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Juego de tronos en Australia: la isla ingobernable va a elecciones
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Juego de tronos en Australia: la isla ingobernable va a elecciones

Desde 2007 ningún primer ministro australiano ha podido completar una legislatura, en un país que registra casi 30 años de crecimiento económico ininterrumpido

Foto: Carteles electorales en las pasadas elecciones federales en Australia. (Reuters)
Carteles electorales en las pasadas elecciones federales en Australia. (Reuters)

Más de 16,2 millones de australianos están llamados a votar el 18 de mayo en las elecciones legislativas en Australia, país que registra casi 30 años de crecimiento económico ininterrumpido y debe hacer frente a la inmigración y al cambio climático. Estas son algunas de las claves para las elecciones australianas.

Desde 2007 ningún primer ministro australiano ha podido completar una legislatura. En 2010, Julia Gillard desbancó al entonces jefe de gobierno, Kevin Rudd, por rencillas internas en el Partido Laborista que tres años después le sirvieron a Rudd para devolverle la misma moneda y apartarla del cargo.

Tras ganar las elecciones en 2013, el liberal Tony Abbott también pasó por las turbulencias de las intrigas en el seno de su formación, que resultaron en su salida en favor de Malcolm Turnbull, quien tras renovar el cargo en las urnas fue desbancado por Scott Morrison.

Abbott, a quien se sitúa detrás de la última revuelta contra Turnbull, no descarta asumir nuevamente el liderazgo de su formación, aunque en estos comicios corre el riesgo de perder el escaño que ocupa desde 1994.

Por otro lado, el cambio climático y la política energética han sido el talón de Aquiles tanto de los gobiernos laborista como de la coalición Liberal-Nacional durante más de una década.

El gobierno de Gillard fue muy criticado por un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono, mientras que la coalición conservadora lo es por favorecer el uso del carbón para la generación energética y argumentar que las energías renovables aumentan el precio de las tarifas eléctricas.

Los comicios coinciden con un fortalecimiento del movimiento ciudadano, incluidos escolares, que exige medidas contra el cambio climático y que se desestime el proyecto de una mina de carbón cerca de la Gran Barrera de Arrecife, un Patrimonio de la Humanidad situada en el noreste de Australia.

Otra de las claves ha sido la resistencia económica que ha mostrado el país. Australia, que lleva casi 30 años de crecimiento económico ininterrumpido, prevé una leve mejora del PIB, que el año pasado creció el 2,3 por ciento, para alcanzar el 3 por ciento en 2021.

Si bien el desempleo se mantiene estable en un 5 por ciento, los trabajadores se enfrentan a un estancamiento del aumento de los salarios y al alto coste de vida, especialmente de la vivienda, que dificulta a las personas con bajos salarios el acceso al alquiler y la compra a las familias de clase media.

La coalición propone mantener el crecimiento económico y reducir los impuestos, además de generar más trabajos con proyectos mineros o el desarrollo de sus astilleros. Por su lado, los laboristas apuestan por ofrecer mejores oportunidades a los trabajadores con acceso gratuito a guarderías, inversiones en hospitales y escuelas, y un aumento de los salarios.

El temor a los inmigrantes

Con una población de más de 24 millones de habitantes, afincados principalmente en la franja costera del sudeste de un territorio de 7,6 millones de kilómetros cuadrados, Australia tiene en la inmigración y el control demográfico uno de los principales focos de controversia política.

La llegada de extranjeros, sobretodo en las ciudades de Sídney y Melbourne y la presión sobre las infraestructuras, llevó al gobierno a reducir la cuota anual de inmigrantes permanentes de 190.000 a 160.000, y a adoptar medidas para promover la migración a ciudades intermedias, del interior y en zonas rurales.

Las políticas de inmigración, marcadas por el envío de solicitantes de asilo a centros de detención en Nauru y Papúa Nueva Guinea en el Pacífico, tuvo un punto de inflexión tras las demandas de médicos, políticos y parte de la ciudadanía para mejorar el trato de los internos, lo que se tradujo en una ley para facilitar los traslados médicos a Australia.

El gobierno conservador defiende el control de fronteras para evitar también la entrada de potenciales terroristas, pero ha suavizado su discurso tras el ataque supremacista de Nueva Zelanda del pasado marzo, perpetrado por un australiano y en el que murieron 51 personas.

Geopolítica

Australia es un aliado histórico de Estados Unidos, país con el que mantiene una larga y sólida alianza militar, de seguridad e inteligencia, y con el que actualmente participa en las campañas en Oriente Medio.

El país oceánico además es visto como el "gendarme" de Washington en esta región del Pacífico marcada por las disputas territoriales y la creciente influencia de China. China es el principal socio comercial de Australia y el país oceánico es la principal fuente de recursos naturales del gigante asiático.

El mar del Sur, un problema

Ambos tienen una relación tensa por las recientes leyes contra la injerencia china en la política interna australiana y las sospechas de Camberra por las actividades de espionaje y piratería informática del poderoso vecino. También preocupan a Australia las inversiones chinas en el país, la militarización del mar de China Meridional y la detención de activistas chino-australianos en la nación asiática.

Más de 16,2 millones de australianos están llamados a votar el 18 de mayo en las elecciones legislativas en Australia, país que registra casi 30 años de crecimiento económico ininterrumpido y debe hacer frente a la inmigración y al cambio climático. Estas son algunas de las claves para las elecciones australianas.

Desde 2007 ningún primer ministro australiano ha podido completar una legislatura. En 2010, Julia Gillard desbancó al entonces jefe de gobierno, Kevin Rudd, por rencillas internas en el Partido Laborista que tres años después le sirvieron a Rudd para devolverle la misma moneda y apartarla del cargo.

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