más de medio siglo, cuando el asesinato de John F. Kennedy en 1963 catapultó a la Casa Blanca a su vicepresidente, Lyndon B. Johnson, que ganó 486 votos electorales y 44 de los 50 estados. En el caso de los republicanos, hasta la reelección de Ronald Reagan en 1984, quien tiñó el mapa nacional de rojo con 49 estados y 525 miembros del Colegio Electoral (superando el récord de Richard Nixon en 1972).

Pero las probabilidades están ahí. “Una victoria arrolladora de Biden es tan posible como una victoria de Trump”, escribió Nate Cohn, el corresponsal de encuestas del New York Times. “Si Biden mejora las encuestas de hoy en tan solo dos puntos podría declararse vencedor al principio de la noche y podría lograr la mayor victoria electoral desde 1988 (de George H.W. Bush)”.

Desde entonces, ningún partido ha superado la marca de los 400 votos electorales. ¿Podrá Biden -o el antitrumpismo, mejor dicho- lograr romper esa barrera psicológica? Es improbable, pero no descabellado. Aquí repasamos las claves de un hipotético tsunami azul:

1. Encuestas nacionales: ventaja de dos dígitos

Biden ha ido ampliando su ventaja sobre Trump en los sondeos nacionales de forma lenta pero consistente desde comienzos de año. A día de hoy, la ventaja del aspirante demócrata ya está en los dos dígitos, el único en llegar a la recta final de la campaña con semejante ventaja desde Bill Clinton. La encuesta de ‘NBC/Wall Street Journal’ publicada este jueves entre votantes probables da 11 puntos de ventaja para Biden (53% vs. 42%); la de ‘The Economist/YouGov’ del miércoles, 10 puntos (52% vs. 42%) y la de ‘ABC/Washington Post’ del domingo, 12 puntos (54% vs. 42%).

placeholder Joe Biden. (Reuters)
Joe Biden. (Reuters)

Aunque estas mediciones resultan imprecisas cuando la elección está muy disputada, son un buen indicador del desempeño general del candidato y permiten identificar tendencias generales que luego pueden verse reflejadas en los estados. El inesperado triunfo de Trump en 2016, después de ir a remolque de Clinton durante la mayor parte de la campaña, es un claro recordatorio de estas limitaciones.

Pero en esta ocasión, los datos para el candidato son más optimistas. La exsecretaria de Estado nunca logró consolidar una ventaja tan sólida como la de Biden y a estas alturas de la campaña (18 días para la elección) contaba con un margen de 7 puntos que comenzaba a estrecharse por días y que llegó a escasos 4 puntos los días antes de la elección. Y, aunque mantenía cierta ventaja, su popularidad nacional nunca superó el 50%, algo que sí ha logrado el exvicepresidente.

A esto se unen las previsiones de una participación récord en más de un siglo. Más de 150 millones de estadounidenses podrían votar el 3 de noviembre, muy por encima de los 139 millones de 2016. Esto favorecería a Biden, cuyos votantes son más escépticos con su candidatura, tienen más dificultades para votar (por la supresión de voto de las minorías) o, simplemente, deciden quedarse en casa. Hay evidencias al respecto: en 2014, la participación en las ‘midterm’ (elecciones de mitad de mandato) cayó mínimos de 70 años; en las de 2018, batió máximos de 100 años. Una pequeña oleada azul que ayudó a los demócratas a recuperar el control de la Cámara de Representantes -aunque no el Senado-.

Foto: Christina Eulan, en su caravana del Seahorse Trailer Park. (Reuters)

“El único factor que ha cambiado en la política estadounidense entre 2014 y 2018 es Donald Trump”, concluyó Michael McDonald, politólogo de la Universidad de Florida, en un reciente estudio publicado por la prensa local.

Por último, las encuestas están detectando la mitad de indecisos que hace cuatro años, cuando más del 12% del electorado no estaba seguro de por quién votaría (y la mayoría acabó decantándose por Trump). Y otro factor en favor menor de Biden pero que también suma es el declive de los candidatos de los partidos menores -principalmente, Verdes y Libertarios-, cuya intención de voto se habría quedado en el 3% -frente al 7% de 2016- por la extrema polarización electoral, según un sondeo de ABC News/Washington Post de este mes.

Con este contexto y a estas alturas, la gran mayoría de los diferentes modelos y análisis estadísticos dan una cómoda victoria a Biden en el colegio electoral. ‘FiveThirtyEight’ calcula 334 para Biden vs. 163 para Trum y 41 en juego; ‘The Economist’, 319 vs. 164 con 55 en juego, ‘Politico’, 279 vs. 179 y 80 en juego; y el mapa de consenso del agregador ‘270ToWin’, 290 vs. 163 y 85 en juego. Ganar, sí. Pero, ¿y la avalancha?

2. Encuestas estatales: más swing, más Biden

Trump se sabe de memoria el camino para conseguir la reelección y busca encajar de nuevo las piezas del puzzle de 2016. Es decir, no perder ningún estado típicamente republicano (con un ojo puesto en Arizona, Georgia o Carolina del Norte), mantener los clásicos ‘swing states’ de Florida, Iowa y Ohio y ganar, al menos, uno de estos tres estados del Cinturón del Óxido: Michigan, Wisconsin o Pensilvania, donde su campaña está muy debilitada. Por último, los republicanos miran desesperadamente a Minesota, donde Trump se quedó a tan solo 40.000 votos de ganar en 2016 y llevárselo sería una suma importante a la causa. Cualquier desliz en estos frentes puede ser fatal.

Pero, de nuevo, las encuestas muestran un panorama distinto al de hace cuatro años. Biden parte con amplia ventaja en cuatro estados clave con los que espera asegurar la victoria, incluyendo Michigan (53,3% vs 45,6%), Wisconsin (53% vs 46,1%), Pensilvania (52,8% vs 46,5%), según datos del compilado de sondeos ‘FiveThirtyEight’. Además, los demócratas aspiran a solidificar el triunfo con la voluble Florida, donde actualmente Biden le saca apenas 4 puntos a Trump.

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Pero una victoria incontestable de los demócratas pasa por seducir algunos de los bastiones republicanos que en esta elección están muy disputados y han adquirido la categoría de ‘battleground states’. En plazas como Arizona, Carolina del Norte y Georgia, Biden lidera las preferencias -pero dentro del margen de error de las encuestas- mientras que en Ohio y Iowa sucede algo similar, con Trump ligeramente a la cabeza.

Pero para coronar una noche aplastante, el Partido Demócrata fantasea con arrebatarle a los republicanos Texas (51% vs 48%). Esto no sucede desde los años 70, pero nunca había estado tan cerca.

3. El voto por correo y las primarias llenas

Desde el comienzo de la campaña, el mayor desafío para la estrategia demócrata ha sido la participación. La combinación de miedo al coronavirus, un candidato poco ilusionante para los jóvenes y la guerra abierta de Trump con el servicio de correos -poniendo en duda la fiabilidad del sistema y alertando de posibles fraudes-, suponía una triple amenaza para la movilización efectiva de sus bases. Temores que no solo se van diluyendo, sino que se están transformando en optimismo.

El voto por correo se está disparando. A falta de 18 días para la gran noche electoral, al menos 14 millones de estadounidenses ya han votado según un análisis de US Elections Project. Se prevé que este año llegue por lo menos a 80 millones, el doble que en 2016.

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En Colorado, 300.000 personas ya habían votado, 24 veces más que en el mismo punto de 2016. En Texas, en el primer día, se llegó al millón de votos, otro récord histórico. Y en Florida, más de un millón de jubilados ya han sufragado, un segmento de edad que pasó de apoyar a Trump a preferir al demócrata por la gestión de la pandemia.

En estados como Georgia, por su parte, se han registrado colas de hasta 10 horas para sufragar por adelantado. Una motivación extra que puede ser el golpe definitivo hacia el maremoto azul.

Faltan menos de tres semanas para las elecciones en Estados Unidos y la pregunta que todos nos hacemos es, ¿puede todavía Donald Trump llevarse la reelección? La respuesta corta es sí. Una combinación de victorias estratégicas en estados todavía en juego podría renovar su mandato sin necesidad de ganar el voto popular —algo que está completamente descartado—. Pero esa misma singularidad puede producir el efecto contrario: un maremoto demócrata en favor de Joe Biden como no se había visto en una generación.

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