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¿Qué ha pasado en Mali tras el golpe? El peligro para Europa está en los militares
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¿Qué ha pasado en Mali tras el golpe? El peligro para Europa está en los militares

Hay señales prometedoras del nuevo gobierno de Mali, pero la comunidad internacional debe empezar a hacer algo para asegurarse de que la junta militar cede el poder a los civiles

Foto: Soldados de Mali en septiembre. (EFE)
Soldados de Mali en septiembre. (EFE)

Han pasado casi seis semanas desde que los militares depusieron al presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita. El país ya ha establecido finalmente los principales mecanismos para un gobierno transitorio. En una ceremonia el 25 de septiembre, a la que atendieron dignatarios internacionales y nacionales, el presidente transitorio Bah N’Daw juró el cargo por un periodo de 18 meses. Dos días después, N’Daw firmó un comunicado escrito nombrando al diplomático y ministro de exteriores Moctar Ouane como el primer ministro transitorio.

Entre los dignatarios de la ceremonia del viernes estaban representantes del ECOWAS, la Comunidad Económica de Estados Africanos, que desde que ocurrió el golpe ha presionado para que la junta militar nombrara líderes civiles transitorios y tratara de negociar un camino para nuevas elecciones. Los recientes nombramientos puede que satisfagan las condiciones básicas para que el ECOWAS levante las sanciones impuestas tras el golpe militar, aunque aquella decisión puede esperar a ver qué otros pasos puede tomar la junta. Pero la forma en la que N’Daw y Ouane fueron elegidos y la estructura de la transición misma sugiere que la junta -El Comité Nacional por la Salvación del pueblo (CNSP en francés) no está lista para ceder el poder. Hay un gran peligro de que las demandas de la oposición no se cumplan.

En la misma ceremonia en la que N’Daw juró el cargo, el presidente del CNSP, el coronel Assimi Goïta, también juró como vicepresidente transitorio. En ese momento, hubo noticias de que él tendría la autoridad no solo en materia de defensa y seguridad sino también la responsabilidad de la “refundación del estado”. La semana pasada, la junta publicó el gráfico transitorio, una demanda clave de ECOWAS, en el que limitaba de forma notable en rol del vicepresidente simplemente a Defensa y Seguridad.

Sin embargo, la transición todavía tiene que cumplir otras demandas del ECOWAS, como la disolución de la propia CNSP. En el anuncio del gobierno transitorio del 5 de octubre, algunos de los puestos clave fueron a los líderes del CNSP, con otros de ellos -incluyendo el ministro para la “refundación del estado- para figuras de la oposición y a representantes de distintos grupos armados involucrados en el proceso de paz. Tanto N’Daw como Ouane están bien vistos dentro de Mali y en la comunidad internacional. Ambos tienen una reputación por su seriedad y competencia. Además, presentan algunos beneficios como líderes transitorios porque como no han hecho carrera en política presentan aparentemente poco riesgo de que quieran aferrarse al cargo una vez se hayan acabado los 18 meses de transición. Las conexiones regionales e internacionales que Ouane ha hecho durante su carrera diplomática podrían facilitar las relaciones del gobierno transitorio con sus socios fuera.

Pero el peligro está en el ejército. El hecho de que tanto N’Daw como Ouane no tengan apoyo político real hace obligatorio que la presión y la atención se centre tanto en las reformas de gobernanza como en la creación de autoridades civiles creíbles. Hasta la fecha, el CNSP parece poco dispuesto a llevar a cabo una reforma real.

Además, pese a que hicieron una campaña contra la corrupción y a favor de una buena gobernanza, el CNSP ha llevado a cabo muy pocas medidas para acabar con la corrupción dentro del ejército. Tampoco se ha esforzado por sacar del ejército a oficiales implicados en el tráfico, la corrupción, los abusos contra civiles y en los intentos de acabar con el proceso de paz del país.

Desde la publicación del documento transitorio, los comunicados públicos del CNSP han presentado a la CNSP como un socio de la presidencia de Mali para poder implementar reformas sociales, económicas y políticas. Los supuestos intentos de liberar al líder de la oposición Soumaila Cissé, secuestrado por militantes en marzo mientras hacía campaña en la región de Timbuktu, también demuestran una posible apertura de la junta tanto a grupos armados como a la oposición de Mali. Pero esos esfuerzos refuerzan el mensaje de la conexión entre el CNSP y el gobierno.

El discurso de N’Daw después de jurar el cargo presentaba una imagen sombría de un país “humillado” y dañado por las acciones y los errores de sus propios ciudadanos. Prometió combatir la corrupción dentro del gobierno y de los servicios de seguridad y de poner en práctica las recomendaciones del Diálogo Inclusivo Nacional de 2019. Los socios regionales de Mali y la comunidad internacional deberían ver en estas palabras un intento de reformar el país para hacer el gobierno más efectivo pero también más abierto a los ciudadanos.

El Sahel -y Mali con él- es una de las áreas más prioritarias para la Unión Europea y sus estados miembros. La falta de estabilidad política no solo pone los programas activos en peligro, sino que también pone en cuestión el impacto y la efectividad de las grandes inversiones de tiempo y dinero que los socios internacionales han llevado a cabo estos años. Por lo tanto, mientras que la comunidad internacional quiera volver a la normalidad cuanto antes en Mali, es vital insistir no solo en reformar el país, sino en la salida gradual del CNSP del poder. Dichas acciones podrían conllevar nuevas sanciones o condicionar futuras ayudas a reformas específicas. Todo eso podría ayudar a que la junta no dicte tanto el futuro del gobierno como de los ciudadanos de Mali. Las acciones adecuadas ahora pueden significar que los abusos que han avivado a los jihadistas y otros grupos armados se persigan y no salgan impunes.

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Andrew Lebovich y titulado 'Mali’s transitional government: The dangers of the junta clinging to power'

Han pasado casi seis semanas desde que los militares depusieron al presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita. El país ya ha establecido finalmente los principales mecanismos para un gobierno transitorio. En una ceremonia el 25 de septiembre, a la que atendieron dignatarios internacionales y nacionales, el presidente transitorio Bah N’Daw juró el cargo por un periodo de 18 meses. Dos días después, N’Daw firmó un comunicado escrito nombrando al diplomático y ministro de exteriores Moctar Ouane como el primer ministro transitorio.