¿Está el enemigo? Que se ponga: la peligrosa coreografía militar entre Irán y EEUU
Irán y Estados Unidos comparten un interés común en alimentar un conflicto de baja intensidad que no degenere en una guerra abierta. Pero en este baile, pueden saltar chispas
Todo sucedió perfectamente coordinado. Poco antes de que la Guardia Revolucionaria iraní lanzara un ataque con misiles contra tropas estadounidenses en bases iraquíes, el primer ministro de Irak, Adel Abdul Mahdi, recibió un mensaje verbal de Teherán avisando de la operación. Al mismo tiempo, el líder iraquí conversaba casi en simultáneo con sus aliados estadounidenses para prevenirles.
La ofensiva contra las bases de Al Asad y Erbil no dejó víctimas mortales ni entre los soldados norteamericanos ni entre el personal de apoyo local. Los proyectiles cayeron exactamente a la misma hora en que drones estadounidenses asesinaron el viernes pasado al general Qasem Soleimani, quien fue enterrado horas antes del ataque iraní como un héroe nacional en un funeral que dejó medio centenar de muertos.
Las reacciones en el Pentágono y la Casa Blanca fueron mesuradas y, pese a que en un primer momento se especuló con la posibilidad de que Donald Trump se dirigiera a la nación, finalmente la comparecencia se pospuso para el miércoles a las 17:00 hora peninsular (11:00 hora de Washington).
"¡Todo está bien! Misiles lanzados desde Irán a dos bases militares en Irak. Evaluación de víctimas y daños en marcha ahora. Hasta ahora, ¡todo bien! ¡Tenemos los militares más poderosos y mejor equipados del mundo, de lejos! Mañana haré un comunicado", se limitó a tuitear el presidente norteamericano.
All is well! Missiles launched from Iran at two military bases located in Iraq. Assessment of casualties & damages taking place now. So far, so good! We have the most powerful and well equipped military anywhere in the world, by far! I will be making a statement tomorrow morning.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 8, 2020
Los altos mandos militares estadounidenses ya habían asumido que los iraníes tomarían algún tipo de represalia. La mayoría de los misiles estaban dirigidos contra la base aérea de Ain Al Asad, situada en el desierto de la provincia de Anbar, en el oeste de Irak, por lo que las posibilidades de víctimas colaterales eran virtualmente nulas. Los cohetes contra la base de Erbil, en el Kurdistán iraquí, erraron el objetivo por un margen enorme.
¿Coreografía bélica?
Así que la pregunta es si esta coreografía bélica es el pico en este capítulo de tensión entre Irán y Estados Unidos impulsado por la muerte de Qasem Soleimani o si son los primeros pasos hacia una confrontación abierta en Oriente Medio. “Esto no parece una escalada mayor todavía. Los militares estadounidenses estaban anticipando este ataque y el personal se había puesto a salvo. Irán puede decir que tuvo su venganza. Parece más una escalada para desescalar [el conflicto]”, escribe Liz Sly, editora del 'Washington Post'.
La misma impresión trasladaba el periodista de la CNN Jake Tapper tras conversar con diversas fuentes: "Funcionarios del Pentágono me han dicho que los líderes militares estadounidenses creen que Irán eligió de forma deliberada objetivos que no acabaran con ninguna vida, especialmente norteamericana: puntos específicos, el daño mínimo posible y máxima advertencia".
Aunque el bombardeo pueda parecer poco relevante frente a la eliminación de un general clave para Teherán, el régimen de los ayatolás ha vendido a su opinión pública que el ataque, bautizado Mártir Soleimani, ha dejado más de "80 terroristas estadounidenses" muertos y graves daños materiales.
Paradójicamente, los gobiernos de Irán y Estados Unidos comparten un interés común en alimentar un conflicto mutuo de baja intensidad que no degenere en una guerra abierta. La tensión con el "imperio americano" ha servido a Teherán para aplacar el descontento interno, que recientemente llevó a miles de iraníes a manifestarse en las calles —en parte, precisamente, por el impacto de las sanciones estadounidenses en la economía del país persa—.
Por su parte, Trump puede beneficiarse de mantener una tensión prebélica en la campaña para la reelección en 2020 que mantenga prietas las filas republicanas, sin llegar a declarar una guerra abierta, que es rechazada por la mayoría de los estadounidenses.
Un bofetón en la cara
El líder supremo iraní, ayatolá Jamenei, calificó el ataque de un "bofetón en la cara de Estados Unidos" en un vídeo publicado por una agencia de noticias iraní, mientras que el ministro de Exteriores, Javad Zarif, reiteró el miércoles que su país no fue el que comenzó esta escalada violenta. "Europa puede jugar un papel muy útil haciéndole ver a Estados Unidos su error en el análisis de la situación y que deberían dejar de escuchar a payasos", agregó el funcionario, criticando "la guerra económica" de Washington.
La UE llamó a la calma. "El más reciente ataque con misiles sobre bases en Irak utilizadas por EEUU y las fuerzas de la coalición es otro ejemplo de la escalada en la confrontación. A nadie le interesa que esto se convierta en una mayor espiral de violencia", dijo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en un comunicado.
Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, cerró filas con Washington acusando al fallecido Soleimani, catalogado de "terrorista" por EEUU y la Unión Europea, de "tener sangre británica en sus manos". "Soleimani fue responsable durante muchos años —y entre otras cosas— de armar a los hutíes con misiles, que utilizaron para atacar civiles inocentes; armar con misiles a Hezbolá, que también utilizaron para atacar inocentes (...) y suministrar explosivos a terroristas que, me temo, asesinaron y diezmaron soldados británicos".
Johnson, hablando en la Cámara de los Comunes, dijo que la cuestión sobre la legalidad del ataque de EEUU "no debe ser determinada por el Reino Unido", pero agregó que Washington "tiene el derecho a proteger sus bases y su personal" en la región.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
La reciente tensión entre Irán y EEUU se inicia el 27 de diciembre. Una treintena de misiles, lanzados presuntamente por milicias chiíes iraquíes apoyadas por Irán, alcanzaron la base militar iraquí K1 en Kirkuk y mataron a un contratista estadounidense. Además, varios miembros del personal resultaron heridos.
En respuesta, Estados Unidos atacó cinco instalaciones en Irak y Siria de las milicias chiíes, matando al menos a 29 personas y dejando más de 50 heridos, según Jawad Kazim, el portavoz de las Unidades de Movilización Popular, la milicia chií respaldada por Irán.
Pero la intensificación del conflicto que desembocó en el asesinato de Soleimani y el posterior ataque a bases con soldados norteamericanos llegó el 3 de enero. Al grito de "muerte a América" o "América es el gran Satán", miles de miembros de milicias proiraníes rodearon la embajada de EEUU, destruyeron el sistema de cámaras de seguridad del recinto a ladrillazos y prendieron fuego a una garita de seguridad. El personal estadounidense quedó más de 12 horas encerrado en el edificio y, ante los temores de una crisis como la de Bengazi (Libia) en 2012, la seguridad tuvo que lanzar gases lacrimógenos y granadas aturdidoras hasta que agentes de las fuerzas especiales iraquíes se desplegaron para contener el asalto.
Donald Trump acusó a Irán de "orquestar el ataque contra la embajada de EEUU" y de estar detrás de la espiral de violencia de los últimos días en Irak. "Serán totalmente responsables", advirtió por su canal de comunicación favorito. Y lo fueron. De hecho, la Casa Blanca, argumentando una supuesta amenaza contra objetivos estadounidenses en la región, eligió la mayor de las represalias contra Irán: matar al número dos, Qasem Soleimani —arquitecto de las redes de milicias y 'ejércitos proxy' para hostigar a las tropas estadounidenses y sus aliados en la región—.
Para algunos analistas, la decisión extrema de eliminar a Soleimani vendría a compensar la 'mano blanda' que muchos percibieron en la respuesta de Trump a otras provocaciones previas de Teherán en el golfo Pérsico, como el secuestro de petroleros internacionales en junio o el ataque contra oleoductos saudíes por parte de milicianos hutíes en septiembre.
El pasado viernes 3 de enero, un dron estadounidense atacó dos coches cerca del aeropuerto de Bagdad y acabó con la vida, entre otros, de la "mano ejecutiva" de la política expansiva iraní en Oriente Medio. "¡Debería haber sido eliminado hace muchos años!", tuiteó Trump. Irán, todavía en estado de 'shock' por la muerte de Soleimani, una figura muy reconocida en el país, prometió "venganza". Días después, se ha producido el muy contenido ataque contra las tropas estadounidenses, que no causó ni una baja.
Efectuada la 'venganza' de Teherán, el resto del mundo contiene ahora el aliento ante la imprevisible respuesta de Donald Trump.
Todo sucedió perfectamente coordinado. Poco antes de que la Guardia Revolucionaria iraní lanzara un ataque con misiles contra tropas estadounidenses en bases iraquíes, el primer ministro de Irak, Adel Abdul Mahdi, recibió un mensaje verbal de Teherán avisando de la operación. Al mismo tiempo, el líder iraquí conversaba casi en simultáneo con sus aliados estadounidenses para prevenirles.