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Recompensa de 700.000 € para cerrar el caso del hombre que se entregó 2 veces
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SUCEDIÓ EN AUSTRALIA EN 1970

Recompensa de 700.000 € para cerrar el caso del hombre que se entregó 2 veces

Una niña de tres años despareció en 1970 sin dejar rastro. A lo largo de este medio siglo, un mismo hombre se ha entregado dos veces autoinculpándose, pero la justicia le ha liberado

Foto: Cheryl Grimmer, en una fotografía junto a su padre Vince. (CC/Wikimedia Commons)
Cheryl Grimmer, en una fotografía junto a su padre Vince. (CC/Wikimedia Commons)

Lunes, 12 de enero de 1970: Ricky, el hijo mayor de la familia Grimmer, insistió a su madre, Carole, para que aprovecharan el día y fueran a la playa. Hacía solo unos meses, esta familia británica se había mudado a Australia, donde Vince, el padre, trabajaba en la Marina. A primera hora de la mañana, había acudido a su puesto de trabajo, ante lo que la madre vio con buenos ojos la idea de Ricky: así, los cuatro niños y Carole acudieron a Fairy Meadow... pero no sabían que les iba a cambiar la vida.

Tras varias horas disfrutando del soleado día, algo en el cielo empezó a torcerse. Un cambio repentino de aire hizo presagiar lluvia y la cercanía con la hora de comer hizo que Carole tomara la decisión de regresar a la casa. Mientras ella recogía las toallas y los juguetes, pidió a los cuatro niños -Ricky (7 años), Stephen (5), Paul (4) y Cheryl (3)- que acudieran a las duchas para quitarse la arena y la sal de la piel. En cuanto guardara todas las cosas, iría a por ellos.

Foto: Calle Celebration Boulevard, en Florida (Estados Unidos). Foto: Google Maps

Así lo hicieron, quedando Ricky encargado de la vigilancia de sus hermanos por ser el mayor. Los cuatro llegaron juntos a los vestuarios y, tras alzar en brazos a Cheryl para que bebiera de una fuente, se separaron por sexos. Cuando los tres chicos acabaron, acudieron a la puerta del cambiador femenino para llamar a su hermana, pero no les hizo caso. Tras varios intentos, avisaron a su madre enfadados por la falta de respuesta de la niña. Pero no era una rabieta: había desaparecido sin dejar rastro.

Tras varios minutos de búsqueda, Carole se dio cuenta de que no se trataba de una niñería y que podía ser algo mucho más grave. Tras llamar a las autoridades, intentaron saber qué había pasado, pero localizaron muy pocas pistas: solo un puñado de testigos que afirmaban haber visto a alguien salir con una pequeña niña rubia envuelta en una toalla blanca en dirección al párking, en concreto a una furgoneta azul. Muy poco para iniciar una investigación con éxito.

Después de más de un año, las pistas sobre dónde podía estar Cheryl no fueron concluyentes, ante lo que la investigación se topó con algo inesperado: una confesión. Un joven de 16 años se presentó en comisaría asegurando que él había sido el secuestrador de la niña, a la que intentó violar y terminó estrangulando. Aseguró que la niña no paraba de gritar y que, en su intento por hacerla callar, le quitó la vida sin querer, ofreciéndose a llevar a las autoridades al lugar de los hechos.

La policía le acompañó, pero al llegar a la zona el joven empezó a dudar: no estaba seguro de dónde se había producido el suceso, pues se habían llevado a cabo una serie de obras que no le hacían reconocible el lugar. Creyó estar seguro del punto en el que tuvo lugar el asesinato de la niña, asegurando que anteriormente era un lugar con una puerta de acero, una cerca para el ganado y un puente sobre un pequeño arroyo. Pero cuando preguntaron al dueño de la finca, negó que eso fuera así.

Sin más, las autoridades liberaron al joven ante la falta de pruebas para considerarle culpable y el caso continuó abierto a lo largo de los años. Tanto, que Carole y Vince fallecieron sin saber el paradero de su hija. Pasaron muchos años hasta que en 2016 se le asignó el caso al detective Frank Sanvitale, tal y como informa 'Infobae'. Estuvo revisando todas las claves del caso y descubrió algo: aquel joven había dado pistas que solo podía conocer en caso de haber estado en aquella playa.

Había asegurado que la niña vestía un bañador azul y que, escasos segundos antes de llevársela, alguien la había alzado para que bebiera agua, algo que solo sabían los familiares. Tras varias gestiones, consiguió el teléfono de aquel hombre, que a día de hoy tendría unos sesenta años. No solo le localizó, sino que logró una nueva confesión: "Me llama por algo que hice cuando era muy joven y de lo que me arrepiento cada día. Es por la pequeña de Fairy Meadow, ¿no?", dijo por teléfono.

La 'jugada' de la justicia

Poco después, este hombre -cuyo rostro y nombres no salieron a la luz-, era detenido y acusado del secuestro y asesinato de Cheryl Grimmer. La sorpresa fue mayor cuando acudieron a la finca en la que el sospechoso anunciaba haber enterrado a la niña. Allí, se encontraron con un hijo del dueño, quien confirmó que en su tiempo hubo una puerta de acero, ganado y un puente sobre un arroyo. ¿Por qué habría mentido entonces su padre ya fallecido?

Sin embargo, las pruebas no fueron concluyentes para la justicia australiana, que consideraron que las evidencias -unidas a los problemas mentales acreditados por su defensa- no eran suficientes para considerarle culpable, por lo que volvió a quedar en libertad. Ha sido esta semana cuando, 50 años después de su desaparición, Australia ha anunciado que ofrece 700.000 dólares a quien aporte pistas de qué sucedió en realidad con Cheryl. Pero el tiempo transcurrido corre en su contra.

Lunes, 12 de enero de 1970: Ricky, el hijo mayor de la familia Grimmer, insistió a su madre, Carole, para que aprovecharan el día y fueran a la playa. Hacía solo unos meses, esta familia británica se había mudado a Australia, donde Vince, el padre, trabajaba en la Marina. A primera hora de la mañana, había acudido a su puesto de trabajo, ante lo que la madre vio con buenos ojos la idea de Ricky: así, los cuatro niños y Carole acudieron a Fairy Meadow... pero no sabían que les iba a cambiar la vida.

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