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Masacre de San Valentín en Downing Street: el ideólogo Cummings se hace con el control
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SALE EL MINISTRO DEL TESORO

Masacre de San Valentín en Downing Street: el ideólogo Cummings se hace con el control

El ambiente en Westminster estaba inusualmente tranquilo por lo que el Gobierno ha decidido cambiar el guión, por aquello quizá de recordar el caos de los viejos tiempos del Brexit

Foto: Boris Johnson. (Reuters)
Boris Johnson. (Reuters)

Al final ha terminado siendo una “masacre pre San Valentín” o más bien un nuevo drama Shakesperiano en la era post Brexit. El ambiente en Westminster estaba inusualmente tranquilo por lo que el Gobierno ha decidido cambiar a última hora el guión, por aquello quizá de recordar el caos de los viejos tiempos del Brexit.

Boris Johnson se había comprometido a dejar a Sajid Javid como ministro del Tesoro en la gran reestructuración del Gabinete, prevista una vez el Reino Unido abandonara la UE. La reorganización tenía que definir de alguna manera el nuevo rumbo que quiere tomar ahora el primer ministro. El día estaba siendo calmado hasta el momento en el que Chancellor ha anunciado su dimisión. A tan sólo cuatro semanas de presentar los primeros Presupuestos Generales como país fuera del bloque, el hombre que ostenta el segundo cargo más importante del Ejecutivo anunciaba su salida ante la sorpresa de todo el mundo.

Foto: Escena de un atentado en Londres el pasado noviembre. (EFE)

¿El motivo? Johnson le ha dicho que podía conservar su cartera siempre y cuando se deshiciera de todos sus asesores para poner en su lugar a los del Número 10. Inaudito. Al no aceptar la propuesta, Javid ha presentado su carta de renuncia.

Guerra entre "israelíes y palestinos"

Para ocupar su puesto se ha nombrado a Rishi Sunak. Cuando en julio de 2019 le nombraron secretario de Estado del Tesoro, ya se rumoreaba que había sido colocado para que el Número 10 pudiera vigilar de cerca a Javid. El nuevo ministro del Tesoro fue uno de los primeros que apoyó a Johnson en las primarias del Partido Conservador en verano.

Tiene tan sólo con 39 años, pero este licenciado en Oxford, con fuerte convicción euroescéptica, ya ha trabajado en banca de inversión en la firma Golman Sachs y fue fundador de su propia firma de inversiones. Su mujer es la hija de un multimillonario empresario tecnológico indio y cofundador de Infosys. Lo relevante es que ha aceptado como nuevo Chancellor que, por primera vez en la historia, haya un equipo especial de asesores conjunto entre el Número 10 y el Número 11.

¿Qué encierra todo esto? Ni más ni menos que una gran victoria para Dominic Cummings, el oscuro asesor del primer ministro, quien deja más claro que nunca quién mueve realmente los hilos en Downing Street. El control que ejerce el estratega -bautizado por muchos como “Maquiavelo” – sobre el líder 'tory' llega ya a un punto enfermizo. En el Gabinete muchos han llegado incluso a denunciar la situación como problemática, ya que “resulta prácticamente imposible tener una reunión a solas con Johnson sin que Cummings aparezca en la habitación”. Toda decisión debe pasar antes por sus manos.

Foto: Dominic Cummings. (Reuters)

La relación entre Javid y Cummings era especialmente mala. En Whitehall, donde están todos los ministerios, se referían a ellos como “la guerra entre palestinos e israelitas”. “Nadie sabe muy bien dónde y cuándo empezaron las tensiones, pero no se pueden ni ver”, asegura un funcionario.

Cummings gana al "Chino"

En los últimos días, Javid había ganado algunas batallas a Cummings al conseguir que Johnson diera luz verde al tren de alta velocidad HS2 para unir norte y sur de Inglaterra a pesar de un elevado coste, que el asesor quería destinar a otros proyectos para impulsar estas zonas. Sin embargo, en términos generales, al ya ex ministro del Tesoro le llamaban el “Chino” (Chancellor in name only, cuya traducción es Chancellor sólo en el nombre). En otras palabras, sin poder o influencia alguna.

Pero la trama no queda ahí, porque el oscuro estratega ha conseguido además que su íntimo amigo Michael Gove se quede como “ministro de Gabinete”, a efectos prácticos, un viceprimer ministro. Entre ellos tienen incluso cariñosos apodos rusos. “Dom le llama Mikhail y Michael le llama Dominik”, explicaba recientemente una fuente del Gobierno a 'The Telegraph'.

Su relación viene de lejos. Gove contrató al asesor por primera vez cuando se convirtió en ministro de Educación. Luego Cummings pasó a dirigir la campaña pro Brexit y tras el triunfo de la causa euroescéptica se convirtió en el responsable de la campaña de Gove cuando éste intentó de manera infructuosa convertirse en líder 'tory' tras la dimisión de David Cameron. La puñalada por la espalda que atestó en 2016 a Boris Johnson fue una de las más memorables de la historia del Reino Unido. Pero está claro que ha enterrado sus rencillas con el primer ministro.

Foto: Dominic Cummings. (Reuters)

Cummings y Gove son ahora los dos hombres más poderosos del Reino Unido post Brexit, con el permiso de Johnson, que tampoco parece importarle mucho porque él soñó siempre con el cargo más que con gobernar. Por lo que la era post Brexit promete.

No llegó el temido transplante

La dimisión del Chancellor eclipsó el resto de la reestructuración del Gabinete. A pesar de que tras el triunfo electoral de diciembre se dijo que habría una gran revolución, lo cierto es que ha sido más una cirugía que un trasplante. La euroescéptica Priti Patel, que en su día defendió la pena de muerte, se queda al frente de Interior, y el también brexiteer Dominic Raab permanece como responsable de Exteriores.

Lo más simbólico quizá ha sido la salida de Julian Smith como ministro para Irlanda del Norte, uno de los pocos, por no decir el único, que se ha llevado halagos de todos los bandos por conseguir recientemente que, tras tres años sin Gobierno en Belfast, católicos del Sinn Féin y protestantes del DUP cerraran un acuerdo de coalición. Un gran logro, sin duda alguna, pero el hecho de que fuera el responsable de mantener disciplina en el partido en los tiempos de Theresa May le convertía de alguna manera en una figura demasiado vinculada a una era ya pasada.

Al final ha terminado siendo una “masacre pre San Valentín” o más bien un nuevo drama Shakesperiano en la era post Brexit. El ambiente en Westminster estaba inusualmente tranquilo por lo que el Gobierno ha decidido cambiar a última hora el guión, por aquello quizá de recordar el caos de los viejos tiempos del Brexit.

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