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El covid no ablanda a China y esta es su hoja de ruta: puñetazo a Hong Kong y más ejército
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En su histórica sesión anual

El covid no ablanda a China y esta es su hoja de ruta: puñetazo a Hong Kong y más ejército

La Asamblea Popular Nacional da una de cal y otra de arena: refuerza su capacidad represora, pero prioriza el incremento del bienestar de su población

Foto: Oficiales de la policía paramilitar china marchan el día en que se inauguró el Congreso Nacional Popular chino en Pekín. (Reuters)
Oficiales de la policía paramilitar china marchan el día en que se inauguró el Congreso Nacional Popular chino en Pekín. (Reuters)

Mano dura contra el coronavirus, puño de hierro para frenar las protestas de Hong Kong y perseverancia en la modernización del Ejército Popular de Liberación para hacer frente a los dardos que lanza continuamente Donald Trump. Incremento del gasto social para paliar los efectos socioeconómicos de la pandemia, firmeza en el objetivo de erradicar la pobreza más extrema este mismo año, y apoyo incondicional a las empresas para crear nueve millones de empleos urbanos y mantener la tasa de paro por debajo del 6%.

Echar mano del yin y el yang para analizar China parece algo muy manido. Tanto como mencionar que la palabra crisis en mandarín (危机) se forma con los caracteres de ‘peligro’ y ‘oportunidad’. Ambas fórmulas parecen sacadas del 'ABC' de los tópicos que manejan los ‘expertos en China’ que solo han pisado el país de vacaciones, pero son conceptos útiles para resumir el rumbo que está delineando para el gigante asiático la Asamblea Popular Nacional (APN), el máximo órgano legislativo de China, en la reunión anual que celebra en Pekín con más de dos meses de retraso.

Foto: Caricatura de Donald Trump en un restaurante en Guangzhou, China. (Reuters)

Aunque la principal cita política de este año ha acortado su duración debido al SARS-Cov-2, pocas veces ha deparado más sorpresas en la delineación del rumbo que la República Popular tomará en el próximo año. Sin duda, la más relevante es la imposición de la polémica Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong mediante un subterfugio legal que permite su promulgación sin la necesidad de que se debata y se vote en el parlamento autonómico: la APN propone —y aprobará en los próximos días— su inclusión en el Anexo III de la Ley Básica —la miniconstitución por la que rige la excolonia británica—, donde están contenidas las normas de la China continental que son de aplicación directa en la ciudad.

A Pekín se le ha agotado la paciencia

“Debido a las circunstancias actuales, la ANP está ejerciendo el poder que le otorga la Constitución para establecer y mejorar un marco legal que salvaguarde la seguridad nacional en la Región Administrativa Especial de Hong Kong. Es muy necesario”, justificó el portavoz del Legislativo chino, Zhang Yesui, durante la conferencia de prensa previa a la mayor cita política del país. La nueva norma perseguirá toda actividad secesionista, cualquier injerencia extranjera, y actos terroristas llevados a cabo en el centro financiero, en cuyo territorio las agencias de seguridad china podrán establecer operativos.

Que se utilice Hong Kong para infiltrar y sabotear a China sobrepasa todas las líneas rojas

Sin duda, a Pekín se le ha agotado la paciencia. “Que se utilice Hong Kong para infiltrar y sabotear a China sobrepasa todas las líneas rojas. Es totalmente intolerable”, afirmó Wang Chen, vicepresidente del Comité Permanente de la APN, en referencia a las protestas anticomunistas que han sacudido Hong Kong desde hace casi un año y cuya financiación muchos dirigentes chinos atribuyen a Estados Unidos. En esta coyuntura, y ante la manifiesta incapacidad del Legislativo autonómico para aprobar su propia Ley de Seguridad Nacional, como requiere el artículo 23 de la Ley Básica, el Partido Comunista ha decidido tomar cartas en el asunto.

Aunque los dirigentes chinos han recalcado que la legislación “perseguirá a un pequeño grupo de gente” y no tendrá impacto alguno en el sistema económico, la decisión no ha sentado nada bien entre los activistas prodemocracia. “Es el fin de Hong Kong”, sentenció Human Rights Watch resumiendo una sensación compartida por muchos otros. “Este nuevo mecanismo permite a Pekín imponer sus draconianas medidas en Hong Kong sin que exista ningún escrutinio legislativo”, explicó el líder de la Revolución de los Paraguas Joshua Wong. Para los líderes de los partidos democráticos de la Región Administrativa Especial es, cuando menos, un atentado contra el modelo ‘un país, dos sistemas’, el peculiar encaje que Reino Unido y China acordaron para su devolución en 1997.

placeholder La sesión inaugural de la Asamblea Nacional Popular. (Reuters)
La sesión inaugural de la Asamblea Nacional Popular. (Reuters)

Según la declaración conjunta sino-británica, Hong Kong retendrá las libertades y los derechos individuales que la diferencian del resto de China, así como su sistema capitalista y la independencia de su sistema judicial, hasta 2047. Pero, ahora, el gobernador británico que selló aquel tratado, Chris Patten, considera que China no está cumpliendo con la palabra dada y exige al mundo que intervenga. “Deberíamos dejar claro que esto es escandaloso”, dijo en una entrevista con la BBC. “Cada vez hay más ejemplos que demuestran que China no es de fiar”, apostilló.

En otra entrevista con 'The Times', Patten fue más lejos y arremetió contra la actitud sumisa del mundo frente al autoritarismo chino. “Nos engañamos creyendo que si no hacemos las cosas como China quiere, perderemos grandes oportunidades de negocio. Deberíamos dejar de creer que al final de todas estas reverencias nos espera una montaña de oro. Siempre ha sido una ilusión”, disparó el exgobernador, que considera que China ha inaugurado “una nueva dictadura”.

"Creo que China tiene miedo de perder el control sobre el Parlamento de Hong Kong en las próximas elecciones [autonómicas] de septiembre"

“Creo que China tiene miedo de perder el control sobre el Parlamento de Hong Kong en las próximas elecciones [autonómicas] de septiembre, y por eso quiere sentar un precedente y comenzar a legislar desde Pekín para Hong Kong”, añadió Martin Lee, fundador del Partido Demócrata. Muestra del miedo que la propuesta de ley ha provocado entre la población de la ciudad es el salto en la contratación de aplicaciones VPN, que sirven para saltar la Gran Muralla Cibernética con la que el Partido Comunista censura internet, y la creciente fuga de inversores, una tendencia que comenzó ya con las protestas. “No nos vamos a amedrentar”, advirtió Wong en Twitter, donde también proliferan ya convocatorias para todo tipo de manifestaciones que auguran un verano especialmente caliente. Ayer se pudo ver un anticipo en las calles que volvieron a llenarse de gas lacrimógeno.

Modernizar su Ejército

Consciente del deterioro que la gestión de la crisis política en Hong Kong está provocando en su imagen internacional, y que se suma a la avalancha de críticas por la opacidad al inicio de la crisis sanitaria del coronavirus, China mantiene su apuesta por la modernización del Ejército como elemento disuasorio frente a una hipotética escalada de la tensión hacia el terreno militar. No en vano, a pesar de que la economía marcó durante el primer trimestre la primera contracción desde 1976 —el PIB cayó un 6,8%—, el Ejecutivo ha acordado incrementar el presupuesto de Defensa en un 6,6%. Es el crecimiento más bajo de la última década, pero eleva el montante total hasta los 165.000 millones de euros.

Se trata de una cifra alejada aún de la que Estados Unidos destina al Ejército —cuatro veces la de China en términos absolutos y el doble en relación al porcentaje que representa sobre el PIB—, pero servirá para ahondar en los ambiciosos planes de Pekín para sustituir el poderío cuantitativo de su fuerza militar —es la que cuenta con más efectivos del mundo— por otro cualitativo. En esta estrategia se incluyen los programas para la construcción de portaaviones, cazas ‘invisibles’, y sistemas de guerra cibernética, entre otros. El diario 'Global Times' justifica también el incremento del presupuesto en la necesidad de fortalecer la presencia naval en aguas disputadas en el mar del Sur de China, donde los encontronazos con buques y aviones de guerra de otros países, incluido Estados Unidos, son cada vez más habituales. Y, ayer, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, reconoció que ambas potencias están cada vez más cerca “de una nueva Guerra Fría”.

Foto: Un marine chino, delante de un cartel de Xi Jinping. (Reuters)

En este escenario, Taiwán cobra especial protagonismo. No en vano, el rotativo ultranacionalista chino considera la isla uno de los elementos de mayor riesgo bélico, y critica que el envío de navíos de guerra al estrecho de Taiwán por parte de Estados Unidos “envía señales equivocadas a los secesionistas” de este territorio ‘de facto’ independiente. Por su parte, el primer ministro, Li Keqiang, recordó el ansiado objetivo de la reunificación de la antigua Formosa en el Informe de Trabajo con el que se inaugura el pleno de la ANP, pero, por primera vez, olvidó utilizar el adjetivo de ‘pacífica’ para referirse a la anexión. Y en los discursos de los mandatarios chinos siempre hay que leer entre líneas para desentrañar el verdadero significado de sus palabras.

Amenazas cada vez menos veladas a Taiwán

A pesar de estas amenazas cada vez menos veladas, no parece que la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen, ratificada en el cargo la semana pasada, vaya a dejar de airar al Partido Comunista con sus críticas al régimen y sus adquisiciones de armamento en el extranjero. De hecho, Francia es el último país que se las ha vendido, a pesar de las protestas de Pekín, cuya retórica belicista ha ido escalando en intensidad con la arisca diplomacia de los ‘lobos guerreros’.

Pero mientras China despliega el palo en el terreno internacional, en el doméstico prefiere echar mano de la zanahoria. Es evidente que se avecinan tiempos complicados, y nada lo corrobora mejor que el hecho de que, por primera vez desde 1990, el Partido Comunista se ve incapaz de dictar un objetivo de crecimiento económico para el conjunto de 2020. Las instituciones internacionales prevén que sea el peor dato desde que el gigante asiático acometió las reformas de apertura al exterior, en 1979, y es, por lo tanto, hora de sacar músculo económico para apuntalar el pilar sobre el que se sustenta la legitimidad del Partido al frente del país: el bienestar de la población.

placeholder Calles de Pekín, China, el día de inauguración de la Asamblea Popular Nacional. (EFE)
Calles de Pekín, China, el día de inauguración de la Asamblea Popular Nacional. (EFE)

China se endeudará porque tendrá que hacer más con menos. Los impuestos se reducirán en unos 328.000 millones de euros y el déficit fiscal aumentará ocho décimas hasta el 3,6% del PIB. La segunda potencia mundial emitirá bonos del Tesoro por valor de unos 130.000 millones de euros, a los que se sumarán otros 493.000 millones de euros en bonos de gobiernos locales, pero no habrá un plan de estímulo económico como el que salvó a China de la crisis global de 2008.

El problema interno

“Primero el pueblo”, sentenció el presidente Xi Jinping el viernes, en una de las sesiones del legislativo. “Tenemos que proteger la vida y la salud de la gente a toda costa”, añadió en un discurso en el que reconoció el gran impacto social que está teniendo la pandemia. Por eso, el empleo será la principal prioridad del país, que planea crear nueve millones de puestos de trabajo en las ciudades para mantener la tasa de paro urbana por debajo del 6% (la tasa que se registró en abril después de haber alcanzado un récord 6,2% en febrero).

“Hemos logrado un gran éxito estratégico en la batalla contra el covid-19”, subrayó Li. “Pero los esfuerzos para estabilizar el empleo, asegurar la calidad de vida de la población, erradicar la pobreza, y evitar los riesgos que acechan dependen del crecimiento económico, así que asegurar un desempeño económico estable es de crucial significancia”, añadió el primer ministro.

Foto: Enrique Villarino.
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Con esta estrategia, el Gobierno ha sido capaz de dar la vuelta a la tortilla: ha logrado convertir las críticas que las autoridades de Wuhan recibieron en un inicio por la gestión de la epidemia del coronavirus, y que vivieron su momento culminante durante la muerte del doctor Li Wenliang —uno de los que advirtieron sobre el peligro del patógeno—, en una ola de patriotismo y de alabanzas a la capacidad del Gobierno central de contener al SARS-CoV-2 y de reactivar la economía.

Lo resume bien Shen Yiliao, un joven estudiante de Shanghái: “Al principio sentí rabia contra las autoridades de Hubei —provincia cuya capital es Wuhan— porque creo que la ocultación del virus causó muchos muertos. Pero luego he visto cómo han gestionado la epidemia países mucho más desarrollados que China y me han decepcionado profundamente. Creo que nuestro Gobierno lo ha hecho mejor, y que ahora Estados Unidos y otros países occidentales tratan de tapar sus errores utilizando China de chivo expiatorio, aunque tuvieron dos meses para prepararse y no lo hicieron. Por eso, creo que ahora debemos unirnos para defender la reputación del país, que está saliendo adelante gracias al esfuerzo y la responsabilidad de todos”.

"Nuestro Gobierno lo ha hecho mejor, y que ahora EEUU y otros países occidentales tratan de tapar sus errores utilizando China de chivo expiatorio"

Por primera vez desde que estalló la epidemia, el pasado viernes China no registró ningún nuevo contagio, y casi la totalidad de las empresas que facturan un mínimo de 2,5 millones de euros están ya abiertas. Los comercios operan con normalidad, la hostelería funciona sin medidas de distanciamiento social o aforos, y solo queda por reiniciar su actividad el sector de los grandes espectáculos. La actividad industrial se ha recuperado, pero no el mercado global, por lo que se espera un batacazo considerable en el comercio exterior. Desafortunadamente, la incertidumbre también incita al ahorro, por lo que el consumo no será capaz de equilibrar la balanza.

A pesar de la tormenta que se avecina, el Ejecutivo chino mantiene los objetivos fijados en el 13. Plan Quinquenal, que concluye este año con el reto de construir una ‘sociedad moderadamente próspera’ y erradicar la pobreza extrema. Eso último supone mejorar el bienestar de los 5,51 millones de ciudadanos chinos que todavía no han escapado de esa categoría. Si lo consigue, habrá culminado el mayor y más rápido proceso de desarrollo de la historia en medio de la peor crisis del siglo XXI.

Mano dura contra el coronavirus, puño de hierro para frenar las protestas de Hong Kong y perseverancia en la modernización del Ejército Popular de Liberación para hacer frente a los dardos que lanza continuamente Donald Trump. Incremento del gasto social para paliar los efectos socioeconómicos de la pandemia, firmeza en el objetivo de erradicar la pobreza más extrema este mismo año, y apoyo incondicional a las empresas para crear nueve millones de empleos urbanos y mantener la tasa de paro por debajo del 6%.

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