La guerra por las narrativas que el Covid-19 ha desatado en el corazón de Europa
La llegada del coronavirus ha destado una batalla de narrativas por el rol de la Unión Europea. Y la ganadora definirá el futuro de Europa
Las crisis suelen forjar a los líderes. Y las crisis más importantes pueden cambiar la propia naturaleza de los gobierno. Los líderes políticos europeos ya se han dado cuenta de que no solo están reaccionando a la crisis del coronavirus, sino también están moldeando el futuro de Europa. La respuesta contra el virus tendrá un efecto inmediato y posiblemente drástico en las vidas de los europeos como pocas cosas lo han hecho en el pasado reciente. Los europeos no olvidarán los líderes políticos que destacaron y las instituciones que realmente importaron.
Solo hay que pensar en cómo han decidido actuar los gobiernos de Polonia y Francia a la crisis.
En una rueda de prensa el 13 de marzo, el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki prometió “cerrar la puerta a la pandemia". El país no solo se movilizó para cerrar sus colegios, guarderías, universidades, cines y otros lugares, sino que también decidió suspender los vuelos internacionales y las conexiones ferroviarias, así como reintroducir controles fronterizos para el tráfico terrestre. Morawiecki dijo que Polonia estaba a la vanguardia de los países en la reacción contra la crisis. Sí lo estaba, si consideramos que los controles fronterizos se han establecido desde entonces en otros países, desde España a Portugal pasando por Alemania y los Países Bajos.
Sin embargo, Polonia fue más allá. Los ciudadanos extranjeros no pueden entrar ahora mismo en Polonia. Morawiecki dejó claro que culpaba al mundo exterior por la expansión del mundo. La mayor parte de los casos de Covid-19 en Polonia han sido, según sus palabras, “importados, en el sentido estricto del término”, bien por extranjeros o bien por polacos que volvían del extranjero. El mensaje es que la nación polaca es limpia y pura y no se habría visto involucrada en esta crisis si no hubiera libertad de movimiento.
La vía francesa
En cambio, en un discurso el 12 de marzo, Emmanuel Macron advirtió a los franceses contra ese tipo de resurgimiento nacionalista. Francia no cerró sus fronteras pese a tener más casos de Covid-19 que Polonia. Por el contrario, su gobierno recomendó “distanciamiento social” para frenar la crisis del coronavirus. Ha cerrado colegios y otras instituciones y ha pedido a la gente que trabaje desde casa. Pero Macron también recalcó que “el virus no necesita pasaporte” y que los controles no tendrían por qué efectuarse en las fronteras nacionales. El nítido mensaje del discurso del 12 de marzo era que el gobierno no era lo suficientemente poderoso en estas circunstancias excepcionales. También era importante una sociedad cooperativa y un sentido de solidaridad europeo.
En otro discurso a la nación hace unos días, Macron aumentó estas medidas de control anunciando un confinamiento general. Para las próximas dos semanas -o más- los franceses no pueden salir de su casa a no ser de que sea absolutamente necesario. “Estamos en guerra, una guerra sanitaria”, repitió Macron varias veces, antes de hacer un llamamiento a la “solidaridad a cambio de responsabilidad” de sus compatriotas.
De forma explícita o implícita, Europa está en el centro de cómo este y otros gobiernos están conjugando su reacción a la crisis del coronavirus. Llega en un momento en el que algunos europeos se están preguntando si la integración ha ido demasiado lejos y si los estados nación deberían “recuperar el control”.
En las últimas semanas, la UE ha recibido acusaciones de haber fracasado ante ese reto. Roma ya ha puesto en duda la solidaridad europea: Alemania bloqueó las exportaciones de suministros médicos a Italia mientras que Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (ECB) dijo que el ECB “no estaba aquí para reducir los diferenciales de deuda” - lo que fue rápidamente interpretado como un signo de que no se preocupaba de mantener a Italia en la eurozona-. Matteo Salvini, el líder de la ultraderechista Liga, rápidamente aprovechó la oportunidad. “Italia”, dijo, “necesitaba ayuda y le han dado un tortazo en la cara”. El mensaje rápidamente se extendió por el continente. Según el principal canal de noticias de la televisión pública polaca, “la crisis del coronavirus ha mostrado las debilidades de la Unión Europea.
Las instituciones europeas seguramente puedan hacer más, pero ya están jugando un papel más importante. La semana pasada, la Comisión Europea anunció un nuevo fondo de emergencia hasta los 37.000 millones de euros para ayudar al sector de la salud, a las pequeñas y medianas empresas y a los empleados. Polonia (y Hungría) se convertirán en los grandes beneficiarios, un pequeño detalle que la televisión pública polaca no pudo explicarle a su audiencia. La Comisión también ha lanzado un procedimiento de adquisición conjunta de equipos de protección personal, procedimiento de emergencia al que se unió Polonia de forma casual. Con un retraso de seis años, es una de las últimas iniciativas de la Unión Europea. Y hoy, con otra emergencia para los líderes de gobierno, la Comisión buscará reafirmarse como la coordinadora de los esfuerzos para combatir la expansión del virus.
Los inmigrantes y las fronteras abiertas pueden ser las primeras víctimas del debate del virus sobre Europa. Ahora que varios estados miembros han introducido fronteras de forma temporal, los líderes y los votantes pueden, una vez que la crisis haya acabado, concluir que no tiene sentido tenerlas completamente abiertas. Por si fuera poco, algunos líderes políticos ya están conectando la expansión del virus al tema de refugiados. La epidemia ha impulsado la causa de aquellos que siempre se han opuesto a los refugiados, muchos de ellos pertenecientes a los mismos partidos y políticos que defienden ahora estrictos controles fronterizos.
Pero el capítulo final de esta saga todavía no está escrito. En una crisis con efectos muy tangibles a corto plazo dependerá en gran medida de qué líder consiga buenos resultados contra el virus. Nadie sabe aún si Polonia, Francia u otros países conseguirán lidiar con la enfermedad ni si la UE será capaz de probar su utilidad o indispensabilidad. Nadie sabe qué visión de qué gobierno triunfará.
La UE y sus seguidores siempre han defendido que la UE hace a los países europeos más fuertes y resistentes. Este es el momento de demostrar esa capacidad. Mientras el presupuesto de la UE es tan solo del 1% del PIB, la UE tiene medios únicos para combatir el Covid-19. Puede promover la cooperación y las políticas coordinadas entre los estados miembros. Esto les permitirá alcanzar mejores resultados de lo que harían de forma separada.
Más importante, sin embargo, es que las instituciones europeas pueden forjar un espíritu común de solidaridad por el continente, bien sea a través del Banco Central Europeo creando espacio adicional para una respuesta fiscal de los gobiernos o la Comisión Europea abriendo un fondo de emergencia. La tercera gran crisis europea en una década da otra oportunidad -quizá la final- para construir un destino común entre sus ciudadanos. Para que esto ocurra, las iniciativas atrevidas y resolución de las instituciones europeas son solo un ingrediente. La UE necesita forjarse un rol para sí misma a pesar - o gracias a- los estados miembros. Y esto es por lo que el resultado final dependerá en gran medida de quién gane la batalla de las narrativas.
Dentro de unos meses, la gente sabrá si Europa ha hecho muy poco o mucho por ellos. Puede ser que pidan más Europa para protegerse de futuras pandemias o que la rechacen. Es inquietante, pero parece que podría ir en cualquier dirección.
*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Pawel Zerka y titulado 'Europe and the virus: the battle of narratives'.
Las crisis suelen forjar a los líderes. Y las crisis más importantes pueden cambiar la propia naturaleza de los gobierno. Los líderes políticos europeos ya se han dado cuenta de que no solo están reaccionando a la crisis del coronavirus, sino también están moldeando el futuro de Europa. La respuesta contra el virus tendrá un efecto inmediato y posiblemente drástico en las vidas de los europeos como pocas cosas lo han hecho en el pasado reciente. Los europeos no olvidarán los líderes políticos que destacaron y las instituciones que realmente importaron.