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Guerra cultural en EEUU: el Covid-19 reabre el debate sobre Iglesia, armas y aborto
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SE MULTIPLICAN LAS MANIFESTACIONES

Guerra cultural en EEUU: el Covid-19 reabre el debate sobre Iglesia, armas y aborto

Con 42.364 muertos y 787.960 casos diagnosticados con Covid-19, 'el país de las libertades' se enfrenta al choque ideológico entre restringir libertades y frenar la pandemia

Foto: Un manifestante en los alrededores del Capitolio de Columbus, Ohio. (Reuters)
Un manifestante en los alrededores del Capitolio de Columbus, Ohio. (Reuters)

Estados Unidos vive estas últimas semanas en una continua dicotomía. Con 42.364 muertos y 787.960 casos diagnosticados con Covid-19, 'el país de las libertades' se enfrenta de manera más cruda con sus propias contradicciones. Por un lado, el Gobierno de Trump —y de acuerdo con los epidemiólogos—, recomienda el uso de mascarillas, evitar el contacto físico y fomentar la distancia social para evitar el contagio. Pero por otro, el Gobierno Trump —y el ala más conservadora del Partido Republicano— critican los recortes de libertad para socializar, trabajar e ir a misa de forma normal, como si no existiese la pandemia. La crisis del coronavirus ha reabierto viejas y profundas heridas y el país vive ahora una guerra cultural que tiene el foco en cuestiones como el aborto, la libertad de culto o el derecho a poseer armas. Representantes de asociaciones cristianas se preguntan por qué las iglesias han tenido que cerrar cuando las tiendas de venta de alcohol, por ejemplo, siguen abiertas, y por qué se ha detenido la producción en un país en el que 22 millones de personas han perdido su puesto de trabajo en las últimas cuatro semanas.

Adelanta 'The New York Times' que las competencias locales, estatales y nacionales han chocado más que nunca desde el estallido del brote. Las medidas tomadas por las administraciones para frenar la curva de contagio han reabierto heridas en algunas de las cuestiones que más controversia despiertan en un país en el que la libertad individual es un sacramento. No ayuda la línea errática de Donald Trump a la hora de proponer medidas para controlar la pandemia, recomendando por un lado en rueda de prensa el distanciamiento social y por otro sembrando el descontento en las redes con tuits en contra del confinamiento como “Liberad Virginia y salvad nuestra segunda enmienda. ¡Está en peligro!”; “¡Liberad Minnesota!”, “¡Liberad Michigan!”. Todos, estados gobernados por el partido demócrata.

placeholder Un manifestante en Lansing. (Efe)
Un manifestante en Lansing. (Efe)

Precisamente, algunos de sus votantes se han manifestado en los últimos días por todo el país bajo el lema “Trump 2020” para pedir que se revoquen las medidas de confinamiento, como ocurrió en la tarde del lunes en Harrisburg, Pennsylvania. En Denver, Colorado, el domingo se congregó un centenar de personas, mientras que en Lansing, Michigan, activistas de la ultraderecha se manifestaron con rifles semiautomáticos colgando del hombro. "La gente está muy inquieta”, ha declarado el fiscal general de Luisiana y aliado de Donald Trump Jeff Landry. “Hay gobernadores que están utilizando la pandemia como excusa para mantener ciertas medidas por su cuenta y riesgo".

Las medidas para frenar el coronavirus se han convertido en una declaración de intenciones políticas. A pesar de que las armerías permanecen abiertas en la mayor parte del país, la Asociación Nacional del Rifle (NRA) ha rodado un spot propagandístico protagonizado por el cantautor country Charlie Daniels en el que amenaza: “Ellos quieren nuestras armas. ¡Las quieren todas!”. Pero, ¿quiénes son “ellos”? Ellos, probablemente, sean dirigentes demócratas como Andrew M Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, que ha calificado las armerías como negocio "no esencial", con lo que éstas han tenido que cerrar, provocando un pleito de la NRA que acusa a Cuomo de utilizar la epidemia como excusa para "conseguir lo que quiere".

placeholder Otro manifestante en Columbus. (Reuters)
Otro manifestante en Columbus. (Reuters)

Con el Ramadán a punto de comenzar este jueves, Trump insinuó este fin de semana que la religión cristiana había sufrido durante Semana Santa un trato desfavorecedor frente al culto musulmán. “He visto mucha disparidad en esta país: persiguen a las iglesias cristianas pero no a las mezquitas”. Trump se refirió implícitamente al cierre de las iglesias en Semana Santa. Porque a principios de mes, en Kentucky, el alcalde de Louisville, una ciudad de casi 700.000 habitantes, recordó que, debido a las medidas de distanciamiento social, el Domingo de Ramos de 2020 sería muy diferente a otros años: en esta ocasión no se permitiría oficiar misas.

Sin embargo, el líder del Partido Republicano por Kentucky en el Senado le contrarió con una declaración oficial en forma de carta: “Durante cualquier crisis es importante que sigamos respetando y protegiendo los derechos de nuestros ciudadanos. Os escribo porque os impelo a proteger uno de los derechos más preciados por nuestros votantes: la libertad de culto”. “Las personas religiosas no deberían ser sometidas a un trato desfavorecedor”.

placeholder Enfermeras manifestándose por el derecho a la sanidad. (Reuters)
Enfermeras manifestándose por el derecho a la sanidad. (Reuters)

En estados como Texas, Ohio y Alabama, de mayoría republicana, sus gobiernos incluyeron el aborto entre las intervenciones médicas que se postponen hasta el final de la emergencia sanitaria. El procurador general de Texas, el republicano Ken Paxton, advirtió de que "todo el peso de la ley" caerá sobre las clínicas abortivas que no paralicen su actividad. Mientras, activistas como Nancy Northup, presidenta del Centro por los Derechos Reproductivos, han tildado la medida como "un abuso de poder y un paso más en el continuo intento de utilizar falsas justificaciones para cerrar las clínicas y volver al caso Roe contra Wade", por el que se despenalizó el aborto en 1973. Paxton, a su vez, alertó unos días antes de que las medidas de confinamiento no podían utilizarse para forzar el cierre de las armerías texanas, siendo Texas el estado donde más armas se venden.

También en Texas, uno de los estados más beligerantes contra las medidas restrictivas, el gobierno republicano ha dinamitado los intentos de algunas administraciones locales de impedir que los ciudadanos se trasladen libremente a sus segundas residencias durante la epidemia o la ampliación del voto por correo, hasta ahora limitado a ancianos y personas con minusvalías. El gobernador de Texas, Greg Abbott, tampoco ha querido firmar la orden de liberar algunos reclusos de las prisiones texanas por el riego de contraer la enfermedad, por lo que la Unión de Libertades Civiles Americanas ha llevado a la corte estatal la negativa del gobernador, que ha sido revocada.

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Manifestantes en los alrededores del Capitolio de Columbus, Ohio. (Reuters)

Cualquier pequeño cambio normativo es ahora una arma arrojadiza. El pasado jueves, la activista Meshawn Maddock participó en el popular programa ‘Fox and Friends’ de la cadena Fox, abiertamente conservadora, para protestar por la normativa impuesta por el gobernador demócrata de Michigan que extiende la prohibición de practicar actividades al aire libre a pasatiempos como las motos de agua. "No nos dejan ni pescar", se quejó. Dicha medida le ha merecidoal gobernador el calificativo de “dictador” por parte de la oposición republicana.

La tensión en la calle es cada día más palpable, aunque las manifestaciones contra el confinamiento siguen siendo minoritarias. Como la que tuvo lugar la semana pasada en los alrededores del edificio del Capitolio en Frankfort, Kentucky, en la que los asistentes corearon la consigna "¡Queremos trabajar!", como petición para el gobernador demócrata, Andy Beshear. Una semana después, el estado registró el número más alto de nuevos casos de infectados en un día.

Estados Unidos vive estas últimas semanas en una continua dicotomía. Con 42.364 muertos y 787.960 casos diagnosticados con Covid-19, 'el país de las libertades' se enfrenta de manera más cruda con sus propias contradicciones. Por un lado, el Gobierno de Trump —y de acuerdo con los epidemiólogos—, recomienda el uso de mascarillas, evitar el contacto físico y fomentar la distancia social para evitar el contagio. Pero por otro, el Gobierno Trump —y el ala más conservadora del Partido Republicano— critican los recortes de libertad para socializar, trabajar e ir a misa de forma normal, como si no existiese la pandemia. La crisis del coronavirus ha reabierto viejas y profundas heridas y el país vive ahora una guerra cultural que tiene el foco en cuestiones como el aborto, la libertad de culto o el derecho a poseer armas. Representantes de asociaciones cristianas se preguntan por qué las iglesias han tenido que cerrar cuando las tiendas de venta de alcohol, por ejemplo, siguen abiertas, y por qué se ha detenido la producción en un país en el que 22 millones de personas han perdido su puesto de trabajo en las últimas cuatro semanas.

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