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Velasco: "América Latina se enfrenta a varios años con tasas de desempleo muy altas"
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ENTREVISTA al exministro Andrés Velasco

Velasco: "América Latina se enfrenta a varios años con tasas de desempleo muy altas"

Velasco fue Ministro de Hacienda durante el primer mandato de Michelle Bachelet (2006-2010) y candidato a las primarias presidenciales en Chile

Foto: Andrés Velasco, antiguo ministro de Hacienda de Chile, en una imagen de archivo. (EFE)
Andrés Velasco, antiguo ministro de Hacienda de Chile, en una imagen de archivo. (EFE)

América Latina es una de las regiones más impactadas por el covid-19, con más de 280 mil muertes confirmadas, casi un tercio del total mundial. Los analistas prevén que sus economías se contraigan cerca del 10%, en un contexto reciente de estancamiento y crispación política. Para entender los retos sanitarios, socioeconómicos y políticos de la región, hablamos con Andrés Velasco, uno de sus intelectuales más influyentes. Velasco fue Ministro de Hacienda durante el primer mandato de Michelle Bachelet (2006-2010) y candidato a las primarias presidenciales en Chile, y es actualmente decano de la escuela de políticas públicas de la London School of Economics.

PREGUNTA. Antes de la pandemia, la salud ya era una de las grandes preocupaciones en América Latina. Desde las protestas brasileñas de 2013 a las chilenas de 2019, también ha sido una reivindicación frecuente de los manifestantes. ¿Por qué los latinoamericanos parecen tan insatisfechos con sus sistemas de salud?

RESPUESTA. Es indudable que mucha gente está insatisfecha. Primero, muchos sistemas en la región dejan mucho que desear. Segundo, si hay algo que sabemos de las tendencias de medio plazo de la economía y la sociedad, es que la salud se va encareciendo. Cuando un país es muy pobre, la gente muere por diarrea. Eso se puede corregir con un gasto público limitado. Cuando el país sube sus estándares y la gente muere de cáncer, ataques al corazón, o similares, es más caro de tratar, requiere una mayor infraestructura, un mayor nivel de sofisticación, una mayor cobertura y, en esa dimensión, todos nuestros sistemas quedan cortos. Tercero, la salud es muy difícil de reformar.

Foto: Trabajadores en una fábrica de Shanghái. (Reuters)

Lo sabe muy bien Clinton que fracasó en el intento, lo sabe muy bien Obama que lo logró, pero con dificultades que aún siguen, en parte porque no hay una receta obvia y compartida. Ahora, no hay que ser unánimemente pesimista. En los países líderes de la región, como Uruguay o Chile, la esperanza de vida al nacer es cercana a los países desarrollados, aun gastando la tercera o la cuarta parte per cápita. Por lo tanto, hay algo sobre lo que construir, pero queda muchísimo por hacer. En los países con menor desarrollo, algunos en la región Andina, otros de Centroamérica o del Caribe, sí está prácticamente casi todo por hacer, tanto en cobertura como en calidad.

P. Expertos como Ezekiel Emanuel de la Universidad de Pensilvania afirman que a menudo exageramos el impacto de la sanidad en salud, y defienden que los resultados en salud se explican sobre todo por factores exógenos como la pobreza, la alimentación o la desigualdad. ¿Crees que falta una visión comprehensiva de la salud en América Latina?

R: Probablemente sí. Hay una correlación evidente entre pobreza y el impacto de ciertos shocks, como ha quedado en evidencia con el covid. Y eso no es un problema solamente de América Latina. En Gran Bretaña, la tasa de mortalidad entre minorías étnicas es tres veces la tasa de mortalidad del resto de la población. Sin embargo, este no es un argumento para no mejorar los sistemas de salud, sino para mejorarlos y además avanzar en otras direcciones. Pero como gobernar es priorizar, y no hay país que pueda hacerlo todo a la vez, hay que preguntarse dónde se ponen las prioridades y dónde se ponen los recursos. Desde ese punto de vista, mejorar la salud es probablemente algo que se puede lograr en un plazo más cercano que abolir la pobreza o acabar con la desigualdad.

P: Una opinión popular entre círculos tecnocráticos es que “deberíamos delegar por completo la gestión de la pandemia a los científicos". ¿Estás de acuerdo?

R: Yo no estoy de acuerdo con delegarle totalmente nada a nadie. Las sociedades que funcionan bien tienen pesos y contrapesos. Pero, yendo al grano, hay dos realidades. La primera es que los últimos quince o veinte años en Occidente hemos observado un creciente descrédito del saber técnico, y como políticos al estilo Trump o el mismo Johnson en Gran Bretaña hacen carreras políticas impulsados por una cierta retórica anti-técnico, anticientífico, anti-tecnócrata. Eso ha demostrado tener sus límites. A mí pueden caerme mal los dentistas, y puedo desconfiar de los dentistas, pero cuando me duele una muela, me puedo ir al bar, me puedo tomar unos tragos con unos amigos, pero eso me quita el dolor de muelas por una tarde o por una noche, pero al día siguiente me sigue doliendo la muela.

El otro lado de la ecuación, eso sí, es que no hay verdades reveladas en la ciencia. Especialmente cuando llega un fenómeno razonablemente nuevo como esta pandemia. Y hay científicos que abiertamente dicen “no estamos seguros, tenemos mucho que aprender.” Por lo tanto, hay un riesgo de que cuando la situación política es difícil, los políticos se escuden detrás de los científicos para echarles las culpas si sale algo mal. Y ese es un fenómeno malsano. El buen diálogo democrático debe darle un papel central a la ciencia, pero la ciencia no tiene todas las respuestas, y por eso al final la responsabilidad política es del político, no es del científico que lo asesora.

P: En algunos países como México y Brasil, más que escudarse en los expertos los líderes políticos parecen ignorarlos por completo. ¿Qué pueden hacer los líderes regionales, la ciudadanía y a sociedad civil para influir en la respuesta nacional?

R: Yo espero que la ciudadanía, cuando le toque votar la próxima vez, tome en cuenta el desempeño desastroso, catastrófico y patético de algunos de estos líderes populistas que descreen de la ciencia. Expresar un cierto escepticismo sobre la sabiduría científica, que es lo que yo acabo de hacer, me parece inevitable. Pero llevarlo al extremo de sostener como dijo el presidente de Brasil que el virus era una invención de la prensa para dañarlo, o llegar al extremo de hacer como ha hecho el presidente de México es un acto de irresponsabilidad brutal que sería tragicómico si no hubiese costado probablemente miles o decenas de miles de muertes. Y el mecanismo que tenemos en democracias para castigar a los que se comportan de modo irresponsable es de negarles el voto la próxima vez.

Foto: David M. Cutler. (Rose Lincoln/Harvard University News Office)

P. ¿Qué medidas económicas pueden ayudar tanto a controlar la pandemia como a reducir su impacto económico?

R. El economista peruano Roberto Chan sintetizó una de las claves de la pandemia con un montaje: mostró una foto de hace un año de uno de los principales mercados de Lima, con la plaza repleta de gente. Acto seguido, mostró una foto del mismo lugar en medio de la cuarentena de Lima. ¿Y qué veía uno? Una plaza repleta de gente. Es triste pero no sorprendente. En muchos lugares en Lima no tienen refrigerador y más de la mitad de la fuerza laboral trabaja de modo informal. En general, en los países en vías de desarrollo la política económica, la política de subsidios y transferencias es inseparable de la política sanitaria.

Tenemos que ser muy agresivos y proactivos en las políticas de subsidios. Tanto por razones humanitarias por que hay gente que efectivamente no ha tenido como alimentar a sus hijos, pero también por razones sanitarias porque es la mejor manera de permitir que la gente se pueda quedar en casa. Ahora, ¿cuál es la dificultad? Hay gobiernos que no tienen dinero. Hay, en América Latina al menos, hay una separación muy nítida entre países con capacidad de endeudamiento que han podido emitir deudas y tener los fondos y el resto. Perú y Chile han podido endeudarse sin grandes problemas. Brasil lo ha hecho, pero llegando a niveles de deuda que se vuelven muy peligrosos. Argentina lo ha hecho emitiendo pesos lo que en algún momento le traerá a Argentina un coletazo inflacionario. Y, además hay una dificultad práctica: cuando los sistemas de seguridad social son muy primarios, no hay un debido empadronamiento de los hogares y muchas familias que no tienen una cuenta en el banco, aunque el gobierno tenga el dinero no es fácil garantizar que ese dinero le llegue a la gente.

En Perú se trató de llevar efectivo a las familias, el gobierno tenía el dinero, pero la única manera de que la gente cobrara ese dinero era poniéndose en una cola larga afuera de un banco. Que resulta difícil imaginar algo más propicio para el contagio que miles de ciudadanos apiñados en la puerta de un banco tratando recoger un cheque o un pago en efectivo. Concluyendo, dos lecciones: las emergencias son una razón más para dejar espacio fiscal durante tiempos normales y necesitamos regularizar y bancarizar a muchísimas más familias en la región.

P. ¿Piensas que esta crisis económica se traducirá en un empeoramiento de la sanidad en América Latina?

R. Creo que la crisis económica se va a traducir en un empeoramiento de muchas cosas en América Latina, incluyendo la sanidad. En casi todos los países de América Latina, con contadísimas excepciones, el PIB se va a contraer un 10%, un poco más un poco menos, este año. Con lo cual esta será la mayor crisis en América Latina, para algunos países desde la década de los ochenta y para otros probablemente de la gran depresión.

Es cierto que esperamos crecimientos positivos el próximo año, pero no hay que olvidar que es crecimiento partiendo de un punto mucho más bajo. Entonces la pregunta es cuánto tiempo tardarán las economías en producir lo mismo que producían digamos en diciembre del año pasado. Y sospecho que ese trecho no va a ser de un año. Va a ser de dos años o más.

placeholder Coronavirus en Argentina. (Reuters)
Coronavirus en Argentina. (Reuters)

Además, esta crisis llega en un momento de muchísimo cambio tecnológico. Esto favorece a quienes tienen alto capital humano porque lo pueden usar en todo el mundo, pero es muy malo para quienes no tienen alto capital humano y deben ir a trabajar a un restaurante y lavar los platos. Además, algunos empleadores se han percatado con esta crisis que hay cosas que se pueden hacer a distancia o que pueden hacer las máquinas. Y por lo tanto no sería nada raro que, aparejada a la contracción cíclica del empleo, hay una contracción estructural del empleo. Yo soy economista y optimista, y pienso que cuando la economía destruye empleos a la larga también crea empleos. El problema es que ambas cosas no ocurren a la vez.

La destrucción es rápida, la creación es lenta y por lo tanto no me sorprendería si tuviéramos un periodo prolongado de dos, tres, cuatro años con tasas de desempleo muy altas en la región. Finalmente, esta recesión prolongada le va a pegar fuertemente a las finanzas públicas. La necesidad de otro justo fiscal se va a volver, más temprano que tarde, acuciosa. Y por lo tanto cuando los gobiernos tienen menos dinero, gastan menos en muchas cosas y me temo que una de esas cosas en las que van a tener que ahorrar va a ser la salud. Entonces la combinación de todos estos factores es catastrófica. Y desde ese punto de vista no me extrañaría que tengamos unos años en que los indicadores de salud en América Latina que se vienen mejorando, decaigan fuertemente.

América Latina es una de las regiones más impactadas por el covid-19, con más de 280 mil muertes confirmadas, casi un tercio del total mundial. Los analistas prevén que sus economías se contraigan cerca del 10%, en un contexto reciente de estancamiento y crispación política. Para entender los retos sanitarios, socioeconómicos y políticos de la región, hablamos con Andrés Velasco, uno de sus intelectuales más influyentes. Velasco fue Ministro de Hacienda durante el primer mandato de Michelle Bachelet (2006-2010) y candidato a las primarias presidenciales en Chile, y es actualmente decano de la escuela de políticas públicas de la London School of Economics.

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