¿Políticos presos o presos políticos? El poder entre rejas visto desde América Latina
La dicotomía "presos políticos" y "políticos presos" suena con fuerza en España. Pero en América Latina, es un clásico. Expresidentes y candidatos claman ser perseguidos por sus adversarios
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Cada vez que al fallecido Hugo Chávez le acusaban de encarcelar a sus adversarios, el expresidente venezolano esquivaba las críticas repitiendo la consigna: "En Venezuela no hay presos políticos, lo que hay son políticos presos, que es otra cosa". Presos y políticos. Dos palabras en las que el orden de los factores sí altera el producto. Un debate que está ahora generando titulares en España y sobre todo en Cataluña, pero que es un clásico en América Latina.
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De Brasil a Guatemala, la región está repleta de ejemplos donde la política se sigue haciendo desde la cárcel. Expresidentes, exministros y candidatos tratan de jugar sus cartas políticas tras las rejas, denunciando complots judiciales -e incluso internacionales- en su contra para mantener el respaldo de sus bases y buscar un regreso triunfal a la vida pública. Repasamos algunos de los casos más significativos de políticos presos que claman ser presos políticos.
Brasil, entre la historia y el basurero
El expresidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, entró en prisión en abril de 2018 por cargos de corrupción. Su formación política, el Partido de los Trabajadores (PT), lanzó en agosto del año pasado su candidatura presidencial desde el centro penitenciario Curitiba, muestra del papel central que el exmandatario sigue teniendo en la política brasileña. Sin embargo, una decisión judicial lo dejó fuera de la contienda a pesar de ser uno de los favoritos en los sondeos. Este revés no lo detuvo.
Da Silva sigue causando revuelo desde su celda por las irregularidades que han salido a la luz en la "Operación Lava Jato", por la que fue condenado a 12 años y 11 meses de prisión por haber recibido supuestamente 8,0 millones de dólares de la petrolera estatal Petrobras. Una publicación del medio brasileño 'The Intercept' reveló conversaciones entre el juez y el fiscal del caso que dejan en entredicho la imparcialidad de la investigación.
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El popular expresidente de 73 años ha asegurado en varias ocasiones que está siendo víctima de una farsa orquestada por sus rivales políticos para evitar que llegue al poder. “Sé muy bien qué lugar me reserva la historia y quién estará en el basurero”. Muchos políticos de alto perfil, como el político norteamericano Bernie Sanders han expresado su apoyo a Da Silva.
During his presidency, Lula da Silva oversaw huge reductions in poverty and remains Brazil’s most popular politician. I stand with political and social leaders across the globe who are calling on Brazil’s judiciary to release Lula and annul his conviction. https://t.co/dleejJoMaR
— Bernie Sanders (@SenSanders) June 12, 2019
No fue el único. Su archienemigo Michel Temerse convirtió en el segundo expresidente brasileño en pisar la cárcel -aunque luego fue puesto en libertad- acusado de recibir sobornos.
Panamá, un "loco" en el ombligo del continente
El expresidente panameño Ricardo Martinelli protagonizó otra historia de delito y poder en el ombligo del continente. El magnate de los supermercados apodado "el loco" unió fuerzas a su amigo Juan Carlos Varela para obtener la victoria en las elecciones del 2009 en Panamá. Martinelli fue presidente y Varela, vicepresidente. La unión no duró mucho. Los desacuerdos entre ambos escalaron en una pelea de egos que se saldó con Martinelli despidiendo a Varela con un 'tuit' en el tercer año de mandato. Varela se lanzó en los siguientes comicios y logró la presidencia con la promesa de combatir la corrupción. Las investigaciones sobre su antiguo aliado y otros miembros del pasado gobierno no se hicieron esperar.
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Martinelli decidió salir del país ante la lluvia de procesos judiciales en su contra. Intentó buscar amparo en el Parlamento Centroamericano, que una vez llamó “cueva de ladrones”, y finalmente se refugió en Miami, donde pasó casi tres años en su casa de 6,4 millones de dólares. A mediados de 2018, las autoridades panameñas lograron la extradición del mandatario, que fue puesto en prisión preventiva apenas su avión tocó suelo panameño. Las causas abiertas en su contra en el país centroamericano incluyen delitos de espionaje, peculado y corrupción.
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Desde la cárcel, el expresidente de 67 años no ha perdido oportunidad para insistir en que es víctima de una venganza personal de Varela, “esa tortuga psicópata de la que podemos esperar todo”. Sin embargo, sus intentos por volver a la vida política no han funcionado hasta el momento.
Cada estamos más cerca que llegue la felicidad a Panamá al terminar el odio y la persecución sadica de seres subnormales que nunca supieron que todo se acaba. Perdimos 5 años ahora le toca al próximo sus 5 años y recuperar los 5 perdidos. Ayudemos todos a este fin sin odios
— Ricardo Martinelli (@rmartinelli) June 19, 2019
Guatemala y la "conspiración" de EEUU
Guatemala tiene varios políticos que han acabado encerrados por corrupción pero denuncian ser víctimas de una conspiración judicial. Es el caso del expresidente Otto Pérez Molina (2012-2015), quien renunció al cargo tras ser acusado de liderar "La Línea", una megaestafa multimillonaria en las aduanas del país. Este general retirado de 68 años, en prisión preventiva mientras se celebra su juicio, asegura ser inocente y acusa a Estados Unidos de haber planeado su caída y la de su exvicepresidenta Roxana Baldetti -también presa con varias causas pendientes-.
Más recientemente, el excandidato presidencial Mario Estrada fue aprehendido en Miami el pasado mes de abril acusado de pactar con el poderoso cártel de Sinaloa. Las autoridades sospechan que Estrada habría llegado a un supuesto acuerdo por el que el grupo criminal mexicano financiaría su campaña a cambio de obtener acceso a los puertos aéreos y marítimos del país en la ruta de la droga hacia Estados Unidos. El arresto de Estrada no detuvo su candidatura, aunque no logró pasar a la segunda vuelta en los comicios de la semana pasada.
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El expresidente Álvaro Colom (2008-2012) también está siendo investigado por corrupción, y antes que él, Alfonso Portillo (2000-2004) pasó por una cárcel estadounidense tras ser condenado por lavar 200 millones de dólares. El fiscal estadounidense encargado de la acusación resumió el caso así: "Se acusa a Portillo de convertir la oficina de la Presidencia de Guatemala en su cajero automático personal". Ambos culparon a sus adversarios políticos.
Perú, presos y prófugos
Todos los expresidentes vivos de Perú están presos, bajo investigación o prófugos de la justicia. En 2017, el exmandatario Ollanta Humala (2011-2016) y su esposa Nadine Heredia fueron arrestados preventivamente acusados de lavado de activos y asociación para delinquir. Pasaron 300 días de prisión preventiva en la misma base policial de Lima donde también está recluido el expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), por una condena de 25 años por crímenes contra los Derechos Humanos y corrupción.
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El exmandatario Alan García (2006-2011) se suicidó recientemente de un disparo en la sien mientras era investigado por enriquecimiento ilícito, mientras que su predecesor en el cargo, Alejandro Toledo (2001-2006), huyó a Estados Unidos después de ser acusado de recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. Francisco Morales Bermúdez, que encabezó un gobierno de facto entre 1975 y 1980, fue condenado a cadena perpetua por su participación en el llamado Plan Cóndor. Y Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) fue detenido como parte de la investigación 'Lava Jato' por supuestos delitos de corrupción durante su etapa como ministro del expresidente Toledo.
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En las cárceles de Perú también hay reclusos menos conocidos con intensa actividad política. Pese a tener una condena por el asalto a una comisaría que dejó seis muertos, Antauro Humala, hermano del exmandatario Humala, presentó su candidatura presidencial para la contienda del 2021. Humala fundó el partido Frente Patriótico desde su celda a principios de mes para lograr su cometido. La viabilidad de su plan está por ver ya que su salida de prisión no está prevista hasta el 2024.
Argentina, sobornos o cortinas de humo
Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) enfrenta varias investigaciones por corrupción, aunque lejos de la cárcel por la inmunidad que le otorga su condición de senadora. La expresidenta argentina alega que las acusaciones de recibir sobornos -primera de las 12 causas que tiene pendientes en su país- son una cortina de humo. Su condición de investigada no ha sido traba para que Fernández, de 66 años, se presente a vicepresidenta en las elecciones generales de octubre.
Le siguen algunos antiguos colaboradores. Julio de Vido, un poderoso exministro kirchnerista, fue condenado a cinco años y ocho meses de prisión por administración fraudulenta tras la trágica muerte de medio centenar de personas en un accidente ferroviario en 2012. Sin embargo, busca ahora revalidar desde la cárcel su escaño de diputado pese a las protestas de varios grupos de la sociedad civil.
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Tramas de corrupción, espionaje y administración fraudulenta han llevado al encierro a muchos líderes políticos en la región. Algunos han mantenido un perfil bajo durante sus condenas, mientras otros han transformado sus celdas en auténticos centros de campaña. Pero existe un hilo común en sus estrategias de defensa. Presentarse como víctimas de una persecución política que no tiene como meta hacer justicia, sino afianzar el poder de sus contrincantes. Insisten, la mayoría, en ser parte de una clase especial de reos. Presos políticos y no simplemente políticos presos.
Cada vez que al fallecido Hugo Chávez le acusaban de encarcelar a sus adversarios, el expresidente venezolano esquivaba las críticas repitiendo la consigna: "En Venezuela no hay presos políticos, lo que hay son políticos presos, que es otra cosa". Presos y políticos. Dos palabras en las que el orden de los factores sí altera el producto. Un debate que está ahora generando titulares en España y sobre todo en Cataluña, pero que es un clásico en América Latina.