El covid se relame con la llegada del invierno a EEUU: "Podrían morir 400.000 personas"
Fauci ha advertido de que, de no tomar las medidas adecuadas, el invierno y el frío podrían hacer estragos en EEUU, porque la gente se moverá de espacios abiertos a cerrados con menos ventilación
Si no fuera porque el aeropuerto de Washington Dulles está vacío y todo el mundo lleva mascarilla, uno podría pensar que la pandemia no ha llegado a Estados Unidos. Al aterrizar en la capital del mundo, no hay controles ni formularios que rellenar para asegurar el trazado de contactos. Lamentablemente, el covid-19 no distingue de pasaportes. En EEUU, al igual que en tantas otras partes del mundo, el virus coge carrerilla y se prepara para hacer estragos en la famosa segunda ola. La diferencia es que aquí, al contrario que en algunas capitales europeas, pocos tienen tiempo para pensar en ello.
A falta de menos de 20 días para las elecciones de Estados Unidos, los republicanos necesitan un giro drástico en las encuestas para que su líder logre una remontada insólita. La gira de mítines masivos que ha empezado este lunes Donald Trump en Florida se inscribe en esa estrategia desesperada. Además, la nominación de la jueza conservadora Amy Comey Barrett para el Tribunal Supremo está ocupando todas las portadas de los medios progresistas y conservadores. Unos a favor, otros en contra. Y esos artículos desplazan las noticias sobre el ascenso del virus a los faldones de los periódicos.
El covid vuelve a extenderse por todo el país. Esta semana, ha habido una media de 50.000 contagios diarios, un aumento del 19% respecto a dos semanas atrás. Aunque estas cifras son inferiores a los niveles de julio (la media era de 66.000 casos), las muertes ya alcanzan las 700 diarias, un número superior al de principios de verano. Y podría seguir creciendo con la llegada de las bajas temperaturas.
La cruda llegada del invierno
“Nuestros cálculos nos dicen que si no hacemos lo que tenemos que hacer en otoño e invierno, podríamos tener entre 300.000 y 400.000 muertes por coronavirus”, dijo Anthony Fauci, 'divulgador en jefe', sobre la epidemia en un evento la semana pasada. Conforme nos adentramos en el invierno, la situación empeorará por la llegada del frío, especialmente en un país donde es normal que las temperaturas alcancen los 10 o 20 grados bajo cero. Esto tendrá el efecto indeseado de que la gente se mueva de los espacios abiertos a los cerrados (y menos ventilados).
El experto de la Casa Blanca también advirtió de que la vacuna no estará disponible para la gran mayoría de los estadounidenses hasta el verano o el otoño de 2021. Su mensaje fue claro: si EEUU quiere evitar que sigan creciendo las muertes, habrá que aplicar más medidas de distanciamiento social y seguir insistiendo con la mascarilla.
Fauci: "No me voy a ir a ningún lado gane quien gane las elecciones"
Pero Fauci, al igual que su país, también tiene otros asuntos de los que preocuparse. En un anuncio electoral, la campaña de Trump incluyó una frase suya elogiando la rápida actuación del Ejecutivo para frenar la pandemia. Y al epidemiólogo no le hizo ninguna gracia. "Los comentarios que se me atribuyen sin mi permiso en el anuncio de la campaña del Partido Republicano fueron sacados de contexto de una amplia declaración que hice hace meses sobre los esfuerzos de los funcionarios federales de salud pública", declaró, dejando claro que nunca había hecho campaña por ningún candidato político. Fauci también advirtió de que no abandonaría su puesto y se quedaría ganara quien ganara las elecciones.
En medio de una polarización sin precedentes y apenas a tres semanas de los comicios "más importantes de la historia", según sus propios candidatos, Fauci tiene la difícil misión de despolitizar el coronavirus... y su figura. “Quizás el 50% de vosotros me odiéis porque pensáis que estoy intentando destruir el país", dijo en referencia a los republicanos. "Pero escuchadme al menos seis semanas, haced lo que os digo y veréis cómo los números bajan”, afirmó. Pero poco puede hacer Fauci si la última palabra la tiene el despacho oval.
Hace unos días, el 'New York Times' reveló que la Casa Blanca había bloqueado una ley del Centro de Enfermedades Infecciosas (CDC) para obligar a llevar mascarilla a pasajeros y empleados en los transportes comerciales del país. La fuente del NYT explicó que detrás de la decisión de la Administración Trump se encontraba la idea que ha guiado a los republicanos durante la pandemia: cada estado debe ser libre de imponer las medidas necesarias para controlar el virus. Pese a que en algunos sitios esté desatado.
Aunque los contagios están subiendo en prácticamente todos los estados, en el Midwest, el noreste del país, ya hay signos de que el virus se está descontrolando. En Utah, Montana y Wyoming, los nuevos contagios alcanzan niveles récord. En Wisconsin, un estado con una población parecida a la de la Comunidad de Madrid, han muerto 34 personas en el último día y se han contabilizado 3.279 casos. "¿Cuántos más? ¿Cuántos más necesitamos para que la gente empiece a tomárselo en serio?", se preguntaba el gobernador del estado, Tony Evers, este martes. Ya han preparado un hospital de emergencia.
Las heridas que está dejando la pandemia en Estados Unidos tardarán mucho en cicatrizar. Desde que el virus se empezó a propagar por el continente norteamericano, ocho millones de personas han contraído la enfermedad y más de 220.000 han fallecido. Más de dos terceras partes de todos los estadounidenses que cayeron en combate en la II Guerra Mundial.
Si no fuera porque el aeropuerto de Washington Dulles está vacío y todo el mundo lleva mascarilla, uno podría pensar que la pandemia no ha llegado a Estados Unidos. Al aterrizar en la capital del mundo, no hay controles ni formularios que rellenar para asegurar el trazado de contactos. Lamentablemente, el covid-19 no distingue de pasaportes. En EEUU, al igual que en tantas otras partes del mundo, el virus coge carrerilla y se prepara para hacer estragos en la famosa segunda ola. La diferencia es que aquí, al contrario que en algunas capitales europeas, pocos tienen tiempo para pensar en ello.
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