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Encerrar a 1.300 millones de un plumazo: la bomba del coronavirus está en la India
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Encerrar a 1.300 millones de un plumazo: la bomba del coronavirus está en la India

Los 64 millones de personas que malviven en infraviviendas en diferentes urbes del país y el millón y medio que vive en la indigencia se enfrentan solos al virus y al olvido

Foto: Varios pasajeros hacen cola esperando el autobús en la India. (EFE)
Varios pasajeros hacen cola esperando el autobús en la India. (EFE)

Semanas después de que la OMS declarase la pandemia global por el coronavirus y más de un mes y medio desde que registrase su primer caso positivo de Covid-19, India impone la cuarentena a la segunda población más grande del mundo, cerca de 1.300 millones de personas, por al menos 21 días. El confinamiento completo de la democracia más poblada del planeta supone un monumental reto logístico para abastecer a una demografía eminentemente rural. Además de un ímprobo esfuerzo para mantener con vida a cientos de millones de desfavorecidos que subsisten bajo duras condiciones de hacinamiento e higiene, para quienes acceder al sistema de salud —ya deficiente y desigual— será virtualmente imposible si la epidemia alcanza las proporciones vistas en otros países y colapsa su débil red de servicios sanitarios.

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“Desde hoy a medianoche, el país entero se cierra por completo para salvar India [...] La única manera de protegernos del coronavirus es no salir de casa”, explicaba el martes el primer ministro, Narendra Modi, en su segunda intervención televisada en menos de una semana, cuando el país registraba 536 infecciones y 10 muertos, según las cifras oficiales en el momento del anuncio.

El jueves pasado, el líder indio instó a los residentes del país a colaborar en un “toque de queda ciudadano” voluntario de unas horas, anticipando el confinamiento que llegó esta semana. En su comparecencia, Modi aseguró que, durante las tres semanas de cuarentena, no faltarán provisiones y que se mantendrá el abastecimiento de la población, aunque sin dar más detalles.

Foto: Una fábrica de mascarillas en Taiwán. (EFE)
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Minutos después, el Ministerio del Interior hacía pública una guía con los servicios disponibles hasta el 15 de abril. Estos incluyen sectores de producción de bienes de primera necesidad, tiendas de alimentación, farmacias, servicios de comida a domicilio, bancos y empresas de comunicación. El confinamiento prohíbe los servicios de transporte, la apertura de escuelas, zonas públicas de recreo e, incluso, lugares de culto, así como la reunión de personas —salvo en funerales, donde se permiten grupos de no más de 20 individuos—.

¿Ocultación de la realidad?

El aislamiento total de India viene precedido por el confinamiento escalonado de 30 de sus estados hasta este martes. En ese tiempo, las medidas del Gobierno habían pasado del control fronterizo y la restricción de visados de hace un mes al monitoreo médico de viajeros de hace unas semanas. Elogiado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), este esfuerzo ha mitigado el impacto de la epidemia en apenas medio millar de infectados para un país de su demografía y condiciones de vida.

La transmisión del coronavirus ha sido baja en India y en los siete países que forman el subcontinente indio; la región más densamente poblada del mundo y donde solo hay 1.550 infectados y unos 30 muertos para cerca de 2.000 millones de habitantes (1/4 del planeta). Tal contraste respecto de los estragos causados por la enfermedad en China, Corea del Sur, Europa y Estados Unidos ha hecho que los expertos critiquen la falta de pruebas diagnósticas; que falsean las dimensiones reales de la epidemia en la región.

En particular, India es uno de los países que menos pruebas de Covid-19 han realizado (10 test por cada millón de personas), con test muy por debajo de la capacidad de sus laboratorios, según Associated Press. Pero el Consejo de Investigación Médica de India (ICMR, en inglés), con base en sus estadísticas de infectados, ha mantenido que el país estaba aún en la segunda fase de transmisión; así que solo viajeros y sus contactos directos eran examinados.

Foto: Coronavirus en Daegu, Corea del Sur. (Reuters)

El lunes, sin embargo, el ICMR aceptaba un estudio del 'Indian Journal of Medical Research', que indicaba la imposibilidad de controlar la epidemia en megalópolis de más de 10 millones de personas como Nueva Delhi o Bombay. Esto, unido al regreso de unos 64.000 viajeros indios del extranjero, ha precipitado el confinamiento total. Mientras, se confirma la expansión del virus en una decena de distritos del estado sureño de Kerala, donde se detectó el primer positivo a principios de febrero.

Un sistema de salud sin recursos

Durante su declaración de este martes, Modi también anunció un paquete de emergencia de más de 1.825 millones de euros para sanidad y la participación del sistema de salud privado en la respuesta frente al coronavirus. A los 92 laboratorios públicos que ya hacían pruebas de Covid-19, se unen medio centenar de centros privados mientras el Gobierno espera recibir un millón de nuevos kits para test y, posiblemente, un millón más de la OMS en el futuro. Por otro lado, hace más de una semana que se aprobó el fondo regional de respuesta ante epidemias; que no ha evitado el caos en el sistema de atención médica en diferentes estados del país.

Desde hace días, viajeros en Delhi y zonas del norte se quejan de la ausencia de higiene y material en los centros a los que fueron trasladados para revisiones médicas después de aterrizar en el país; lo que muestra la mala gestión de los fondos para la emergencia y que hace temer aún más la poca preparación del sistema de salud. Con una mísera inversión del 1,28% de su PIB en sanidad, India apenas cuenta con un doctor por cada 10.000 habitantes, un hospital público por cada 55.000 personas y una cama de aislamiento por cada 84.000. Con apenas 40.000 ventiladores para su vasta población y sin mascarillas suficientes para los trabajadores, el estado actual del país —pese a estar en la fase inicial de la epidemia— ya es calificado de “situación de crisis” por la Asociación de Doctores Residentes de Maharashtra, con base en Bombay —capital financiera india—, que envió una carta al Gobierno regional este martes denunciando el inminente agotamiento incluso de agua y alimentos.

Foto: Brote de coronavirus en Nueva York. (Reuters)

La omisión de medidas claras respecto a las provisiones durante el anuncio del bloqueo provocó el miedo de los residentes de algunas ciudades indias, que abarrotaron tiendas para comprar víveres, haciendo caso omiso de la distancia social y obligando a Modi a pedir calma a través de Twitter. El desconcierto también se ha vivido hoy en la frontera entre algunos estados indios, donde el transporte de alimentos se ha visto paralizado por la descoordinación entre Interior y las administraciones locales. Un caos que amenaza la subdesarrollada India rural, donde vive más del 60% del país —750 millones de personas— en condiciones de difícil acceso.

Antes de la declaración oficial de confinamiento, la ministra de Economía, Nirmala Sitharaman, anunció una serie de medidas para paliar los efectos de la crisis del coronavirus. Tímidas medidas como la anulación de las comisiones bancarias y el acceso de las autoridades regionales al excedente de producción de alimentos de primera necesidad para la población más vulnerable. A la espera del anuncio de ayudas más contundentes —que este miércoles Reuters estima en 18.000 millones de euros—, Modi pidió la colaboración de grupos de la sociedad civil mientras Campaña por el Derecho a la Alimentación pedía la transferencia de 3.000 rupias (36 euros) mensuales a los trabajadores del sector informal, principal sustento de la economía nacional al constituir el 90% de la mano de obra de todo el país, según la Organización Mundial del Trabajo.

En el transcurso del fin de semana pasado, cientos de miles de conductores de 'rickshaws', vendedores ambulantes o asistentes domésticos volvían de su éxodo rural desde las principales ciudades del país, como Bombay. El hacinamiento masivo en trenes supuso un riesgo para la salud pública y el retorno tiene efectos devastadores para la economía, cuyo crecimiento se ha desplomado a la mitad en dos años y cuyo PIB depende en un 55% del sector servicios. Sin pensiones, bajas por enfermedad, permisos remunerados ni seguro alguno, el sustento de estos trabajadores dependía de sus exiguas ganancias en metálico; en algunos casos, de apenas 5-10 euros diarios.

Foto: Un empleado funerario se protege con un equipo EPI en el Cementerio Jardín de Alcalá de Henares. (EFE)

Las medidas de emergencia son vitales para el 20% de la población india (más de 275 millones de personas) que vive por debajo del umbral de la pobreza, según el Banco Mundial. Hasta ahora, algunos gobiernos regionales como el del estado sureño de Kerala distribuirán comida gratuita para quienes dispongan de cartilla de racionamiento. Medida que solo una región con sus índices socioeconómicos puede permitirse, pero de imposible aplicación para las regiones más subdesarrolladas del norte de India. Así, el futuro es más incierto aún para los 64 millones de personas que malviven en infraviviendas en diferentes urbes del país o para el millón y medio que vive en la indigencia. El reto de estas comunidades no es sobrevivir al impacto económico, sino a la infección de un virus en condiciones de hacinamiento o de nula higiene a la intemperie.

Semanas después de que la OMS declarase la pandemia global por el coronavirus y más de un mes y medio desde que registrase su primer caso positivo de Covid-19, India impone la cuarentena a la segunda población más grande del mundo, cerca de 1.300 millones de personas, por al menos 21 días. El confinamiento completo de la democracia más poblada del planeta supone un monumental reto logístico para abastecer a una demografía eminentemente rural. Además de un ímprobo esfuerzo para mantener con vida a cientos de millones de desfavorecidos que subsisten bajo duras condiciones de hacinamiento e higiene, para quienes acceder al sistema de salud —ya deficiente y desigual— será virtualmente imposible si la epidemia alcanza las proporciones vistas en otros países y colapsa su débil red de servicios sanitarios.

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