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El Gobierno de Maduro recurre a un represor de hierro para doblegar a la oposición
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REHABILITADO COMO JEFE DE LA POLICÍA POLÍTICA

El Gobierno de Maduro recurre a un represor de hierro para doblegar a la oposición

El jefe de la policía política de Venezuela, Gustavo González López, sabe de largo cómo domar aventuras opositoras, así que fue renombrado tras la asonada frustrada del 30 de abril

Foto: Gustavo González jura su cargo como consejero de Seguridad e Inteligencia de la Presidencia en enero de 2019. (EFE)
Gustavo González jura su cargo como consejero de Seguridad e Inteligencia de la Presidencia en enero de 2019. (EFE)

Es un halcón y no le tiembla el pulso a la hora de templar los ánimos de los opositores. Sustituye a Manuel Cristopher Figuera, refugiado ahora en Colombia, permaneció al frente del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) hasta el día de la asonada fallida del 30 de abril que él mismo respaldó y que lideró Juan Guaidó. Entonces, Maduro decidió devolver la confianza a un puño de hierro, una persona de confianza del Gobierno bolivariano que no tiene escrúpulos a la hora de detener a políticos y militares opositores.

Ejerció como ministro del Interior de Venezuela durante un año compatibilizando ese cargo con el de jefe del Sebin desde 2014 a octubre de 2018, cuando fuera destituido por Nicolás Maduro debido a un par de incidentes que más abajo relatamos. El 30 de abril, el presidente lo designó de nuevo máximo responsable del Sebin, la policía política del chavismo que en los últimos años ha calmado con encarcelamientos ilegítimos y torturas a muchos opositores. Su nombre es Gustavo González López (Carrizal, 1964), un general de División leal al número dos del régimen, Diosdado Cabello. Este último nunca se prestó a alzarse contra el Ejecutivo encabezado por Maduro y no colaboró con el alzamiento fracasado del 30A.

placeholder Gustavo González López, jefe del Sebin.(Reuters)
Gustavo González López, jefe del Sebin.(Reuters)

En un contexto de desconfianza y paranoia por las traiciones endógenas, Maduro dio de nuevo el mando a Cabello. Este confía en su leal amigo González López para someter las rebeliones internas. Los miembros del servicio de Inteligencia cubano G2 lo respaldan porque ha colaborado activamente con ellos en años pasados. Como decía Maduro hace unos días, “es la hora de dar la batalla”.

Ahora Venezuela es un queso gruyère y cualquier lealtad se puede trasvasar de una parte a otra en apenas unas horas. Maduro no debe estar tranquilo

El jefe del Sebin no dudará en apretar las tuercas a quien ose poner en solfa al régimen. Tiene experiencia. Por esta razón, no resulta extraño que envíe señales a la Embajada de España en Caracas, donde se refugian el opositor Leopoldo López y su familia. La noche del martes, varios vehículos del Sebin rondaron la legación diplomática y la residencia del embajador, Jesús Silva.

El 9 de mayo pasado ya detuvo al vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano. Ante la resistencia de este en salir de su coche, acosado por agentes del Sebin, no dudaron en remolcarlo en grúa hasta su sede. Esa acción responde al método personal de González López.

Foto: Nicolás Maduro.

Su desempeño en estas dos semanas al mando de la policía política ha dado sus frutos: más de 30 diputados perseguidos. Tres están detenidos y el resto está en el exilio, refugiados en el extranjero, acogidos en embajadas de Caracas o acosados por medidas cautelares.

‘La Tumba’

El activista opositor Lorent Saleh (San Cristóbal, 1988) conoce bien las artes de González López. Pasó cuatro años en cárceles venezolanas por defender los derechos humanos en su país. Jamás recibió notificación alguna de la Fiscalía General ni de ningún juzgado para comunicarle los cargos que existían contra él. "Fue un secuestro y así lo determinó el propio grupo de detenciones arbitrarias de Naciones Unidas", explicó Saleh en una entrevista concedida a este medio después de ser liberado en octubre pasado gracias a la mediación de la diplomacia española.

Foto: Lorent Saleh en un instante de la entrevista. (M.García)

'La Tumba' es el nombre que recibe la cárcel del Sebin. González López contribuyó activamente a desarrollar ese centro de castigo cavado hasta cinco pisos bajo tierra. Lorent Saleh describe ese lugar como un "laboratorio de tortura". Todo es blanco, moderno, sofisticado, es un centro de detención "con tufo extranjero a Rusia y Cuba". Allí pasó nuestro protagonista dos años y dos meses encerrado en una celda de tres por tres metros cuadrados sin que pesara sobre él ninguna acusación judicial oficial. "Me mantenían durante una semana sentado con las manos esposadas a la espalda, haciéndome pipí y popó encima. Con todo el frío que hace allí, me echaban agua encima para incrementar el sufrimiento. Una vez que me soltaban, no era capaz de echar los brazos hacia delante", detalló Saleh, premio Sájarov a la Libertad de Conciencia que le otorgó el Parlamento Europeo en 2017 junto a otros opositores al chavismo.

González López, durante la represión de los opositores en la sede caraqueña del Sebin, siempre contó con el apoyo de la vicefiscal general de la República, Katherine Haringhton (1972). Según diversas fuentes consultadas de la judicatura venezolana, Haringhton, su “compañera de vida”, blanqueaba mediante sus informes las torturas que se infringían a los detenidos en ‘La Tumba’. Hoy ya no funge como vicefiscal.

Sanciones

Sobre los hombros González López pesan varias sanciones internacionales. El Consejo de la Unión Europea lo sancionó a él y otros seis responsables políticos venezolanos en enero de 2018. Concretamente, al jefe del Sebin, lo acusan los gobiernos europeos de ser responsable de “graves violaciones de los derechos humanos (en particular detención arbitraria, tratos inhumanos y degradantes y torturas) y de la represión de la sociedad civil y de la oposición democrática en Venezuela”.

Antes, en marzo de 2015, un comunicado presidencial de Barack Obama lo había castigado con la congelación de todos sus activos en territorio estadounidense por los “excesos cometidos en la represión de las manifestaciones de febrero de 2014 que dejaron un balance de 43 muertos”.

Primer incidente: muerte de un concejal

Fernando Albán era un concejal del municipio Libertador de Caracas. Había alzado la voz en contra de los desmanes del chavismo. Una osadía que pagó con el apresamiento en la sede del Sebin. Allí se defenestró desde un décimo piso el 8 de octubre pasado. Sus allegados no tienen asombro de duda de que fue arrojado por sus captores. La Fiscalía venezolana concluyó en su informe que se Albán “se suicidó”.

Fuentes militares cercanas a Gustavo González López y consultadas por El Confidencial señalan que él se defiende con el siguiente argumento: “Nunca hubiéramos cometido la torpeza de matar a Albán en la sede del Sebin. Nos pidió ir al baño y aprovechó para arrojarse al vacío. Lo cierto es que teníamos vídeos suyos manteniendo relaciones sexuales con menores y eso lo atormentaba”. Muchos dirán que esta explicación es una difamación, pero es versión que comunicó el jefe del Sebin a sus superiores.

placeholder Agentes del Sebin protegen su sede ante los manifestantes que protestaban por la muerte de Fernando Albán.(Reuters)
Agentes del Sebin protegen su sede ante los manifestantes que protestaban por la muerte de Fernando Albán.(Reuters)

Este fue el primer incidente que señaló a González López antes de ser destituido por Maduro el 26 de octubre de 2018. Pero esas fuentes acreditadas narran a este diario que la defenestración de Albán no fue la causa real de su degradación.

Percance con la caravana presidencial

En un contexto desconfianza de Maduro hacia su gente, sucedió un percance que motivó la destitución de González López. Fuentes solventes cuentan que Nicolás Maduro circulaba por Caracas en su coche oficial a finales de octubre, acompañado de una mujer que no era precisamente su esposa y protegido por una comitiva de seguridad de la Guardia Nacional. En un momento determinado, un automóvil negro adelantó velozmente a esa caravana presidencial. “Maduro temió que se tratara de un atentado por la paranoia conspiratoria que sufre -según detallan esas mismas fuentes- e hizo perseguir e interrogar a los ocupantes de ese auto”. Se trataba de un grupo de miembros del Sebin el que lo había hecho entrar en pánico de forma involuntaria.

Ambas partes esgrimieron armas largas hasta que se identificaron. El episodio fue tenso. Entonces, Maduro acusó al Sebin de intentona de golpe de Estado y cesó a su máximo responsable. Ni se trataba de un plan de atentado ni los espías se habían apercibido de la presencia de Maduro. Estaban en otra misión.

Maduro recapacitó y habilitó de nuevo a Gustavo González López en enero de 2019 cuando lo nombró consejero de Seguridad e Inteligencia de la Presidencia de la República. Le hacía falta su experiencia como represor en tiempos convulsos. De modo que después de la asonada fracasada del 30 de abril lo devolvió a su cargo al frente del Sebin. La oposición sabe cómo se las gasta. Sin embargo, como señala un agente de Inteligencia a El Confidencial, "ahora Venezuela es un queso gruyère y cualquier lealtad se puede trasvasar de una parte a otra en apenas unas horas. Maduro no debe estar tranquilo".

Es un halcón y no le tiembla el pulso a la hora de templar los ánimos de los opositores. Sustituye a Manuel Cristopher Figuera, refugiado ahora en Colombia, permaneció al frente del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) hasta el día de la asonada fallida del 30 de abril que él mismo respaldó y que lideró Juan Guaidó. Entonces, Maduro decidió devolver la confianza a un puño de hierro, una persona de confianza del Gobierno bolivariano que no tiene escrúpulos a la hora de detener a políticos y militares opositores.

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