"No nos matará el coronavirus, lo hará el hambre": la crisis alimentaria que viene
Los países menos desarrollados, especialmente los que dependen de las importaciones, ya se están encontrando con problemas para poder abastecer a toda su población
La gran crisis sanitaria que ha generado el coronavirus a nivel mundial es, sin ningún género de dudas, la principal preocupación de numerosos países del planeta, que luchan concienzudamente con el objetivo de frenar el número de fallecidos, que ya superan los 180.000 en todo el globo. Pero el covid-19 podría ser solo ser el principio de un problema mayor: una crisis alimentaria sin precedentes cuyas consecuencias pueden ser devastadoras.
En los países desarrollados, la principal preocupación de la población no es otra más que quedarse confinados en casa con el objetivo de frenar la pandemia lo antes posible. En muchas ocasiones, el único contacto con otros seres humanos solo se produce cada 15 días, cuando hay que acudir a comprar para abastecernos de alimentos. Pero, en otros países con economías menos avanzadas, el problema es mayor: conseguir comida ya no es algo tan fácil.
Buena parte de expertos se han afanado en tranquilizar a la población mundial pues, evidentemente, en los países más desarrollados el desabastecimiento es una utopía. Los avanzados engranajes de la economía no solo permiten que las grandes superficies cuenten con alimentos de todo tipo, sino que incluso los pequeños comercios puedan satisfacer las necesidades de los consumidores. Sin embargo, no es algo que este ocurriendo en los países más pobres.
Según explica un artículo de 'The New York Times', en ocasiones al coronavirus se le ha llamado 'el gran ecualizador', pues es capaz de afectar a cualquier persona más allá de la clase social o de las riquezas que posea. Pero, en realidad, no equipara a toda la población por igual: solo hay que echar un vistazo a las comunidades más pobres de los países más dañados económicamente hablando, donde incluso graves problemas de hambruna ya se dejan notar.
Hace solo unas semanas, en una de las zonas más pobres de Nairobi (Kenia) llamada Kibera, comenzaron a llegar los primeros cargamentos de ayuda humanitaria ante la situación de hambruna que se había generado. El confinamiento ha provocado que muchas personas se queden sin trabajo y, por ende, sin ingresos, lo que genera un claro problema: no hay para comer. La estampida por conseguir alimentos dejó dos muertos y decenas de heridos.
"Nunca habíamos visto algo así. Antes del coronavirus, ya no era una situación bonita, pero lo que está ocurriendo es un escenario sin precedentes e inexplorado", aseguró Arif Husain, economista jefe del Programa Mundial de Alimentos, una agencia de las Naciones Unidas, a 'NYT'. Y no se trata de una situación exclusiva de África, con casos como el de Kenia o República Centroafricana, sino que otros países como Honduras, Sudáfrica, India, Venezuela o Colombia están notando estos problemas.
Los más pobres, los más dañados
Y es que los países más pobres son los que están notando esta situación. Evidentemente, no existe un problema de escasez de alimentos a nivel mundial, -al menos, por ahora-, pero sí existen problemas de logística. Así, las dificultades para sembrar, cosechar y transportarlos a algunas zonas del planeta se han complicado con el confinamiento, un grave problema que notarán especialmente los países que dependen en buena parte de las importaciones.
Se calcula que el cierre de las clases a nivel mundial ha dejado a más de 368 millones de niños sin comedor o, dicho de otra manera, en algunos lugares del planeta, sin su única comida nutritiva del día. De hecho, el Programa Mundial de Alimentos calcula que, a día de hoy, 135 millones de personas viven con graves problemas de acceso a alimentos, una situación que están convencidos que crecerá y que, para finales de 2020, aumentará a 265 millones de personas. Casi nada.
El confinamiento ha provocado que muchas personas se queden con ingresos, algo que se deja notar especialmente en los países más pobres. "No nos va a matar el coronavirus, sino que moriremos de hambre", explica a 'NYT' Nihal Singh, un albañil de Delhi (India) que confiesa que, por primera vez en su vida, ha tenido que pedir para poder comer. La crisis económica que arrastrará el coronavirus tendrá graves consecuencias, quizá peores que el propio virus.
La gran crisis sanitaria que ha generado el coronavirus a nivel mundial es, sin ningún género de dudas, la principal preocupación de numerosos países del planeta, que luchan concienzudamente con el objetivo de frenar el número de fallecidos, que ya superan los 180.000 en todo el globo. Pero el covid-19 podría ser solo ser el principio de un problema mayor: una crisis alimentaria sin precedentes cuyas consecuencias pueden ser devastadoras.
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