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¿Empresario o mafioso? El testigo de última hora que reaviva el 'impeachment' a Trump
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¿LA PRUEBA DEFINITIVA?

¿Empresario o mafioso? El testigo de última hora que reaviva el 'impeachment' a Trump

“El presidente Trump sabía exactamente lo que estaba pasando. Estaba al corriente de todos los movimientos”, ha dicho Lev Parnas en vísperas del juicio político. Y él lo sabe porque trabajaba en ello

Foto: Lev Parnas. (Reuters)
Lev Parnas. (Reuters)

“Están intentando asustarme para que no hable. Mi mujer tiene miedo. Mis hijos están nerviosos”, declaró el inversor ucraniano-americano Lev Parnas en televisión. No se refería a la Cosa Nostra, ni a un cartel de la droga mexicano, ni a la Yakuza, sino al presidente de los Estados Unidos. “No creo que Trump sea como el crimen organizado”, aclaró Parnas. “Creo que es el líder de una secta”.

En casos así, los estadounidenses utilizan la metáfora del ventilador y el excremento: Lev Parnas sería el ventilador y, el excremento, las actividades conspirativas que supuestamente llevó a cabo en Ucrania por orden del presidente, algo que el presidente niega. En vísperas del juicio del 'impeachment', el ventilador de Parnas funciona a plena máquina en los grandes medios: “El presidente Trump sabía exactamente lo que estaba pasando. Estaba al corriente de todos los movimientos”.

Foto: Amy Klobuchar, en un debate. (Reuters)

El ciudadano aparentemente indefenso que se confesaba así en horario de máxima audiencia, hundido en su asiento y en compañía de su abogado, tiene también muchas cosas que explicar, y de hecho lo está haciendo. Parnas está imputado por canalizar presuntamente dinero extranjero hacia políticos y procesos electorales de Estados Unidos. Un caso aparte. Una de las muchas manchas de su currículum.

Estrechando el círculo a Trump

La historia se remonta a principios de noviembre de 2016: días antes de las elecciones presidenciales, el inversor donó 50.000 dólares a la campaña de Trump y al Partido Republicano, lo cual le granjeó un apretón de manos con el futuro presidente. Parnas entendió cómo funcionaban las cosas: cuanto mayor fuese la donación, mayor acceso tendría a los círculos de poder.

Así que Parnas fue subiendo los escalones necesarios, siempre con la billetera lista. El inversor empezó a acudir a los eventos de recaudación y cenas de donantes republicanos. En 2018, Parnas y un socio suyo, Igor Fruman, donaron 325.000 dólares a una de las organizaciones pro-Trump, America First Action. Esto les hizo un hueco en una cena privada con el presidente y su entorno. En concreto, Parnas trabó amistad con dos influyentes donantes: Tom Hicks Jr., copresidente del Comité Nacional Republicano y amigo del hijo mayor de Donald Trump, y Joseph Ahearn.

A medida que se acercaba a la cúpula republicana, Parnas, nacido en Odesa, criado en Nueva York y afincado en Florida, aprovechó para intentar hacer negocios. Según 'The Wall Street Journal', el inversor, dueño de Fraud Guarantee, se embarcó en un proyecto inmobiliario de 10 millones de dólares que acabó poco después en los tribunales: la conclusión habitual de muchos de los negocios de Parnas.

Foto: Hunter Biden (i), Donald Trump y Joe Biden. (Reuters)

Los pagos y las maniobras lo acercaron a una de las personas más influyentes de la Casa Blanca: el abogado personal de Trump y exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani. La empresa de Parnas contrató a Giuliani como asesor por la tarifa de medio millón de dólares, que acabó proporcionando otro donante republicano. La alianza se había formalizado y ofrecía otras posibilidades. Los contactos de Parnas en Ucrania hacían de él un potencial activo para los planes de la administración Trump.

A finales de 2018, Giuliani habría mandado a Parnas y a su socio Fruman a Ucrania con una misión doble: buscar información comprometedora sobre el exvicepresidente y aspirante demócrata Joe Biden, dados los negocios de su hijo Hunter con la empresa gasista Burisma, y maniobrar para destituir a la entonces embajadora americana en Kyiv, Marie Yovanovitch. La diplomática era sospechosa de no profesar una lealtad suficiente a Trump. Luego el objetivo se perfiló: había que presionar al Gobierno de Ucrania para que anunciase su investigación del caso Biden.

Una montaña de pruebas

La supuesta conspiración avanzaba cuando, el pasado septiembre, un informador del Gobierno denunció las presiones de Trump a Ucrania con presuntos fines electoralistas. Las actividades de Giuliani, Parnas y Fruman fueron saliendo a la luz en los periódicos, con un aliciente: Lev Parnas se había ocupado de documentar cada uno de sus pasos en centenares de mensajes de móvil y fotografías con Giuliani y otros miembros del entorno de Trump, incluido el propio presidente. Fotos en las que no faltaban las cadenas de oro, las camisas abiertas y el humo azul de los puros.

Ahora que Parnas ha sido imputado por estar presuntamente metido, según la fiscalía neoyorquina, en “una compleja tela de araña de interacciones políticas y financieras que relaciona a la diplomacia con supuestas violaciones de la ley de financiación de campañas”, ha decidido “cantar”. Este caso no está en principio vinculado a la “diplomacia en la sombra de Giuliani”, pero Parnas, que se ha declarado inocente, trataría de mostrarse colaborativo para aliviar su posible pena.

El acusado ha entregado a los comités del Congreso centenares de documentos. Entre otras cosas, prueban que Giuliani había intentado reunirse con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenski, con el “conocimiento y consentimiento” de Trump. Y un esfuerzo claro por seguir los movimientos de la embajadora Yovanovitch.

El proceso de impeachment ya ha entrado en su fase final: el juicio a Trump en el Senado. El colorido testimonio de Lev Parnas llega un poco a destiempo: la imputación de cargos al presidente, la parte del proceso que controlaban los demócratas, ya se ha terminado y son los republicanos quienes manejan ahora las reglas. Aun así algunos demócratas exigen que se incluya a Parnas en la lista de testigos.

Foto: Rudy Giuliani junto a Donald Trump. (EFE)

Sus acusaciones “deben de ser investigadas y revisadas”, dijo la senadora de California, la demócrata Kamala Harris. “Creo que debe de comparecer ante nosotros para que así podamos determinar su credibilidad. Hay muchas maneras de juzgar la credibilidad”, añadió.

Los republicanos, en cambio, alegan que Parnas no se merece la confianza de la cámara y por tanto no serviría como testigo en un juicio. “Parece una especie de personaje turbio”, dijo el senador republicano John Cornyn. Otros compañeros de partido se refirieron con palabras semejantes a Parnas, quien ha sido comparado en más de una ocasión con “un personaje de Joe Pesci”.

El espectáculo agrada a los columnistas anti-Trump, que ven en el periplo de Parnas una encarnación del modus operandi del presidente, del tipo personas de las que se rodea. Según la periodista Michelle Goldberg: “Algo bueno de juntarte con sórdidos mafiosos y estafadores es que, si se vuelven contra ti, puedes alegar que no tienen ninguna credibilidad porque son criminales”.

“Están intentando asustarme para que no hable. Mi mujer tiene miedo. Mis hijos están nerviosos”, declaró el inversor ucraniano-americano Lev Parnas en televisión. No se refería a la Cosa Nostra, ni a un cartel de la droga mexicano, ni a la Yakuza, sino al presidente de los Estados Unidos. “No creo que Trump sea como el crimen organizado”, aclaró Parnas. “Creo que es el líder de una secta”.

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