Españoles atrapados en Moscú: "Aquí seguimos, a la espera de una solución"

A Marta, la pandemia del covid-19 le ha pillado a 4.400 kilómetros de casa y a unas cuantas horas de poder volver a su Andalucía natal. Esta estudiante jienense reside temporalmente en Moscú, cursando el último año de una doble titulación entre la Universidad de Granada (UGR) y la Estatal Lingüística (MGLU) de la capital rusa.

El último avión con destino Madrid salió el pasado 13 de abril. "Pero no lo cogimos porque aún no sabíamos nada sobre nuestra situación académica y nos preocupaba irnos sin tener el título que debían darnos aquí", explica por teléfono desde una de las pocas residencias estudiantiles que permanece abierta en la ciudad, en la que vive junto a otros 300 alumnos extranjeros una particular cuarentena.

Ambas universidades se pronunciaron menos de un día después, el 14, dando luz verde a sus alumnos internacionales para volver a casa. "Que ya solucionaríamos el tema del certificado más adelante", cuenta que les dijeron. Pero entonces, el número de vuelos disponibles era bastante menor y ninguno aterrizaba ni en Andalucía ni en la villa y corte.

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El consulado y la Embajada española en Moscú se pusieron en contacto con Marta y su grupo de amigos –otros cuatro españoles que también viven en el mismo centro– para informarles de la situación en Rusia y recordarles las medidas de protección. Los jóvenes reiteraron a ambas delegaciones que su intención era marcharse en cuanto pudieran.

"Desde ese día, nos han avisado de un vuelo con destino Barcelona, pero parte de nosotros somos andaluces y no queríamos ponernos en peligro teniendo que coger, además del avión, dos trenes hasta llegar a nuestras casas". Cataluña lidera, tras Madrid, el listado de infectados y fallecidos a causa del coronavirus.

La Embajada también les alertó de un vuelo que aterrizaba en Frankfurt (Alemania), donde tendrían 12 horas de margen para buscar un avión hasta España. Hace unos días, les ofreció viajar hasta Ámsterdam (Países Bajos), con las mismas condiciones. "Nos decían en un correo electrónico que conexiones directas no había, que tal vez haciendo escala en París podríamos volver", declaran Marta y sus compañeros. Y, por el momento, aún permanecen en Moscú.

Rusia acaba de comenzar, confinada, una de las etapas festivas más importantes de su calendario y con casi 124.000 contagios de covid-19 en sus registros, tras superar recientemente los 83.912 que anotaba su vecina China. Desde, el Primero de Mayo –Día del Trabajador– hasta el 9 –Día de la Victoria, que rememora la victoria soviética contra los nazis–, el país va a paralizarse aún más de lo que establece la cuarentena decretada por el Kremlin.

La ministra Arancha González Laya reconocía a finales de marzo que la repatriación de españoles de algunos lugares sería complicada. La titular de Exteriores abogaba por buscar primero las vías comerciales –los vuelos de compañías privadas– para facilitar el regreso y anunciaba que, donde no fuera posible, se "pondrían todos los medios a disposición".

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El pasado día 30 de abril, el Ministerio anunciaba que finalizaría en las próximos días las repatriaciones, tras haber fletado casi 50 aviones y asistido a más de 25.000 compatriotas –11.000 en Europa, 9.000 en Iberoamérica, 3.000 en África y Oriente Medio y 2.000 en Asia-Pacífico–, en su mayoría, turistas temporales, el grupo en el que se ha centrado el Gobierno al considerarlo "el más vulnerable al carecer de apoyos en el exterior" y el más afectado por el cierre de los hoteles.

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Sin embargo, algunos residentes en el extranjero también se han unido a estos viajes, cuando ha sido posible. A partir de mitad de mayo, España solamente realizará vuelos "con carácter excepcional".

En una comisión en el Congreso a finales de abril, González Laya aseguró que, desde entonces, también centrarían su atención en "los lugares donde se han quedado varados grupos de españoles menos numerosos y más dispersos y que no son susceptibles de justificar vuelos específicos". Para ello, reiteró su apuesta por "la coordinación europea, para tratar de facilitar la salida de estas personas en vuelos de terceros o incluso por un reparto de tareas en la UE que permita organizar 'vuelos escoba'"; esto es, que reúnan y recojan a los varados.

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"Nosotros aquí seguimos, esperando noticias, una solución", expone Marta, quien confía en recibir alguna 'buena nueva' a partir de la próxima semana, cuando cesen las celebraciones, que este año no contarán con desfiles militares, actos masivos ni con el fausto habitual.

La pandemia ya ha provocado más de 1.200 muertes en Rusia. Y evitar el contagio es especialmente difícil rodeada de tres centenares de personas. "Por muchas precauciones que tomemos, somos 300 viviendo en esta residencia. En cuanto uno lo pille, todos iremos después", augura la joven.

"No tenemos ninguna queja de la UGR ni contra la MGLU; nos solucionaron todos los asuntos oficiales y nos han tratado muy bien", añade. De hecho, ambos centros han habilitado un seguro médico extraordinario por si alguno de sus alumnos enferma. "El que teníamos contratado con la Universidad de Granada no nos cubría en casos de pandemia", dice; lo que ha tranquilizado a los padres y madres de Marta y del resto de los miembros de su grupo. Una preocupación menos. "Ahora la que tenemos en la cabeza es volver a casa cuanto antes", sentencia.