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Egipto y Etiopía vuelven a la negociación: las claves de la Gran Presa etíope
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La GERD empieza a llenarse

Egipto y Etiopía vuelven a la negociación: las claves de la Gran Presa etíope

Tras una semana en la que la tensión diplomática sobre la Gran Presa del Renacimiento Etíope se colocó en máximos históricos, Etiopía y Egipto han aceptado volver a la mesa de negociación

Foto: La Gran Presa del Renacimiento Etíope (EFE)
La Gran Presa del Renacimiento Etíope (EFE)

En apenas una semana, las negociaciones sobre la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), un mega proyecto hidráulico sobre el principal afluente del Nilo, el Nilo Azul, estuvieron a punto de saltar por los aires, pavimentando el camino para un conflicto regional sobre el control y acceso a las aguas del mayor río africano, con Etiopía y Egipto, como principales protagonistas.

El ministro de ministro de Agua, Irrigación y Energía, Seleshi Bekele, fue citado en la televisión nacional etíope afirmando que, conforme a los planes del Gobierno de Etiopía, la gigantesca presa había comenzado por fin su proceso de llenado. Sudán, río abajo, afirmó que, efectivamente, había notado "un descenso del caudal" del Nilo que pasa por sus tierras. Egipto, el otro estado ribereño en discordia y que depende en más de un 90% del Nilo en su consumo hídrico, exigió inmediatamente una "clarificación". Etiopía dio un paso atrás, apuntando a que las palabras de su ministro habían sido malinterpretadas -la televisión estatal etíope hasta pidió disculpas- y que el llenado de la presa no respondía a una actividad deliberada etíope de poner en marcha la GERD, a punto de terminar su construcción, sin esperar a un acuerdo con Egipto o Sudán, sino que había sido un proceso natural propio de la época de lluvias.

Pese al paso atrás de Etiopía para suavizar unas declaraciones que prometían convertirse en un conflicto diplomático regional, la Unión Africana encendió las alarmas de emergencia y llamó de nuevo a los tres países a la mesa de negociación, auspiciadas por el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, para retomar las hasta el momento infructuosas discusiones sobre la GERD, que se prolongan ya nueve años. Apenas cinco días antes, había terminado la última ronda de negociación en un sonoro fracaso, por "demandas adicionales y excesivas de Egipto y Sudán", según Etiopía, y por la falta de voluntad de entendimiento etíope, según Egipto.

Esta semana, la fumata sin embargo ha sido más blanca, con un "entendimiento común" para resolver el contencioso de la polémica Gran Presa del Renacimiento Etíope, según un comunicado de la presidencia etíope tras la minicumbre online de emergencia, a la que asistieron el propio primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, el presidente de Egipto Abdelfatah Al Sisi y el primer ministro de Sudán, Abdalla Hamdok.

En su cuenta de Twitter, el mandatario etíope calificó de "fructífera" la reunión y manifestó su aprecio hacia sus "hermanos Al Sisi y Hamdok por "el entendimiento común alcanzado para continuar las discusiones técnicas sobre el relleno" de la GERD. Ramaphosa afirmó por su parte que las "negociaciones trilaterales siguen encaminadas".

Tras este "entendimiento", los tres países han aceptado continuar con las negociaciones, en el marco de la mediación de la Unión Africana. En un comunicado, la presidencia de Egipto dijo que las futuras negociaciones se centrarán en "desarrollar un acuerdo legal vinculante sobre las reglas para llenar y operar" la presa.

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Presa GERD

¿Qué quiere obtener cada país con la presa y las negociaciones? Etiopía, con la segunda mayor población del continente y que comenzó la construcción de la GERD (la mayor central energética del continente africano) en 2011, pretende multiplicar su producción energética y modernizar su economía, principalmente agrícola, hacia una industrialización centrada en la explotación de energía hidráulica, en un país donde actualmente solo uno de cada tres etíopes tiene acceso a la electricidad.

Egipto, por otro lado, ve la presa como una "amenaza existencial", ya que teme que su acceso a los recursos hídricos se vean bruscamente mermados, en un contexto de población creciente y ante la imposibilidad de acceso a otras fuentes de agua dulce para satisfacer las necesidades hídricas de sus más de 100 millones de habitantes. Controlando las "reglas para llenar y operar" la presa, tendrá también voz y veto sobre las actividades de la GERD que crea pueden afectar su caudal.

El tercero en discordia, Sudán, está entre dos aguas. Por un lado, ha presentado sus dudas sobre su propio suministro de auga durante el relleno y operación de la GERD, pero también podría obtener una nueva fuente de energía eléctrica barata, que Etiopía se ha ofrecido a proporcionarle a bajo precio. Además, Etiopía ha asegurado que la presa permitirá controlar las inundaciones periódicas que asolan Sudán en época de lluvias. Manejar las crecidas y evitar inundaciones les permitirían incrementar el aprovechamiento de tierra cultivable, que apenas alcanza el 1 % del terreno agrícola disponible en la actualidad.

¿Se está llenando?

El mismo día en el que Etiopía celebraba el "entendimiento común" con Egipto y Sudán respecto a la GERD, y prometía nuevas negociaciones, la oficina del primer ministro emitía un comunicado en el que afirmaba que se había alcanzado el objetivo de "primer año de relleno" de la presa. Todo esto, apenas unos días después de las polémicas declaraciones del ministro de Agua, Irrigación y Energía. Con el inicio del proceso de relleno, Etiopía ha cruzado un umbral crítico después de años de tensiones con Egipto y Sudán.

"Se ha hecho evidente que, durante las últimas dos semanas de la temporada de lluvias, el primer año de relleno de la GERD se ha conseguido", afirmaba el comunicado, que añade: "Las lluvias actuales en la región han hecho que sea propicio llenar la presa".

La confirmación de que la presa ha conseguido llenar lo esperado para el primer año de relleno era inevitable. A mediados de julio se publicaron unas imágenes de satélite que parecían apuntar a que se estaba acumulando agua en la zona de la presa, si se comparaba con imágenes tomadas en fechas similares de años anteriores.

placeholder Fotografías de satélite de la zona de la GERD en julio de 2017, de 2018, 2019 y 2020, en las que parece aumentar el agua acumulada. (Reuters)
Fotografías de satélite de la zona de la GERD en julio de 2017, de 2018, 2019 y 2020, en las que parece aumentar el agua acumulada. (Reuters)

Según las informaciones ofrecidas por Etiopía, de momento solo se ha acumulado una cantidad relativamente pequeña de agua (frente a los entre 63.000-74.000 millones de metros cúbicos de agua que podrá almacenar una vez terminada), suficiente para probar dos de las 16 turbinas que tendrá la central hidroeléctrica. Una vez llena y en pleno rendimiento, podrá producir 6.400MW de energía eléctrica.

Cinco o veinte años, esa es la cuestión

Etiopía espera llenar el enorme depósito de la presa en cinco años, una duración que es el principal escollo de la negociación.

Egipto, Etiopía y Sudán acordaron en 2015 que la construcción de la presa no debía afectar a la economía, al caudal del río y a la seguridad hidroeléctrica de ninguno de los tres Estados ribereños, pero el cómo conseguir este objetivo se está demostrando más complicado: Egipto estima que el llenado de la presa se prolongue casi 20 años, con la intención de que su caudal se vea en lo menos posible afectado, una duración que Etiopía considera inaceptable. Un estudio de la Sociedad Geológica de Estados Unidos (GSA Today) publicado este año apunta que, durante ese periodo, “el flujo de agua dulce a Egipto puede reducirse en un 25%” y que Egipto se enfrentará a una “seria escasez de agua potable y energía (generada por la presa de Asuán) para 2025”. Otros problemas atañen a la biodiversidad del río y el efecto que tanta agua retenida río arriba pueda tener sobre la fertilidad de las tierras ribereñas, especialmente en Egipto, donde apenas un 3% de la tierra es cultivable.

¿Se puede llegar a la guerra por el agua? En el pasado, Egipto ha amenazado en varias ocasiones, si bien extraoficialmente, a Etiopía con acciones militares si no cejaba en su empeño de construir la presa. Una cita atribuida al entonces líder egipcio Anuar Al Sadat en 1979 sostiene que el agua "es el único motivo que puede llevar a Egipto de nuevo a la guerra".

En 2010, los egipcios discutieron con los sudaneses la posibilidad de tomar medidas militares contra Etiopía para proteger su participación de agua del río Nilo, según correos electrónicos internos de la empresa de seguridad privada estadounidense Stratfor, filtrados por Wikileaks en 2012. “El presidente sudanés Omar Al Bashir ha acordado permitir a los egipcios construir una pequeña base aérea en Kusti para alojar a los comandos egipcios que podrían ser enviados a Etiopía para destruir las instalaciones acuáticas en el Nilo Azul... Será su opción si todo lo demás falla”, rezaba uno de ellos. Aquel mismo año, el entonces presidente egipcio Mohamed Morsi, fue cazado en cámara hablando de medidas expeditivas -atacar Etiopía- para destruir la presa.

Sobre el papel los egipcios, que consideran que tienen unas prerrogativas históricas sobre las aguas del Nilo gracias a unos acuerdos de época colonial, que adjudicaban un 75% y 25% del caudal del Nilo a Egipto y Sudán, respectivamente, no han llevado tan lejos sus amenazas. A finales del año pasado, sin embargo, Egipto llevó el caso al Consejo de Seguridad de la ONU, un movimiento que enfadó a Etiopía, que se negó más tarde a acudir a una mesa de diálogo en Washington auspiciada por EEUU y el Banco Mundial. Ahora es la Unión Africana la que ejerce de mediadora en este contencioso que puede desencadenar un conflicto regional. Cyril Ramaphosa, el presidente sudafricano, país que ejerce actualmente la presidencia rotatoria de la UA, ha aplaudido esta semana el nuevo terreno de "entendimiento común" entre ambos países, en un "compromiso para encontrar soluciones africanas a problemas africanos".

En apenas una semana, las negociaciones sobre la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), un mega proyecto hidráulico sobre el principal afluente del Nilo, el Nilo Azul, estuvieron a punto de saltar por los aires, pavimentando el camino para un conflicto regional sobre el control y acceso a las aguas del mayor río africano, con Etiopía y Egipto, como principales protagonistas.

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